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Los movimientos anti-vacunas

Escrito por Tatiana Andia - Juliana Sánchez
Tienen derecho los padres a no vacunar a sus hijos

TatianaNuevos brotes de sarampión se reportan en Colombia y en el mundo. ¿Qué relación tienen ellos con el movimiento internacional de padres opuestos a las vacunas? ¿Quién tiene la razón en el debate científico y moral?

Tatiana Andia* – Juliana Sánchez**

Una revolución en la salud

Las vacunas fueron uno de los principales avances de la medicina moderna porque permitieron  erradicar varias enfermedades transmisibles que cobraban la vida de cientos de miles de presonas.

Pero todavía en tiempos recientes, esas enfermedades  seguían causando estragos. Por ejemplo en 1990 murieron en el mundo más de 900 mil personas por sarampión y más de 330 mil por tétano. Gracias a las campañas de vacunación, en 2015 se registraron poco más de 77 mil muertes por  sarampión, para una caída de más del 90 por ciento en quince años.

El progreso ha sido tal, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta hoy con una lista de veintesis enfermedades para las cuales existen vacunas.

Pero la existencia de las vacunas es insuficiente si no está acompañada por altas tasas de vacunación.

La existencia de las vacunas es insuficiente si no está acompañada por altas tasas de vacunación.

Las reducciones en la mortalidad por enfermedades transmisibles durante los últimos quince o  veinte años se deben a que la mayoría de los países han logrado que la tasa de vacunación supere el 90 por ciento. La OMS reporta que en 2016, 130 países alcanzaron 90 por ciento de cobertura de la vacuna que se conoce como DPT (difteria, tétano y tos ferina).

En el caso del sarampión, mientras en 1983 solo 1 de cada 2 niños era vacunado, en 2015 el 85 por ciento de los niños del mundo habían sido vacunados.

La controversia sobre los hechos

Atención médica para niños.

Foto: Hospital San Rafael
Atención médica para niños.

Pese a la evidente efectividad de la vacunación, los médicos y salubristas públicos del mundo han alertado sobre el crecimiento de movimientos anti-vacunas. Estos movimientos de padres de familia, que han cobrado fuerza principalmente en Europa y en Estados Unidos, argumentan que la vacunación es peligrosa por posibles efectos adversos y reclaman su derecho a decidir no vacunar sus hijos.

La controversia entre anti-vacunas y salubristas no es fácil de dirimir y tiene dos aristas principales: la científica y la del derecho de los padres a elegir lo que creen mejor para sus hijos.

Pero—más que de una controversia científica—, se trata del uso público y político de la evidencia científica en la era de las redes sociales.

Los movimientos anti-vacunas alegan que algunos estudios que se hicieron populares hacia el fin de la década del 90 sugieren alguna asociación entre el autismo y las vacunas contra el sarampión, la rubeola y las paperas. Así mismo y a partir de la experiencia de otros padres que reportan, generalmente a través de las redes sociales, estos movimientos sostienen que los niños podrían desarrollar autismo y otras enfermedades auto-inmunes a causa de las vacunas.

Las agencias nacionales e internacionales de salud han respondido con cifras que demuestran la efectividad de las vacunas y con serias revisiones de la evidencia cientifica acerca de su seguridad,  difundidas a través de revistas científicas con estrictos protocolos de publicación y revisión de pares. Es una guerra sobre la evidencia y sobre las fuentes legítimas de conocimiento científico.

Puede leer: ¿Qué hacer con la salud en Colombia?

¿Libertad de escoger lo que se cree mejor para los hijos?

Esta segunda arista del debate es una guerra entre el derecho a elegir y las circunstancias que hacen  admisible la intervención del Estado en la toma de decisiones individuales.

En Estados Unidos, un estudio de PEW Research encontró que el 30 por ciento de los encuestados consideran que los padres deben ser libres de elegir sobre la vacunación de sus hijos. La cifra, sorprendentemente, es mayor entre los jóvenes: 41 por ciento de los encuestados entre 18 y 29  años de edad.

Aunque parece razonable permitir que los padres elijan, en realidad estamos ante una conducta  muy peligrosa porque para que la vacunación sea efectiva se necesita una cobertura total o por lo menos de entre el 90 y el 95 por ciento de la población. Por eso en muchos países la vacunación es obligatoria—y en otros se permiten excepciones, pero solo por motivos religiosos o de conciencia—.

La intervención estatal se justifica porque la vacunación concierne a toda una colectivad.

La intervención estatal se justifica porque la vacunación concierne a toda una colectivad. Esto implica que las decisiones que maximizan el beneficio individual pueden ir en detrimento del bien común, y que si cada individuo elige lo que más le conviene todos estaremos peor en el largo plazo.

En otras palabras, los padres que no vacunan a sus hijos son como “consumidores parásitos”, un término que denomina a quienes se benefician sin aportar. Los padres se benefician de la inmunización conseguida gracias a que la mayoría de la población se vacuna, sin asumir los costos o riesgos asociados con la vacunación para sus hijos.

Mientras el número de consumidores parásitos sea poco, el bien común no se ve afectado. Pero el  auge de los movimientos anti-vacunas podría estar cambiando el balance.

En efecto, el aumento en los brotes de sarampión es preocupante y está alertando a las autoridades de salud pública. De 2016 a 2017 el número de casos en el mundo aumentó en 31 por ciento. Por ejemplo, ocho estados de Estados Unidos han tenido brotes: Nueva York con más de 275 casos y Washington con más de 70, en 2019. En Europa los casos llegaron al record más alto en 20 años, con brotes en varios países.

Urna de cristal Vacunación.

Foto: Urna de cristal
Vacunación.

El caso colombiano

Colombia se ha sumado al resurgimiento del sarampión. Aunque  en 2014  el Comité Internacional de Expertos (CIE) de la OMS certificó a Colombia como país libre de sarampión, de rubéola y del síndrome de rubéola congénita, los casos han vuelto a aparecer en el último año.

El Instituto Nacional de Salud ha confirmado 280 casos de sarampión entre marzo de 2018 y marzo de 2019. La mayoría de esos casos han llegado desde Venezuela y son el resultado del deterioro de las condiciones de salud en el país vecino que están poniendo a prueba el grado de inmunización de Colombia.

Puede leer: La crisis de la salud: ¿corrupción o estructura?

La tasa de cobertura de vacunación contra el sarampión en Colombia es de las más altas de la región, con 93 por ciento de los niños y niñas entre 12 y 23 meses vacunados en 2017.

Estas cifras de cobertura hasta cierto punto son un parte de tranquilidad, así como las acciones emprendidas por el INS, pero la alerta debe mantenerse si no queremos retroceder varios años en mortalidad por efermedades infecciosas.

* Profesora de sociología de la Universidad de los Andes.

**Estudiante de Economía de la Universidad de los Andes.

 

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