¿Qué se puede inferir del video donde varios excomandantes de las FARC anuncian el nacimiento de una nueva guerrilla? ¿Cómo puede cambiar el panorama político con este nuevo actor?
Medófilo Medina*
El sitio de las fragancias
La sucesión de escenas y de discursos del pasado 29 de agosto puede verse como un indicador de la encrucijada que atraviesa el país. Muchos dicen que esto “se veía venir”. Algunos convierten la frase en acusación. La mayoría la toma como muestra de las complejidades del proceso de paz.
En lenguaje almibarado, típico de la pluma de Santrich, este, Iván Márquez, el Paisa y sus socios y socias de aventura, lanzaron una bomba envenenada. Quizá por ello quisieron envolverla en metáforas evocadoras de brisas fluviales y aromas selváticos. Pero hasta las metáforas fueron portadoras de ambigüedad militar: “sitiados por la fragancia del Vaupés”.
A las cinco de la mañana apareció el video de 32 minutos en el que leyeron su manifiesto. A las 5:20 ya se agitaba el senador Uribe en los micrófonos de La FM, diciendo: “el país tiene que ser consciente de que proceso de paz no hubo”.
El mensaje era el mismo en ambos extremos del espectro: “seguimos en la guerra de siempre, pero nos disponemos a renovarla”. De una y otra parte no encuentran manera de “hacer política” por fuera de la ominosa prolongación de la guerra.
La defensa de la paz
No obstante, en el centro del escenario nacional está una mayoría que llama a defender la paz. Ella se ha venido construyendo con rapidez. Piénsese en la muchedumbre que sacudió al país el 4 de febrero de 2008, galvanizada por el odio y el sentimiento de revancha, piénsese en el plebiscito en el que ganó el no por una pequeña minoría y hubo una abstención del 63 por ciento.
Este acumulado de paz se ha venido construyendo “sin prisa, pero sin pausa”. En el atardecer del 2 de octubre de 2016 me encontré casualmente como participante en el Park Way de Bogotá en una espontánea y nutrida manifestación de jóvenes que coreaban con energía la consigna: ¡Acuerdo ya!
Las trayectorias militares del Paisa, Romaña, el Loco Iván y el Zarco Aldinever son innegables.
El 5 de octubre de ese año en Bogotá avanzaron hacia la Plaza de Bolívar muchedumbres que ondeaban banderas blancas, pancartas y carteles con la misma consigna. Manifestaciones de similar envergadura se realizaron en diversas ciudades del país. Y volvieron a repetirse el 12 de octubre.
El 26 de julio de 2019 se realizaron marchas multitudinarias contra los asesinatos de los líderes sociales, convocadas por el movimiento Defendamos La Paz. Por eso el Amplio Frente en Defensa de la Paz es un elemento central, a la luz del cual deben examinarse los acontecimientos recientes y que da pie para afirmar que en medio de las asechanzas la paz avanza.
![]() Foto: Facebook Álvaro Uribe |
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Las plataformas de la guerra
El manifiesto de la nueva guerrilla, por un lado, y el discurso del senador Uribe, por el otro, se ubican en los dos extremos de las variantes bélicas. Sobre el manifiesto quisiera tocar unos pocos aspectos.
En él se apunta a una nueva modalidad de la guerra. Una especie de guerra aséptica y defensiva contra la oligarquía. Pero la experiencia colombiana muestra que cada uno de los fracasos de la paz condujo a una nueva degradación de la contienda que nunca fue limpia.
Hace mucho tiempo la guerra de guerrillas en Colombia dejó de financiarse con las comunidades campesinas. Los crecientes costos de la guerra condujeron a la búsqueda de recursos mediante el secuestro extorsivo y el narcotráfico. En la nueva plataforma se renuncia al secuestro, pero en realidad sus proponentes no pueden privarse de los recursos del narcotráfico ni negarse a entrar en entendimientos con los narcos.
Por otro lado, las víctimas de la confrontación las pone el pueblo, no solo porque los soldados, policías y guerrilleros son del pueblo, sino porque la mayoría de los desplazados y desaparecidos no proceden propiamente de las oligarquías.
El manifiesto se muestra sensible frente al policía, el oficial, el suboficial (“los militares y policías que anhelan la paz para Colombia, tanto como la gente del común”). A ellos se alude en diversos momentos.
Pero cabe preguntarse si los “neomarquetalianos” reconocen que al avance de la paz precisamente se debe que las denuncias sobre nuevos falsos positivos y la corrupción de las Fuerzas Militares no se cubran tan fácilmente bajo expedientes según los cuales a los acusados no se los puede llevar a los tribunales porque esto los sustrae de las tareas de la guerra.
En las negociaciones de paz tomaron parte militares activos del más alto rango. Esto no solo fue una peculiaridad del proceso de La Habana, sino que tuvo un significado muy positivo para el logro del Acuerdo.
En el seno de las Fuerzas Armadas ha ganado audiencia la idea de que la lucha por el monopolio de la fuerza en manos del Estado es por el monopolio legítimo de la fuerza. Es indudable que el propósito de restaurar a las FARC crea dificultades en aquellos sectores de la Fuerzas Armadas a los que en primer lugar querían favorecer los puntos citados en el manifiesto.
