Los derechos digitales y la fundación Karisma | Razón Pública 2023
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Los derechos digitales y la fundación Karisma

Escrito por Nicola Stornelli Garcia

Vivimos en la era digital, y, sin embargo, no hay plena conciencia de los derechos que deben defenderse para evitar los abusos. Los veinte años de vida de la fundación Karisma nos recuerdan su importancia.

Nicola Stornelli García*

Los derechos digitales son derechos humanos

Estuve en la celebración del vigésimo aniversario de la Fundación Karisma por una gentil invitación de su directora, Carolina Botero, y de su esposo, Julio Gaitán, en la Cinemateca Distrital.

Karisma es una organización que trabaja por los derechos humanos en el mundo digital, y Carolina Botero es un referente internacional en estos temas. Por eso pensé que iba a encontrar el recinto lleno de personalidades importantes del derecho o de medios de comunicación que le deben tanto a Karisma, pero no fue así. El trabajo de Karisma no es tan popular entre los dueños de los medios y de las grandes empresas de tecnología.

La mayoría de personas interesadas en estos temas se enteraron de la existencia de Karisma por la famosa campaña que logró enterrar la Ley Lleras que empezó en 2011 y que intentaba regular la responsabilidad por las infracciones al derecho de autor y a los derechos conexos en internet.

Esta fue la primera campaña que abordó el tema de internet y que tuvo una incidencia política en Colombia. De hecho, fue la primera vez que las sesiones del Congreso se transmitieron al público por streaming.

Además, aceptamos las famosas cookies, bajamos aplicaciones, damos nuestros datos y tenemos montones de aplicaciones sin usar y que no eliminamos de nuestros dispositivos. De ese modo, permitimos que estas empresas se lucren más y que dispongan de más información sobre nosotros y sobre lo que nos interesa.

Pero quizás la mejor manera de que se entienda la importancia que ha tenido la Fundación Karisma es con la siguiente afirmación: los derechos digitales son derechos humanos. Punto. Conviene preguntarse, sin embargo, hasta qué punto su trabajo es una cruzada moral y legal o es una simple quijotada.

Foto: MinTIC - La desigualdad social y económica se está trasladando al mundo digital; hoy hay una nueva clase de marginados digitales.

Marginados digitales

Estamos todavía lejos de una Era de la información en donde haya una transmisión libre y democrática del conocimiento a través de internet. Por el contrario, la desigualdad social y económica se están trasladando cada vez más al mundo digital y están volviendo a los usuarios en una nueva clase de marginados.

En ese sentido, somos constantemente manipulados por las redes sociales con algoritmos que capturan nuestra atención para convertirla en datos monetizados sin nuestro consentimiento y sin ningún usufructo de nuestra parte.

La mayoría lo aceptamos y caemos en la trampa de exhibir nuestra vida en las redes sociales. Además, aceptamos las famosas cookies, bajamos aplicaciones, damos nuestros datos y tenemos montones de aplicaciones sin usar y que no eliminamos de nuestros dispositivos. De ese modo, permitimos que estas empresas se lucren más y que dispongan de más información sobre nosotros y sobre lo que nos interesa.

Por eso, no nos sorprendió que alguien en el gobierno de Gustavo Petro haya ordenado una “chuzada” sin el más mínimo recato siendo parte del equipo de un político de izquierda que llegó a la presidencia por precisamente denunciar este tipo de malas prácticas de gobiernos anteriores.

Todos “chuzan”, desde el Estado hasta los particulares. Cuando apenas nacía Internet, conocí unos scanner que permitían interceptar llamadas de móviles de forma aleatoria. Era difícil pescar la que uno perseguía pero no imposible. Después de capturada la frecuencia, era muy fácil oír a la víctima. En esa época era un juguete muy apreciado por maridos celosos y acosadores.

Hoy el ciberdelito es pan de todos los días y las IAs van a complicar mucho más el panorama para los marginados digitales ya que pueden facilitar la delincuencia en las redes. Además, las fake news, deep fakes y tantísimas falsas noticias estarán en nuestras bandejas de entrada y en nuestras redes sociales sin que podamos distinguirlas o comprobar su veracidad.

Por estas razones, nace la necesidad de tener una guía que nos alerte y nos ayude en todo esto. Esta es precisamente la inmensa labor que ha hecho Karisma en los últimos veinte años.

La historia de la organización

La historia de Karisma es de amor, familia, dedicación y, ante todo, de una visión clara sobre la vigilancia civil en el mundo digital.

Don Héctor Botero, padre de Carolina, y su familia, tenía la fábrica de Juguetes Ksandra´s desde 1985. En 1987 asistió a un evento de la Universidad de los Andes sobre empresas de base tecnológica con el propósito de abrir sus líneas de desarrollo. Allí, se mencionó la posibilidad de crear un software educativo y se facilitó el contacto de un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional interesado en el tema.

A partir de ese momento, se empezaron a comercializar los primeros títulos, un preuniversitario y algunos preescolares como vocales, abecedario, números, etc. Se tenían como medio físico diskettes de 3 ½.

A principios de 1990, se supo del CD ROM que grababa archivos de mayor tamaño y permitía incluir mejores imágenes, sonido y video. En 1994 trajeron un equipo para grabar la “matriz” de un título y enviarlo para el CD ROM producido en Estados Unidos —él cree que fue el primer equipo de este tipo en el país—. Ese año se produjo el primer CD ROM con software educativo y se empezó la producción de títulos multimedia.

