¿Metro subterráneo para Bogotá? | Razón Pública 2023
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¿Metro subterráneo para Bogotá?

Escrito por Jorge Acevedo

Cuando era alcalde y ahora como presidente, Gustavo Petro insiste en que al menos una parte del metro en construcción de Bogotá sea subterráneo. ¿Qué implicaría este cambio en el diseño de la obra?

Jorge Acevedo*

Lo mediático, lo político y lo técnico

Escribo este artículo sobre la base de muy pocos elementos de juicio serios.

Me apoyo apenas en los informes de prensa sobre las opciones presentadas por el contratista del proyecto a petición del presidente Petro, para evaluar las posibilidades y consecuencias de alterar el trazado original del metro y hacer subterránea una parte del mismo.

Mi experiencia técnica me ha enseñado a ser crítico con la información de prensa. Por esta razón, es posible que parte de mi análisis quede sin vigencia una vez que se publiquen los estudios que sustentan dicha información. Sin embargo, dado que estamos en un momento clave de decisiones políticas, considero fundamental aportar al diálogo y debatir estos temas.

Mi vinculación a los debates del metro para Bogotá ha sido una constante desde hace muchos años. Por esto debo afirmar que, aunque sean grandes la popularidad y el peso político de la idea de un metro, las decisiones en el pasado se tomaron sobre la base de criterios técnicos y económicos.

Estas decisiones tenían en cuenta los altos costos que implicarían para la ciudad, sus habitantes y, como co-financiadores principales, para toda Colombia. Debemos recordar que los proyectos, ya sean buenos o malos, son financiados por todos los colombianos.

Los costos y el alcalde Petro

El costo por kilómetro de un sistema de metro es alto, y por eso los problemas presupuestales suelen limitar la longitud de la primera línea, reduciendo el efecto que esta pueda tener en el mejoramiento del transporte público. Desde el punto de vista económico, los beneficios de la línea en una ciudad en desarrollo suelen ser inferiores a sus costos, haciéndola poco rentable y, por lo tanto, poco atractiva.

En consecuencia, un sistema de metro que use este corredor atenderá una gran cantidad de pasajeros y los beneficios económicos serán los esperados. Además, al optar por un sistema elevado, se hace un esfuerzo para reducir los costos de construcción y minimizar el riesgo de sobrecostos excesivos, lo cual resulta en un proyecto con beneficios esperables bien superiores a los costos, logrando así la viabilidad económica.

Foto: Twitter: Claudia López - En los posibles cambios al contrato del metro, el contratista tiene ventajas al no competir con otros proponentes.

El metro en construcción en Bogotá ha tendido cambios importantes desde su comienzo bajo la administración de Samuel Moreno. Se realizaron ajustes significativos en el trazado original para eliminar restricciones impuestas por la administración del alcalde Petro, que exigían que el trazado no coincidiera con los corredores de Transmilenio y que el sistema fuera subterráneo. Teniendo en cuenta que los corredores de Transmilenio tienen las más altas demandas de pasajeros en Bogotá, estas restricciones impuestas por el ahora presidente disminuían la demanda. Además, al ser subterráneo, aumentaban los precios del proyecto, haciendo que los costos superaran los beneficios esperados.

¿Elevado o subterráneo?  

Durante los últimos 25 años, el servicio de Transmilenio en Bogotá ha tenido efectos importantes en la demanda de transporte público. Los principales corredores de Transmilenio, especialmente la Avenida Caracas, han experimentado un crecimiento constante y acelerado en la demanda.

En consecuencia, un sistema de metro que use este corredor atenderá una gran cantidad de pasajeros y los beneficios económicos serán los esperados.  Además, al optar por un sistema elevado, se hace un esfuerzo para reducir los costos de construcción y minimizar el riesgo de sobrecostos excesivos, lo cual resulta en un proyecto con beneficios esperables bien superiores a los costos, logrando así la viabilidad económica.

