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Memorias de guerra

Escrito por María Victoria Uribe

María Victoria Uribe

El “Grupo de memoria histórica” trabaja por reconstruir las memorias de un país en el que continúan la impunidad y las amenazas.

María Victoria Uribe*

 

Autodefensa del testimonio

Existe la creencia de que la persona que logra articular su experiencia en forma de relato puede sanarse de la alienación y del aislamiento. En contextos de guerra como el colombiano, los que narran su experiencia son los que logran escapar del aniquilamiento y estos, muchas veces, no se explican porque ellos sobrevivieron y otros no. Como dice Beatriz Sarlo, el testimonio es una forma de autodefensa que pretende persuadir al interlocutor y asegurarle a quien narra una posición en el futuro. Es por ello que al testimonio se le atribuye un efecto reparador de la subjetividad, pues permite al doliente transitar hacia el futuro.

Sin embargo, el testimonio es algo complejo y sus efectos son contradictorios pues está compuesto por aquello que la persona se permite o puede recordar, por lo que prefiere olvidar, por lo que calla intencionalmente, por lo que inventa, por lo que magnifica y por aquello que cuenta porque se lo oyó decir a un tercero. El testimonio de Primo Levi, por ejemplo, quien fuera sobreviviente de Aushwitz, es considerado como un ejemplo de la potencia sanadora de la memoria; sin embargo, su testimonio está acompañado por un escepticismo que impide la apología de la memoria como principio de cicatrización de las heridas.

Tareas de la memoria

En Colombia hay extensas regiones donde la violencia destruyó las tramas sociales y lo único que ha quedado es la memoria de los afectados. No podemos deshacer la historia ni la memoria sangrienta, ni podemos regresar los muertos a la vida, ni borrar las huellas que dejó la barbarie. Sin embargo, podemos construir nuevos referentes con el fin de superar los traumas de la guerra y por ello es importante conocer qué hace la gente con sus recuerdos y sus memorias.

Jean Paul Sartre decía que lo importante no es lo que han hecho de nosotros, lo importante es lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros, una frase que rinde homenaje a la agencia humana y a la capacidad que tiene el ser humano de transformar condiciones que le son completamente adversas.

Con dicha frase como trasfondo, un grupo de investigadores del "Grupo de Memoria Histórica" emprendió la recolección de iniciativas de memoria por todo el país, en contextos diversos en medio de los cuales sobrevivientes y familiares de las víctimas luchan por preservar sus recuerdos personales y colectivos de silencio y dolor, de cara a la impunidad y a las constantes amenazas.  

Ayer, hoy y mañana

Las iniciativas reseñadas en el libro Memorias en tiempo de guerra reconstruyen las memorias de la violencia como las de un sufrimiento que narrado, cantado, dibujado, tejido y representado por los dolientes, quienes al hacerlo movilizan sentidos, ubican hitos espaciales y temporales y le dan un sentido, un propósito y un futuro al acto y al trabajo de la memoria.

Son esfuerzos colectivos que establecen relaciones entre el pasado, el presente y el futuro y entre los dolores de las víctimas, los hechos y sus responsables. Son iniciativas, muchas veces espontáneas, producto de la combinación de tiempos en el sentido en que, de cara al pasado, a la catástrofe de la historia y al sufrimiento, son un ejercicio creativo de resistencia aquí y ahora que se proyecta al futuro, que tiene un destino. Todas ellas miran hacia adelante sin ignorar la catástrofe, afirman en el presente un futuro abierto que al mismo tiempo restaura, y renuevan las formas de vida comunitarias.

Las memorias son, pues, una combinación de espacios en la medida en que relacionan materialmente el espacio devastado con aquel en que es posible renovar la comunidad en su cotidianidad, es decir, en que es posible cierta "forma de vida". Un buen ejemplo de este tipo de iniciativa son las "Jornadas de Luz" o las "Trochas por la Vida" que se llevan a cabo en el oriente antioqueño con el fin de limpiar y reconquistar los espacios devastados por la violencia. O las peregrinaciones que se hacen todos los años en Trujillo, Valle, para conmemorar los hechos violentos ocurridos a finales de los años 80, que dejaron más de trescientos muertos.

Magdalenas por el Cauca

Las iniciativas de memoria se condensan en torno a los lugares y espacios asociados a acontecimientos violentos, que funcionan como puntos nodales. Los lugares pueden ser plazas, parques, municipios, calles y ríos, espacios públicos o privados con significación social, y cuyos usos y significados cotidianos han sido alterados por acciones violentas.

Es el caso de las iniciativas que se gestan en torno a los ríos Magdalena y Cauca. Como se sabe, ellos han sido los lugares predilectos para arrojar los cuerpos de personas asesinadas por los actores del conflicto. Mediante rituales que asocian elementos diversos como balsas, fuego, pinturas y fotografías de las víctimas, los gestores de la iniciativa "Magdalenas por el Cauca" han buscado limpiar y descontaminar las turbulentas y oscuras aguas del Cauca, espacio profanado por la muerte violenta.

Ruina y resistencia

En las memorias se combinan, casi hasta confundirse, los espacios devastados por la violencia con los espacios en que se refunda la cotidianidad. Así ocurre, por ejemplo, con las caminatas que emprenden tantos colombianos en busca de justicia, con los plantones de las víctimas de crímenes de Estado y con las mingas que organizan los indígenas del Cauca para protestar por las violaciones de los actores armados a su cultura y a su territorio.

En cuanto se trata de una combinación de tiempos y espacios, podríamos pensar en la memoria como "ruina", es decir, como lugar y tiempo de la devastación y la catástrofe, signo oscuro del sufrimiento, pero también lugar y tiempo de una comunidad que resiste a pesar y en medio de la catástrofe. ¿Y qué otra cosa pudieran ser los retratos que cargan consigo los familiares de las víctimas a donde quiera que van? Son signos de una ausencia que ellos no quieren olvidar y nosotros no podemos ignorar.

 

* Antropóloga. Maestría y Doctorado en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente hace parte del grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR).

 

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