Mentiras y verdades sobre la seguridad en Bogotá (II) - Razón Pública
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Mentiras y verdades sobre la seguridad en Bogotá (II)

Escrito por Hugo Acero
Agentes de la Policía Nacional reciben nuevas motos para el patrullaje de Bogotá.

Agentes de la Policía Nacional reciben nuevas motos para el patrullaje de Bogotá.

Hugo AceroNo es tener más policias. Es equiparlos, educarlos mejor,  mejorar la inteligencia, la investigacion criminal, usar más las estadísticas, fortalecer la cultura ciudadana, involucrar a las comunidades, atender a los vulnerables, coordinar las acciones de gobierno y ejercer el liderazgo del alcalde. 

Hugo Acero Velásquez*

¿Más policías?

Ante los problemas de seguridad ciudadana tiende a pensarse que la solución es aumentar el número de policías. 

En 1995, según el general Luis Ernesto Gilibert, Bogotá contaba con 10.500 policías, nueve años despues (2003) el general Jorge Daniel Castro reportaba menos de 11.000, lo cual representa un aumento sumamente moderado. 

En varias oportunidades la ciudad había recibido nuevos policías que sin embargo acababan por reemplazar al personal que era trasladado, retirado, pensionado o que habia renunciado a la institución.

Los buenos resultados en materia de seguridad entre 1995 y 2003 – en especial la disminución de los homicidios en un 74 por ciento y de las muertes en accidentes de tránsito en un 63 por ciento- no se pueden atribuir al aumento de policías, sino a otras acciones entre las cuales  se destaca la mejoria de los equipamientos de la Policía Metropolitana y de la de Tránsito. 

Mejorar el equipamiento 

Entre 1995 y 2003, bajo las administraciones  Mockus y Peñalosa, el equipamiento de la Policía tuvo un aumento considerable: 

  • Se pasó de 200 vehículos y cerca de 500 motos que en su mayoría ya habían cumplido si vida útil a más de 1.000 vehículos y 2.000 motos de no más de tres años de antigüedad.
  • Se modernizo la línea 112 y se dotó a la policía de más de 3.500 radios portátiles troncalizados y otros 3000 de menor gama. 
  • Se construyeron nuevas estaciones de policía en 18 localidades y se diseñaron y construyeron 87 CAI,  blindados y ubicados estratégicamente en la ciudad. 
  • Se promovió la participación de los ciudadanos desde 1996 a través de los Frentes Locales de Seguridad y las Escuelas de Seguridad. 
  • Se fortaleció la unidad de Carabineros con más caballos.

Como complemento a la formación y entrenamiento policial, la ciudad invirtió en capacitar a todos los policías en temas de convivencia, resolución pacífica de conflictos, liderazgo, participación y organización comunitaria en las mejores universidades.

Además de lo anterior, la ciudad invirtió en: 

  • Construir y poner a funcionar 3 Unidades de Reacción Inmediata de la Fiscalía
  • Poner en funcionamiento la Unidad Permanente de Justicia (UPJ).
  • Construir la Cárcel Distrital con capacidad para 1100 internos y 
  • Fortalecer la investigación criminal, de la cual hicieron parte la Policía Metropolitana, la Fiscalía General, el DAS y Medicina Legal 

El Alcalde Mayor Gustavo Petro y el Presidente Santos. 
Foto: Alcaldía de Bogotá

Investigación y participación

Las inversiones anteriores aumentaron la capacidad operativa de la Policía y las instituciones de justicia, capacidad que se tradujo en más detenciones y mayor control sobre  los delincuentes e infractores en las calles. Junto con programa de cultura ciudadana, estas medidas contribuyeron a mejorar los índices de seguridad durante aquellos años. 

Hoy Bogotá cuenta con cerca de 20.000 policías pero los resultados no son satisfactorios. La solución, entonces, no es solo un mayor pie de fuerza.  

Es necesario robustecer la inteligencia y la investigación criminal para enfrentar una criminalidad compleja  donde se entremezclan las tradicionales bandas de delincuentes y pandillas dedicadas al hurto, con grupos de crimen organizado (micro-tráfico, que es narcotráfico, extorsión, contrabando, comercio de armas, sicariato, trata de personas, prostitución…). 

