Nuestras costas son menos propensas que las del norte del Caribe a sufrir estos fenómenos, pero una mejor posición geográfica no es sinónimo de inmunidad. El peligro es real. Y es mejor prevenir que lamentar.
Juan Carlos Ortiz*
Colombia y el mar
Los huracanes son motores termodinámicos.
Su ‘combustible’ es el agua de mar evaporada y -con la ayuda de unos vientos específicos- nacen e inician su recorrido regularmente de este a oeste-noreste. En la costa atlántica de África convergen estas dos condiciones y por eso allí se produce la mayoría de los huracanes que transitan por el Caribe colombiano.
De acuerdo con la Comisión Colombiana de Océano (CCO) el territorio colombiano es:
- 55,14 por ciento terrestre;
- 28,46 por ciento marino por el Mar Caribe, y
- 16,40 por ciento marino por el Océano Pacífico.
Es decir, nuestro país es 44,86 por ciento mar territorial. Posee una línea de costa de 1.600 kilómetros en el Caribe y de 1.589 kilómetros en el Pacifico. La costa pacífica colombiana no sufre impactos directos ni indirectos de huracanes; su principal amenaza son los tsunamis; el mar territorial Caribe es la zona a donde llegan los huracanes en Colombia.
Figura 1. Mar territorial colombiano
Fuente: Comisión Colombiana del Océano (CCO)
Peligros y consuelos
Aunque a muchos nos parezca extraño, Colombia sí ha sido golpeada por huracanes. La diferencia con las Antillas, el Golfo de México y la costa sur y sureste de Estados Unidos consiste en que Colombia no está en la zona de tránsito directo de los huracanes, aunque ha habido algunas excepciones, principalmente en San Andrés.
Aunque a muchos nos parezca extraño, Colombia sí ha sido golpeada por huracanes.
En 2012 analicé la exposición de la costa Caribe colombiana a las tormentas tropicales. Los resultados pueden verse en la Figura siguiente:
Figura 2. Zona de mayor frecuencia de huracanes en el Caribe colombiano
Fuente: modificado de Ortiz J.C. (2012). “Exposure of the Colombian Caribbean Coast, including San Andrés Island, to Tropical Storms and Hurricanes, 1900–2010”. Nat Hazards 61:815-827.
Sobre la base de los registros del paso de tormentas y huracanes en el océano Atlántico se dividió el Caribe en cuatro zonas según la frecuencia y potencial impacto de las tormentas, considerando importantes aquellos huracanes cuyo centro esté a menos de 150 kilómetros de la zona de interés.
La zona donde es más probable que un huracán importante impacte de manera directa a Colombia son las Islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Cada diez años un huracán importante afecta el Archipiélago. El más devastador fue el huracán Joan en 1988.
En el continente la mayoría de los huracanes vienen del este y se dirigen hacia el noroeste, así que la zona costera de La Guajira es la segunda con mayor posibilidad de ser afectada. Allí el huracán Matthew causó graves estragos en 2016.
En tercer lugar están las zonas costeras caribeñas que incluyen a Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, donde la afectación ha sido más indirecta, lo que llamamos coletazos. La ocasión cuando Barranquilla, Santa Marta y Cartagena estuvieron más cerca de un huracán fue en octubre de 1988, cuando el huracán Joan (o Juana) pasaba por el Caribe colombiano. En ese momento era una tormenta tropical, ni siquiera era categoría 1, como se puede observar en esta Figura:
Figura 3. Imagen de satélite GOES 13
Fuente: Ortiz J.C. (2012). “Exposure of the Colombian Caribbean Coast, including San Andrés Island, to Tropical Storms and Hurricanes, 1900–2010”. Nat Hazards 61:815-827.
