Mujeres que cuentan historias y las historias que contamos sobre las mujeres - Razón Pública
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Mujeres que cuentan historias y las historias que contamos sobre las mujeres

Escrito por Ana María Ferreira
Algunas de las mujeres escritoras colombianas, Amira de la Rosa, Flor Romero, y Meira del Mar.

Algunas de las mujeres escritoras colombianas, Amira de la Rosa, Flor Romero, y Meira del Mar.

Ana ferreriraAunque era fácil hacer una lista de escritoras colombianas con talento, ninguna fue incluida en la delegación para el año Colombia-Francia. ¿Tendremos que acudir a una tutela? ¿Se necesita una acción afirmativa o un sistema de cuotas de participación?

Ana María Ferreira*

¿Y las mujeres qué?

Cuando hace unas semanas el ministerio de Cultura anunció la lista de escritores que harían parte de la delegación colombiana en París en el año Colombia-Francia, un detalle llamó la atención: ninguna mujer hace parte de la lista. A causa de esto se encendió una polémica, no solo en Colombia, sino en los grandes medios internacionales como El País y BBC.

El hecho no es para menos.

Tras el anuncio, un grupo de mujeres, entre quienes se encuentran las escritoras Beatriz Helena Robledo, Margarita Valencia y Yolanda Reyes, escribieron una carta pública al ministerio de Cultura preguntando sobre el criterio para escoger a los escritores que representarían a Colombia en Francia.

El ministerio respondió en su defensa que no había mujeres que cumplieran con el requisito de tener obras recientemente traducidas al francés. También dejó claro que nunca existió una convocatoria abierta para escoger a los escritores, sino que estos fueron escogidos por un comité binacional colombo-francés. Y además mencionaron algunas de las artistas que participarían, como Piedad Bonnett y la artista gráfica Power Paola, quienes no asistirían al “gran evento en la Bibliothèque de l'Arsenal de París”, pero sí a “la Temporada de Colombia en el país galo”.

El debate tomó dos rumbos principales:

  • El primero, donde yo me posiciono, considera un exabrupto que no haya mujeres en la lista y que en general la participación de las escritoras en el evento sea tan precaria.
  • El segundo tomó un giro perverso cuando los defensores de la lista argumentaron que no es una cuestión de cuotas sino de calidad, lo que nos deja peor paradas en tanto presupone que los hombres son mejores escritores o son más talentosos que las mujeres en general.  Llegué incluso a leer un artículo donde un intelectual colombiano asegura que los lectores no leen a las mujeres y que no podemos forzar al público a leer cosas que no le interesan. 

La acción afirmativa y el círculo vicioso de la participación

Año Colombia - Francia.
Año Colombia – Francia. 
Foto: Ministerio de Cultura 

En relación a las cuotas de participación hay definitivamente mucho por decir. ¿Debe ser la participación de las mujeres algo forzado u obligatorio? ¿Debe haber mujeres en la lista con el fin de asegurar su participación?

Estas dos preguntas son relativamente fáciles de responder ya que las mujeres somos la mitad de la población y, además, somos tan talentosas y creativas como los hombres.

Un intelectual colombiano asegura que los lectores no leen a las mujeres.

De ahí que sea muy sencillo hacer una lista de mujeres escritoras colombianas con talento. Por mencionar solo algunas: Albalucía Ángel, Piedad Bonett, Pilar Quintana, Margarita García Robayo, Laura Restrepo, Andrea Cote, Sindy Elefante, Angela Becerra, Melba Escobar, Adelaida Fernández Ochoa, Gloria Susana Esquivel, y me detengo aquí porque la lista puede ser tan larga como tediosa. 

La pertinencia de una acción afirmativa encuentra su fundamento en situaciones como las que acaba de protagonizar el ministerio de Cultura.  Si alguien está organizando un evento, un panel, un recital o una exposición y la lista de invitados incluye solo hombres, hay que preguntarse definitivamente si no hay mujeres que puedan ser incluidas. La respuesta es siempre que sí y la razón por la que no han sido incluidas es porque el organizador no ha sabido buscar bien. 

El machismo es algunas veces explícito y violento, otras veces, como en este caso, puede ser sutil. No digo que el comité del ministerio de Cultura haya discriminado a las mujeres escritoras deliberadamente, pero sí que acabó por discriminarlas.

Una de las formas que puede tomar una acción afirmativa es el sistema de cuotas –y no hablo aquí de la Ley de Cuotas para las mujeres (Ley 581 de 2000), sino del sistema de cuotas en general–, con el cual se busca  que en cualquier evento, congreso, conferencia o premiación no solamente participen hombres, personas blancas y heterosexuales.

Lo que pretende una acción afirmativa es la inclusión es decir, asegurar la participación de todo tipo de personas en una circunstancia determinada. Los detractores de dichas acciones afirman que las cuotas son una imposición y que un criterio tan importante como la calidad estaría supeditado a la necesidad de escoger a ‘cualquier persona’ para cumplir con la cuota. 

