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Manual de anti-negociación: Duque y su apuesta con el ELN

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Charles Larratt Smith
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La renuncia del alto comisionado para la paz es un capítulo más de la equívoca, improvisada y caótica estrategia de negociación del gobierno Duque con el ELN.

Andrés F Aponte*
Charles Larratt-Smith**
Luís Fernando Trejos***

Todo lo que no debe hacerse

Pocos días antes de hacer pública su renuncia, el ahora ex comisionado de paz, Miguel Ceballos, anunció unos posibles acercamientos con el ELN.

Este enredo no es más que un nuevo capítulo de la equívoca e improvisada estrategia de diálogos de la actual administración. El suceso, junto con otros tantos, nos permite escribir un manual de lo que no se debe hacer para construir o reestablecer un ambiente propicio para los acercamientos y diálogos de paz. Una recapitulación sobre ciertos sucesos y acciones desarrolladas por la oficina del alto comisionado de paz y por el presidente Duque permite señalar los pasos a seguir en un proceso de anti negociación.

En efecto, durante estos casi tres años de administración, lo único que se ve en materia de paz y seguridad es una improvisación constante. Los funcionarios son poco sensibles a las realidades territoriales y a la naturaleza organizacional del ELN, además de confirmar cada día la poca audacia y olfato político del actual gobierno. Ahora bien, este no quiere decir que el ELN no tenga sus propios problemas para hablar de paz, pero en este artículo nos centramos en la administración Duque.

El comienzo

Cuando Iván Duque asumió la presidencia, el 7 de agosto de 2018, acabó encartado con un proceso de negociación que comenzó durante la administración Santos (2010-2018). Siendo consecuente con su electorado y con sus promesas de campaña, Duque dijo que no estaba de acuerdo con la forma y el fondo de los diálogos con el ELN en La Habana.

Por eso condicionó unilateralmente la prolongación de estos a un requisito: que se liberara a todos los secuestrados. Sólo así pensaría en volver a renegociar la agenda y los plazos, lo cual significaba desconocer lo avanzado, que no era poco: nunca se había llegado tan lejos con esta guerrilla.

Los funcionarios son poco sensibles a las realidades territoriales y a la naturaleza organizacional del ELN

El atentado en la Escuela General Santander permitió que Duque se deshiciera de una mesa empantanada, que no le representaba ganancias políticas y le ayudó a construir un nuevo enemigo interno, a falta de las FARC. El gobierno y el Centro Democrático reencaucharon el discurso de la guerra contra el terrorismo y levantaron la bandera de la seguridad en la agenda pública.

Paso 1: Perpetuar desconfianzas e incumplir las reglas de juego

A la clausura de la mesa de la Habana le siguió el desconocimiento de los protocolos acordados con el ELN para el traslado de los negociadores de la guerrilla en caso de que los diálogos se suspendieran. Además, Colombia le solicitó a Cuba, país garante, la extradición de los negociadores del ELN.

Esto aumentó la desconfianza mutua, quitó credibilidad al Estado colombiano (que ya estaba mermada por los incumplimientos del acuerdo con las FARC, el asesinato de líderes sociales y una nueva espiral de violencia en ciertas regiones) y le cerró las puertas a la negociación con el ELN.

Paso 2: Perder el rumbo en la arena internacional

Como consecuencia—y producto de su política hemisférica—Duque estrechó su camino y acabó con pocos aliados que acompañen una eventual negociación. Por un lado, apoyó a la oposición venezolana con una campaña internacional y acciones diplomáticas para cercar al régimen de Maduro, promovió el Grupo de Lima, y el embajador de Colombia en Estados Unidos llegó a sugerir acciones armadas contra Venezuela). Esta estrategia no llegó a buen puerto y acabaron por romper cualquier puente con el régimen venezolano, facilitando la presencia del ELN en el país vecino.

Foto: Presidencia de la República - Miguel Ceballos renunció por los acercamientos de Uribe con el ELN sin su conocimiento.

El atentado en la Escuela General Santander permitió que Duque se deshiciera de una mesa empantanada, que no le representaba ganancias políticas

Por otro lado Cuba y otros países que acompañaron el diálogo están poco dispuestos a rodear un nuevo intento de paz, pues Duque hizo evidente que el Estado no cumple los compromisos legalmente adquiridos. Peor todavía, la intervención del Centro Democrático en las elecciones norteamericanas y el apoyo irrestricto a las políticas internacionales del gobierno Trump son un portazo al apoyo del gobierno Biden.

Paso 3: Dos equipos negociadores

Durante los dos últimos años se han venido filtrando los acercamientos entre la administración Duque y el ELN. No obstante, el comisionado Ceballos y el presidente han negado estos diálogos porque el ELN no cumplía los tres inamovibles para reestablecer el diálogo (no reclutar menores de edad, no secuestras y cesar las acciones armadas).

La renuncia del comisionado de paz y las declaraciones del ex presidente Uribe ponen de manifiesto que la administración desde hace tiempo estaba dialogando tras bambalinas, y que además lo hacía de forma descoordinada y sin norte alguno.

Hace poco se supo que Uribe y Ceballos tenían línea directa con los delegados del ELN. Todo parece indicar que no había comunicación entre estas dos líneas, lo que resultó en celos y reyertas: Miguel Ceballos hizo pública su renuncia, motivada en parte por estos contactos paralelos del presidente Uribe, ya que desconocían su cargo como alto comisionado para la paz.

