
Una guía razonada y completa de las medidas económicas urgentes que Colombia necesita en tiempos de pandemia.
César Ferrari* y Jorge Iván González**
Doble crisis económica
El presidente, los alcaldes y gobernadores han tomado drásticas medidas de emergencia sanitaria, como la cuarentena obligatoria a partir del próximo miércoles, o el cierre de las fronteras y los vuelos internacionales. Estas son las respuestas sensatas para tratar de contener la pandemia del coronavirus, que ojalá no tengan que prolongarse.
Pero además enfrentamos una gravísima crisis económica que tiene dos motores: el desabastecimiento y la devaluación. En efecto:
- Las medidas sanitarias de confinamiento reducen la producción nacional y la posibilidad de sustituirla por importaciones reduciendo, a no muy largo plazo, la oferta de bienes y servicios, particularmente si se acaban los inventarios.
- La caída continua del precio del petróleo ha devaluado la moneda de manera imparable. La devaluación se trasladará a los precios, y la falta de ingresos petroleros hará caer la demanda general de bienes y servicios y su oferta, así como también los ingresos del Estado. Una mezcla dramática de inflación, recesión y déficit fiscal se nos está viniendo encima.
Garantizar los alimentos y los servicios básicos
Uno puede prescindir de muchas cosas, pero no puede dejar de adquirir alimentos. Tampoco puede prescindir de los servicios básicos: salud, agua, alcantarillado, seguridad, electricidad y comunicaciones. Y, por lo tanto, no puede prescindirse del transporte de quienes ofrecen los bienes y servicios anteriores.
Todas esas actividades deben asegurarse, particularmente durante la cuarentena. Para ello sus trabajadores deben tener las medidas de salubridad mínimas, y garantías de que si es necesario serán atendidos con prioridad en los establecimientos de salud.
El campo, los mares y ríos colombianos deben seguir produciendo.
El campo, los mares y ríos colombianos deben seguir produciendo. No pueden parar. Nos va la vida en ello.
Además, hay que facilitar la actividad productiva y la comercialización de los productos agrícolas, pecuarios y de pesca, ahora y después de la cuarentena, con semillas, fertilizantes y créditos baratos y oportunos. Y si los habitantes de las ciudades saben que ello ocurrirá, no se producirán acaparamiento ni encarecimiento. Si aplaudimos a los médicos y enfermeras deberíamos hacerlo también con los trabajadores del campo y con los pescadores.
El sistema de salud, un punto débil
Por cierto, a medida que avance el virus, si no es contenido, penosamente se va a hacer más evidente la debilidad del sistema de salud pública. Si en condiciones normales las urgencias de los hospitales están sobrecargadas, los límites de la capacidad instalada se harán más notorios si la epidemia se generaliza. Ha ocurrido en sistemas de salud más fuertes como el de Italia y España.
Hay que apoyar al sistema de salud financieramente, y no solo aplaudir a médicos y enfermeras. Las partidas presupuestales de los presupuestos nacional y locales destinadas a la salud deben estar garantizadas, incluso los adicionales para responder a la pandemia.
Medidas macroeconómicas: partir de la realidad
Además de los apoyos sectoriales, se necesitan con urgencia las medidas de carácter general.
Estas medidas deben ser realistas y ser equitativas.
Por eso hay que partir de los hechos evidentes. Debemos admitir que los fundamentos de la economía colombiana son frágiles, sobre todo porque no se sembraron las bonanzas del petróleo y el carbón, sino que la agricultura, la industria, el turismo y las industrias creativas perdieron competitividad por:
- El abaratamiento y aumento de las importaciones que resultó de la abundancia de divisas y la revaluación consiguiente de entonces;
- Las altas tasas de interés, muy por encima de las internacionales, debido a que, como dice el Banco de la Republica, nuestros mercados financieros son ineficientes y en general funcionan bajo competencia monopolística o en algunos casos como un cartel, y
- La falta de infraestructura, particularmente las carreteras de tercer nivel que unen los campos con los centros poblados, por falta de inversión pública.
