La lista de opositores publicada por el Ejército en Twitter es apenas otra muestra de los problemas de fondo que aquejan a la inteligencia militar –y al ejército- de Colombia.
César Niño*
¿Qué pasó?
El pasado martes 10 de marzo, el Ejército Nacional compartió una lista virtual por Twitter que asociaba 33 nombres propios de reconocidos periodistas, políticos, líderes de opinión y organizaciones no gubernamentales con la palabra “oposición”. Pocos minutos después la lista fue borrada de la red social.
El problema de fondo consiste en determinar qué entiende el Ejército por oposición, una categoría que debería ser usada en el ámbito político, no en el militar. Basándonos en el incidente de la lista, podemos afirmar que el Ejército cree que ‘oposición’ es sinónimo de ‘enemigo’, lo cual es sumamente peligroso para el Estado Social de Derecho.
Aunque después de lo ocurrido el Ejército publicó el comunicado de prensa No.003 explicando que se trataba de una “lista de monitoreo” para informarse sobre lo que se decía de la institución, el terrible error dio pie a pensar que el Ejército podría emprender persecuciones contra las personas e instituciones mencionadas.
El incidente del 10 de marzo sugiere que el Ejército confunde ‘enemigo’ con ‘oposición’ y, por ende, tiene una idea distorsionada de su misión institucional: la preservación de la integridad territorial y la defensa de la República.
‘Enemigo’ es una categoría delicada que se refiere exclusivamente a amenazas sólidas que pongan en riesgo la seguridad nacional. En un contexto como el nuestro, el Ejército debe ser sumamente cuidadoso con esta categoría y no usarla a la ligera como lo hizo en la lista de marras.
Mala racha
La inteligencia militar es vital para salvaguardar la seguridad en Colombia porque anticipa hechos que perjudican al establecimiento y nos defiende de problemas y amenazas características del mundo globalizado.
Una mala ejecución de la inteligencia perjudica al país porque resulta de confusiones misionales y problemas legales, y porque conlleva la pérdida de legitimidad.
La inteligencia militar debe ser un cuerpo altamente entrenado que identifique con claridad qué está permitido y qué no en la recolección de información valiosa, pues solo así será capaz de anticiparse y tomar decisiones que garanticen la seguridad del territorio.

Foto: Facebook Ejército Nacional de Colombia
El ejército colombiano necesita renovarse y modernizarse urgentemente.
El problema de fondo consiste en determinar qué entiende el Ejército por oposición, una categoría que debería ser usada en el ámbito político, no en el militar.
Y sin embargo, los últimos meses han sido catastróficos para la imagen de las Fuerzas Militares porque se han visto envueltas en numerosos escándalos:
- interceptaciones ilegales,
- problemas relacionados con el asesinato de líderes sociales,
- operaciones militares en campamentos de grupos armados con presencia de menores,
- informes de inteligencia distorsionados y poco precisos que han dejado en ridículo al presidente en la ONU,
- irregularidades en contrataciones,
- errores en el manejo de las comunicaciones estratégicas, y
- una presunta participación electoral y política.
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Los problemas de fondo
En 2019 el Ejército era una de las pocas instituciones colombianas que gozaban de un alto grado de confianza o legitimidad en la población. Indudablemente, incidentes como los de la lista han contribuido a deteriorar su prestigio.
Los problemas que aquejan al Ejército colombiano tienen varias explicaciones profundas:
- Por un lado, tanto las Fuerzas Militares como la Policía atraviesan un estado de esquizofrenia e incertidumbre estratégica. Sin las FARC-EP, parece que se han quedado sin un ‘medidor’ que defina sus aciertos, capacidades y ‘éxitos misionales’. Dicho de otro modo, la “desfarcarización” de la agenda de seguridad ha sido un trauma para la toma de decisiones porque ha revelado múltiples crisis que durante el conflicto fueron canalizadas con un sencillo y único derrotero.
- Por otro lado, la era de la información y de las redes sociales ha aumentado la vulnerabilidad de la inteligencia tradicional poniendo en evidencia el anacronismo institucional. La velocidad de los datos y la entropía de las amenazas han puesto en jaque al Ejército.
El sin sabor y la preocupación perduran pese al comunicado de prensa en el que el Ejército ofrece disculpas por lo ocurrido. En esa nota, el Ejército reconoce que la denominación de la lista fue un total desacierto y señala que fue producto de una falta de criterio de quien maneja las redes sociales.
El asunto es que, en materia de seguridad e inteligencia, un error de criterio puede conducir a un fracaso rotundo. Como era de esperarse, los periodistas, líderes de opinión, políticos y voceros de las organizaciones no gubernamentales enlistados manifestaron su descontento y exigieron que se abrieran las investigaciones pertinentes.
Según el Comando, la persona que manejaba las redes sociales del Ejército fue relevada del cargo, sin embargo, esta decisión no remedia los problemas de fondo ni silencia interrogantes como: ¿Cuántas listas como esa existen? ¿Qué otras personas son consideradas ‘enemigas’ del Ejército Nacional? Si algo está claro es que esta supuesta movida de comunicación estratégica no tuvo nada de estratégica.

Foto: Facebook Ejército Nacional de Colombia
¿Qué pasa con la inteligencia militar?
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Un Ejército moderno
Con todo esto, no pretendo sugerir que debe haber un divorcio entre libertad y seguridad puesto que ambas son necesarias para lograr la tranquilidad nacional.
Creo, sin embargo, que las instrucciones de los comandantes y estrategas deben ser claras, precisas, lógicas, racionales, legales y legítimas. Las decisiones acertadas son aquellas que responden a un proceso lógico e integral con derroteros medibles.
Un Ejército moderno no es una entidad que tiene presencia en redes y se involucra en las tecnologías per se.
Y sin embargo, los últimos meses han sido catastróficos para la imagen de las Fuerzas Militares porque se han visto envueltas en numerosos escándalos
Un Ejército a la vanguardia es una institución que se vale de la tecnología para prevenir amenazas, reducir incertidumbres y defender al Estado. Esto implica tener un personal calificado frente a los nuevos escenarios de seguridad, con conocimiento de las amenazas y de la sinergia indivisible entre seguridad y democracia.
La necesidad de un Ejército moderno implica ampliar el espectro y eliminar el sistema binario de amigo-enemigo característico de las guerras y conflictos.
En definitiva, el Ejército Nacional debe reformular la noción de seguridad y desfarcarizar su misión, pues solo así lograrán minimizar los errores y realizar una lectura acertada del contexto colombiano.
* Doctor en Derecho Internacional, máster en Seguridad y Defensa, politólogo, profesor asociado y Director de Investigación de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. @cesarnino4