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Más que víctimas o negociadoras: las mujeres en la paz

Rol de las mujeres en el proceso de paz, Cumbre Nacional de Mujeres y Paz.

Katherine AguirreRenata AvelarAdriana AbdenurEs innegable que las mujeres ocuparon un lugar especial en las negociaciones de La Habana. Ahora que se abre el desafío de cumplir los acuerdos, su voz y su presencia seguirán siendo esenciales.

Katherine Aguirre* – Renata Avelar Giannini* – Adriana Abdenur*

Mujeres por la paz

Los acuerdos de paz entre el gobierno Santos y las FARC han sido exaltados como muy innovadores.

Los defensores y críticos del Acuerdo coinciden en resaltar la participación activa de las mujeres en el proceso de negociación y el resultante ‘enfoque de género’ que buscó reconocer sus derechos y que algunos llegaron a tildar de “ideología”. Pero independientemente de esta controversia, es un hecho que la presencia de las organizaciones de mujeres en Colombia no es una novedad, y que sus luchas no se han reducido a las negociaciones con las FARC.

Desde hace más de 20 años, las organizaciones de mujeres han presionado por la salida negociada del conflicto armado, de modo que su papel también será fundamental para dar cumplimiento a los acuerdos de La Habana. Entre los movimientos que más han aportado en busca de la salida negociada se destaca la Ruta Pacifica de las Mujeres.

Inicialmente, el movimiento de las mujeres se organizó alrededor de las víctimas. De hecho, las mujeres han sido las principales víctimas del conflicto y son afectadas por este conflicto de una manera diferencial. Las mujeres representan el 51 por ciento de las víctimas del desplazamiento forzado, el 47 por ciento de las de homicidio y el 82 por ciento de las de violencia sexual.

En este contexto, la exigencia del movimiento de mujeres era poner fin al conflicto armado y al uso de los cuerpos de las mujeres como botines de guerra. A lo largo de los años, estas organizaciones pasaron a exigir también que las mujeres no fueran solamente objeto sino pactantes de la paz. Hay que repensar las mujeres como agentes políticas en la resolución del conflicto, en la construcción de una paz “estable y duradera”, y en el escenario político colombiano a largo plazo.

Según Dejusticia, desde 1982 han sido firmados más de 61 acuerdos entre el gobierno colombiano y los grupos armados. Entre los signatarios, tan solo el 4 por ciento han sido mujeres. No sorprende por eso que la presencia activa de mujeres en el proceso con las FARC haya sido considerada la más importante innovación de las negociaciones. ¿Qué fue distinto en este caso?

Las mujeres en la mesa

Mujeres víctimas del Conflicto Armado.
Mujeres víctimas del Conflicto Armado.  
Foto: Unidad para las Víctimas

La presión de las organizaciones de mujeres es primordial para explicar tanto la presencia de estas como la incorporación de ciertos elementos de enfoque de género en los debates y, hasta cierto punto, en el Acuerdo Final.

La exigencia del movimiento de mujeres era poner fin al conflicto armado y al uso de los cuerpos de las mujeres como botines de guerra.

Otros factores importantes fueron el apoyo de la comunidad internacional, en especial el de ONU Mujeres, los cuales dieron un mayor alcance al llamado de las organizaciones sociales. Los actores externos (principalmente misiones de apoyo bilateral) facilitaron la comunicación con la mesa de negociaciones, al enviar expertos en temas de género a La Habana, y al presionar por la participación de mujeres y la creación de la sub-comisión de género.

La primera manifestación del poder de convocatoria, organización y presión de las mujeres fue la Primera Cumbre de Mujeres y Paz en 2013, que incidió sobre el nombramiento de mujeres como plenipotenciarias, así como sobre la creación de la sub-comisión de género. Estos espacios facilitaron la recepción de demandas de la sociedad civil.

Posteriormente, en la mesa de negociaciones se vieron caras como las de Victoria Sandino, de las FARC, María Paulina Riveros, Nigeria Rentería y María Ángela Holguín, del equipo del gobierno.

La presencia de mujeres en la mesa de negociación y la inclusión concreta de temas de género en el Acuerdo de paz contrasta con lo que se había hecho anteriormente en el mundo. ONU Mujeres indica que, entre 1990 y 2000, solo un 11 por ciento de los acuerdos de paz han incluido al menos una referencia a la mujer, y solo el 4 por ciento de las firmantes han sido mujeres.

La sub-comisión de género fue instalada oficialmente en septiembre de 2014 –casi dos años después de conformada la mesa oficial, en octubre de 2012-. La creación de esa sub-comisión implicó revisar tres puntos de la agenda que ya estaban avanzados.

