Con el cambio de cartera del MinMinas es vital redireccionar el enfoque hacia una política más justa y social. El nuevo ministro deberá acoger las necesidades de los colombianos.
Alejando Ospina*
Nueva dirección
El Ministerio de Minas y Energía descansó con la salida de la ministra Irene Vélez. Fue realmente preocupante la desafortunada gestión que ejerció. No es un ataque personal hacia la exministra sino una crítica a las decisiones que tomó. Vélez falló al no tener la formación especializada que requiere el sector y por la fuerte ideología que tuvo. Su renuncia fue una decisión correcta para dejar de afectar gravemente la economía colombiana.
La mirada desde la que se intentó liderar la cartera durante los últimos diez meses fue fundada en la lógica del conflicto social y la exacerbación de la lucha de clases. Resultó ser más importante la reivindicación de supuestas deudas históricas que el sector tiene con las comunidades, la expectativa de reducción diferencial del precio de los combustibles líquidos o el congelamiento irresponsable de las tarifas de servicio de energía eléctrica.
La exministra se olvidó de cumplir con la función de la institución: promover el sector como patrimonio de todos los colombianos. Debido a la mala gestión se agravó la profundización de las brechas, se estancaron varias actividades importantes y se aumentó el riesgo de pérdida de la soberanía energética nacional.
Hay que dejar atrás el episodio sombrío y pasajero de la ministra en el sector minero-energético. Ahora hay que ofrecerle a Colombia una política minero-energética que permita maximizar los beneficios de los recursos naturales y minimizar los impactos adversos de las actividades humanas. Es necesario garantizar un balance altamente positivo de cara a los retos actuales del mundo.
Necesidades y deberes
Para empezar se debe reconocer que la nueva persona a cargo del MinMinas debe tener robustas competencias técnicas que le permitan comprender el sector con precisión.
Además, la persona requerirá un enorme liderazgo que le permita un mejor acercamiento al propósito del Ministerio. Es decir, que se enfoque en la generación de valor integral para un beneficio colectivo, que pueda recuperar la confianza y cohesión de los colombianos con los recursos del país.
Es necesario que los colombianos puedan ver el potencial de desarrollo social y económico que tiene el sector minero-energético.
La mirada desde la que se intentó liderar la cartera durante los últimos diez meses fue fundada en la lógica del conflicto social y la exacerbación de la lucha de clases.

La persona que asuma el reto deberá tener el liderazgo para movilizar al país en torno a un propósito común. Debe ser ante todo un comunicador capaz de cumplir el propósito normativo de promoción del sector. Debe promover una visión en la que los recursos sean aprovechados de modo racional, focalizados en el beneficio general del país.
Es claro que escribirlo es sencillo, pero lograrlo será un reto enorme. Hay que empezar por comprometer al presidente de la república y a todo su gabinete en esta causa.
A su vez hay que involucrar a cada colombiano no vinculado directamente con el sector y, por supuesto, a trabajadores y empresas para un dialogo social sincero y constructivo.
En este nuevo capítulo será pertinente obtener el compromiso de todos para salir del debate falaz de tener que escoger entre unos u otros recursos energéticos. Eso ayudará a estimular la atracción de inversión extranjera, la generación de divisas, la ampliación de la base tributaria, el incremento de la adquisición de bienes y servicios locales, y la generación de más y mejor empleo en todas las regiones del país.
El reto es guiar a Colombia a un gran acuerdo. No es hidrocarburos y carbón o energías renovables. Podemos y debemos desarrollar carbón, petróleo y gas si el mundo lo sigue demandando. Al tiempo es posible desarrollar otros proyectos eólicos, solares, de hidrógeno y demás en los que tenemos gran potencial.
No es hidrocarburos y carbón o turismo, sino que, como ha sucedido en casos emblemáticos en el mundo como Dubái, los recursos que obtiene la industria pueden ser palanca para un sector turístico de talla mundial.
No hay que seguir discutiendo si serán los recursos energéticos tradicionales o los recursos del sector agropecuario, hay que pensar en los proyectos que garanticen una economía sostenible.
La soberanía energética debe constituirse en prioridad para el país. Por tanto, es necesario aprovechar el cambio en la dirección del sector para promover nuevos contratos de exploración de hidrocarburos sin vacilación.
Según los datos proporcionados por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), los Factores Reservas Producción para Gas y Petróleos son solo de 7,2 y 7,5 años, respectivamente.
