Música en la era de los algoritmos | Razón Pública 2023
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Música en la era de los algoritmos

Escrito por Juan Carlos Valencia

Las plataformas digitales invisibilizan a los artistas emergentes, pero estos van encontrando modos de hacerles el juego.

Juan Carlos Valencia*

Las luchas de los músicos emergentes contemporáneaos

Hace unas semanas, Elkin Robinson, talentoso cantante y guitarrista nativo de la isla de Providencia, se presentó en Casa Kilele, uno de los más importantes centros culturales privados de Bogotá.

El concierto fue una experiencia envolvente y emotiva. El público aplaudió con entusiasmo a Robinson y cantó sus canciones a todo pulmón. El artista venía de presentarse en el Festival Estéreo Picnic, uno de los más importantes de Latinoamérica.

En su carrera como solista, que abarca ya una década, Elkin se ha especializado en la interpretación de géneros tradicionales de Providencia y el Gran Caribe como el calipso y el mentó.  Su técnica impecable con la guitarra; su voz cálida, inspirada y juguetona, sumada al uso del creole, ha conmovido a públicos nacionales e internacionales.

Los ingresos por conciertos no son suficientes para que artistas emergentes, como Robinson, vivan de la música. El pago por un concierto es relativamente bajo en medio de una creciente oferta global, controlada por unas pocas empresas multinacionales como Live Nation que obtienen enormes beneficios económicos, pero le retribuyen muy poco a artistas que todavía no son figuras reconocidas.

Elkin Robinson y otros artistas emergentes de Latinoamérica, como la cantautora cubana-puertorriqueña Crys, el grupo colombiano Puerto Candelaria y la mexicana Majo Aguilar, aspiran a que su trabajo se difunda más y a obtener ingresos rentables por medio de plataformas digitales como YouTube, Tik Tok, Spotify, Apple Music, Deezer, etc.

¿Por qué no pueden lograrlo, si otros músicos contemporáneos, quizás con sonidos menos atrevidos o innovadores, muy parecidos entre sí, han podido viralizar sus canciones en las plataformas hasta alcanzar reproducciones que rondan las centenas de millones?

¿No ofrecen acaso estas plataformas digitales un espacio sin intermediarios para conectar a músicos creativos con públicos ávidos de nuevos sonidos? ¿No quedaron atrás los tiempos en los que las grandes casas disqueras intervenían los circuitos de promoción y los medios de comunicación para imponer a los artistas?

La caja negra de las plataformas digitales

Desde nuestros teléfonos inteligentes nos conectamos con plataformas digitales que ofrecen playlists hechas a nuestra medida, pero, ¿son medios eficientes para que las y los artistas emergentes lleguen a nuevos públicos?

Lamentablemente, las cosas son mucho más complicadas. Aunque cualquier músico puede publicar su obra en las plataformas digitales y, en teoría, un usuario puede encontrarla sin recurrir a intermediarios, son pocas las canciones que se viralizan, y antes de hacerlo deben pasar por una cantidad de filtros importante.

Investigadores como Jeremy Wade Morris, de la Universidad Wisconsin-Madison; Pelle Snickars, de la Universdad de Lund; Joel Waldfogel, de la Universidad de Minnesota y Luis Aguiar, funcionario de la Comisión Europea; vienen trabajando en lo que describen como ‘ingeniería a la inversa

Se trata de someter los algoritmos de las plataformas a una amplia serie de pruebas, como si se tratara de acciones ejecutadas por los oyentes, para entender cómo están diseñadas.

Aunque cualquier músico puede publicar su obra en las plataformas digitales y, en teoría, un usuario puede encontrarla sin recurrir a intermediarios, son pocas las canciones que se viralizan

Estas plataformas son cajas negras, combinaciones de algoritmos, sistemas de inteligencia artificial y curadores humanos secretos, sobre las cuales no existen posibilidades de auditoría. Algunos de estos investigadores han sido blanco de acciones legales llevadas a cabo por las empresas que manejan dichas plataformas.

Las canciones publicadas en estas plataformas son evaluadas por el software, si se detecta el interés de los oyentes, las canciones se incluyen en las playlists que cuentan con más seguidores y así sucesivamente hasta que llegan a oídos de un selecto y secreto grupo de curadores humanos y programas de inteligencia artificial, que deciden su inclusión en las playlists más famosas: por ejemplo, Top 50 global o Today’s Top Hits en el caso de Spotify.

Cuando una canción alcanza una de estas playlists con millones de seguidores, las reproducciones se viralizan. Aparecer en Today’s Top Hits, por ejemplo, aumenta las reproducciones de una canción en casi 20 millones.

Foto: Facebook: Elkin Robinson, artista nativo de Providencia.

El papel de las disqueras

Las grandes disqueras, como Universal, Sony o Warner, son accionistas de las plataformas digitales. No hay transparencia sobre si demandan o no que sus artistas entren en las grandes playlists. Adicionalmente, han creado filiales especializadas en generar listas de reproducción de canciones, tales como Filtr, Topsify o Digster.

Si las grandes disqueras tienen el poder de influir en la confección de las playlists más escuchadas, privilegiando a sus artistas, se interfiere directamente, y de forma negativa, con la posibilidad de que los artistas emergentes y las disqueras independientes puedan llegar a grandes públicos con su música.

La producción de nuevas canciones a partir de inteligencias artificiales se convierte en otra amenaza al poner en juego la figura de artistas, compositores, titulares de derechos y disqueras.

Ya, en 2016, hubo un escándalo cuando se descubrieron canciones de artistas inexistentes como Ana Olgica, Charlie Key y Lo Mimieux que contaban con millones de reproducciones en Spotify y un posicionamiento privilegiado en las listas de reproducción. Se sospecha que con esta acción la plataforma intentaba ahorrar costos en el pago de regalías.