No propongo por supuesto que el criterio para acceder a un premio, una invitación o un trabajo tenga que estar mediado por el género, pero los números son sencillos. Hoy en día hay mujeres sobresalientes en todas las profesiones y los campos, de manera que no invitar a ninguna mujer a hacer parte de la conversación refleja la falta de inclusión y no precisamente la falta de capacidad o interés de las mujeres.

La ausencia de una acción afirmativa causa un círculo vicioso de participación y promoción.  Los escritores que son invitados a festivales y eventos son quienes reciben más exposición, quienes son más traducidos y vendidos.  Los escritores ‘famosos’, los que más venden, no son necesariamente los más talentosos o los más interesantes. Los libros también, desafortunadamente, están sujetos a las lógicas del mercado.

Mujeres escribiendo, mujeres personajes de la escritura

Piedad Bonnet, una de las pocas mujeres invitadas al evento
Piedad Bonnet, una de las pocas mujeres invitadas al evento 
Foto: Cancillería de Colombia. Archivo personal de Piedad Bonnet

Mujeres escribiendo existen desde el comienzo de la escritura misma. Contar y escribir historias casi que se puede pensar como una característica de los seres humanos.  No hay pueblos sin literatura, no hay comunidades humanas donde las historias no sean parte del acervo cultural.  La literatura ha sido ejercida por hombres y mujeres indistintamente.

Todas las escritoras que he mencionado acá hacen parte de una larga tradición de escritoras colombianas, entre quienes quisiera mencionar a Soledad Acosta de Samper, Marvel Moreno, Montserrat Ordóñez, Meira del Mar, María Mercedes Carranza y Matilde Espinoza, solo para recordar algunos nombres fundamentales que hay que tener en cuenta al hacer un posible canon de la literatura colombiana escrita por mujeres.

Volviendo ahora al debate sobre el ministerio de Cultura, me pregunto si una lista de solo  escritoras invitadas al evento habría ocasionado algún inconveniente. Alguna vez le preguntaron a Ruth Ginsburg, la segunda mujer elegida a la Corte Suprema de Estados Unidos, sobre cuándo habría suficientes mujeres en la corte y ella respondió “cuando haya nueve; la gente se conmociona, pero hubo nueve hombres, y nadie se ha planteado una pregunta al respecto”.

Camino a la igualdad

En un mundo donde las barreras de género se rompen, se transforman y donde cada día las mujeres ocupan más posiciones de poder, no deja de ser apabullante el largo camino que todavía falta por recorrer hacia la inclusión total. Resulta increíble que hablar de género pueda llegar a ser tan problemático en un país como Colombia. 

En general las discusiones en torno al feminismo y a los problemas que afrontan las mujeres en una sociedad como la nuestra suelen desenmascarar a un país bastante excluyente.  La principal forma de exclusión es el machismo, que campea rampante y que abarca desde el acoso callejero hasta el feminicidio.

Resulta increíble que hablar de género pueda llegar a ser tan problemático en un país como Colombia.  

La igualdad de oportunidades para todos los géneros sigue siendo una meta que debe alcanzar nuestra sociedad.  Esta meta se puede lograr si creamos compromisos específicos.  La historia de la literatura no se debe solo al talento y a la pasión por la escritura, se debe también al acceso a la educación, a las editoriales y al mercado.

Las razones y excusas del ministerio de Cultura no sirven de nada. Lo que sirve son las acciones para que las mujeres escriban más. Por ejemplo: becas, concursos, eventos, traducciones y conversatorios serían útiles para que los libros escritos por mujeres tengan mayor difusión y, por supuesto, que inviten a más mujeres escritoras reconocidas a hacer parte de la cara de la literatura colombiana en el exterior.

Algunas de las cosas positivas que deja este debate son las conversaciones que se han producido sobre el tema, las cuales deberían ser transformadas en acciones. Por ejemplo es valiosa la posición que tomaron algunos de los escritores invitados, como Juan Álvarez, quien decidió cancelar su participación en el evento en una carta en la que invita al ministerio a comprometerse con las escritoras colombianas.

Para concluir, quisiera proponer que la mejor forma de aportar a esta discusión es ir a una librería y comprar un libro escrito por una mujer.  Comenta, critica después de leer y, si eres una mujer lectora, ¡ponte a escribir!  Por mi parte compré anoche “La lesbiana, el oso y el ponqué”, el primer libro de Andrea Salgado, una escritora vallecaucana. Ya lo empecé a leer y honestamente me parece una maravilla.

* Doctora en Literatura y Estudios Culturales de la Universidad de Georgetown, profesora en la Universidad de Indianápolis, donde enseña e investiga sobre América Latina. 
anaferreira1810@gmail.com

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