Las cinco grandes ciudades del país eligieron alcaldes, algunos muy esperados y otros que sorprenden. ¿Cuáles son los retos? ¿Cómo será su relación con el gobierno nacional?
Juan Antonio Zornoza Bonilla*
Las grandes ciudades
Por fin terminó la devastadora y controvertida campaña electoral. Los colombianos elegimos a los alcaldes y gobernadores para el periodo 2024-2028. En las cinco capitales más importantes el poder cambió de manos, en buena parte por el fracaso alternativo. La elección estaba cantada e incluso algunos ya conformaron su gabinete. Tampoco fueron unas elecciones disputadas, ya que la diferencia entre el ganador y los candidatos restantes resultó considerable.
Examinemos el panorama de Bogotá, donde ganó Carlos Fernando Galán; Medellín, donde ganó Federico Gutiérrez; Barranquilla, donde ganó Alejandro Char; Cali, donde ganó Alejandro Éder; y Bucaramanga, donde ganó Jaime Andrés Beltrán. Mientras que en Bogotá, Medellín y Barranquilla el escenario fue similar con un ganador contundente, en Cali y Bucaramanga la elección fue más reñida.
en Medellín la continuidad de los programas de paz total y de justicia restaurativa posiblemente se verá afectada ante obstáculos de fondo de parte del nuevo mandatario, que volverá a la justicia punitiva como su eje de seguridad.
Con el triunfo del uribismo en Medellín y Bucaramanga, y en Antioquia y Santander el gobierno tendrá una oposición declarada. Por su parte, Cali y Bogotá, en Valle del Cauca y Cundinamarca, se muestran más moderados, independientes y de centro. Mientras que Barranquilla y Atlántico, con Char y Verano, de Cambio Radical y Partido Liberal, se presentan con una tendencia colaboracionista hacia el gobierno nacional.
La oposición en Bucaramanga y Santander probablemente causará obstáculos en las relaciones intergubernamental, tanto en lo programático frente a la paz total, como en los asuntos presupuestales, en particular frente al principio de concurrencia en asuntos de movilidad y transporte público.
Las alianzas son diversas. Unas son forzosas, como en Cali y Valle del Cauca; otras contradictorias, como en Bogotá; y otras hegemónicas y polarizadas, como Antioquia y Santander. Lo cierto es que los colombianos votamos mayoritariamente como respuesta a un proyecto que aún no se consolida y que, eventualmente, no se comprende.

¿Qué viene para Medellín?
En Medellín no hubo sorpresas, Federico Gutiérrez Zuluaga, del movimiento Creemos, asegura su gobernabilidad por cuatro años en la alcaldía y el Concejo Distrital con las alianzas con el Centro Democrático y el Partido Conservador. Los partidos restantes arañan algunas curules en Medellín, pero su composición cambia definitivamente.
¿Qué se espera de esta gestión? Primero, el regreso de la llamada “gobernanza corporativa” con el grupo empresarial antioqueño (GEA) y Proantioquia, moviendo los hilos de la agenda y de las políticas locales. Segundo, un cambio sustancial en EPM, la principal fuente financiera del Distrito. Y tercero, focalizar la seguridad punitiva nuevamente, como la acción pública prioritaria.
Como efectos colaterales, en los próximos cuatro años posiblemente habrá una relación conflictiva con el nivel nacional porque el alcalde electo se ha referido en términos descalificadores al presidente. Aun así, el Distrito necesita la cofinanciación del Presupuesto Nacional para los megaproyectos del sistema integrado de transporte público (Metro de la 80, Tren del Río y 5 Metro-cables del PND).
Las alianzas son diversas. Unas son forzosas, como en Cali y Valle del Cauca; otras contradictorias, como en Bogotá; y otras hegemónicas y polarizadas, como Antioquia y Santander.
De otro lado, en Medellín la continuidad de los programas de paz total y de justicia restaurativa posiblemente se verá afectada ante obstáculos de fondo de parte del nuevo mandatario, que volverá a la justicia punitiva como su eje de seguridad.
Un panorama alentador
Todos los alcaldes electos en las grandes capitales tienen una formación académica de postgrado en universidades reconocidas y una experiencia administrativa vasta y diversa que permite augurar buenas capacidades y liderazgo.
Entre todos, se destacó Carlos Fernando Galán Pachón, quien ofreció un discurso conciliador, incluyente y democrático, y anunció construir sobre lo construido, reconocer al otro y que la acción pública se oriente al bien común y deje de lado el tradicional énfasis en los intereses particulares. En Cali, igualmente se convocó a sectores diversos en pro de una construcción colectiva y una sana convivencia.
Resulta factible concluir que no hay un plebiscito en contra del gobierno nacional ni este podrá ejecutar los ejes estratégicos del plan nacional de desarrollo sin el concurso de los alcaldes de las grandes capitales de Colombia. Se trata de un juego saludable de la democracia que puede conducir a una mejoría del sistema democrático.