Aunque esta industria lleva años en Colombia, los videojuegos siguen en el margen de la agenda cultural y educativa. ¿Por qué y qué nos hace falta?
Jairo Alberto Galindo*
Tres generaciones de video-jugadores
En 2023, los videojuegos se han vuelto el lugar donde muchos adultos encuentran un refugio para calmarse y distraerse. También se han vuelto un motivo para acusar a los jóvenes de ser unos “zombis”.
Para algunos de estos mayores “adolescentes” que vivieron la llegada del hombre a la luna y ya habían votado a favor o en contra de Misael Pastrana Borrero, los videojuegos son la única tecnología que saben manejar y los usan para mantener el cerebro activo.
Por otra parte, hay una generación intermedia que quiere estudiar japonés, que es aficionada al k-pop o que hace parte de comunidades que ganan o invierten dinero propio o de sus tutores en los videojuegos.
Gran parte del reconocimiento al talento colombiano se da más por actores de otras latitudes, aunque las narrativas y los escenarios sean de ascendencia rola, paisa, costeña o del acento que desee, pero colombiana.
En Colombia, la cultura del videojuego tiene muchos matices: son una industria consolidada pero también son el distractor, el refugio o el repelente para distintas generaciones. Además, hacen parte de la anunciada sociedad de la distracción, a la cual pertenece la futura generación de formados como la actual generación de consumidores digitales.
Industria consolidada
Darle la etiqueta “industria” a la comunidad de los videojuegos en Colombia parece algo exagerado. Pero es así. Aunque no alcance niveles de desarrollo de mecas históricas como la de Tamagochi, Super Mario, “Family” o la PlayStation, en Colombia es posible afirmar que los videojuegos son una industria consolidada.
Aunque parezca una “colombianada”, la industria de los videojuegos “no se juega” en Colombia. Gran parte del reconocimiento al talento colombiano se da más por actores de otras latitudes, aunque las narrativas y los escenarios sean de ascendencia rola, paisa, costeña o del acento que desee, pero colombiana.
Sin contar quizás con el impulso esperado, la política de colores que se estableció en los primeros 10 o 15 años de este siglo permitió que la creatividad llegara a la inversión y viceversa. Entonces el entusiasmo de los que eran vistos como greñudos o “hackers”, transformó el imaginario regional al verlos como empresarios con ideas, gestión y capacidad de competir con historias y retos sin mucho que envidiar a otras grandes industrias.
En la actualidad, y con posibles sesgos de información, no existen políticas gubernamentales que apoyen, promuevan o inviten a que la industria se consolide más. No obstante, los emprendedores alcanzaron el nivel para jugar seriamente, hombro a hombro, con empresas que veíamos a “pantallas luz” de nuestras maquinitas.
Podemos encontrar esfuerzos que han robustecido esta nueva industria gracias a políticas regionales y a la incorporación de estrategias de mercadeo globalizadas en distintas regiones de Colombia como Bogotá, Medellín, Bucaramanga o la zona sur occidental del país.
Estos esfuerzos se relacionan con políticas como las del Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín que propician iniciativas académicas junto a las de héroes y locos que quieren crear empresas con más ideas y tiempo del que se podrían reconocer o ganar. Muestra de estas proezas son las historias que invito al lector a descubrir como:
- Teravision Games, en Bogotá.
- Indie Level Studio, en Medellín.
- CygnusCross, en Cali.
- Life Is The Game, en Bucaramanga.
Todas ellas han llegado con un discurso renovado a mercados internacionales que no tenían al talento que nuestra tierra provee en el radar. Así, lograron obtener la inversión mayoritaria del reconocimiento externo y con una política que intentó ser estatal, pero que acabó siendo regional.
Pero por otro lado, resulta sorprendente que estas empresas sean poco o nada conocidas en Colombia. Nos estamos perdiendo de una experiencia fabulosa, que se ha gestado en nuestra ciudad, en nuestro entorno o incluso por aquellos quienes fueron desplazados por ser “gamers”.
Hablar de videojuegos, gamificación y storytelling queda la mayoría de las ocasiones en ámbitos tan cerrados y desconocidos para algunos como las comunidades que han hecho de estos términos parte de una industria.
En la academia, y salvo casos de éxito como los que hemos mencionado, esos términos se limitan a algunos jugadores y escenarios. Hacen falta carreras técnicas, expertos reales que no solo jueguen sino que también promuevan la reflexión y la formación y viceversa.