Modificar el trazado en este momento afectaría significativamente la viabilidad económica del proyecto. Este es un punto importante, porque es responsabilidad del gobernante garantizar que los fondos públicos se usen eficientemente y que los beneficios sociales y económicos de una inversión superen sus costos.

Sobrecostos y contrataciones

La experiencia mundial en estos proyectos grandes y complicados es preocupante. Durante su ejecución, estos proyectos se enfrentan a desafíos y riesgos que pueden causar largos retrasos y costos exorbitantes. Por lo tanto, un proyecto que al comienzo parecía rentable puede convertirse fácilmente en una pésima inversión.

Por eso, es crucial que, desde el comienzo del proyecto el gobernante actúe con responsabilidad y prudencia para supervisar la resolución adecuada de cualquier dificultad y evitar costos excesivos. Hay muchas situaciones que pueden causar un sobrecosto. Sin embargo, para mantener esta discusión breve, mencionaré apenas algunas de ellas.

La contratación para la construcción, suministro e instalación de equipos, y operación del sistema, pueden ser realizadas en procesos separados. Sin embargo, en el caso de Bogotá, se decidió incluir todo en apenas un contrato amplio y complicado, que está actualmente en ejecución.

El proceso de contratación debe ser competitivo para que los proponentes ofrezcan sus bienes y servicios a precios razonables. Es importante que el contrato sea claro y específico para evitar confusiones. Estas diferencias implican renegociaciones entre el contratista y el contratante, lo que puede no ser competitivo, y da una ventaja indudable al contratista que tiene más información y experiencia que el contratante.

El cambio en el trazado del proyecto constituye una alteración sustantiva del objeto del contrato. Al presentar opciones y costos al presidente Petro y a la alcaldesa López, el contratista ya no está compitiendo con otros y no enfrenta una contraparte bien informada. Por lo tanto, es probable que este contratista, que sabe que tiene la ventaja, haga un presupuesto amplio para aumentar sustancialmente sus ganancias.

Según informes periodísticos, las opciones que se presentaron al presidente y a la alcaldesa son apenas análisis preliminares basados en información secundaria, por lo tanto, están sujetos a cambios en estudios más detallados. Pero es claro que los riesgos de sobrecostos de un metro subterráneo son mayores, pues el subsuelo es complicado. Además, hay una falta de conocimiento en las redes de servicio.

También se debe tener en cuenta que los costos de operación del sistema pueden aumentar por gastos adicionales, como la ventilación de túneles y estaciones y los equipos de bombeo para aguas subterráneas y lluvias intensificadas por el cambio climático. Estas alzas en costos elevan el valor de los subsidios que la ciudad deberá financiar para mantener las tarifas accesibles para los pasajeros.

Problemas legales

No abordaré las grandes dificultades de un posible cambio en el trazado del metro. Hay que tener en cuenta que existen obstáculos legales e institucionales significativos, que hacen muy difícil una transición tranquila del metro elevado al subterráneo.

Modificar el trazado en este momento afectaría significativamente la viabilidad económica del proyecto. Este es un punto importante, porque es responsabilidad del gobernante garantizar que los fondos públicos se usen eficientemente y que los beneficios sociales y económicos de una inversión superen sus costos.

Expertos han señalado la posibilidad de demandas por parte de los proponentes derrotados en la licitación por razones de ilegalidad de cambio en el objeto del contrato, pues puede causar incertidumbres legales muy grandes en los tribunales administrativos.

El hecho de que el contratante es una entidad distrital, la Empresa Metro, hace que el Distrito sea el responsable directo de las decisiones y podría enfrentar sanciones de diferentes organismos de control. Además, correría el riesgo de sobrecostos que no pueden ser asumidos por el gobierno nacional bajo la legislación actual.

En últimas, lo que tenemos entre manos es un capricho político del presidente de la república de afectar un proyecto viable, necesario y en plena etapa de ejecución, para convertirlo en una aventura desastrosa para Bogotá y Colombia.

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