Por otra parte, el saldo de la deuda pública ya bordea el 55% del PIB; lamentablemente, los ingresos del Estado siguen disminuyendo, en parte por de la pasada reforma tributaria, y próximamente por la desaceleración que veremos.
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Pagar la nómina
Bajo estas circunstancias, la desaceleración inminente de la economía va a traducirse en el aumento acelerado del desempleo.
Las medidas que hasta ahora se han tomado o se han previsto no podrán evitar ese aumento. Una vez agotadas las vacaciones adelantadas de los trabajadores, si las empresas no producen y no venden, no podrán sostener a sus trabajadores.
Entonces lo que hay que hacer, urgentemente, es establecer un seguro de desempleo o subsidiar a las empresas en el monto de la nómina mientras dure la emergencia.

Foto: Observatorio del Desarrollo económico
Es necesario que el gobierno actúe para proteger a los más vulnerables
Aliviar las presiones de gasto de los hogares
Los más afortunados, las personas que trabajan en servicios como la educación, la radio o la auditoría de cuentas, podrán trabajar desde sus casas y así asegurar sus ingresos.
Las medidas inmediatas sirven para frenar el incendio, pero tendrán consecuencias dañinas para el futuro cercano.
Pero la mayoría de la gente —como decir trabajadores de la construcción, de los restaurantes y entretenimientos, o los ambulantes que pululan en las calles— en esta cuarentena no tienen alternativa de ingreso, más allá de acudir a sus ahorros, seguramente inexistentes, o a empeñar o a vender sus escasos activos.
Estas personas y familias necesitan un subsidio de ingreso o una canasta de alimentos mientras dure la tormenta. Sabemos que los censos que los ubican e identifican no están actualizados, pero aun así hay que entregar esos auxilios.
La alcaldesa de Bogotá ha anunciado otras medidas apropiadas: postergar el pago de los impuestos, y suspender el cobro de los servicios de agua y alcantarillado, electricidad y gas domiciliario, independientemente del estrato en que se ubiquen las viviendas, entre el 20 de marzo y el 20 de abril, mientras dure la emergencia. El ejemplo debe extenderse a todo el país.
Abaratar el crédito en Colombia
Se necesita también un alivio en los costos y en los plazos de las cuotas de los créditos que asfixian a las pequeñas y medianas empresas y a las clases medias que financian sus compras mediante tarjetas de crédito.
Si uno tiene varias tarjetas de crédito, es posible reducir las tasas de interés y alargar los plazos acudiendo a un segundo banco para pagar la deuda con el primer banco. Esta operación permite reducir la tasa del crédito de casi 3% mensual a casi 0,8%.
Pero ¿por qué, en primer lugar, los bancos cobran en los créditos de consumo a través de las tarjetas de crédito casi al 3% mensual? ¿Qué pasa si el ciudadano tiene una sola tarjeta de crédito?
Se necesita una nueva política que estimule la competencia entre los bancos para reducir las tasas de interés. Y en la emergencia, postergar pagos de los intereses y amortizaciones de la deuda.
El mecanismo alternativo habitual para reducir las tasas de interés consiste en que el Estado las subsidie. Aparte de representar un enorme costo fiscal, este mecanismo tendría la desventaja de validar una situación que puede y debe corregirse.
Mirar hacia el futuro: impuestos y catastros
Las medidas inmediatas sirven para frenar el incendio, pero tendrán consecuencias dañinas para el futuro cercano. La primera y más obvia es su costo fiscal y el déficit agravado de las finanzas públicas.
Dado lo cual —y en todo — la economía colombiana tendrá que cambiar de rumbo para poder recuperarse de esta crisis. Y en este punto necesitamos partir de una premisa: hay que recuperar la confianza en el papel de la inversión pública y aumentarla, como lo había dicho la Comisión de Gasto convocada por el gobierno nacional. Este aumento se debe realizar de manera que incremente la competitividad de las empresas y los trabajadores de Colombia.
