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Los conflictos y las razones que tenemos para actuar

Escrito por Diana González
El texto analiza conflictos donde las razones lógicas son incompatibles con las posibilidades de actuar.

El texto analiza conflictos donde las razones lógicas son incompatibles con las posibilidades de actuar.

Diana GonzalesA veces, las decisiones de la vida cotidiana implican un grave dilema moral casi imposible de resolver. ¿Cómo se puede abordar el análisis de estos “conflictos prácticos” que en gran medida determinan el carácter de una sociedad?

Diana Beatriz González*

Practical Conflicts, New Philosopical Essays

Peter Baumann y Monika Betzler (editores)

Cambridge University Press, 2004

¿Cómo decidimos?

Decidir qué vamos a hacer en ciertas situaciones no es tarea fácil. Hay momentos en los cuales nuestros deseos, compromisos y metas nos indican rutas de acción diferentes y, a veces, incompatibles. Los principios e ideales que defendemos, o que quisiéramos defender, no suelen ayudar a dar respuestas concluyentes ante problemas que cuestionan nuestro grado de fidelidad a ellos.

Conflictos prácticos es un libro que recopila diversos artículos que pretenden explicar qué son, cómo operan y qué alternativas hay ante estos desafíos. Las respuestas dadas a estas cuestiones por cada uno de los autores son diversas y muestran la falta de consenso sobre el tema de los conflictos prácticos. Tal vez un ejemplo ayude a ilustrar el tipo de casos en los que están pensando estos filósofos.

Entre la mudanza y la película

Supongamos que alguien se ha comprometido a ayudar con la mudanza a un amigo que no tiene nadie más a quien pedirle que lo acompañe. Esta persona tiene el firme propósito de cumplir su promesa, pero el día del trasteo, dos horas antes de la cita, alguien le avisa que va a haber una proyección privada de una película que se creía perdida y que él ha deseado ver durante mucho tiempo. El dueño de la única copia conocida se va del país al día siguiente, por lo cual esta es la única oportunidad para ver el film.

En este caso, quien prometió ayudar a su amigo se enfrenta a la disyuntiva de cumplir con la palabra que dio y, en consecuencia, perderse la película, o ir a la película que ha estado esperando tanto tiempo y dejar plantado al amigo (aunque también existe la posibilidad de que se paralice y no pueda decidir qué debe hacer). En todo caso, lo que parece claro es que no puede hacer al tiempo lo que debe y lo que quiere.

En los conflictos prácticos, como el que acabo de mencionar, un individuo no puede actuar con base en las razones que tiene a su disposición dado que, aunque son relevantes para el caso en cuestión, estas proporcionan guías de acción incompatibles.

Esta incompatibilidad se deriva, en la inmensa mayoría de los casos, no del carácter opuesto de los principios que aplican a la situación, sino de las circunstancias de restricción tiempo, conocimiento y habilidad.

Hay cuestiones que son tan complejas que parece que no hay manera de justificar alguna elección y en estos casos no es posible hablar de “la mejor elección”.

Es decir, como en el caso que mencioné líneas arriba, no se trata de que siempre haya choque entre lo que debemos hacer (la promesa al amigo) y lo queremos hacer (ver la película). De hecho, es usual que podamos hacer tanto lo que debemos como lo que queremos.

La cuestión es que, debido a las circunstancias, no es posible actuar con base en las dos razones aunque las dos aplican y cada una, a su manera, ofrece argumentos atractivos.

Los conflictos en relación

La variedad de conflictos prácticos en ciertas situaciones puede ser alta.
La variedad de conflictos prácticos en ciertas situaciones puede ser alta.
Foto: Cristian V.

En el tipo de ejemplo al que vengo refiriéndome, una persona se enfrenta a tener que decidir entre dos opciones que no pueden ser realizadas conjuntamente.

