A casi veinte años de su muerte, María Mercedes Carranza sigue siendo vigente. Su poesía rima con la desilusión de un país que vive entre el chiste y la chanza. Este país que nos tiene a todos enterrados vivos.
Paula Andrea Villadiego*
¿Quién es María Mercedes Carranza?
María Mercedes Carranza fue una poeta, periodista y gestora cultural nacida en Bogotá el 23 de mayo de 1945. Hace veinte años, el 11 de julio de 2003, se suicidó con una sobredosis de pastillas antidepresivas.
Fue hija del diplomático y poeta piedracielista Eduardo Carranza, lo cual es importante porque él fue el contrapunto de su trabajo. Ella se alejó de sus formas líricas, y emprendió un camino literario totalmente opuesto.
María Mercedes Carranza disrumpió con los legados anacrónicos que persistían en la escritura colombiana. A través de temas y formas poéticas que nada tienen que ver con preservar la poesía clásica, se opuso a la literatura engendrada en los grupos herméticos que escribían desde el enaltecimiento de la literatura.
Trabajó como periodista en El Siglo de Bogotá, El Pueblo de Cali, la revista Nueva Frontera, y la revista Semana. Aunque en esos lugares dirigió páginas literarias y estuvo a cargo de la crítica literaria, su trabajo más reconocido fue dirigir la Casa de Poesía Silva durante diecisiete años hasta el día de su muerte.
De su obra destacan los poemarios Vainas y otros poemas (1972), Tengo miedo (1983), Hola, soledad (1987) y Maneras de desamor (1993). Adicionalmente, publicó un texto crítico sobre la poesía de su padre titulado Carranza por Carranza (1985). También, después de su muerte, se publicaron varias antologías de su obra. La más completa es Poesía reunida & 19 poemas en su nombre que incluye los poemas que sus amigos le escribieron tras su muerte.
Irreverencia vital y poética
María Mercedes venía de una familia conservadora y con una influencia literaria grande. No solo por su padre fue literato, sino su tía abuela Elisa Mújica, de quien intentó desligarse a través de imágenes poéticas cargadas de sarcasmo, mordacidad, ironía, y exenta de figuras literarias complejas.
Fue honesta y fiel a sus creencias, se burlaba de ese entorno en el que había crecido, el cual enseñaba una idea de Dios sagrada, intocable, sublime y, así mismo, lo hizo con la clase social a la que pertenecía: “Juro/ que Dios, Libertad y otros no son más/ que la estupidez diaria de tener/ que vivir cansada y de no llegar a conocerlos nunca, que son palabras/ con mayúscula y objeto/ de gente sin oficio”.
Esa misma gente sin oficio buscaba crear una poesía encerrada en una torre de marfil. En contraste, María Mercedes aterrizaba sus poemas en “la aventura de la sopa”, “el arroz frío”, las cremas de la cara, y los esmaltes en la mesa de noche junto a Pavese.
Con la muerte de Galán se fue la esperanza de cambiar a Colombia, y tener un país más equitativo y justo. Ojalá pudiese escribir que la esperanza de Carranza en el país se cumplió, pero no es así. Después de casi veinte años de su muerte, Colombia sigue siendo una Patria boba e hipócrita.
La cotidianidad es uno de los elementos más destacados de su obra, pues con ella transgredía esos excelsos lugares de lo poético. Así mostraba que el lenguaje no es sagrado, conjurador o mágico, sino que las palabras son traidoras de sus propios significados: “Igualdad merece la horca/ por ser prostituta/ del peor burdel;/ Esperanza ha muerto ya;/ Fe padecerá la cámara de gas”.
Entonces, sus poemas no son otra cosa que un viaje a su intimidad, a la desazón de la vida, y a las acciones irrelevantes. Lo indiferente lleva a la muerte, y el amor no es otra cosa que compartir unos platos sucios, el sudor de la noche y el olor a pescado.

Compromiso político y social
Transversal a su quehacer de poeta, estaba su compromiso social y político. En sus imágenes desencantadas mostraba lo que era (es) Bogotá; la política colombiana; la falta de cambio y de oportunidades, y la decepción de no poder ser otra cosa que un campo de guerra y una fosa común.
Evidencia de esto fue su poemario El canto de las moscas (Versión de los acontecimientos), el cual reúne veinticuatro poemas cortos que trazan un recorrido por las zonas donde llegó el conflicto armado en el siglo pasado. Aún con el acuerdo de paz firmado desde 2016, el conflicto aún no se ha ido de esas zonas.
Un ejemplo de esto es Dabeiba, un municipio disputado entre paramilitares, las disidencias de las FARC y los militares. Un territorio cuyo río de agua dulce seguirá teñido de “rosas rojas” hasta que dicho acuerdo se cumpla.
Por otro lado, y más allá de sus poemas, María Mercedes ejerció un papel activo en la política colombiana, pues hizo parte de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 como representante del Movimiento Alianza Democrática M-19.
Algunos de los puntos que quiso incluir en la nueva constitución fueron el derecho al aborto y el reconocimiento de los derechos de los indígenas. Sobre estos dos puntos, quedó incluido el último, y la despenalización del aborto hasta la semana veinticuatro —veintiún años después—.
Así mismo, una de sus motivaciones para participar en la constituyente fue el secuestro de su hermano Ramiro Carranza. De ahí nació un movimiento por la libertad de los secuestrados, el cual fue cobrando importancia conforme estos hechos se repetían. A partir de este acontecimiento sentó su posición política.
En una entrevista con Margarita Vidal confesó que no se definía ni conservadora ni liberal, sino “Galanista”. Luis Carlos Galán y ella fueron amigos cercanos, pero, más allá de esto, ella creyó y apoyó su proyecto político hasta su asesinato.
Ad portas de unas elecciones que pueden cambiar el rumbo del país, nace la incertidumbre. ¿Entraremos en el eterno retorno de la derrota?, ¿seguiremos en esta casa donde “los vivos duermen con los muertos”, en donde las habitaciones están en ruinas?, ¿o podremos hacer realidad el cambio que desde hace más de veinte años queremos?
Con la muerte de Galán se fue la esperanza de cambiar a Colombia, y tener un país más equitativo y justo. Ojalá pudiese escribir que la esperanza de Carranza en el país se cumplió, pero no es así. Después de casi veinte años de su muerte, Colombia sigue siendo una Patria boba e hipócrita.
La voz María Mercedes hoy
Colombia se queja de estar mal, pero no se quiere curar, como lo dice su poema Con usted y con todos los demás: “Por usted/ que ahora protesta porque Colombia está/ contra la pared, pero la acorrala más/ durmiendo entre tanto olor a Colombia,/ esta loca que habla sola, se golpea/ contra las tapias y cree que alguien/ la puede curar”.
Ad portas de unas elecciones que pueden cambiar el rumbo del país, nace la incertidumbre. ¿Entraremos en el eterno retorno de la derrota?, ¿seguiremos en esta casa donde “los vivos duermen con los muertos”, en donde las habitaciones están en ruinas?, ¿o podremos hacer realidad el cambio que desde hace más de veinte años queremos?