Buscar rendijas en los algoritmos

Por otro lado, los músicos emergentes han tenido que recurrir a una amplia gama de tácticas para lograr posicionar sus canciones en las plataformas. Algunos contratan empresas subterráneas para generar reproducciones falsas: no son personas quienes escuchan las canciones o playlists, sino robots.

Como explica Pelle Snickars, pese a que las plataformas digitales tienen catálogos inmensos continúan exponiendo a sus usuarios a una cantidad muy limitada de canciones

Otros artistas adoptan nombres parecidos a los de músicos muy reconocidos o publican canciones con títulos parecidos a algunas que han sido exitosas para que las búsquedas de los oyentes resulten en reproducciones. Otros, crean ‘álbumes’ con decenas de canciones con diferentes títulos, a pesar de que muchas son realmente idénticas y así logran tener más reproducciones y regalías.

Jeremy Morris encontró también que se está dando lo que describió como una ‘plataformización de la música’, plataformas como Spotify contabilizan una canción como reproducida si es escuchada sin interrupción por un oyente durante sus primeros treinta segundos. Por ello, los nuevos artistas están creando canciones amigables con dichas características, el gancho de la canción debe aparecer rápido y los sonidos deben parecerse a los de canciones que ya son virales.

Estas plataformas premian lo que se parece a lo que ya existe y ha triunfado. El influenciador y crítico musical colombiano @josemnormal se pregunta si plataformas como Tik Tok están arruinando la música al promover la creación de canciones digeribles, fácilmente replicables por parte de sus usuarios y sumamente repetitivas.

Como explica Pelle Snickars,  pese a que las plataformas digitales tienen catálogos inmensos continúan exponiendo a sus usuarios a una cantidad muy limitada de canciones, en vez de llevarlos a lo que quieren escuchar, los dirigen hacia ligeras variaciones de lo que ya están consumiendo.

Las brillantes e innovadoras introducciones de guitarra de las canciones de Elkin Robinson no cumplen con ninguno de estos criterios y por eso es muy difícil que sean reproducidas ampliamente en las plataformas digitales. La banda inglesa The Pocket Gods, consciente de esa regla de los treinta segundos, creó irónicamente un disco con canciones que tenían esa duración y obtuvo regalías de Spotify, sin tener que tocar canciones más largas. Se han convertido en voceros de una campaña necesaria que busca un pago justo para los músicos que publican su obra en las plataformas digitales.

Pagar lo justo a los músicos

Esta campaña es urgente. El video musical de Elkin Robinson con más audiencia en YouTube es el de una canción muy bella titulada “Sun a shine”. Fue filmado en Providencia, con personas locales, muchas de ellas sus familiares y amigos. En el momento de escribir este artículo, el video tiene 139.000 reproducciones, un logro notable para un artista joven, proveniente de esa pequeña isla.

YouTube paga 0,008 dólares americanos por cada reproducción. Eso quiere decir que la disquera de Elkin ha recibido aproximadamente 1.112 dólares como regalías del video.  Tal vez dicha cifra cubriría el costo del alquiler de la lancha en la que Elkin recorre el mar de siete colores de Providencia en el video. Para nada más. Ojalá artistas talentosos como Elkin no desfallezcan ante tantas dificultades para brindarnos su arte.

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2 Comentarios

Valeria Palomino septiembre 2, 2023 - 9:08 pm

Excelente artículo. Hoy en día el artista emergente tiene una enorme tarea, pues no se trata solo de ser bueno en la diciplina que practica, sino debe apreder de marketing, redes sociales y medios de comunicación, pues es ahí donde se obtiene mayor visibilidad.
La industria musical puede ser ostil, pues solo los mayores artistas obtienen el apoyo de los algoritmos que manejan las mayores plataformas de reproducción, por esto, es responsabilidad de los oyentes dar más oportunidades a la música nueva y a los artistas locales que se esfuerzan por tener un lugar en la indistria.

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Diego Martínez septiembre 3, 2023 - 9:21 pm

En la mayoría de las ocasiones, solemos ver únicamente una cara de la moneda. Es bueno que exista un sistema práctico que optimice ciertas actividades del usuario tal y como lo realizan los algoritmos en múltiples plataformas. Sin embargo, apoyo que no es práctico para todo el mundo.
Musicalmente hablando, el algoritmo en sus inicios acogió el fenómeno musical que cruzaba por la época, y la idea funcionaba. Y es verdad que, no necesariamente hay que imponer algo nuevo si existe algo que funciona y se puede potencializar. Sin embargo, el algoritmo ha ayudado a ampliar el tiempo de ciertos fenómenos musicales sin dar la oportunidad a otros géneros de impulsarse. Por tal razón, hoy en día NO es más difícil emerger en un fenómeno actual como, a manera de ejemplificar, lo es el género urbano, en comparación con quien no lo produce. De hecho, hubo casos en los que, hoy por hoy el artista, en sus inicios producía otro tipo de música, que poco después cambió y terminó por producir lo que la demanda exigía en el momento.
No es justo que otros géneros musicales con artistas talentosos, lleguen a la decisión de dejar de producir su arte por los criterios de venta que impone la industria musical o el no alienarse a lo común. Hay buenos artistas que son poco conocidos pero que reflejan un esfuerzo arduo, ofreciendo canciones con un gran contenido, que inspiran, que afloran sentimientos o que aportan conciencia. Son artistas que valen la pena escuchar y compartir su música para que otros la conozcan. Procuremos que un algoritmo no se apropie de nuestro criterio.

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