Cualquier recrudecimiento de la confrontación armada puede llevar a debilitar la denuncia y vigilancia de los comportamientos criminales, bajo el pretexto de no erosionar la moral de los uniformados y no afectar el espíritu de cuerpo de las instituciones indispensables para librar una guerra eficaz.
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Dimensiones de la amenaza
No hay claridad sobre el peso militar de la nueva disidencia ni sobre las posibilidades reales del Estado para controlarla. Pero no se puede menospreciar la magnitud de este desafío a la paz, cuya fortaleza radica en la trayectoria militar y organizativa de sus comandantes.
Iván Márquez es un cuadro político importante, pero desde hace mucho tiempo está alejado de las rutinas del combate. Y es difícil saber si Santrich ha tenido una trayectoria militar significativa.
Sin embargo, las trayectorias militares del Paisa, Romaña, el Loco Iván y el Zarco Aldinever son innegables. Todos ellos tuvieron mando de tropas numerosas y participaron en el diseño y realización de operaciones importantes.
Sobre el número de hombres se han ofrecido algunas estimaciones que resultan poco confiables, ya que suelen incorporar a las tropas de las anteriores disidencias. El manifiesto se refiere al empeño que pondrán “en coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y con aquellos compañeros que no han plegado sus banderas”, es decir, con las anteriores disidencias.
![]() Foto: María Claudia Escobar en Razón Pública |
Es cierto que las actuales circunstancias esa coordinación es posible y peligrosa, pero muy diferenciada. Seguramente el ELN habrá visto con euforia el llamado. Pero se sabe que las dos Coordinadoras Guerrilleras que en el pasado se convinieron entre ambos grupos no resultaron eficaces ni en lo militar ni en las negociaciones de los años noventa.
Por otro lado, la guerra se libraba de modo diferente en el tiempo de las Coordinadoras y no había entrado aún en la sofisticación aérea de inteligencia y comunicaciones que alcanzó a partir de 1999.
Aunque dirigentes del ELN tuvieron reuniones previas con Márquez, en el video no apareció ninguno de ellos. Quizá la coordinación no vaya tan rápido.
Es conocido el interés de las disidencias por las decisiones que tomaría Iván Márquez desde que desapareció de la escena pública. Y entre sus filas hubo quienes manifestaron cierta impaciencia por la dilación de la declaración de Márquez y del Paisa como guerrilleros.
Es conocido el interés de las disidencias por las decisiones que tomaría Iván Márquez desde que desapareció de la escena pública.
La primera disidencia, la más numerosa y la que tiene dominio territorial más extenso en los departamentos de la Amazonia y la Orinoquia es la de Gentil Duarte. Sin embargo, tampoco hubo un representante de esta disidencia en el video fundacional.
No es irrelevante señalar que ya se habían manifestado prevenciones entre las disidencias por las pretensiones sobre el liderazgo. Cuando Rodrigo Cadete, comandante de la disidencia del Frente 27 en el Caquetá, fue abatido en una operación del Ejército en febrero de 2019, el responsable político Alejandro Guevara buscó la comunicación con Gentil Duarte.
Posteriormente adelantó propuestas de integración de una línea jerárquica de dirección que encabezaba Duarte, seguido por Iván Mordisco, Iván Márquez en tercer lugar, Enrique Marulanda en cuarto y el Paisa en quinto. ¿Resultará aceptable ese orden de precedencia para estos egos inflados?
Aunque la disidencia “neomarquetaliana” es peligrosa para la paz, tiene también debilidades notables. Lo cierto es que una estructura nacional con férrea unidad de mando y con un acumulado militar, político y simbólico no se va a reconstituir ni va a ser posible la creación de una formación militar de similar escala a las antiguas FARC. Esto no debe llevar a la confianza, pero no debe hacer perder de vista que en medio de las asechanzas la paz sigue avanzando.
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Mirar el futuro
El Centro Democrático y el senador Uribe miran la realidad de otra manera. En su diatriba del 29 de agosto el caudillo recitó todo su programa:
- Extracción de los acuerdos de la Constitución,
- Eliminación de la JEP,
- Extradición para los dirigentes de las FARC,
- Creación de un sistema de justicia al gusto del Centro Democrático y de las familias Uribe-Vélez y Uribe-Moreno.
Todo esto inducido por una conmoción interior (golpe de Estado). Para ello necesitan que lo que han propuesto Márquez, Santrich y el Paisa tome fuerza, y se conviertan en un dispositivo funcional a un Régimen de Opinión de reelección perenne.
![]() Foto: Andrés Monroy en Razón Pública |
Por eso el movimiento por la paz debe organizarse y adoptar un programa de garantías del plan de reincorporación, protección, respaldo financiero y de seguridad de los 24 Espacios Territoriales de Reincorporación, con mecanismos de protección de los excombatientes que siguen en el proceso, pero no están en los ETCR, así como la reestructuración de los PDET mediante la incorporación de las comunidades.
Por estos días Miguel Ceballos, alto comisionado de Paz, Emilio Archila, alto consejero para la Estabilización, y el mismo presidente Duque abundaron en cifras abultadas y omitieron hablar del Acuerdo. Para ellos el proceso de paz es un programa de reinserción y no la plataforma de un nuevo país. Pero el escenario verdadero de este Acuerdo es toda la nación, bajo la mirada vigilante de la comunidad internacional, que siempre ha sido un factor de apoyo a la ruta de la paz en Colombia.
*Cofundador de Razón Pública. Para ver su perfil haga clic acá