Se necesita un esfuerzo especializado y coordinado de la Seccional de Inteligencia Policial (SIPOL), de la Dirección de Policía Judicial (DIGIN) y de la Fiscalía para enfrentar estas organizaciones criminales que afectan la seguridad de los ciudadanos. El mismo esfuerzo especializado que se ha utilizado en contra del narcotráfico debe aplicarse en contra de las organizaciones criminales organizadas que estas afectando la seguridad ciudadana. 

Por otro lado, hoy es necesario promover la organización y participación de los ciudadanos en materia de seguridad,  para garantizar, entre otras cosas:

  • Mejores niveles de convivencia.
  • Mayor seguridad en barrios y comunidades, pues una comunidad organizada tiene menos riesgos de violencia y delincuencia. 
  • Control social sobre las labores que adelanten las autoridades de seguridad y justicia, para asegurar el cumplimiento del deber, disminuir la  corrupción y prevenir las alianzas entre las autoridades y los delincuentes.

Mejor uso de las cifras

Las encuestas de percepción y victimización se vienen constituyendo en herramientas importantes para evaluar el trabajo y los resultados de las autoridades de seguridad y justicia. 

Desde finales del siglo pasado la Cámara de Comercio y el Programa Bogotá Cómo Vamos vienen realizando estas encuestas. Los resultados de estas encuestas son hoy más confiables que las denuncias de los delitos que los ciudadanos interponen ante las autoridades, en tanto  la mayoría de los delitos tienen subregistros superiores al 70 por ciento. 

Según las encuestas efectuadas por la Cámara de Comercio desde 1998, el gobierno que registró el promedio más bajo de victimización fue el de Peñalosa con un 23 por ciento. Le  siguen los gobiernos de Garzón, con un 31 por ciento, y el de Mockus con 34 por ciento. Durante los gobiernos de Samuel Moreno y Gustavo Petro este promedio fue del 34 y 38 por ciento, respectivamente. La gráfica siguiente resume los resultados:

Promedio Victimización gobiernos distritales 1995 – 2014

Fuente: Encuesta de victimización y persepción. Cámara de Comercio de Bogotá

El aumento de la victimización es confirmado por las cifras de denuncias presentadas con respecto a los delitos de mayor impacto (hurtos a personas, comercio, residencias, motos, vehículos, bancos y lesiones personales), como se puede ver en la siguiente Gráfica:

En materia de cifras, es necesario que el Gobierno Distrital y las autoridades de seguridad y justicia, además evaluar su trabajo con base en las encuestas, mejoren el sistema de recepción de denuncias. Esta medida implicaría  aumentar los puntos de atención a las víctimas, utilizando plataformas tecnológicas como ocurre hoy en Medellín, donde los ciudadanos puedan poner la denuncia de manera electrónica y proteger su identidad si así lo desean.

Se necesita más y mejor información para poder elaborar políticas de intervención y hacer el seguimiento evaluativo sobre su aplicación. 


El exalcalde de Bogotá Antanas Mockus. 
Foto: Heinrich-Böll-Stiftung

Cultura ciudadana

Después del segundo gobierno de Mockus, los alcaldes no dieron continuidad a los programas de cultura ciudadana. Cuando lo intentaron confundieron la labor pedagógica  con campañas publicitarias y acciones lúdicas que buscan cambiar el comportamiento de la gente, pero dejaron de lado uno de los componentes importantes de la cultura ciudadana, como es la aplicación estricta de la ley.

Un programa de cultura ciudadana debe reforzar los controles morales, culturales y legales que garanticen los derechos en un contexto de sana convivencia (“zanahoria”), pero cuando los ciudadanos no acatan las normas de seguridad y convivencia, las autoridades deben aplicar la ley de manera estricta (“garrote”). Todo en el marco del Estado de Derecho. 

De esta manera, como en tiempos de  Mockus, se armonizan la ley, la moral y la cultura, componentes todos de la cultura ciudadana. 

Intervención social 

Las intervenciones recientes en el Bronx han atacado los problemas de criminalidad pero han dejando de lado aspectos fundamentales como la atención integral para la población vulnerable que vive o que frecuenta este sitio. También se ha ignorado la importancia de la renovación urbana del centro de la ciudad, que no puede reducirse al Bronx, pues este no es el único sitio que deba intervenirse.

