Maduro, garante del diálogo con el ELN | Diálogos de paz
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Maduro, garante del diálogo con el ELN

Escrito por Henry Ortega-Paloma Bayona
Diálogos de paz en Colombia

La presencia del gobierno venezolano como garante de las negociaciones con el ELN tiene ventajas y riesgos para el proceso y para Colombia. ¿Cuál sería el papel de Venezuela?

Henry Ortega Palacio* y Paloma Bayona Escallón**

Una decisión prometedora

El nombramiento de Nicolás Maduro como garante del proceso de paz con el ELN parece ser un acierto por dos motivos:

  • Porque el gobierno de Venezuela puede influir sobre las decisiones del ELN y por lo tanto aportar en las negociaciones, y
  • Porque el proceso puede ayudar a restablecer las relaciones entre los dos países.

Las relaciones recientes entre Colombia y Venezuela pueden resumirse en tres momentos:

  • la ruptura entre Maduro y Santos debido a la expulsión masiva de colombianos del territorio venezolano;
  • el fracaso del ‘cerco diplomático’ de Duque, y
  • los intentos de Petro para normalizar las relaciones.

Por otro lado, durante los últimos 30 años, Venezuela estuvo presente en varios procesos de negociación para poner fin al conflicto armado en Colombia. El más importante fue la participación de Venezuela —en cabeza de Hugo Chávez— en las negociaciones con las FARC.

Después Venezuela estuvo en los diálogos preliminares con el ELN en el 2016. Ahora Petro intenta retomar esa mesa de diálogo que se abrió entre el gobierno Santos y la guerrilla, y que fue suspendida en el gobierno Duque.

Además, hay un elemento circunstancial con el ELN que reafirma el “acierto” de este nombramiento: los protocolos de finalización de las negociaciones.

Pero no todo pinta color de rosa. La situación del régimen venezolano, los efectos de la política interna en Colombia, la situación fronteriza, y las acciones concretas del ELN, ponen sobre la mesa dudas que deben ser tenidas en cuenta.

El Estado debe cumplir lo que pacta

En política exterior, todo Estado debe procurar la satisfacción de sus intereses y el cumplimiento de sus deberes.

En relación con Venezuela, los intereses del Estado Colombianos son, al mismo tiempo, las razones para restablecer las relaciones binacionales —aunque haya distancias políticas e ideológicas con el gobierno de Maduro—.

No es para menos. Reanudar esta relación es trabajar por: el comercio binacional, la protección de ciudadanos colombianos en Venezuela a través de la actividad consular, y, ahora, la paz.

En las pasadas negociaciones, el Estado colombiano firmó un protocolo de ruptura de diálogos, donde Venezuela era puente para el retorno de la delegación del ELN a Colombia.

Aunque en un afán efectista y punitivo muchos sectores colombianos no estaban de acuerdo, estas eran las reglas de juego. Estas debían ser respetadas no tanto por el ELN, sino por la posición de Colombia ante sus pares internacionales: el Estado debe mostrar que cumple lo que pacta.

Por esta razón, el incumplimiento de los protocolos por parte de Duque tuvo desventajas para el Estado y para la política de paz. Así lo señalamos en CINEP desde el año pasado.

Ahora que reconocemos la importancia de los protocolos, surgen preguntas sobre el posible regreso de la delegación del ELN a Colombia. Como señaló María Alejandra Villamizar en un conversatorio, los costos logísticos de un traslado como este son enormes. Implican, sobre todo, tiempo, un bien preciado y limitado a la hora de negociar.

De todas formas, independientemente de la pertinencia del regreso, es crucial contar con Venezuela para hacerla efectiva una vez tomada la decisión.

Las ventajas pueden ser los obstáculos

Si hablamos de intereses, la pertinencia de Venezuela como garante es innegable.

No solo importa por la presencia del ELN en territorio venezolano, como señala Petro en una entrevista reciente, sino por la capacidad del gobierno Maduro de hablarle a esta guerrilla, incidir en su disposición al diálogo, y ayudar a resolver cualquier tropezón que se presente.

