Los emigrantes, las remesas y el desarrollo de Colombia
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Los emigrantes, las remesas y el desarrollo de Colombia

Escrito por Yuliet Bedoya
Los emigrantes en colombia

Colombia es uno de los países con más flujo de emigrantes. La economía de las familias — y también la del país— dependen en gran medida de las remesas que llegan del exterior.

Yuliet Bedoya*

Las remesas: cuánto valen, cómo han cambiado y para qué sirven

Las remesas han resuelto los problemas causados por la falta de oportunidades en Colombia durante las últimas dos décadas.

Nuestra historia demográfica reciente se caracteriza por un gran volumen de emigrantes que pretenden conseguir mejores oportunidades laborales y de vida para ellos y para sus allegados que permanecen en Colombia. Según las estimaciones de la ONU (2021), había 3.024.273 de colombianos viviendo en el exterior en el 2020, casi el 6 % de la población del país.

Algunos hogares contribuyen a financiar los costos de la emigración a cambio de las remesas que recibirán en el futuro o eventualmente se instalan en el país de acogida. Los vínculos afectivos y de responsabilidad entre el migrante y su hogar de origen mantienen y perpetúan estas relaciones incluso en la distancia.

El siguiente gráfico muestra el comportamiento de las remesas en las últimas dos décadas:

Los emigrantes en colombia
Fuente: Remesas de los trabajadores, serie anual de estadísticas del Banco de la República de Colombia (2022)

Entre el 2000 y el 2008 las remesas aumentaron hasta alcanzar los 4.842 millones de dólares. Este aumento se explica por tres factores: la devaluación del dólar frente al euro, el aumento de los montos enviados desde Estados Unidos y Venezuela, y el aumento de la población colombiana en el exterior.

El aumento de las remesas a partir del 2015 se debió a la recuperación del mercado laboral de Estados Unidos, y esto ayudó a mejorar los ingresos corrientes de la balanza de pagos colombiana, que alcanzó un saldo positivo de los 8.597 millones de dólares en 2021.

Las remesas provienen principalmente de Estados Unidos, España y Chile, y su envío es casi permanente en intervalos mensuales o quincenales. Por esto muchos hogares las perciben como un salario o un complemento al ingreso del hogar.

Las remesas tuvieron como destino principal el Valle del Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Risaralda durante las últimas dos décadas. La mayoría de los colombianos que emigran provienen de estas regiones. Pero estos departamentos concentran también la mayor parte de la infraestructura productiva del país, con inversiones importantes en explotaciones industriales o agroindustriales. Esto significa que los departamentos más ricos son los que reciben la mayor cantidad de remesas en Colombia, aunque se sabe que existen profundas desigualdades dentro de estos.

El dinero que llega del exterior pretende atender ciertas obligaciones familiares y financieras: la alimentación, el pago de servicios públicos, la recreación, la educación y la salud. Los ingresos domésticos son más elevados y los niveles de vida de los hogares receptores mejoran gracias a las remesas.

El envío de estas es quizá la práctica más importante del transnacionalismo, pues desafía las crisis económicas de los países y saca a flote las economías de muchos hogares del mundo. Al final, son un paliativo para la pobreza.

Aunque hay debate sobre el aporte de estos giros internacionales al ahorro y la inversión en Colombia, en realidad son fundamentales para la economía familiar y el capital humano del país, pues se usan en mayor medida para invertir en educación, adquirir nuevos conocimientos y preparar a las personas para conseguir mejores empleos e ingresos.

Los emigrantes en colombia
Foto: Ministerio de Transporte - Si las remesas son una salida a los problemas económicos y a la falta de oportunidades, tal vez la migración ayude a crear un desarrollo sostenible.

Relaciones transnacionales

Pero la dependencia de las remesas también ha sido muy criticada, ya que se malgastan los recursos y deja de trabajarse en edades económicamente activas una vez se perciben los giros internacionales. En realidad las remesas ponen de manifiesto las estrategias y relaciones transnacionales que hay detrás de los proyectos migratorios.

Las prácticas de reciprocidad e intercambio de los hogares transnacionales organizan el trabajo reproductivo y el trabajo productivo (dentro y fuera del país) para que todos los miembros del hogar se beneficien. El trabajo reproductivo es aquel que no es remunerado y contribuye a reproducir la fuerza de trabajo. La vida doméstica, y el cuidado de los niños y los ancianos son labores de ciertos miembros de la familia que garantizan su funcionamiento.

Los hogares transnacionales adoptan estrategias para sortear las dificultades como la distancia y las ausencias. Al final, las remesas cubren los gastos de los niños y los ancianos, pero también de aquellos que se dedican de tiempo completo al trabajo reproductivo.

Migración, remesas y sostenibilidad

Si las remesas son una salida a los problemas económicos y a la falta de oportunidades, tal vez la migración ayude a un desarrollo sostenible, si se piensa en crear capacidades humanas y alcanzar el bienestar de todas las generaciones.

Según la visión de sostenibilidad de la ONU, se necesita un trabajo conjunto entre el Estado y la sociedad para alcanzar objetivos estratégicos en cuanto al ambiente, la equidad, la democracia y el desarrollo. Esto se verá reflejado en nuevas formas de vivir que beneficiarán al entorno social y reforzarán las capacidades y libertades.

El Estado es primordial para el desarrollo sostenible, en especial cuando se presentan grandes flujos de migración internacional. En el caso colombiano, el Estado debe conocer las implicaciones de la migración y reconocer el esfuerzo de quienes apuestan su estabilidad familiar para trabajar más allá de sus límites territoriales.

El Estado debe garantizar que los hogares transnacionales aprovechen las remesas al máximo, debe ayudar a que se multiplique el capital para apoyar la sostenibilidad, y debe permitirle al migrante invertir su capital económico, social y cultural una vez regrese al país (voluntaria o involuntariamente).

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