Los escasos resultados de este tipo de acciones han impuesto la idea que es mejor no intervenir en el Bronx, ni en territorios similares, porque la venta y consumo de drogas, así como los habitantes de calle, se trasladarían a otras partes de la ciudad agravando sus problemas de seguridad.  De mantener esta idea, las autoridades bogotanas no atenderán a la población vulnerable, no se podrá recuperar el centro de la ciudad y la inseguridad será cada vez más grave. 

Más allá del Bronx hay que realizar una intervención integral que permita la inclusión social, la renovación urbana y la convivencia.

Más allá del Bronx hay que realizar una intervención integral que permita la inclusión social, la renovación urbana y la convivencia, como se tenía planeado desde el 2003. El área prevista para intervenir comprendía desde la calle Primera a la 26 y desde  la carrera 30 a la Circunvalar. 

Desde entonces era claro que debían intervenirse zonas similares al Bronx, como “Cinco Huecos”, San Bernardo, y algunos territorios de los barrios Santafé, la Estanzuela, Las Cruces y Santa Bárbara. Hoy existen otros sitios en Bogotá que requieren intervenciones similares. 

La intervención social, bajo el liderazgo del alcalde y de la Secretaría de Gobierno, requiere una nueva orientación y una coordinación diferente.

La intervención social, bajo el liderazgo del alcalde y de la Secretaría de Gobierno, requiere una nueva orientación y una coordinación diferente para atender integralmente a las comunidades y territorios más vulnerables. Cabe señalar algunos objetivos de estas intervenciones: 

  1. Garantizar la presencia, control y permanencia de los servicios de seguridad y justicia mediante la intervención y acompañamiento de la Policía y la Fiscalía. 
  2. Mejorar la convivencia, la seguridad y el desarrollo social, con el concurso de la Secretaría de Integración Social, el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y de la Juventud (IDIPRON) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que deben atender a los habitantes de la calle, familias, niños, niñas y adolescentes.
  3. Atender los problemas de adicción, de salud mental y sanitarios de los territorios intervenidos con el apoyo de la Secretaría de Salud.
  4. Ejecutar un plan consistente de recuperación de entornos a través de la oficina de Renovación Urbana.
  5. Garantizar el aseo, la iluminación y demás servicios públicos de los sectores vulnerables por medio de la Unidad Especial de Servicios Públicos (UESP).
  6. Verificar las acciones estatales para que se cumplan en el marco del Estado de Derecho a través de la Personería Distrital.

Lo que sigue

Al alcalde Petro le quedan menos de siete meses, durante los cuales podría realizar muchas tareas para mejorar la seguridad, pero después del 1 de enero del 2016 Bogotá contará con un nuevo alcalde que tendrá la obligación y el reto de liderar y gerenciar un política clara en temas de seguridad ciudadana. 

Dentro de los seis candidatos existen conocimientos y experiencias importantes que con una buena gestión pueden recuperar la seguridad para los ciudadanos. Vale la pena llamar la atención sobre el recorrido que en materia de seguridad tienen los candidatos más opcionados. 

Hay que resaltar la experiencia de gestión y los buenos resultados que obtuvo Enrique Peñalosa en el tema de la seguridad durante su gobierno, que lo pone en ventaja frente a los demás. 

La experiencia de Rafael Pardo como consejero de Paz y  ministro de Defensa le aportan al un cierto conocimiento en temas de seguridad. En su breve paso por la Alcaldía de Bogotá demostró que tiene la capacidad y el conocimiento para gestionar este tema. 

Clara López también tiene experiencia,  ya que fue secretaria de Gobierno por más de tres años durante el gobierno de Samuel Moreno, y terminó ese periodo como alcaldesa. Sin embargo los malos resultados de esta administración en materia de seguridad no le favorecen.

Como se ve, el tema de la seguridad ciudadana en Bogotá es complejo. Su comprensión requiere un análisis profundo de las cifras y de los procesos subyacentes. Una mirada  histórica permite desmitificar soluciones efectistas como el aumento del píe de fuerza y su relación con los índices de homicidios y de hurtos. 

También es clave comprender la relación  entre seguridad y cultura ciudadana. De ahí que sean preocupantes los retrocesos de la ciudad en este tema.

Los próximos gobiernos distritales tienen el reto de diseñar y ejecutar políticas que tengan en cuenta los diversos aspectos que inciden sobre la seguridad, sin dejar de observar y analizar las experiencias del pasado. 

 

* Sociólogo de la Universidad Nacional y experto en seguridad.

 

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