La violencia contra las mujeres no es un chiste ni una estrategia política. La “inocente” actuación de la aspirante a la alcaldía de Cali no debe caer en el olvido: la lucha es un asunto de todos y de todas.
Yolanda Puyana Villamizar* y María Clara Salive Puyana**
Una burla
Cuántos motivos para sentir vergüenza tendrá la precandidata a la alcaldía de Cali tras difundir un video donde finge un ataque misógino por parte de un hombre que, desde un vehículo, le tira agua y la insulta.
La parodia de Ortiz deslegitima la lucha de muchas mujeres colombianas contra la revictimización y la violencia, física y simbólica.
Muchas personas llaman exageradas a quienes se han puesto “la camiseta violeta” para protestar contra las violencias de género. Pero revisar las estadísticas resulta aterrador. El Observatorio Colombiano de Feminicidios muestra que entre enero y marzo de este año han tenido lugar 133 asesinatos basados en el género. Diariamente son asesinadas dos mujeres en Colombia, una cada 28 horas. En muchos de estos casos, las víctimas ya habían pedido ayuda a las entidades estatales y los victimarios ya habían sido detenidos por otros delitos.
Los casos mediáticos, como el asesinato de Erika Aponte, en Unicentro, y la violación de Hilary Castro, en una estación de Transmilenio son indicadores de una sociedad patriarcal e inequitativa para las mujeres.
Que Catalina Ortiz haya fingido un ataque para ganar reconocimiento va más allá de una inocente treta de márquetin. Es inadmisible el cinismo y la burla con la que la precandidata actúa ante la lucha contra la violencia basada en género.
Entender el papel de las mujeres violentadas
Es necesario poner en cuestión el paradigma de feminismo y ética que, según Estela Serret, implica ver la existencia de este movimiento como una postura ética más allá de la babel de corrientes.
La parodia de Ortiz deslegitima la lucha de muchas mujeres colombianas contra la revictimización y la violencia, física y simbólica.

Si la ética parte de la existencia de un sujeto moralmente autónomo, el feminismo sienta sus bases en la ética y, por ello, se convierte en una postura política. Actos como el que protagonizó la precandidata hacen que dicha postura sea banalizada y puesta en duda. Además, atenta contra la idea misma de legislar sobre la violencia de género.
Se espera que Ortiz decline de su aspiración tras la falta ética por parte de una candidatada que, incluso, lideró proyectos en el Congreso a favor de las mujeres.
La parodia que montó, y que hoy les atribuye a sus asesores de comunicación, no debe ser olvidada. Además, analizar posturas como la de Daniel Quintero, quien defendió la actuación de la precandidata, da cuenta de que el feminismo no es una cuestión que ataña sólo a las mujeres, por el contrario, involucra a toda la sociedad.
Una lucha colectiva
Jugar con el tema de la violencia de género, como hizo la precandidata, nos invita a replantearnos el concepto de “sororidad” como un principio universal que debería guiar la relación entre mujeres.
Nadie debería permanecer ajena o ajeno a esta lucha, no es necesario esperar hasta que las mujeres de nuestro entorno cercano sean víctimas de la violencia patriarcal para entender que se trata de un monstruo que todas y todos debemos combatir.
La violencia contra las mujeres no es un tema que solo corresponde a las feministas, es un fenómeno que le concierne a toda la ciudadanía, su prevención debería ser parte de la agenda del Estado, las escuelas y las universidades.
Por ello, es inapelable el abordaje del tema como algo gracioso y su uso malintencionado e irrespetuoso con fines de beneficio propio, como lo hizo Catalina Ortiz, para generar recordación en posibles votantes y llegar a la alcaldía.
Desafortunadamente, este tipo de hechos se pueden convertir en una excusa misógina para opacar la seriedad de las mujeres que luchan de forma constante y valiente contra la violencia basada en género.
El fin no justifica los medios
Ni qué decir de Isa la Negra Vikinga, una publicista que no da su nombre real en ninguna red social y que participó en las juventudes de la Ola Verde, quien tuvo la idea de llevar a cabo el video en que Catalina Ortiz se victimiza con mentiras.
La violencia contra las mujeres no es un tema que solo corresponde a las feministas, es un fenómeno que le concierne a toda la ciudadanía, su prevención debería ser parte de la agenda del Estado, las escuelas y las universidades.
Con más frecuencia, las campañas políticas parecen estar movidas por los intereses de monetizar los escándalos, de esta forma, se incurre en prácticas antiéticas que se convierten en el atajo más efectivo para llegar a los cargos públicos ¿por qué no mejor lazar una propuesta con argumentos sólidos y objetivos realistas?
El video protagonizado por Ortiz quiere ser vendido como un experimento social, pero, lo único que logró fue invisibilizar los hechos de violencia reales que necesitan una difusión sistemática y consciente y no el oportunismo de trucos publicitarios inescrupulosos como la parodia en cuestión.
Ninguna lucha política, y menos la feminista, debería sustentarse en el principio maquiavélico que afirma que “el fin justifica los medios”. Estas prácticas desinforman y va en contra de la construcción de una ciudadanía democrática y pensante.