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Marruecos y Libia: los desastres no son naturales

Escrito por Carlos Hector Cantillo

No dejamos de culpar a la naturaleza por las grandes tragedias, pero olvidamos las medidas de prevención y gestión del riesgo para evitarlas.

Carlos Héctor Cantillo Rueda*

Dos tragedias

Los trágicos acontecimientos en África del Norte, específicamente en Marruecos y en Libia, han volcado la atención del mundo sobre esa región.  Las imágenes que han circulado por todos los medios son impresionantes y el alto número de víctimas, desplazados y desaparecidos nos conmueve a todos.

El 8 de septiembre miles de residentes en distintas ciudades de Marruecos fueron sorprendidos por un terremoto de 6,8 de magnitud con epicentro en la zona montañosa de Alto Atlas. Murieron más de 2.900 personas a causa de la debilidad de buena parte de sus edificaciones.

Apenas cuatro días después, la tormenta Daniel, un “medicán” —huracán del Mediterráneo— y los grandes volúmenes de lluvias produjeron la falla de dos presas cercanas a la ciudad de Derna, en Libia. Se produjo una ola que literalmente arrasó parte de la ciudad. La prensa informa sobre la muerte de por lo menos 10.000 personas, la desaparición de 11.000 y miles de desplazados.

¿Cómo se explican estos desastres que muchos todavía califican como “naturales”?

Negligencia y más negligencia

Aunque el terremoto y la tormenta son eventos naturales y de gran magnitud e intensidad, la falla de las presas y la destrucción de las edificaciones son consecuencia de acciones y decisiones humanas.

¿Por qué colapsaron las estructuras en ambos países? Las respuestas están en las deficiencias de diseño, construcción o mantenimiento y todas sus combinaciones.

La norma marroquí de diseño y construcción sirvió para proteger algunas edificaciones, pero lamentablemente buena parte de las ciudades afectadas fue construida antes de su vigencia. Esto explica la magnitud de los daños.

Por su parte, existen graves denuncias sobre la negligencia en el mantenimiento de las presas de Derna. Incluso se afirma que llevaban más de 20 años agrietadas sin que se hiciera el debido mantenimiento y que se postergó varias veces por la inestabilidad política del país.

En cualquiera de los dos casos y desde cualquier punto de vista, una falla en alguna de estas presas sería apocalíptica, con gravísimas consecuencias sobre la mayor parte del territorio colombiano.

Foto: Twitter: @LibyaRC - La configuración urbana de Derna favoreció la destrucción, pues esta ciudad está ubicada en el trayecto del caudal desbordado.

Cabe recordar que Libia se enfrenta a una crisis política desde que Muammar Gaddafi fue derrocado y asesinado en 2011. Desde el “2014 el país está políticamente dividido y gobernado por autoridades rivales”.

Además, deben considerarse las condiciones de exposición y vulnerabilidad de la población frente al derrumbe de las edificaciones, tanto por el sismo en Marruecos como por la gigantesca ola en Libia. Hechos que no son naturales sino humanos y sociales.

En el caso de Derna, la configuración urbana de la ciudad favoreció la destrucción, pues está ubicada en el trayecto del caudal desbordado.

Las lecciones

Una lección obvia de estos hechos dolorosos es recordar lo que tantas veces habíamos comprobado: que los desastres no son naturales.

En ambas tragedias los eventos físicos naturales –sismo y tormenta– no fueron la causa principal de los daños referidos, sino su detonante. Sacaron a la luz desastres que previamente venían naciendo, creciendo y desarrollándose de manera silenciosa e imperceptible gracias a varios factores –todas de tipo antrópico–:

  • Decisiones, como la ubicación de las ciudades afectadas;
  • Acciones, como la forma de construir las ciudades y las viviendas;
  • Inacciones, como la falta de mantenimiento de las presas.

Como diría Omar Darío Cardona: “El desastre ya estaba configurado, el evento lo puso en evidencia”.

Otra lección ineludible es la importancia de una adecuada gestión del riesgo para aprovisionar a las comunidades de un mínimo de seguridad y bienestar que garantice sus derechos fundamentales, especialmente a la vida. Las medidas de gestión del riesgo contribuyen también al desarrollo sostenible y armónico del territorio.

Los riesgos en Colombia

Al conocer los detalles de estos desastres, surge la pregunta: ¿En Colombia puede ocurrir algo parecido? Si bien existen diferencias sociales, culturales y políticas con Libia y Marruecos, también algunas similitudes.

El primer hecho que nos viene a la memoria es el sismo del pasado 17 de agosto, que causó más zozobra que daños entre la población de las ciudades cercanas a su epicentro, como Bogotá y Villavicencio.

