Se supone que debían apoyar al presidente, pero tanto Angelino Garzón como Germán Vargas Lleras han usado la Vicepresidencia como un trampolín para llegar a presidentes. A Angelino no le funcionó, pero a Vargas Lleras sí podría funcionarle.
Javier Duque Daza*
La Vicepresidencia: supuestos y realidad
Hay varios supuestos en la escogencia de la fórmula vicepresidencial en Colombia:
- Que el “vice” es coequipero del presidente y su segundo a bordo, y que por lo tanto debe ser muy cercano y muy confiable;
- Que comparte su programa de gobierno y respaldará sus políticas si ganan las elecciones;
- Que sus perfiles son diferentes pero complementarios, y que no es necesario que sean del mismo partido.
La elección de la fórmula obedece también a un interés instrumental: debe reforzar la candidatura, ya sea por su liderazgo en algunos sectores o por su capacidad para aportar votos, especialmente en elecciones muy reñidas. Si la candidatura presidencial es muy fuerte esto pasa a un segundo plano, y cuanto menor sea el protagonismo del segundo a bordo, mejor.
Muchos de estos supuestos no se han cumplido bajo los dos mandatos del presidente Santos, y esto ha desembocado en contradicciones, tensiones y problemas dentro del poder Ejecutivo. Ni Angelino Garzón ni Germán Vargas Lleras compartieron plenamente los proyectos y las políticas del presidente: no fueron complementarios ni actuaron como coequiperos. Por el contrario, mantuvieron sus agendas propias, trayendo como consecuencia recelos y tensiones.
Al proceder de partidos distintos del del presidente, y por tener sus propios planes y expectativas, trataron de tener más protagonismo del conveniente para Santos. Incluso llegaron a actuar como si fueran la oposición interna al gobierno. En ambos casos la vicepresidencia se asumió como plataforma para sus aspiraciones políticas y el cargo fue ejercido en función de estas.
Angelino Garzón: intento fallido
![]() Juan Manuel Santos Y Álvaro Uribe bajo el mismo gobierno. Foto: Wikimedia Commons |
Como lo planteé en un artículo anterior, Angelino Garzón llegó a la Vicepresidencia como resultado de su ambigüedad ideológica y de sus ambiciones en aumento. Actuó como oposición al gobierno del cual hacía parte y al final sobrevaloró la importancia que tendría el cargo para el éxito de sus aspiraciones políticas.
Antes de ser la fórmula vicepresidencial de Santos, Garzón militó en diversas organizaciones de izquierda: hizo parte de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), pasó por el Partido Comunista, por la Unión Patriótica y por la Alianza Democrática M-19. No le fue difícil tender un puente y pasó de las críticas al sistema a ocupar posiciones preminentes dentro de él.
De sindicalista pasó a ministro de Trabajo del gobierno conservador de Andrés Pastrana entre 2000 y 2002, y fue representante permanente de Colombia ante Naciones Unidas en Ginebra bajo el gobierno Uribe entre 2009 y 2010. En el interregno fue gobernador del Valle del Cauca (2004-2007) con el aval de Convergencia Popular Cívica, la dudosa organización que transaba con avales y que estuvo involucrada con grupos paramilitares.
Ni Garzón ni Vargas Lleras compartieron plenamente los proyectos y las políticas del presidente.
Llegó a la Vicepresidencia como fórmula de Santos en 2010, con la bendición de Álvaro Uribe. Como vicepresidente reclamó siempre su derecho de opinión y crítica frente a las decisiones del gobierno, siempre tuvo una agenda propia y procuró evitar ser eclipsado por la Presidencia o relegado a alguna embajada –como la de Brasil, que se negó a aceptar–. Quería mantener su vigencia política. Opinó y contradijo a ministros, a otros altos funcionarios del gobierno y al propio presidente en distintas ocasiones:
- En la discusión del salario mínimo se pronunció a favor de un aumento mayor que el propuesto por el gobierno (terrenos del Ministerio de Hacienda). Incluso en 2012 envió una carta abierta dirigida, entre otros, al propio gobierno, donde exponía sus argumentos;
- Durante uno de los paros de comienzos de 2011 abogó por que se mantuviera la tabla de fletes, reivindicación de los transportadores ante el gobierno (esfera del Ministerio de Transporte);
- En la formulación y aprobación del Plan de Desarrollo entre finales de 2010 y comienzos de 2011 intervino oponiéndose al aumento de la edad de jubilación que pretendían hacer pasar como un “mico” (terrenos del Ministerio de Hacienda y de Planeación Nacional);
- Entró en el debate respecto de los desmovilizados y la impunidad que esto podría acarrear (asunto del Ministerio del Interior y de Justicia, en cabeza de Germán Vargas Lleras);
- En el debate sobre la fórmula para medir la pobreza en 2011 (esfera de Planeación Nacional) asumió una posición que hizo que el presidente Santos le pidiera discreción. Incluso insinuó que podía retirarse. El mensaje fue que “la ropa sucia se lava en casa” y que los funcionarios de su gobierno que quisieran tener discusiones en público debían irse. Garzón puso su cargo a disposición del presidente, manifestando que no renunciaría a su potestad de opinar. Ni fue retirado ni renunció. Mientras tanto dejó saber a los medios que su carrera política seguía y que podría aspirar a la Presidencia o a una alcaldía, de Bogotá o Cali. Suponía que su protagonismo en la Vicepresidencia era una plataforma efectiva que le garantizaría acceder al siguiente cargo.