Pero la variedad de conflictos prácticos es altísima y su complejidad puede llegar a ser abrumadora, hasta el punto de dudar de la utilidad de las razones “disponibles” en cada caso.

A diferencia del asunto relativamente simple del amigo, su mudanza y su amor al cine, hay cuestiones que son tan complejas que parece que no hay manera de justificar alguna elección y en estos casos no es posible hablar de “la mejor elección”.

Estas situaciones trágicas, en las cuales la razón parece ser insuficiente y estar incapacitada para guiar la conducta de las personas, son denominadas técnicamente “dilemas morales”. Los dilemas morales implican un desafío difícil de enfrentar porque, en estos casos, las razones chocan entre sí y no hay, aparentemente, una guía de la acción vinculante, que se supone es una de las tareas de la razón.

Las opciones

Los artículos que integran el libro ilustran en buena medida las posiciones teóricas más discutidas sobre los conflictos prácticos en general y el caso límite de los dilemas morales en particular. Aunque el panorama es mucho más rico y matizado de lo que señalo en esta reseña, para efectos ilustrativos es posible agrupar los diversos enfoques en ciertas categorías.

Por un lado estarían algunas posiciones racionalistas para las cuales los conflictos, de cualquier tipo, son aparentes. Ante supuestos choques entre razones morales y motivos provenientes de la satisfacción personal (o de cualquier otra fuente) siempre primarán las razones morales. En el caso del amigo, entonces, el “conflicto” tiene una sola solución: cumplir la promesa.

Hay otros enfoques racionalistas que coinciden en afirmar que todos los conflictos pueden ser resueltos, pero con base en otros argumentos. Para estos autores, existen razones para hacer lo que generará más felicidad (o placer), es decir, para hacer lo que producirá las mejores consecuencias para todos. Cómo deba procederse en el caso de la mudanza dependerá, entonces, de cuál es la acción que generará los mejores efectos en términos globales.

Otros autores son más escépticos sobre la posibilidad infalible de la razón para guiar la acción en todos los casos. Estos creen que muchos de los conflictos prácticos a los cuales nos enfrentamos, en particular las situaciones trágicas, son síntoma de los límites de la razón y, en ese sentido, hacen más profundas las dudas acerca del alcance de la misma.

Estos autores coinciden con los racionalistas arriba mencionados en que muchos de los incidentes prácticos tienen una respuesta racional, pero están en desacuerdo sobre los criterios para determinar cuál es esta.

Los escépticos se enfocan más en los diferentes tipos de conflictos que pueden surgir, sobre todo en aquellos que ofrecen resistencia a las soluciones racionales completas. No estudian qué es lo que la moral ordena hacer en todos los casos o cuál es la alternativa que genera más ganancias, sino que ofrecen estándares más sofisticados de decisión que parten de la idea de que nuestras capacidades racionales son más flexibles de lo que las tesis clásicas parecen sugerir.

Los dilemas morales implican un desafío difícil de enfrentar porque, en estos casos, las razones chocan entre sí

En conclusión, en este libro está representada de manera sugestiva una gran variedad de posiciones sobre los conflictos prácticos. Tras su lectura es posible tener un panorama más completo e informado acerca del tema, aunque siempre existe la posibilidad (tal vez afortunada) de que nos encontremos ante situaciones de elecciones tan novedosas y difíciles que superen el marco de las razones concretas que hemos usado o que conocemos.

El asunto de los conflictos prácticos tiene que ver directamente con las múltiples situaciones que encaramos todos los días. Algunas son fáciles de resolver; otras, en apariencia complicadas, terminan no siéndolo; y otras parecen que no tienen una solución adecuada.

En todo caso, el hecho de que tengamos que enfrentarlas e intentemos encontrar la mejor solución habla no solo de las dificultades permanentes de la vida práctica sino también de nuestro ánimo para resolverlas de la mejor manera, lo que puede forjar nuestro carácter, como individuos y como sociedades.

 

 

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