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El mito de la unidad de las FARC

Escrito por RazonPublica
retos de los reincorporados de las FARC

Poco se habla sobre el papel de las FARC, con su legado y sus divisiones, en el cumplimiento del proceso de paz. Estos son sus retos dentro del juego democrático. 

Andrés Aponte*

¿Es viable el proyecto político?

Muchas voces han alertado sobre las acciones del gobierno de Duque para frenar o “hacer trizas el Acuerdo de Paz”. Pero poco se ha hablado del otro actor en juego: la FARC, que tiene un papel primordial en la trayectoria de ejecución de los Acuerdos.

Tanto en su cúpula como en su base, el movimiento FARC presenta retos y problemas de acción colectiva en materia de reincorporación política, social y económica de sus excombatientes.

No en vano la viabilidad del proyecto político “fariano” está en entredicho por la incapacidad de sus dirigentes para dejar atrás sus tradicionales marcos cognitivos y estructuras de comando, los cuales fueron bastante útiles durante la guerra, pero no para la paz.

Las múltiples FARC-EP

Durante un buen tiempo, la aparente ausencia de cismas y debates internos daban la impresión de unas FARC unidas y cohesionadas. De allí surgió una narrativa que las describía como una guerrilla integrada y homogénea.

Pero cuando comenzaron los diálogos de la Habana en el 2012, esa imagen dejó de sostenerse. En un principio, Iván Márquez y Jesús Santrich se opusieron al sector oficial (Timochenko, Pastor Alape, Carlos Lozada, etc.), porque consideraban que no había una derrota estratégica del proyecto armado. Después, ya en la mesa, ciertos mandos y cuadros se separaron de la guerrilla por la forma como estaba planteando el proceso —Gentil Duarte es el mejor ejemplo—.

Surgió una narrativa que las describía como una guerrilla integrada y homogénea.

Una vez desmovilizadas las FARC, Márquez y Santrich emergieron de nuevo como facción opositora cuando se debatió el nombre del proyecto político para entrar al juego democrático.  Además de la captura de Jesús Santrich, Márquez y compañía denunciaban el incumplimiento sistemático del Estado colombiano que hacía inviable el proceso de paz; la diferencia de opiniones llegó a tal punto que este sector se rearmó en el 2019, con otros cuadros medios de la organización.

Rodrigo Londoño-Timo

Foto: Facebook: Rodrigo Londoño-Timo
En participación política, los altos mandos como Timochenko han tenido su espacio. Pero, ¿y los excombatientes rasos?

A esta facción se sumaron Fabián Ramírez, Andrés París, Joaquín Gómez, Sonia y otros mandos medios ubicados en zonas de Huila (Pitalito), Cauca (Santander de Quilichao) y La Guajira (El Conejo), quienes están dialogando directamente con el gobierno de Duque para aterrizar los Acuerdos conforme a sus intereses y visiones.

Puede leer: ¿Logrará Iván Márquez unir a las disidencias de las FARC?

¿Por qué estas facciones no eran visibles años atrás y cómo interpretarlas?

La respuesta a estas preguntas tiene varias aristas. La primera es la subvaloración de las figuras de Manuel Marulanda Vélez, quien personificaba el mito fundacional de las FARC-EP y era su líder militar natural; y de Jacobo Arenas, quien marcaba los lineamientos ideológicos de los comisarios políticos “enmontados” (Iván Márquez, Alfonso Cano, Pablo Catatumbo, Simón Trinidad, etc.).  Por eso, en su ausencia y con la paz, ya no había nada que contuviera estas fuerzas centrífugas.

Ni Arenas y Marulanda ni las directivas de las FARC limaron las diferencias. Se comenta, al igual que en el sistema político colombiano, que los lazos adscriptivos y clientelistas definieron las jerarquías y ascensos dentro de las FARC-EP. Por ejemplo, son un secreto a voces la acentuada preferencia de Jacobo por Alfonso Cano, los fuertes lazos entre Reyes y Jojoy con Marulanda; la rivalidad de Reyes y el Mono Jojoy con Cano; y los fuertes lazos entre Cano, Iván Ríos y Pablo Catatumbo.

Estas diferencias dentro de la cúpula—como también entre esta y las bases o cuadros medios—se agravaron durante la última década. La política de Seguridad Democrática dificultó la comunicación entre los miembros del Secretariado y los eventuales golpes y cambios que tuvieron que atravesar diferenciadamente en el territorio hicieron que, con el tiempo, cada bloque y sus comandantes “hicieran política” o se relacionara con la población a su manera, cuando no estaban en el santuario venezolano.

Esta condición lleva a pensar que los últimos lustros de las FARC-EP estuvieron marcados por un centralismo para hacer la guerra y un federalismo para hacer política; lo que permite intuir que:

  1. Las antiguas FARC-EP eran más heterogéneas de lo que solíamos creer; y
  2. Su homogeneidad y unidad es más un invento de la academia. Según un entrevistado: “son más que tres, son muchas FARC. Lo que pasa es que no se tiene en cuenta ni tienen voz los cuadros medios de las otras FARC” (Entrevista con guerrillero desmovilizado, realizada el 14 de febrero, 2019).
Las FARC

Foto: RTVE.ES
Las FARC nunca fueron una, sino varias. De ahí la cantidad de pequeñas disidencias.