Durante los cuatro años dentro del gobierno actuó como si fuera la oposición interna. No fue coequipero, ni compartió plenamente las políticas del gobierno, ni fue leal con el presidente que lo escogió como fórmula. Recordó que no era del Partido de la U y que él también había sido elegido por votación.
Al finalizar el gobierno, el presidente cambió de fórmula para la reelección y Angelino Garzón se postuló a la alcaldía de Cali. Las cuentas le fallaron y se demostró que la vicepresidencia no siempre funciona como trampolín de lanzamiento. Ocupó el tercer lugar con el 22 por ciento de los votos.
Vargas Lleras: ¿en el penúltimo escalón?
![]() Ex-vicepresidente de la República, Angelino Garzón. Foto: Presidencia República de Colombia |
La trayectoria política de Vargas Lleras, como la de Angelino Garzón, es un caso de ambiciones en aumento que incluye el paso por varios partidos, dos ministerios y el acceso a la Vicepresidencia, aunque desde posiciones ideológicas opuestas y procedencias sociales disimiles.
Vargas comenzó su carrera como concejal a comienzos de la década de 1980 por el Nuevo Liberalismo, luego fue concejal de Bogotá (Partido Liberal, 1988-1994) y senador (Partido Liberal, 1994-2002; Colombia Siempre, 2002-2006; Cambio Radical, 2006-2010). Estando en este último partido ha sido ministro del Interior (2010-2012), ministro del Interior y de Justicia (2010-2012), ministro de Vivienda (2012-2013) y vicepresidente (en alianza con el Partido Social de Unidad Nacional).
Su elección como fórmula vicepresidencial obedeció a un cálculo político de ambas partes. Santos esperaba sumar votos y fortalecer su candidatura en una reñida competencia con el uribismo, y Vargas Lleras aceptó que debía aplazar su aspiración a la Presidencia y que el mejor lugar para esperar era la Vicepresidencia.
Al igual que su antecesor Angelino, procedía de un partido que no era el del presidente, de quien había sido competidor en las elecciones de 2010 y de cuyo gobierno hizo parte como ministro. Durante todo el gobierno ha mantenido una agenda propia y ha procurado tener un alto protagonismo político, preparando el camino a la candidatura presidencial.
Vargas Lleras ha obtenido réditos propios y para su partido. Ha actuado como “superministro-coordinador” de infraestructura y vivienda, sectores claves y muy visibles para la opinión y los sectores populares. Por este motivo aparece frecuentemente ante los medios y ha sido calificado como “el gran ejecutor” de presupuestos, el que “construye” e “inaugura” de manera eficiente. A la vez, está en campaña permanente en pueblos, ciudades y veredas.
Mientras aparece en la propaganda vestido de gran supervisor con casco y chaleco amarillos, ha calculado sus silencios y oportunidades para hacer declaraciones, que en el último año han revelado su papel de opositor interno al gobierno.
La vicepresidencia no siempre funciona como trampolín de lanzamiento.
Durante las negociaciones de paz con las FARC se mantuvo al margen. No ha hecho parte de las negociaciones, no discute sobre el tema, no ha asistido a La Habana ni ha hecho presencia en las ceremonias ni actos simbólicos. La paz no es lo de él.
Por el contrario ha mostrado sus recelos cada vez que se presenta la ocasión. Ha criticado el contenido del Acuerdo en cuanto a justicia transicional y ha afirmado que el tribunal propuesto contaría con poderes excesivos y acabaría sustituyendo el actual sistema judicial. Manifestó que votaría por el Sí en el plebiscito, pero de modo condicionado. Santos lo interpeló e indicó que “lo quería ver ayudando para lograr el Sí”.
Pero no solo ha opinado en contra del Acuerdo. En una intervención pública reciente, mientras defendía su capacidad de “gran ejecutor”, criticó al Fondo Adaptación, agencia estatal que fue creada para dar soluciones de vivienda en diferentes partes del país. Manifestó: “me van a halar las orejas, pero tenemos que ser críticos al interior (sic) del Gobierno por nuestra gestión”.
La crítica más reciente se refirió al proyecto de reforma tributaria del gobierno. Mientras el ministro de Hacienda y el propio presidente lo defendían con firmeza, el vicepresidente lo calificó de inconveniente porque desincentiva la inversión en programas de vivienda de interés social. Incluso invitó a la protesta social: “que todos los colombianos que se han beneficiado de este programa, salgan a decirle al Congreso de la República que le ponga atención a las normas que van a acabar con la política de vivienda de Colombia”.
Pero el proyecto en trámite es de origen gubernamental. Nuevamente, Santos emitió un mensaje-regaño: “Reitero a todos los miembros del gabinete que comentarios a reforma tributaria se hagan internamente, no en medios. Que quede claro”.
Hasta ahora Vargas Lleras se ha aguantado los regaños, mientras sigue obteniendo réditos electorales haciendo oposición al propio gobierno. Su partido fue uno de los grandes beneficiados en las elecciones regionales de 2015 y él tiene mayor favorabilidad en las encuestas que Santos. ¿Funcionarán en este caso la Vicepresidencia y las funciones de superministro de obras como plataformas efectivas para la Presidencia? Las elecciones de 2018 se anuncian complejas y competitivas. Nada está asegurado.
* Profesor de la Universidad del Valle.