El peligro más grande para las principales ciudades de la zona central del Caribe –es decir, Santa Marta, Barranquilla y Cartagena– es que un huracán se forme en el Caribe y tome una dirección contraria a la habitual, es decir, que vaya de oeste a este. Un huracán con estas características sería devastador, ya que los vientos más fuertes, marejada y oleaje extremo impactarían la costa de frente. En 1999 hubo un huracán de este tipo –Lenny–, aunque para fortuna nuestra se mantuvo al norte de la línea de costa (Figura 4).
Figura 4. Trayectoria del huracán Lenny de oeste a este
Fuente: Ortiz J.C. (2009). “Application of a Parametric Wind Model and a Spectral Swell Model for the Study of Maximum Swell Generated by Hurricane Lenny on the Colombian Caribbean Coast in 1999”. Boletín Científico, CIOH 27: 29-36.
Es muy poco probable que se vean afectadas las costas de Sucre, Córdoba, Antioquia y Chocó (zona 4, Figura 2). Hubo huracanes en los inicios del siglo XX, pero la información meteorológica es muy limitada y con la ayuda de modelos se está reconstruyendo toda esa actividad para hacer las evaluaciones respectivas.
Colombia no está en la zona de tránsito directo de los huracanes, aunque ha habido algunas excepciones.
En caso de un impacto directo de huracán, la zona continental colombiana tiene dos cosas a su favor: la geografía y la física.
- La línea de costa no es horizontal y casi todos los huracanes transitan paralelos a nosotros en la costa continental, aunque La Guajira está más expuesta y la mayoría de la costa Caribe queda en una ‘zona de sombra’.
- A la vez, la fuerza de Coriolis hace que la mayoría de los huracanes se tuerzan hacia la derecha en el hemisferio norte y por eso toman hacia el noroeste.
Desde 1854 menos de veinte huracanes han afectado de alguna manera las zonas costeras continentales e insulares del mar territorial colombiano. No obstante, a partir de algunas investigaciones puede notarse que los últimos 27 años –de 1990 al presente– han sido los más activos, solo comparables con la década de los treinta.
El huracán más devastador de toda la historia de Colombia (Joan, en octubre de 1988) comenzó como una tormenta tropical en su tránsito por La Guajira, Magdalena, Atlántico y Bolívar y luego aumentó de categoría al llegar a las aguas cálidas de Panamá. Causó devastación en Centroamérica y en el archipiélago de San Andrés.
Mejor prevenir
La relación de la frecuencia e intensidad de los huracanes con el calentamiento global ha sido tema de debate durante muchos años. Algunos científicos reconocidos consideran que el calentamiento global no afecta la actividad ciclónica y que esta responde a otros factores atmosféricos de escala planetaria. Sin embargo, la idea más aceptada en la comunidad científica es que los huracanes serán más intensos con el calentamiento global, ya que al calentarse más al agua superficial estos tendrán más energía.
En Colombia aún no tenemos claridad al respecto, necesitamos más tiempo, pues para asociar de manera definitiva un fenómeno o cambio en el clima meteo-marino con el calentamiento global es necesario soportarse en estudios científicos que toman muchos años. De acuerdo con esto, es probable que en las próximas décadas tengamos más certeza, pero mientras tanto solo podemos hacer algunas aproximaciones.
Y en todo caso no hay que esperar cincuenta o cien años hasta que los científicos podamos decir si tendremos más huracanes en Colombia o no. El asunto es que el caso de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es preocupante y necesita un plan de alerta y mitigación efectivo que no da espera. Esto sin descuidar al continente, que ya ha sufrido por los huracanes, así se haya tratado de coletazos y tormentas tropicales.
No hay que olvidar que tuvimos mucha suerte con Matthew el año pasado. No puede ser que necesitemos un Irma para prevenir los estragos de los huracanes: debería bastar con los daños del año pasado causados por el desbordamiento de las fuentes hídricas que nacen en la Sierra Nevada. Muchas zonas de la media y baja Guajira estuvieron bajo el agua, y eso que solo fue un coletazo.
* Profesor investigador del grupo de investigación en Geociencias-GEO4, departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte, Barranquilla.