El ELN ve en Venezuela más que una zona de retaguardia para huir de la Fuerza Pública colombiana:

  • Ve la posibilidad de replicar los órdenes sociales armados que regulan la vida cotidiana, y la extracción de recursos en economías lícitas e irregulares.
  • Ve la oportunidad de obrar en función de los intereses compartidos con el gobierno de Maduro. Situación que pone al ELN en dos categorías: guerrillero anti-estatal en Colombia y paramilitar pro-estatal en Venezuela.

Frente a esta eventual complicidad, se puede optar por cerrar toda vía de interlocución y prolongar los problemas, como hizo Iván Duque, o encontrar la pertinencia de un gobierno que pueda hablarle al oído al ELN. La negociación es siempre una tensión entre concesiones y ganancias. Además, se hace en un ambiente frágil donde debe haber sacrificios para obtener resultados concretos.

Ahora bien, la pertinencia de que Venezuela sea garante tiene matices. Por ejemplo, ante la posibilidad de cambiar la sede de las nuevas negociaciones —debido a los costos económicos y políticos asumidos por Cuba—, España y Venezuela son nuevas candidatas.

No obstante, optar por Venezuela es muy arriesgado. La situación venezolana es de una inestabilidad preocupante, la cual podría contagiar los diálogos. Lo anterior puede empeorar si el régimen de Maduro insiste en ignorar las razones que subyacen a esa inestabilidad.

Por otro lado, se corre el riesgo de darle mucho protagonismo al gobierno de Maduro en el diálogo entre Petro y el ELN. Al final, Venezuela actuaría como juez y parte a lo largo de los diálogos.

Este es un llamado a la cautela. También el gobierno Petro debe evitar la hiper-personalización de la tarea de arbitraje o garantía que le confía a Maduro. Más que Maduro como persona, es el Estado venezolano en cabeza de su presidente quien debe asumir el papel de garante.

Caben aquí algunos interrogantes adicionales para la discusión:

  • Estamos frente a dos Venezuelas distintas, con dos presidentes distintos, ¿tiene Maduro el mismo convencimiento que tuvo Chávez de aportar a los diálogos? Lo más probable es que no.
  • ¿Con qué interés Maduro le hablaría al ELN para que dejen las armas? Máxime si la actividad del ELN le es funcional en algunas circunstancias.
  • En el futuro, si las negociaciones tienen éxito, ¿cómo será el proceso de desarme y reincorporación del ELN presente en Venezuela?
Diálogos de paz en Colombia
Foto: Radio Nacional de Colombia - Más allá del comercio y el ELN, Colombia debe asumir posturas frente a los problemas internos de Venezuela.

Una relación pragmática, pero no condescendiente

Toda decisión en política exterior es un juego de doble vía. Por eso es indudable que el acercamiento a Maduro tiene costos políticos para Petro.

Como señalan Socorro Ramírez y Lina Arroyabe, más allá del comercio y el ELN, Colombia debe asumir posturas frente a los problemas internos de Venezuela: las violaciones de los derechos humanos, la guerra en la frontera y la persistencia de la migración.

Ante el fracaso del cerco diplomático de Duque, el gobierno Petro vuelve  a promover un diálogo nacional al interior de Venezuela. Si Colombia quiere mediar, deberá cuidar que su imparcialidad no se vea comprometida ante un eventual sabotaje de Mauro a las negociaciones con el ELN. Por esta razón, habrá que hilar muy fino en esta interdependencia de diálogos.

Por último, las múltiples intersecciones de la relación Colombia-Venezuela deben pensarse en un escenario de poderes y dinámicas locales. La paz con ELN, el comercio binacional, las migraciones, la seguridad transfronteriza, etc. pocas veces responden al mandato unívoco de Bogotá y Caracas.

Lo más conveniente es dar prioridad a las necesidades de La Guajira, Norte de Santander y Arauca, y las de sus pares venezolanos Zulia, Táchira y Apure, respectivamente.

Aunque las noticias más recientes prevén un escenario favorable, es preciso ser mesurados con el tiempo, pues exige encontrar un equilibrio entre el pragmatismo y la contundencia con Venezuela.

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