La sub-comisión contó con los aportes de las víctimas que visitaron la mesa de La Habana, un 60 por ciento de las cuales fueron mujeres de 18 organizaciones y de la comunidad LGTBI, con 10 expertas colombianas en violencia sexual, expertas internacionales y exguerrilleras de varias partes del mundo.

La sub-comisión, sin embargo, no contaba con un espacio oficial en la mesa. Diferentes delegadas han indicado que, al no tener espacio en la agenda, incluso ni siquiera espacio físico, tenían que reunirse a horas extraoficiales (muchas veces, en la madrugada).

Aun así, el compromiso y el ideal de impulsar esta idea innovadora acabaron por llevar a la mesa el tema de las oportunidades para las mujeres en el Acuerdo de paz. Aun con los diferentes enfoques y experiencias de vida, y a pesar de pertenecer a bandos históricamente enfrentados en el plano político y militar, las negociadoras de la guerrilla y del gobierno compartían la misma definición y los alcances del enfoque de género.

La sub-comisión de género abordó en profundidad el tema de la mujer y tocó temas claves como el reconocimiento de derechos, la inclusión, la participación de la mujer, la igualdad y la equidad, así como temas delicados como la definición de familia y las relaciones entre hombres y mujeres.

En resumen, los espacios de participación sobre enfoque de género incluyeron:

  • La comisión negociadora,
  • La subcomisión de género,
  • La participación en 18 mesas de trabajo regionales, en cuatro Foros Nacionales de consulta ciudadana y en la dos Cumbres Nacionales de mujeres y paz (una en 2013 de la cual salió la consigna ‘pactantes no pactadas’), y
  • La cumbre en 2016 centrada en la implementación.

Las mujeres en el Acuerdo

Presidente Juan Manuel Santos junto a representantes de “Ruta Pacífica de las Mujeres”.
Presidente Juan Manuel Santos junto a representantes de “Ruta Pacífica de las Mujeres”.
Foto: Presidencia de la República 

Concretamente, el Acuerdo contiene provisiones sobre:

  • El acceso y formalización de la propiedad rural en igualdad de condiciones;
  • Garantía de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres y personas con identidad sexual diversa del sector rural;
  • Promoción de la participación de las mujeres en espacios de representación, toma de decisiones y resolución de conflictos;
  • Medidas de prevención y protección que atiendan los riesgos específicos de las mujeres;
  • Acceso a la verdad, a la justicia y a las garantías de no repetición;
  • Reconocimiento público, no estigmatización y difusión de la labor realizada por mujeres como sujetas políticas;
  • Gestión institucional para fortalecer las organizaciones de mujeres y movimientos LGTBI para su participación política y social, y
  • Sistemas de información desagregados.

Sin embargo, el tema de ‘enfoque de género’ se convirtió en el chivo expiatorio usado por la oposición para ganar adeptos. Se atacó la posibilidad que abría el Acuerdo a formatos no tradicionales de familia, pero sobre todo a abrir espacios de igualdad para la comunidad LGBTI.

Aun con esta discusión, y luego de la revisión después del plebiscito, los acuerdos de paz que fueron refrendados por el Congreso mantuvieron los principios de promoción de la igualdad de los derechos y las oportunidades para las mujeres.

El proceso de paz, que empezó siendo liderado por hombres y que no consideraba el enfoque de género, fue abriendo poco a poco el espacio a la participación y la revisión de todos sus contenidos con una perspectiva que promoviera la igualdad y la participación de la mujer.

En la mesa de negociaciones se vieron caras como las de Victoria Sandino, de las FARC, María Paulina Riveros, Nigeria Rentería y María Ángela Holguín.

ONU Mujeres ha resaltado el papel fundamental de la participación de la mujer en los diálogos de paz: cuando las mujeres son incluidas en el proceso hay un 20 por ciento más de posibilidades de que los acuerdos se mantengan por al menos dos años, y 35 por ciento de que dure al menos 15 años.

Las mujeres colombianas, ya sea en el influyente movimiento organizado, o independientes en espacios rurales y urbanos, deben seguir ejerciendo su participación efectiva en lo que sigue de aquí en adelante, y no solo en la implementación de los acuerdos con las FARC, sino también en una futura paz negociada con el ELN.

Esta responsabilidad no es solo una veeduría ciudadana para presionar para que los acuerdos se mantengan, sino para que cada una de las mujeres, en especial en ámbito rural, conozcan y exijan que las herramientas que provee el Acuerdo sean una realidad. Solo el involucramiento activo de las mujeres puede garantizar que la implementación de los acuerdos, en especial el enfoque de género, se traduzca en hechos concretos.

 

* Investigadoras del Instituto Igarapé

twitter1-1@katheaguirrecol

twitter1-1@igarape_org

 

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