Seguir por la senda correcta que utilizó Santos, o volver al aislamiento y el ostracismo de los ex presidentes. He ahí el dilema.
Héctor Galeano*
Los desafíos
Entre los muchísimos retos que tiene Iván Duque, el manejo de la política exterior se destaca por los logros que dejó su antecesor en la materia.
Después de dos períodos, Juan Manuel Santos logró sacar nuestra política exterior del ostracismo internacional, de los conflictos regionales y del recalcitrante respice polum (“mira hacia el norte”, es decir, hacia los Estados Unidos) que nos dejaron el ex presidente Uribe y todos sus antecesores.
Los desafíos que tiene el nuevo presidente en esta materia son, a grandes rasgos, cuatro:
- Mantener el apoyo internacional al proceso de paz, lo cual incluye el manejo de la política contra los cultivos ilícitos;
- Fortalecer la Cancillería;
- Diversificar la agenda internacional, tanto en temas como actores;
- Establecer un “vademécum regional”, que permita caminos para el consenso y para fortalecer el naciente liderazgo colombiano, lo cual incluye atención especial a Venezuela y a los venezolanos.
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La paz y los cultivos ilícitos
![]() Cultivos ilícitos. Foto: Senado República de Colombia |
A diferencia de todos sus antecesores, Santos trabajó por la internacionalización del conflicto colombiano, no en torno de la guerra sino del proceso de paz.
Antes de Santos, los actores internacionales habían participado con un claro énfasis en la lucha armada y la coerción. La principal expresión de este enfoque fue por supuesto el Plan Colombia, que además marcó un punto de inflexión en la historia de la intervención norteamericana en territorio colombiano.
Aunque el gobierno estadounidense se había centrado en la erradicación de cultivos ilícitos, con la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia se fortalecieron las acciones militares contra las FARC y sus zonas de influencia.
Poco antes de la elección de Uribe en mayo de 2002, su homólogo norteamericano había cruzado una línea antes infranqueable, que rechazaba el involucramiento de los estadounidenses en el conflicto armado interno. En marzo de 2002, Bush solicitó al Congreso la autorización para destinar recursos del Plan Colombia a la lucha contra el terrorismo en suelo colombiano. Con esa puerta abierta, el recién posesionado presidente Uribe consiguió los recursos para poner en marcha su política de Seguridad Democrática.
El mandatario debería continuar por la senda de su antecesor, manteniendo el espíritu de negociación.
Hoy, los cultivos ilícitos han aumentado considerablemente. Según el informe de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca, los cultivos aumentaron en un 11 por ciento en comparación con 2016. Ante las críticas que se hacen desde los Estados Unidos por la expansión de los cultivos ilícitos, el presidente Duque tiene uno de sus primeros retos; el de elegir entre:
- La coerción, representada entre otras cosas por la fumigación aérea y el recrudecimiento de la presencia de norteamericanos en la lucha contra el narcotráfico, y
- La continuidad de la erradicación manual, procurando establecer acuerdos con los campesinos cocaleros, cumplir con el Acuerdo de Paz y buscar recursos internacionales para programas sociales y económicos en las zonas vulnerables al narcotráfico.
Entre esos dos caminos, el mandatario debería continuar por la senda de su antecesor, manteniendo el espíritu de negociación y convergencia con los diversos actores sociales, políticos y económicos, que hacen presencia activa en zonas cocaleras. La búsqueda de soluciones basadas en los actores e instituciones locales será sin duda un valioso impulsor para transformar las regiones abatidas por el narcotráfico y la violencia.
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Fortalecer la Cancillería
En esta materia, Santos también dejó un alto estándar para el nuevo presidente. Desde su primer período, Santos se propuso fortalecer el ministerio de Relaciones Exteriores como responsable del diseño, ejecución y evaluación de la política exterior.