Paso 4: Sabotear la paz y no saber hacer la guerra

Un Estado y un gobierno tienen el derecho y la posibilidad de acabar una mesa de diálogos si cree tener la capacidad humana, material y logística para acabar el conflicto por la vía militar. Podría pensarse que los allegados a Duque y sus expertos en seguridad hicieron este; pero los hechos demuestran todo lo contrario: el ELN es más fuerte y tiene más presencia en el territorio nacional.

Para colmo, el gobierno hizo un refrito de la “exitosa” estrategia contrainsurgente que empleó el gobierno Uribe contra las FARC. Se establecieron objetivos de alto valor estratégico, táctica que funcionó con las FARC-EP, pero que es ineficaz en el caso del ELN, por su carácter federado y horizontal.

En este sentido, la Fundación Ideas para la Paz mostró que, a pesar de los golpes en el sur de Bolívar contra Gallero (miembro de la Dirección Nacional) y Mocho Tierra (comandante de la dirección del Frente de Guerra Darío Ramírez Castro), y en el Chocó contra Uriel (miembro de la dirección del Frente de Guerra Noroccidental), en el año 2020 el número de capturados del ELN descendió en un 50% frente al 2019. Sucedió igual con el número de combatientes dados de baja, que fue el menor desde 2010. Mientras tanto, el número de integrantes de la guerrilla aumento en 78%, pasando de:

  • 1505 integrantes en 2016, a
  • 2206 en 2018, y a
  • 2678 en 2020.

Así el ELN se ha expandido territorialmente y ha aumentado su capacidad militar. Este crecimiento numérico, la recuperación de territorios perdidos por las extintas AUC y las FFAA, y la ocupación de espacios dejados por las FARC-EP, permitió que el ELN reconfigure una cadena de frentes desplegados en una especie de “eje” de las rentas ilícitas: empezando en Chocó, pasando al bajo Cauca, siguiendo al Sur de Bolívar y finalizando en el Catatumbo, frontera con Venezuela.

Paso 5: Cuando tenga dificultades políticas anuncie que quiere negociar

En medio del paro nacional y ante las críticas contra el gobierno y varios funcionarios—entre ellos, Miguel Ceballos—, nos enteramos de que la oficina del alto comisionado tenía unos resultados, bien guardados, en materia de paz: la existencia de contactos con el ELN, de la mano del Vaticano y de la ONU.

Este anuncio causó sorpresa y dejó a más de un par fríos e incrédulos, pues estos acercamientos implicarían que el gobierno flexibilizó sus tres inamovibles. Sorprendidos, porque nadie se explicaba de dónde salían dichos avances; y escépticos, pues estos logros se están exaltando en un momento de críticas fruente a la labor del ex-comisionado Ceballos en la mesa de negociación con el Comité de Paro y de la seria crisis política que vive el país.

El ELN se ha expandido territorialmente y ha aumentado su capacidad militar.

Y, como corolario, el ELN rebajó el papel de Ceballos en la negociación y ahora tiene el sartén por el mango. Ahora es el gobierno el que necesita mostrar avances y resultados. En cierta forma, y guardando las proporciones, el ELN está en la misma posición que tenía cuando dialogó con el gobierno Samper: tiene más por ganar que perder, gracias a una administración desgastada, deslegitimada y con poca favorabilidad en la opinión.

Aprendizajes

Saber cómo comenzó y cuál ha sido la trayectoria de las relaciones entre la administración Duque y el ELN, permite entender las posibilidades reales de este gobierno para dialogar con la guerrilla. Además, se ponen de manifiesto los obstáculos, limitaciones y posibilidades para retomar el camino hacia la paz.

Que el Estado colombiano haya dejado varado en Cuba al equipo negociador del ELN, sumado a la permanencia de Nicolás Rodríguez en La Habana desde hace dos años, y el desplazamiento hacia Venezuela de los mandos que operan en el oriente (donde obtienen importantes recursos económicos, especialmente controlando una parte del Arco Minero del Orinoco y un porcentaje importante del contrabando que ingresa a Colombia), pone sobre la mesa varios asuntos:

  1. El tema de la real conducción del ELN. Los mandos históricos reunidos en el Comando Central y parte de la Dirección Nacional (que tienen una perspectiva nacional e ideológica de su conflicto), parecen estar cada vez más alejados de los mandos de los Frentes de Guerra, que tienen visiones más regionales y pragmáticas sobre la confrontación. Quizás esto exija incluirlos activamente en los modelos de diálogo y negociación.
  2. La desconfianza que ha construido la administración Duque con la otra parte y la comunidad internacional. En muy poco se diferencia de la diplomacia del gobierno Uribe, que fue torpe y errática.
  3. El fracaso de las estrategias de paz y de guerra del gobierno Duque se debe, en gran medida, al desconocimiento organizacional de esta guerrilla. Esto llevó a reutilizar métodos que funcionaron con las FARC-EP, pero deben ser rediseñados, teniendo en cuenta las particularidades orgánicas y territoriales de los frentes de guerra que conforman al ELN. De lo contrario, seguiremos pedaleando en una bicicleta estática en el conflicto y la búsqueda de una salida negociada con esta insurgencia.

Y con esto completamos el manual de anti-negociación que inventó el gobierno Duque. Un manual de todo lo que no se debe hacer para ponerle fin a un conflicto armado.

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