Pero esto no permite olvidar que Colombia tiene una larga historia de devastación en ciudades por terremotos:

  • Bogotá (1785, 1827 y 1917)
  • Santa Marta (1834)
  • Cúcuta (1875)
  • Cali (1925)
  • Manizales (1979)
  • Popayán (1983)
  • Pereira (1995)
  • Armenia (1999)

En todos los casos, los desastres se dieron en condiciones similares: presencia de ciudades y edificaciones vulnerables en zonas de actividad sísmica moderada y alta.

Al pensar en potenciales fallas de presas, surgen preocupaciones sobre el binomio El Quimbo-Betania en el Huila e Hidroituango en Antioquia.

En el Quimbo-Betania, las presas a cargo de Enel han sido evaluadas y monitoreadas, según exigencias de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, ANLA. Pero sus resultados no son de conocimiento público.

Hidroituango, a cargo de Empresas Públicas de Medellín (EPM), aunque aún no ha entrado en operación ha sido criticada reiteradamente por sus deficiencias en evaluación y gestión del riesgo. Al respecto recomiendo los artículos de Gustavo Wilches en esta revista: “Hidroituango: un desastre de mal en peor” e “Hidroituango: un desastre que no cesa”.

Aunque el terremoto y la tormenta son eventos naturales y de gran magnitud e intensidad, la falla de las presas y la destrucción de las edificaciones son consecuencia de acciones y decisiones humanas.

Además de las fallas en gestión del riesgo, se anota que en Hidroituango —como en el Quimbo-Betania—, la información es objeto de un gran celo institucional que impide conocer las condiciones de estabilidad del proyecto.

En cualquiera de los dos casos y desde cualquier punto de vista, una falla en alguna de estas presas sería apocalíptica, con gravísimas consecuencias sobre la mayor parte del territorio colombiano.

Pese a ser situaciones y contextos muy diferentes, las tragedias del norte de África deben llamar la atención de las autoridades responsables de la seguridad y bienestar de los colombianos, pues son las encargadas de difundir el conocimiento de los riesgos y revisar las acciones de gestión del riesgo de desastres que se están llevando a cabo actualmente en el país.

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3 Comentarios

Wilmer Cristancho septiembre 17, 2023 - 10:02 pm

lo sucedido en marruecos y libia no es solo una advertencia a lo que puede suceder en cualquiera de estos casos, estos dos sucesos son una muestra de que los daños y gran parte de las consecuencias son culpa de nosotros , ya que sabiendo lo recurrente y aleatorio de estos sucesos se deben tomar medidas preventivas para evitar un aumento en las consecuencias de estructura y de daños a los habitantes, pero con estos constantes problemas en la política y la economía de casi todos los países afectan y demoran todas estas medidas sin mencionar la ignorancia del tema que es lo que mas ha afectado toda la situación

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Luisiana Torres septiembre 17, 2023 - 10:54 pm

Las consecuencias por este tipo de desastres naturales tan devastadores que ponen en evidencia la cantidad abismal de víctimas y desplazados, no se atribuyen a una causa natural solamente, no podemos desconcer el hecho de que gran parte de lo que se vivió en estos territorios fue gracias a la negligencia respecto a la edificaciones y construcciones que desencadenaron estás grandes tragedias, por un lado las deficiencias en implementación y diseño estructural, por el otro un mal mantenimiento en una presa evidentemente decadente; dónde los efectos a pesar de ser desenvocados por causas naturales, son consecuencias por acciones humanas y sociales que se pudieron prevenir si se hubiesen tomado en cuenta las medidas necesarias, pero qué lamentablemente costaron la vida y estabilidad de muchos. Casos no muy alejados de nuestra realidad, la negligencia no solo es externa y si no vamos tomando acción podríamos pasar por algo similar o inclusive peor.

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Luisiana Torres septiembre 17, 2023 - 11:23 pm

Las consecuencias que podemos evidenciar en este tipo de desastres con tal magnitud de negligencia no son exclusivamente por causas naturales, a pesar de que es impredecible el efecto de un desastre natural, las acciones humanas poseen un gran impacto en lo que pueden desenvocar o no dichos desastres, la deficiencia en construcciones como lo fue la pésima implementación y diseño estructural en Marruecos, además de un decadente mantenimiento de la presa en Libia, fueron razones por las cuales, en estos dos casos puntuales, se vieron afectadas las numerosss víctimas de estos dos terribles sucesos, acciones netamente dictaminadas por acciones humanas y sociales. Sin embargo, no podemos hablar de estos desastres como situaciones remotas, en Colombia corremos un riesgo similar debido al mismo descuido en cuento a medidas necesarias para la gestión y prevención de tragedias como esta.

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