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Militares a las calles

Escrito por Hugo Acero
Hugo Acero Velásquez

Hugo Acero VelásquezEl uso de las fuerzas militares en tareas de seguridad ciudadana está cada vez más extendido en el mundo. ¿Cómo evitar los abusos?

Hugo Acero Velásquez*

Una solución de moda

Ante el aumento desmesurado de la inseguridad ciudadana que se registra hoy en los centros urbanos, cada vez más países democráticos están utilizando a las fuerzas militares (FF.MM.) para patrullar los sitios más conflictivos de las ciudades.

  • Así lo acaba de hacer gobierno de Brasil en las favelas de Río de Janeiro, por solicitud del gobierno de ese Estado, mientras que en Argentina, en días pasados, se ordenó a 6.000 miembros de la Gendarmería (una fuerza de seguridad militarizada) patrullar las zonas de más violencia y delincuencia en el Gran Buenos Aires.
  • En Italia, el gobierno de Silvio Berlusconi lo hizo con 3.000 militares para prestar seguridad en los sitios más conflictivos y violentos de Roma, Milán, Nápoles, Bari, Palermo, Catania, Turín, Verona y Padua.
  • En México, Guatemala, El Salvador y Honduras, los gobiernos no han dudado en usar las FF.MM. para combatir la expansión del narcotráfico.
  • En Ecuador lo acaba de hacer el presidente Rafael Correa, quien ordenó que los militares participen junto a la policía en operativos contra la delincuencia, con énfasis en la ciudad portuaria de Guayaquil, afectada por una ola de crímenes, y en Colombia que ha sido una práctica de distintos los gobiernos por los problemas del conflicto armado y el narcotráfico. En Bogotá, los últimos gobiernos, han patrocinado la presencia de los militares en las calles.

Las razones

¿Qué mueve a las autoridades a confundir los ámbitos de acción de las fuerzas militares y de las policiales, cuando las constituciones y las leyes determinan que las primeras tienen la obligación de garantizar la seguridad nacional y las segundas la seguridad de los ciudadanos?

  • Primero, los crecientes problemas de violencia y delincuencia, que afectan a las áreas urbanas;
  • Segundo, la poca confianza que los ciudadanos y las autoridades tienen en los cuerpos policiales, que en algunos casos está por debajo de un 30 por ciento e inclusive debajo de un 20 por ciento;
  • Tercero, el alto nivel de confianza ciudadana en las fuerzas militares;
  • Cuarto, la falta de decisión política y de recursos para emprender una reforma profunda de las instituciones policiales;
  • Quinto, la mezcla de problemas de seguridad nacional y de seguridad ciudadana en los ámbitos urbanos, como en los casos del crimen organizado, el  narcotráfico o el terrorismo, y
  • Sexto, la utilización de las fuerzas militares disponibles, que quedaron sin tareas tras la finalización de la Guerra Fría.

Salida equivocada

Cuando se analiza el uso de las fuerzas militares de estos países en tareas de seguridad ciudadana se puede constatar que en un primer momento ellas aumentan la sensación de seguridad y disuaden a los delincuentes, pero a medida que pasa el tiempo, los propios delincuentes se dan cuenta que los militares no tienen capacidad para controlar su actividad en los centros urbanos.

Y es que las fuerzas militares no están entrenadas para patrullar los centros urbanos ni  para enfrentar la gran variedad y complejidad de los problemas de violencia y delincuencia. En algunos casos cometen excesos en el uso de la fuerza y son denunciadas por violación a los derechos humanos, como sucede hoy en algunas ciudades de la frontera de México con Estados Unidos.

Mando, desacuerdos y desconfianzas

Cabe anotar que algunos militares no están de acuerdo con el uso de sus fuerzas en tareas de seguridad ciudadana, particularmente en lo atinente a combatir el narcotráfico, como lo registró el diario Folha de Sao Paulo, donde algunos militares piden que se cambie la legislación para dar inmunidad a sus colegas en el caso de que hieran o maten civiles en las acciones que se llevan a cabo en las favelas.

También se anota el problema de la indefinición del mando cuando policías y miembros de las FF.MM. operan sobre un mismo territorio. Generalmente, los militares no están dispuestos a recibir órdenes de los mandos policiales, así éstos conozcan mejor los territorios y tengan más experiencia en el patrullajes de barrios, favelas y comunas.

Aquí existen desconfianzas mutuas. Algunos militares consideran que la ineficiencia de la policía se debe a problemas de corrupción, los cuales pueden afectar a sus miembros. Mientras tanto, la policía considera que los militares no tienen experiencia en materia de seguridad ciudadana; que desarrollan estas actividades por presión política y que son más propensos a acabar involucrados en problemas de corrupción y de violación de los derechos humanos.

Más gobiernos usarán las FF.MM

Independientemente de la discusión que pueda tenerse respecto del fortalecimiento de la democracia en las instituciones armadas, donde las fuerzas militares y la Policía cumplan las funciones constitucionales y legales que le corresponden en cada país (ideal que comparto y promuevo), hoy y cada vez más en el futuro, los gobiernos van a seguir utilizando a las fuerzas militares para intentar mejorar la seguridad de los ciudadanos en los centros urbanos. Por esta razón es importante abrir la discusión sobre esta práctica, dentro de la cual caben varias modalidades y matices.

Capacitación para nuevas funciones

Si el problema consiste en la falta de recursos para aumentar el número de policías,  podría pensarse en trasladar un buen número de militares a las instituciones policiales, siempre que se les capacite para cumplir de manera adecuada las funciones de seguridad ciudadana. Este proceso de capacitación puede realizarse en menos tiempo del que se requiere para los ciudadanos que ingresan a los cuerpos de policía. En este caso debe existir subordinación total de los militares trasladados, a los mandos policiales.

En el caso de que se recurra al uso de los militares por falta de confianza en las instituciones policiales, es importante que quienes participen de este ejercicio sean capacitados en materia de seguridad ciudadana y se les dote de los instrumentos       adecuados para cumplir esta labor.

También se puede pensar en su utilización, previa capacitación, encargándoles la seguridad de municipios completos para concentrar mayor cantidad de policías en los grandes centros urbanos.

De no ser viables las soluciones anteriores, los militares podrían más bien contribuir con labores de inteligencia e investigación criminal, también previa capacitación, para enfrentar los problemas de seguridad nacional y de seguridad ciudadana, como en los casos del crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo, labores que deben desarrollarse en estrecha coordinación con las instituciones de seguridad y justicia responsables de estos asuntos.

Depurar y aumentar el pie de fuerza policial

En mi caso, dada la importancia global del tema de la seguridad ciudadana y el carácter civilista que debe tener,  preferiría que los Estados presentaran propuestas serias y bien sustentadas de depuración, fortalecimiento y aumento de los miembros de las instituciones policiales, con los costos incluidos, y que promovieran el pago de impuestos para lograr este objetivo.

Estoy seguro que una buena cantidad de ciudadanos apoyarían estas iniciativas, porque desean disfrutar de mayor seguridad y bienestar.

Mientras tanto -y con realismo ante la falta de recursos humanos y financieros y ante la incidencia de la corrupción- sería mejor entrenar a los militares para que ayuden a garantizar la seguridad ciudadana y los derechos humanos que seguir, como hasta ahora, utilizando a las FF.MM. en tareas para las cuales no están capacitadas.

* Sociólogo con experiencia por trece años en manejo y gestión de temas de convivencia, seguridad ciudadana, seguridad nacional, manejo de crisis y terrorismo.

 

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