Un análisis poco convencional sobre el corazón del “duquismo” ideológico: la economía naranja (que ni la Ministra de Cultura entiende) y la creatividad (que no es nada).
Omar Rincón*
Las siete i y la creatividad
La creatividad y la naranja de este gobierno no son más que un embeleco para mantener ocupado al elegido y sus amiguetes, mientras el que manda hace la guerra, matonea a sus críticos y decide que todo siga igual.
Por eso, las siete i que componen el discurso naranja son lugares comunes, pero no reales:
·Información. Lo que no hay en Colombia, eso que poco interesa al gobierno que vive de la opinión y huye del dato que lo contradice;
·Instituciones. Justo lo que le ha faltado a la política naranja, que involucra a todos, pero donde nadie manda;
·Infraestructura. La que no tenemos real ni virtual;
El sector tecnológico triunfó sobre el concepto de ciudadanía y soberanía cultural.
·Industria. Concepto propio del siglo del ferrocarril, la máquina de vapor y la fábrica;
·Inclusión. Basta tener un celular para estar incluido en la sociedad, poco importan los derechos laborales y condiciones de vida;
·Integración. De un país donde solo existen Bogotá y el humo de Medellín, el cemento de Barranquilla y lo afro de Cali;
·Inspiración. Somos poetas que creemos en las palabras vacías.
La economía naranja está basada en la nada, y olvida en sus siete enanitos que la i más importante es la identidad, esa que se hace potencia desde y en la soberanía cultural.
La otra palabra mágica y vacía de la economía naranja es creatividad, un término que debería ser expulsado de la vida porque se ha convertido en un lugar común que sirve para cualquier cosa. Casi siempre es una solución facilista ante la ausencia de oficio, de rigor y de saber.
Se cree que la creatividad es algo que sucede solo: somos creativos por ser colombianos. Y en este gobierno creatividad es otra presentación de power point donde se elogia el talento nacional, ese que no se ve: seremos recursivos para sobrevivir, seremos imaginativos para delinquir, pero nada más.
El power point de la Economía Naranja
La economía naranja es una buena presentación de power point de fin de curso, ni siquiera una tesis de fin de carrera. Para hacerle justicia, a continuación, un comentario desarticulado (como el Consejo Naranja) y en forma de bullets de diapositivas de power point:
·Economía naranja es lo mismo que desde finales del siglo pasado se llama industrias creativas, economía creativa o “cómo convertir la cultura en mercancía”. No importan las artes ni las identidades, pero sí lo que genera valor: televisión, contenidos digitales, artesanías y turismo.
![]() Foto: Presidencia de la República |
Ahora revive con el atractivo de las nuevas tecnologías, y se cree que bastan un celular y una pésima conexión Claro a internet para ser emprendedor naranja. Todo se convierte en eventos medibles en usuarios y marcas: lo que importa son la rentabilidad y el aporte al PIB.
- Duquismo. El periodista Santiago Rivas, expresentador de Los puros criollos, expulsado del cielo de RTVC, cree que el embeleco naranja quiere ser la marca del duquismo para diferenciarse del uribismo. Por ahora, solo es un discurso para viajar como si fuera la primera dama, e ir de paseo yo voy (la nueva marca país) por festivales, ferias y eventos marquetineros.
- La biblia es La Economía Naranja, una oportunidad infinita (2013), el evangelio de Duque y Buitrago. Allí se justifica que todo se justifica. Por ejemplo, que la serie Narcos de Netflix, como dijo Duque, facturó 14.000 noches de hotel. Se le pasó que esto tiene una rebaja del 40 por ciento de impuestos y que vende a Colombia como un destino narco.
- “Viva lo extranjero que sabe a bueno”. Lo naranja y creativo son las grandes plataformas OTT (over the top) como Netflix, HBO, AMAZON. Las mismas que se benefician con la nueva Ley TIC por no tener regulación de ningún tipo. Y además las apps de explotación laboral sin derechos, como Rappi y Uber.
El sector tecnológico triunfó sobre la ciudadanía y la soberanía cultural, que es lo que debería defender el Ministerio de Cultura. Y es que según Duque y Buitrago, la economía naranja es aquella “cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual más que por su valor de uso”. O sea, la propiedad es la que importa, no lo cultural o intelectual.
Queda la pregunta de qué es lo que Duque sabe que nadie sabe o no nos ha contado.
- Nadie se hace cargo. 21 agencias del Gobierno Nacional están (des)articuladas para fortalecer la cultura y la creatividad, a través de cerca de 70 programas y 819 mil millones de inversión directa. Hay una consejería presidencial que juega a ser media lab a lo Silicon Valley, un viceministerio inane y un ministerio que solo cree en los aparatos tecnológicos. Y cada uno manda, cada uno por su lado. Crearon el Consejo Naranja con todas esas entidades, que tienen que trabajar de manera conjunta con el Ministerio de Cultura, que poco manda o importa.
