La complicada situación política y social del país exige que se cumpla con lo acordado en el 2016 para recuperar la confianza en las instituciones y reconstruir el tejido social de un país violento*.
Diana Rico**
Jesús Martínez***

Un posacuerdo complejo
El Acuerdo de Paz firmado en el 2016 puso fin al conflicto con las FARC-EP, pero las lecciones que deja no son blancas y negras. La paz que quedó es imperfecta y los desafíos que plantea deben afrontarse a través del diálogo y la no violencia.
Tal como ocurrió en otros países que pasaron por procesos de justicia transicional, como Guatemala, El Salvador, Irlanda del Norte y Sudáfrica, la ejecución de los acuerdos acarrea procesos antagónicos de oposición y aprobación: la sociedad se polariza proliferan los obstáculos al proceso.
A esto se suman los incumplimientos de las partes, que crean desconfianza, deslegitiman la ejecución del Acuerdo y perjudican notoriamente el desarrollo de la etapa conocida como el posacuerdo.
En este sentido, el panorama del posacuerdo con las FARC-EP en Colombia no dista del funcionamiento propio de la justicia trasnacional en otras regiones. Por eso en el caso colombiano es fundamental distinguir entre las disidencias, los grupos residuales y los exguerrilleros en proceso de reincorporación:
- Los disidentes son los exintegrantes de las FARC-EP que no reconocieron el Acuerdo de Paz y no dejaron las armas.
- Los grupos residuales son las personas que en un primer momento se acogieron al Acuerdo, pero que después se rearmaron.
- Los exguerrilleros en proceso de reincorporación son las personas que firmaron el Acuerdo, dejaron las armas y cumplen lo estipulado en la legalidad. Según la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), a este último grupo pertenecen la mayoría de los exguerrilleros: más de 13.000 personas.
La situación es complicada y se necesitan lineamientos conceptuales y metodológicos para comprender y explicar las pequeñas acciones por parte de los exguerrilleros en proceso de reincorporación que podrían aportar al proceso de construcción de la paz en las zonas que fueron enclaves de conflictos violentos. Esas acciones son la base de otros procesos que el país debe seguir para tener éxito en el posconflicto.

Experiencias de la Serranía del Perijá
El libro Transiciones territoriales en el posacuerdo (2017-2019) analiza dos casos de reincorporación colectiva en la Serranía del Perijá: Pondores en La Guajira y Tierra Grata en Cesar, durante el periodo de ejecución temprana del Acuerdo (2017-2019). También presenta los avances y obstáculos del proceso de reincorporación de los exguerrilleros desde la Serranía del Perijá.
La ejecución de los acuerdos acarrea procesos antagónicos de oposición y aprobación: la sociedad se polariza proliferan los obstáculos al proceso
La primera parte se denomina “Contexto y alcances de un proceso en disputa”. Allí se estudian las condiciones particulares de un territorio donde intenta construirse la paz, pero persiste la violencia física y cultural.
El capítulo 1, “Obstáculos de la reincorporación de exguerrilleros de las FARC-EP en el posacuerdo”, analiza el discurso de las instancias oficiales, sociales, políticas, nacionales e internacionales, para identificar las limitaciones que se vivieron durante la ejecución temprana del Acuerdo:
- el incumplimiento por parte del gobierno a las disposiciones sobre la reincorporación socioeconómica y política,
- la estigmatización de los reincorporados,
- la inseguridad física relacionada con el asesinato de exguerrilleros, y
- la inseguridad jurídica.
El capítulo 2 se titula “Una aproximación a la Serranía del Perijá como escenario de guerra y territorio de paz. El caso de Manaure, Balcón del Cesar”. Este capítulo muestra la transición que ocurre en la Serranía del Perijá: de un escenario de guerra a un sitio de reconfiguración social a partir del Acuerdo de paz con enfoque territorial. También resalta la creación de consensos sociales que permiten la construcción del Estado en los territorios y de un modelo de desarrollo rural incluyente que acabe con la exclusión histórica de las comunidades, causada por el clientelismo y el conflicto armado.