En el entorno académico, quien habla de videojuegos está en el extremo de ser el geek que puede o no tener un pie en algún tipo de realidad digital, o ser el todoterreno que nunca ha jugado pero a quien desde la filosofía se le ve tentado a reconocer todas las ventajas que este maravilloso campo provee en motivación, metacognición, desarrollo de competencias e incluso socialización y empatía.
¿Qué nos hace falta?
La gran mayoría de personas conoce Sega, EA, Microsoft o Nintendo. Pero muy poca gente conoce o ha jugado Rainak, Jeanne, de Indie Level, o Boom Fighters, de Cocodrilo Dog, ganadores de Crea Digital 2019 y del GTR mundial.
Estos son videojuegos creados por mano de obra colombiana, pero que quizás por razones entre las que se encuentran la cultura del parche que nos autoexpulsa de cualquier esfuerzo de competencia, no llegan a las pantallas y “maquinitas” de la estirpe jugadora de nuestro propio país. O no al nivel ni cobertura que quisiéramos.
Somos aún del juego en cederrón o dvd de diez mil, del enlace «.ru” con antivirus y del “eso es colombiano, no me gusta”. Desafortunadamente esto también sucede con el cine local.
Saber de programación no es suficiente para desarrollar un videojuego y menos con la posibilidad de acercarnos con algunas bases de prompts (inteligencia artificial generativa). Quizás al igual que en las apuestas educativas, es necesario mejorar el pensamiento matemático, computacional, lingüístico y lógico. Además, hace falta conocimiento en diseño gráfico, literatura, cultura, historia y sociología.
En ninguna otra tarea contemporánea surge con mayor fuerza el campo de las “Humanidades digitales”. Para el propósito del juego podemos necesitar a expertos en la disciplina o campos disciplinares que puedan mejorar el proyecto: medicina, física, arquitectura y, en especial, derechos humanos.

Sin referirnos al terreno de la política, que lo permea todo, nos hacen falta hábitos de consumo, prácticas y protocolos, incluso curriculares, que permitan explotar este tema desde la formación de formadores y el alcance a las crecientes y más reducidas nuevas generaciones.
Tenemos experiencias de realidad aumentada y videojuegos en la academia, en las instituciones educativas y locales muy valiosas, que han aprovechado este recurso humano, esta experiencia y, hay que decirlo, el ansia de un título o experiencia profesional que no sea bien paga.
Existen programas de formación que de manera innovadora se centran y proponen desde diplomados, carreras técnicas, tecnológicas y llegando a posgrados, alternativas para que cada vez más jóvenes de todas las edades exploren y aporten en el campo de los videojuegos integralmente.
También existen instituciones que promueven cursos cortos o incluso talleres relámpago, temáticas relacionadas al campo desde asignaturas como las mencionadas: storytelling, narrativas transmedia, “gamificación” e incluso emprendimiento multimedia y “Be a Gamer”. Pero no es suficiente, no hay una oferta de talento especializado, formación específica o preparación desde la básica en las áreas que hemos comentado que sean suficientes para la demanda actual.
Sin referirnos al terreno de la política, que lo permea todo, nos hacen falta hábitos de consumo, prácticas y protocolos, incluso curriculares, que permitan explotar este tema desde la formación de formadores y el alcance a las crecientes y más reducidas nuevas generaciones. La alfabetización informacional, digital y de uso de medios es un tema que supera la necesaria alfabetización básica.
Cuando tengamos conectividad estatal, formación y prácticas reguladas en criptoactivos, economía y ciberseguridad, que nos preparen frente a los peligros de los ataques digitales, muy seguramente ya habremos previsto que era por el camino de los videojuegos que podríamos haber llegado juntos y más rápido a la utopía de sociedad.
11 Comentarios
Es preocupante que la industria del desarrollo de videojuegos en Colombia sea considerada invisible. Esta industria tiene un gran potencial para generar empleo, impulsar la economía y promover la creatividad local. Sería beneficioso que se fomente su crecimiento y visibilidad, para que el país pueda aprovechar todas las oportunidades que ofrece este sector en constante expansión
Efectivamente, Kevin. Debemos explorar rutas de visibilización. ¿Conoce alguna comunidad o espacio educativo que trabaje al respecto?