Y para financiar la mayor inversión del Estado se necesita aumentar los recaudos tributarios. Como la “Ley de Crecimiento” aumentará la brecha fiscal, el gobierno debería presentar una nueva reforma tributaria que reduzca las exenciones y aumente las tarifas del impuesto al patrimonio y a la renta de las personas naturales, en particular a sus dividendos. Las tarifas deben ser progresivas- o sea que vayan aumentando con el nivel de ingreso.
Y de su parte el proceso de actualización catastral tendrá que acelerarse, porque de aquí depende sobre todo la solvencia de las ciudades grandes, intermedias y los pequeños municipios. También estas tarifas deben ser progresivas en función del valor del avalúo.

Foto: Página congresista estadounidense Simpson
La caída de las bolsas es muy preocupante y ha afectado seriamente el valor del peso colombiano frente al dólar
Reorientación de las regalías
Como lo había advertido la Contraloría, las regalías no fueron bien invertidas: en vez de destinarlas a proyectos estratégicos, se dispersaron en más de 12 mil pequeños proyectos.
Por eso se deben promover grandes proyectos de inversión, con una perspectiva estratégica. Es el momento de utilizar los recursos que quedan de las regalías, de tal manera que financien obras de infraestructura generadoras de empleo. En lugar de dispersar los recursos, se tienen que proponer unos pocos proyectos estratégicos (3 o 4), con claros efectos multiplicadores; por ejemplo, construir las carreteras de tercer nivel a las que se hizo referencia.
Modificar la contabilización de las reservas
La intensa devaluación del peso colombiano tiene una doble consecuencia:
- Es positiva porque aumenta el valor en pesos de las reservas que tiene el país, sobre todo en bonos del tesoro norteamericano. A diciembre del 2019, el monto de las reservas era de 53 mil millones de dólares; su valor en pesos es hoy por hoy muchísimo mayor.
- Es negativa porque encarece el valor en pesos de la deuda pública externa.
En la contabilidad actual, estos efectos se tratan de manera asimétrica: la mayor deuda se incorpora en el presupuesto, pero el mayor valor de las reservas no se contabiliza en el lado del ingreso.
En el pasado existía la Cuenta Especial de Cambios (CEC) alimentada por aquellos aumentos en el valor de las reservas, cuenta esta que el gobierno utilizaba para financiar el gasto corriente. Para evitar los abusos se prohibió el mecanismo, pero en medio de la crisis, ese mayor valor de las reservas puede y debe utilizarse para financiar grandes proyectos de inversión —no los gastos corrientes o de funcionamiento—
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Solidaridad nacional y cooperación internacional
La solidaridad es vital frente a la pandemia que —tarde o temprano—va a ser controlada.
Pero atender las consecuencias económicas de la pandemia en Colombia y de la desaceleración económica requerirá un plazo más largo, requerirán también solidaridad y compasión.
La cooperación internacional puede ayudar. China ha enviado ayuda a casi 80 países en equipo y en cooperación médica aprovechando su experiencia sobre la pandemia. Por ejemplo, Corea del Sur ha recibido un millón de mascarillas y 10 mil trajes de protección chinos que serán entregados a la Cruz Roja a lo largo del país. Deberíamos aprovecharla.
Después de todo lo cual—ya desde el corto, pero también en el mediano y el largo plazo— Colombia necesita frenar el déficit creciente en la balanza de pagos aumentando las exportaciones y disminuyendo las importaciones, lo cual implica hacer más competitivas a las empresas colombianas.
*Ph.D. en economía, profesor titular de la Universidad Javeriana en el Departamento de Economía.
**Cofundador de Razón Pública, Ph.D. en economía, profesor titular de la Universidad Externado de Colombia en la Facultad de Economía.