De acuerdo a estos datos hay que considerar el tiempo que tarda el proceso exploratorio —que puede ser incluso superior a 10 años—. No basta con la propuesta de eficiencia exploratoria en los contratos actuales.
Aprovechar recursos
Es claro que para seguir atendiendo la demanda energética mundial por varias décadas más es necesario aprovechar al máximo los recursos hidrocarburíferos. En el caso colombiano es de mayor importancia porque el sector minero-energético es fundamental para el abastecimiento local y el fortalecimiento económico y social.
Por ende, el MinMinas debe continuar con el estudio y la utilidad de este tipo de recursos. Sin embargo, debe continuar con el desarrollo de proyectos pilotos de yacimiento no convencionales para ratificar la viabilidad técnica y económica.
Además, se debe recuperar la Estrategia Territorial de Hidrocarburos, convertida en Energética, que promovió el gobierno anterior para la construcción participativa del desarrollo humano sostenible en las regiones con actividad petrolera y gasífera, como instrumento para la construcción de la paz territorial.
La política de precios de los combustibles líquidos en Colombia funciona en relación con el mercado internacional y el recaudo tributario. El Ministerio debe evaluar la percepción y el impacto de la política de precios sobre los consumidores y contribuyentes, y así mejorar el costo de vida y equilibrar la competitividad económica nacional.
El Ministerio deberá ser capaz de ofrecer alternativas responsables que reduzcan la presión o de alcanzar acuerdos sociales en los que el uso racional del recurso y la consciencia sobre la necesidad del recaudo permita superar la tensión que el país experimenta.
Podemos y debemos desarrollar carbón, petróleo y gas si el mundo lo sigue demandando. Al tiempo es posible desarrollar otros proyectos eólicos, solares, de hidrógeno y demás en los que tenemos gran potencial.
Igualmente, se debe retomar la vía de fortalecimiento del sistema tarifario del sector eléctrico colombiano, con criterios de eficiencia y confiabilidad del sistema. Esto se hará mediante el desarrollo de los nuevos proyectos de generación e interconexión, así como el de las actividades de mantenimiento y operación para asegurar un sistema de prestación eficiente en el que los usuarios reciban un servicio de alta calidad, pero con el compromiso de remunerarlo.
También ha de reactivarse la promoción de la Minería Metálica y No Metálica en el país, priorizando la sostenibilidad de la actividad. El país debe comprometerse en la búsqueda de producir nuevos recursos no tradicionalmente explotados.
La búsqueda será necesaria por los requerimientos de la economía mundial. Aunque hay que tener especial cuidado por el problema de la actividad minera criminal. Siempre se debe actuar pensando en la viabilidad social y ambiental de la actividad.
En conclusión, el Ministerio de Minas y Energía tiene que comprometerse urgentemente al servicio de los más altos intereses nacionales, debe ser una institución que convoque a todos los actores participan en el desarrollo minero-energético del país.
Hay que construir al sector como un espacio en el que trabajadores y empresas, del mismo lado de la mesa, junto al Estado y a la sociedad en general, puedan comprometerse con la generación del mayor valor financiero, social y ambiental posible para el bien de todos.
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2 Comentarios
Todos y todas las personas expeditas en la materia nos dan seriamente la propuesta de manejar una nueva política de minas e hidrocarburos .
Obviamente estos recursos de una posición relevante habríaria un compás mayúsculo en la difícil explicación de la economía socioeconómica.
Doy un voto de apoyo a esta proposición.
Por lo menos tendremos políticas sustentables ante la crisis de nuestra población colombiana. Ni
Excelente. Como bien se indica en el artículo, la gestión del nuevo ministro del Ministerio de Minas y Energía debe proponer una nueva dirección para el sector basada en el liderazgo y competencia técnica y la gerencia de valor integral para el país. Es importante reconocer que, mientras el mundo siga demandando petróleo y gas, debemos seguir en la extracción de los recursos naturales. Las exportaciones de combustible y productos de las industrias extractivas representan el 50% de las exportaciones del país (DANE, 2023) y generan 350.000 empleos directos y un millón de empleos indirectos (Asociación Colombiana de Minería, 2021). Los recursos obtenidos pueden y deben ser palanca para los proyectos de energías renovables y mejoras del sector turístico de talla mundial. El llamado es para todos los colombianos para lograr un diálogo sobre la política minero-energética que recupere la soberanía minero energética del país.