El respeto a las instituciones se puso de presente con la estabilidad que aseguró a su Canciller María Ángela Holguín, y especialmente en haber centralizado o unificado los pronunciamientos del gobierno en materia de política internacional.
Duque y su Canciller Carlos Holmes Trujillo enviaron un mensaje negativo a la región al renunciar a la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR).
Al finalizar sus dos periodos, Santos dejó quince embajadas y 54 consulados más, de las cuales se destacan las delegaciones diplomáticas en Australia e Indonesia. Esta es la forma concreta de afianzar lazos económicos, comerciales y políticos con la zona geográfica de mayor potencial y que se está desarrollando con mayor velocidad en el planeta.
Pero quedó una tarea pendiente que apenas tuvo avances en el gobierno anterior: consolidar la carrera diplomática y dar cumplimiento a la sentencia C-292/01, que conmina al Estado a que el veinte por ciento del total de cargos de Embajador deben ser exclusivos de “funcionarios de la Carrera Diplomática y Consular a medida que se presentasen las vacantes”.
Diversificar la agenda
Uno de los aspectos más destacados de los dos periodos de Santos fue la “desnarcotización” de la agenda internacional colombiana. Desde que se posicionó, el ahora ex presidente emprendió una campaña para destacar el tema económico y comercial en ese nuevo dialogo que Colombia proponía al mundo.
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Puede decirse que al finalizar su segundo mandato, Santos logró el acercamiento de Colombia a nuevos contextos geográficos. Se destacan la Alianza del Pacífico, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y las relaciones comerciales con Europa, Corea del Sur, Canadá y Estados Unidos, con el cual consiguió la anhelada ratificación del TLC.
Aunque no puede decirse que Colombia salió completamente de la dependencia a los Estados Unidos, la diversificación de temas y actores puso los cimientos de una política exterior más flexible y diversificada, en función de tópicos, dinámicas y retos del contexto internacional.
El reto para el presidente Duque será seguir ampliando la mirada integral y transversal que propuso su antecesor; consolidar por medio del comercio la “multidimensionalidad” de una agenda, entendiendo que una cosa es la asociación estratégica con Estados Unidos y otra muy distinta es la subordinación incondicional.
La integración latinoamericana: una prioridad
![]() Políticas exteriores. Foto: Centro de Estudios Aeronáuticos |
A pocos días de asumir la presidencia, Duque y su Canciller Carlos Holmes Trujillo enviaron un mensaje negativo a la región al renunciar a la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR).
La salida de la organización desvirtúa el impulso hacia un liderazgo regional que había puesto en marcha Santos. Además, la decisión renuncia a la posibilidad de estudiar y solucionar muchos problemas desde la región, sin la intervención de potencias extranjeras.
En ese sentido, uno de los logros más importantes de Santos fue renovar los resquebrajados vínculos con los vecinos. No fue casual que su primera visita como presidente fuera a Brasil, y que solo en su gobierno se restablecieran las relaciones diplomáticas y comerciales con Ecuador y Venezuela.
En el contexto actual, Duque tiene un desafío de grandes proporciones respecto de Venezuela. El presidente debe encabezar un movimiento regional ante las instancias internacionales, con el propósito de restaurar la democracia del país vecino. Pero por ningún motivo el presidente de Colombia debe unirse a esas voces irresponsables que sugieren acciones militares para derrocar el régimen de Maduro.
La Organización de Estados Americanos (OEA) es y seguirá siendo la instancia privilegiada para analizar los caminos que impulsen la apertura política de Venezuela. La OEA es el escenario propicio para que el presidente colombiano demuestre sus virtudes como estadista y su liderazgo regional.
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Duque tiene el reto de elegir el camino que tomará Colombia en los próximos años: si seguirá avanzando por la ruta que nos puso Santos o si retornará al aislamiento tradicional de Colombia —el que hizo que López Michelsen nos bautizara como el “Tibet latinoamericano” —.
* Internacionalista, candidato a Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad del Norte, profesor e investigador.