¿Reincorporación colectiva versus reincorporación individual?

Si por arriba llueve, por abajo no escampa. Por influencia de algunos intelectuales urbanos, hay una imposibilidad para creer que haya otra vía para la reinserción además de la colectiva. También hay una renuencia de los actuales comandantes a aceptar que las jerarquías militares se acaban en la vida democrática.

Respecto del primer punto, si bien es bastante comprensible la defensa de la colectividad, esta no tiene en cuenta la individualidad de los combatientes y sus opción de apartarse de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación​ (ETCR) para dispersarse como cualquier persona en el país. Para muchos, sus aspiraciones de vida y de reintegración pasan más allá de los mandatos de la dirigencia y la tradicional experiencia fariana.

Esta situación se ha agravado porque quienes critican a la dirigencia son catalogados como renegados o disidentes. Varios cuadros y combatientes rasos han sido excluidos (depurados) de la organización y de los beneficios de paz después de varias décadas de lucha revolucionaria.

Las tensiones y problemas en la idea reincorporación colectiva de las FARC son más un artificio urbano que su realidad de las últimas dos décadas: su constitución como ejército basado en las sociabilidades tradicionales de los núcleos de colonización armada fue desechado en los años ochenta y noventa con la economía cocalera y su desmedido crecimiento del pie de fuerza, lo que explica que en el presente no todos quepan ni estén alineados con esta idea.

Con relación al segundo punto, la actual dirigencia estima que las viejas jerarquías y mandos siguen vigentes: aquellos que se atreven a llamar excomandantes a sus otrora jefes y quienes no están dentro de la oficialidad han quedado al margen (Entrevista con guerrillero desmovilizado, realizada el 14 de febrero, 2019).

Los lazos adscriptivos y clientelistas definieron las jerarquías y ascensos dentro de las FARC-EP.

La cuestión no es decir cuál vía de reintegración es la más acertada—porque no son excluyentes—sino aclarar las consecuencias de imponer la visión oficialista. Con esta imposición, la FARC está desaprovechando el gran acumulado de la experiencia colombiana en materia de reinserción individual de excombatientes.

Finalmente, otro punto de desacuerdo con las bases y los cuadros medios se refiere a las aspiraciones políticas y de vida de los segundos. Para este sector su tránsito a la paz no se ha visto compensado.

Canal institucional

Foto: Canal institucional
¿Cuáles son los retos de los reincorporados de las FARC?

Mientras la dirigencia cuenta con importantes esquemas de seguridad e inclusive vive en casas consideradas lujosas —en parte la carta de Joaquín Gómez puede ser leída en esa clave—, muchos cuadros medios y excombatientes tienen poco o nada de sus necesidades materiales satisfechas: viven en condiciones precarias y algunos estiman que en su vida anterior sí accedían a servicios que hoy no tienen por no saber leer al Estado o por la falta de acceso a estos.

Y, si el lugar que Timochenko cree natural es el Senado, para algunos mandos medios lo es una alcaldía o el concejo de una localidad. No obstante, muchos de estos cuadros ven truncadas sus aspiraciones por la dirigencia (Entrevista con guerrillero desmovilizado, realizada el 14 de febrero, 2019).

Perspectivas futuras

Más que una crítica a la FARC, este artículo es un mensaje de alerta, un llamado a considerar los problemas que está enfrentando con su entrada a la vida democrática, pues todo parece indicar que no le está dando el tratamiento adecuado a sus tensiones internas, las cuales pueden poner en entredicho su viabilidad como proyecto político.

Si bien este gobierno ha encaminado sus esfuerzos a frenar ciertos aspectos del Acuerdo, estas acciones se pueden ver profundizadas, de forma contingente e impremeditada, por los dilemas y problemas de acción colectiva que padece la FARC.

La FARC ya tiene dos importantes precedentes que, si no saben leer ni interpretar, permiten pensar que estarán condenadas a vivir en la sombra de la política. Me refiero a las pasadas elecciones legislativas (2018) y regionales y sus exiguos resultados (solo ganaron la alcaldía de Guapi—Cauca—y su nombre tiene muchas cargas negativas).

Puede leer: Entre la tentación del fusil y la lealtad a la paz

De ella misma y solo de ella, depende capitalizar el trabajo de 50 años de lucha armada y política, pero esto exige dejar atrás los marcos cognitivos militaristas y ser lo más anchas posibles en dos direcciones:

  • Integrar a todos los que pertenecieron a la extinta guerrilla; y
  • Conectarse, como se ha dicho de forma incesante, con los problemas urbanos y del mundo que desconocen: los del país integrado y ajeno a sus reivindicaciones —como lo hizo Timochenko en días pasados con el Paro Nacional (21N)—.

Finalmente, este artículo es una invitación a repensar a las FARC, no solo en lo que ha sido su trayectoria, asimismo en las fuerzas y grupos que la componían. No por nada, cada vez considero más acertado pensar que las FARC y su cosmogonía nos son más desconocidas de lo que solíamos creer. La poca distancia que teníamos frente a su discurso no nos permitió ver más allá de las FARC-EP en sus propios términos, como lo expresó Medófilo Medina en el prólogo al libro de Carlos Medina Gallego.

*Investigador del Equipo de Estado y Conflicto de CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular).

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