Creo que se ve la importancia creciente de la industria de los videojuegos en Colombia y cómo ha impactado a diferentes generaciones. Desde adultos mayores que encuentran en los videojuegos una forma de mantenerse mentalemente activos, hasta jóvenes y adultos intermedios que ven en esta forma de entretenimiento una vía de expresión cultural y oportunidad de inversión, a parte que también ayuda a compartir tiempo en familia entre generaciones. Es crucial reconocer el potencial que tiene esta industria para el país y promover la formación y apoyo a los talentos locales. A pesar de los retos que enfrenta, los videojuegos pueden ser una herramienta para el desarrollo de habilidades y la generación de empleo en el sector digital de Colombia.
Muchas gracias por su síntesis, David
Sería importante impulsar la industria de los videojuegos en Colombia, ya que tiene un gran potencial eso se ve en los premios obtenidos por juegos y programadores colombianos esto sería un gran impulso para nuestra industria y ganancia como país tanto como económicamente
Maria José, su comentario es muy certero y puntual. A pesar de ser reconocidos, a la vez la comunidad existente no lo es. ¿Mercado de nichos? ¿Ausencia de estrategias? Gracias por comentar.
Es realmente triste la situación para muchas industrias innovadoras en Colombia. Primero porque son desconocidas por la mayoría de personas que viven en el país y segundo porque no hay reales garantías para las personas que las realizan es decir, están prácticamente trabajando con las uñas. Se hace necesario entonces, formar en el conocimiento de la innovación y la tecnología, no solo a las personas que deciden hacer uso de este tipo de juegos, sino también a todas aquellas que lo desconocen y que pueden hacer de estos una herramienta de aprendizaje o de entretenimiento diferentes a lo habitual o a lo que se considera «diferente» o «mejor» por ser realizados en otros países. Darle la oportunidad a lo nacional es parte del sentido de región que cada habitante debería tener como colombiano, sin embargo, las generaciones antiguas buscan la distracción a partir de lo que ya conocen y las nuevas generaciones buscan siempre lo diferente que los lleve a estar a límite, por lo tanto, el cambio de mentalidad hacia lo propio es un proceso real y lamentablemente largo.
La invisibilidad de la industria de videojuegos en Colombia es un desafío que debe abordarse. Destacarla es esencial, ya que esta industria puede generar empleos, fomentar la creatividad y representar al país en el escenario internacional, fortaleciendo la economía y la cultura.
El artículo habla sobre la situación de los videojuegos hechos en Colombia, una industria que lleva años en el país, pero que sigue siendo invisible para muchos sectores de la sociedad. El autor expone algunos de los desafíos y oportunidades que enfrentan los desarrolladores de videojuegos colombianos, así como algunos ejemplos de éxito y reconocimiento internacional.
Me parece un artículo interesante y bien documentado, que muestra la diversidad y el potencial creativo de los videojuegos colombianos. Creo que es importante visibilizar y apoyar esta industria, que no solo genera entretenimiento, sino también cultura, educación e innovación. Me gustaría saber más sobre los proyectos y las historias que hay detrás de cada videojuego hecho en Colombia.
Que interesante perspectiva sobre la industria de videojuegos en nuestro país. Pienso que desde adultos que hallan en ellos un refugio hasta jóvenes inmersos en comunidades digitales, se refleja cómo los videojuegos han permeado diversas generaciones. La afirmación de una industria consolidada en Colombia es alentadora, aunque su falta de reconocimiento interno para talentos locales es una oportunidad de mejora. La necesidad de formación multidisciplinaria y alfabetización digital es muy necesaria para que este tipo de proyectos se fomente con mas recurrencia y a las mentes que les interese. ya que es crucial promover la visibilidad de los creadores colombianos. Veo un futuro prometedor para los videojuegos en nuestro país si toman las acciones necesarias, con un potencial aún mayor si se enfocan esfuerzos en la educación y reconocimiento del talento local.
Consideró que el país ha demostrado un gran potencial en esta industria, con un aumento en el número de estudios y desarrolladores dedicados a la creación de juegos.
Colombia cuenta con talentosos profesionales en áreas como la programación, el diseño gráfico y el sonido, lo que ha permitido que se creen juegos de alta calidad.
Es importante destacar el impacto positivo que el desarrollo de videojuegos ha tenido en la economía del país. La creación de empleo y la generación de ingresos son solo algunos de los beneficios que esta industria ha aportado a Colombia.
Además, el desarrollo de videojuegos en el país ha permitido contar historias y mostrar la cultura y tradiciones del país de una manera única.
Cómo jugador activo considero que se debe prestar más atención en los títulos que desarrolladoras colombianas ofrezcan, para que así crezca la brecha de jugadores activos nacional e internacionalmente.