Pronto se crearon también las facilidades para producir los CD ROM en Colombia. En pocos años, aparecieron CDs grabables de bajo costo y fue posible quemar estos CDs para distribuir los títulos propios. En ese entonces se comenzaron a comercializar “kit de multimedia” para que los equipos de cómputo existentes usaran la multimedia. Para que el usuario tuviera unas primeras muestras de multimedia, incluían en el kit CDs, un lector y unos parlantes que se conectaban a un equipo que permitía la reproducción de la multimedia.

Como la oferta de multimedia en español era muy limitada, durante algún tiempo se vendieron derechos para que se incluyeran títulos Kimera en esos kits. Esto significó una presencia de los títulos Kimera en América Latina. En esa etapa mantuvieron la producción de juguetes y el software educativo. Para el año 2000 como resultado de las políticas de apertura económica y las crisis de ese entonces desaparecieron prácticamente todas las fábricas de juguetes en Colombia y entre ellas Ksandra´s.

Con relación a los títulos Kimera, los CDs habían perdido en gran parte su papel como medio físico para distribuir contenidos, las redes locales, Internet y las redes sociales empezaban a tener importancia y en el sector educativo. Los manejadores de contenidos comenzaron a tener un papel preponderante.

En ese entonces Kimera se orientó a encontrar la forma de apoyar a las entidades educativas en el uso de lo digital, especialmente el uso de los manejadores de contenidos, primordialmente Moodle y algunas herramientas de procedencia finlandesa de las cuales se tenía referencia por uno de los miembros de la familia Botero en una universidad allá. Como resultado de este cambio, en 2003 decidieron crear la Fundación Karisma, ya que una empresa manufacturera no cumplía un papel adecuado en ese nuevo entorno educativo.

Varios logros de Karisma

Así como la Ley 51 de 1986 adoptó a ACIEM como Cuerpo Técnico Consultivo del Gobierno Nacional en temas de Telecomunicaciones y TIC, el Estado debería aprovechar a Karisma como asesora en temas de derechos y deberes en el mundo digital. En el evento del aniversario, Carolina Botero destacó varios de los logros de su fundación:

  • Acompañaron a Diego Gómez a enfrentar su proceso por compartir información científica sin ánimo de lucro.
  • Recibieron el Premio a la Libertad de Expresión del Index on Censorship por activismo digital por ese acompañamiento y por la campaña del “Machitrol” que denuncia, muestra y enfrenta el machismo en línea.
  • Consiguieron más excepciones y limitaciones al derecho de autor.
  • Apoyaron la definición de la política de acceso abierto.
  • Aprendieron sobre el cambio de la vigilancia y las comunicaciones del Estado.
  • Desarrollaron la capacidad para analizar la seguridad digital de organizaciones de sociedad civil, de la tecnología que se usa en elecciones y de los sitios y aplicaciones del Estado en donde se usan grandes cantidades de datos personales.
  • Consiguieron desmilitarizar la política nacional de ciberseguridad.
  • Trabajaron con pequeños pilotos en la ruralidad colombiana para pensar en cómo podían usar tecnologías digitales pese a sus limitaciones.

Por ello y por otras razones, la Fundación Karisma es un bien público fundamental que debe ser tenido en cuenta por parte del Estado.

Kappa Ocho y otras actividades

Por el vigésimo aniversario de la fundación, Carolina Botero decidió crear un espacio para la creación literaria con el equipo de Karisma y con el apoyo del profesor Rodrigo Bastidas Pérez, experto en literatura y en ciencia ficción, para explorar la futurología. La publicación se llama “Kappa Ocho” y se puede leer entera aquí.

nace la necesidad de tener una guía que nos alerte y nos ayude en todo esto. Esta es precisamente la inmensa labor que ha hecho Karisma en los últimos veinte años.

Uno de sus cuentos transcurre en un mundo distópico donde se les implantan un chip a los humanos al nacer que sólo permite usar 234 000 palabras durante su vida por lo que llega un momento en el que callan para siempre —paralelamente, el año pasado aparecieron varios videos en Tik Tok en los que se jugaba con el mito de que sólo se pueden expresar una cantidad específica de palabras—.

La celebración de los 20 años no fue por streaming sino que promovió el encuentro personal, la conversación y la repartición física de “Kappa Ocho”. Por supuesto pudimos hablar más de 234 000 palabras y contar muchas historias que nos permitieron conocer más a esta organización que quiere “promover los derechos humanos y la justicia social en el diseño y uso de las tecnologías digitales”. Tristemente, esto no está pasando por culpa de un Estado que no atiende las advertencias de Karisma y de otros analistas del sector.

Entre otras actividades, Karisma se destaca por “monitorear tanto los desarrollos tecnológicos como las políticas públicas y los avances en jurisprudencia y legislación para identificar necesidades, amenazas y oportunidades en estos temas. Desarrollar una comprensión profunda de los desafíos fundamentales relacionados con el uso y abuso de las tecnologías digitales. Dar a conocer las amenazas y proponer soluciones, a través del desarrollo de políticas, la incidencia, el cabildeo y campañas de concientización pública. Y apoyar acciones de litigio estratégicas.”

Por eso, extrañé la presencia de líderes gubernamentales.

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