·La cultura pierde. “Llevamos un año perdido para la cultura”, sentencia Laura Gil, y es verdad. Poco importan la identidad, la soberanía cultural, los procesos de tejer sociedad. Para nada interesan los procesos y las culturas vivas.
·La ministra de cultura tampoco se ha enterado de cuál es su trabajo ni de qué es la economía naranja. Por eso repite frases sin ton ni son. Solo le ha quedado eso del turismo.
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El juicio sobre la Economía Naranja
Pregunté a la gente que más sabe de política cultural en Colombia sobre qué piensan de la economía naranja. Y este fue su veredicto:
- Una buena idea mal estructurada y creo que ejecutada a trancas y barrancas. Deben pensar mecanismos para que tenga más capacidad de actuación, ejecución de los proyectos, seguimiento y evaluación.
- Incluir el Viceministerio de creatividad y economía naranja en la arquitectura ministerial fue un tremendo error, porque se requiere una transformación mucho más profunda, integral y orgánica.
- Tener una consejería presidencial, un viceministro naranja y un MinTic con el billete es, además de incomodo, ineficiente.
- Que la cabeza del Ministerio —la ministra— no conozca plenamente uno de los temas insignia del gobierno es una aberración. Por primera vez en la historia del Ministerio de Cultura, uno de sus viceministerios tiene más protagonismo que la titular de cartera.
- Que un proyecto cultural animado por el propio presidente, cuando ninguno de sus antecesores había hecho algo semejante (quizás Belisario), no sea diseñado como un proyecto de nación es una miopía.
- Que no se le haya metido todo el julepe a este proyecto con victorias tempranas que eran posibles es un error estratégico.
- Que confundan industrias creativas con Rappi, la cerveza artesanal y el feng shui es una burrada de tamaño increíble.
- Que el Consejo Naranja sea solamente una reunión de entidades estatales es puro estrabismo.
- Que la economía naranja desconozca el valor de la investigación y la ciencia en la creación cultural es de ignorantes.
- Que no se hayan mostrado las relaciones de la economía naranja con otros temas centrales de la cultura es un despilfarro.
- Que no se hayan armonizado otras leyes con la economía naranja es un desequilibrio.
- Que el concepto de economía esté liquidando el concepto de cultura demuestra que no tienen ni idea de cultura ni de las condiciones creativas de Colombia.
- Se perdió una oportunidad excepcional. Y si fracasa pasaran otros cien años de soledad para la cultura. Quizás para la cultura sean mejor la soledad y los ratones.
- Cuando la cultura interesa a los políticos, le va peor.
- Lo naranja se ha convertido en estrategia para hacer la memoria y la historia al antojo del gobierno (y eso es cultura). «El Uribismo se dio cuenta de que ya no le bastaban el Ministerio de Defensa y el de Hacienda para lograr sus propósitos, sino también el de Cultura», nos dijeron.
- Queda la pregunta de qué es lo que Duque sabe que nadie sabe o no nos ha contado.
![]() Foto: Ministerio de Cultura |
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Los cuentachistes
Tal vez la única forma de comprender el embeleco naranja sea desde la caricatura y algo de humor. Y como todo lo de Duque, su economía naranja parece más un asunto de cuentachistes que una política pública:
Se cree que la creatividad es algo que sucede solo: somos creativos por ser colombianos.
Una política power point. Laura Gil, directora de La Línea del Medio, afirma que “un año después, seguimos sin saber qué es la economía naranja”, certifica que esto no es más que “una presentación de Powerpoint”.
Una política Tang. Según Chucky García, Director artístico de Rock al Parque, la naranja es una cultura fast food o instantánea: una economía Tang, en sobres y que busca resultados inmediatos.
Falsos positivos culturales. El crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga sospecha que se viene una cadena de falsos positivos culturales con un alto grado de improvisación en los procesos y el estímulo a una burbuja de empresas creativas sin futuro.
La porno-naranja. “La crisis de los medios y del país es porque en este país es más importante #EsperanzaGomez y sus grandes cualidades que la información.” escribió Camila. Un buen ejemplo de economía naranja: las redes virtuales por encima de las realidades.
Japi end. La economía naranja suena mejor en inglés y su fórmula es tres guevones (webon-webon-webon) + tres maricas (marica-marica-marica) para concluir con tres o seas (osea, osea, osea).
Solo se ha pensado en la media naranja del billete; falta la otra media naranja, la de la identidad, la soberanía cultural y el respeto por las culturas ancestrales. La vida es mas grande que un power point.
*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo, CEPER, de la Universidad de los Andes. orincon61@hotmail.com