El capítulo 3, “Percepciones de líderes comunitarios exguerrilleros sobre dejación de armas, movilización política y reincorporación colectiva”, analiza la perspectiva de diez líderes comunitarios farianos asentados en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Tierra Grata y Pondores. Específicamente discute su rechazo del modelo tradicional de Desmovilización, Desarme y Reinserción (DDR), su apuesta por dejar las armas, la movilización social y política y la reincorporación colectiva, según quedó estipulada en el Acuerdo de Paz.
El capítulo 4, “Los vacíos de la reincorporación. Aportes desde el caso Wiwa”, presenta las barreras que tienen los miembros de las comunidades indígenas que fueron integrantes de las FARC-EP para una efectiva reincorporación.
El capítulo 5 se denomina “Justicia Transicional: beneficios punitivos, prisión y transición”. Este capítulo plantea el problema que tuvo fijar penas alternativas a la prisión tanto en el proceso de justicia transicional de Justicia y Paz, como en el proceso de paz de La Habana: en el imaginario colectivo estos beneficios en materia punitiva son vistos como un mecanismo de impunidad.
La segunda parte del libro se denomina “Dinámicas socioculturales de una novedosa construcción colectiva”. Allí se presentan cinco estudios sobre la transición de la vida armada a la civil mediante procesos comunitarios de autogestión, resiliencia y reconciliación en Pondores (Guajira) y Tierra Grata (Cesar).
El capítulo 2 muestra la transición que ocurre en la Serranía del Perijá: de un escenario de guerra a un sitio de reconfiguración social a partir del Acuerdo de paz con enfoque territorial.
El capítulo 6, “Reconfiguración de la identidad colectiva fariana: Casos de Tierra”, estudia la transición del sentido de pertenencia de los individuos desde cuando formaron parte de una guerrilla hasta que crearon colectivos de civiles asentados en los espacios de reincorporación. También describe la deslegitimación de la violencia como consecuencia del proceso de justicia transicional. Esto implica cambiar el comportamiento basado en el reglamento militar y adoptar las normas estatales y un manual de convivencia. Finalmente señala que la ejecución de las medidas asistencialistas por parte del gobierno contraria las prácticas de trabajo colaborativo y resiliencia de las personas y por eso no contribuye a reincorporar colectiva sino individualmente.
El capítulo 7 se titula “Ontología doméstica entre excombatientes de las FARC-EP. ETCR en Cesar y La Guajira (Colombia 2016-2019)”. Allí se analizan algunas prácticas de civilidad en los procesos de territorialización de los entonces guerrilleros en relación con el “carpentecho” antes y después del Acuerdo. También se expone la transición de ese espacio hacia la vivienda en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, mostrando una ontología de lo doméstico.
El capítulo 8, “Deliberar para reconciliarnos. Una reflexión desde la Serranía del Perijá”, propone que es necesario fomentar la calidad de la deliberación ciudadana para superar la polarización y llegar a consensos, siendo empáticos y reconociendo la pluralidad de opiniones.
El capítulo 9 se denomina “Reconciliación y Radio hablada comunitaria en la Web. O sobre la comunicación para hacer las paces en la Serranía del Perijá”. Este capítulo explica cómo los distintos sujetos comunitarios le dan forma a la paz mediante los contenidos radiales que facilitan la comunicación interactiva y colectiva como alternativa a la violencia.
El capítulo 10, “Reconciliación social en el posacuerdo: coexistencia pacífica entre habitantes de Conejo y exguerrilleros de Pondores (La Guajira)”, analiza las experiencias de reconciliación entre la comunidad de Conejo y los exguerrilleros reincorporados en Pondores. De esta forma, refleja el cambio de las actitudes y emociones negativas de la comunidad por el desarrollo de los procesos colaborativos para la reconstrucción del tejido social.
Actualmente, la situación política y social colombiana exige que se ejecute lo acordado. Hay que superar la guerra, reconstruir el tejido social de un país con una historia mediada por la violencia y reconocer las apuestas de las comunidades que pueden complementar los procesos del Acuerdo de Paz.
*Este artículo hace parte de la alianza entre la Universidad del Norte y Razón Pública. Las opiniones expresadas son responsabilidad de los autores.