Retrato de la familia que controla a Barranquilla, ha amasado una fortuna y aspira a la presidencia. Crónica de escándalos viejos y nuevos, hasta ordenar la captura del que fuera presidente del Senado.
Shameel Thahir Silva*
El modelo y el proyecto
El sistema político colombiano se basa en un pacto entre élites trasnacionales, nacionales y regionales, que a menudo aprovechan el clientelismo, la captura de las instituciones, la corrupción y los vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo para mantener o aumentar su poder. Este poder se reparte en acuerdos tácitos que comienzan por la Presidencia de la República como institución central del sistema.
La familia Char es una de las que mejor representa este modelo. La familia ha dominado la región Caribe durante los últimos veinte años, y actualmente, tiene aspiraciones presidenciales. Por eso los Char pretenden desestabilizar el sistema implícito de la élite tradicional.
El patriarca del clan, Fuad Char, pudo saborear las mieles del poder a través del hijo, Arturo, quien fue presidente del Congreso hace tres años y tuvo el control de dos ministerios. Impresiona ver cómo, siendo apenas un cacique regional con una ambición histórica comparable a la de Álvaro Uribe, Fuad abrió oportunidades políticas por medio de Arturo.
El tropiezo
Pero el proyecto político de los Char se ha visto afectado por el escándalo de la compra de votos donde Aída Merlano ha sido figura central. Además Fuad ha tenido dificultades para someter o controlar a sus propios hijos, y a figuras como Germán Vargas Lleras: este delfín se quemó en 2018 por la puñalada trapera de Fuad en el último minuto.
La situación desembocó en una fractura en Barranquilla y el Caribe, agudizada por escándalos nacionales, como el de los 70 mil millones de pesos que se perdieron en la contratación de la ministra Karen Abudinen, prima de los Daes y cuota de los Char en el gobierno Duque.
los Char se benefician del control que tienen sobre la capital del Atlántico y los recursos públicos de la región. Estas maniobras han logrado que los Char sean uno de los diez grupos económicos más poderosos

Claro está que otras familias tradicionales intentarán disputarles a los Char el control político y económico de la región en las elecciones de octubre. Por el momento, solo Gustavo Petro ha logrado reunir nuevamente al ‘Don’ Fuad y el delfín Vargas Lleras para recuperarse del golpe de Aída Merlano y ‘soñar’ nuevamente con ocupar la presidencia en 2026.
El libro que censuraron
Por otro lado, hace dos meses la periodista Laura Ardila denunció que su libro La Costa Nostra, donde revela prácticas criminales de la familia Char, fue censurado por el Grupo Planeta, editorial que ha publicado libros sobre personajes cuestionados como Diego Molano y Néstor Humberto Martínez.
La censura del libro constituye una amenaza para la libertad de expresión y el periodismo en Colombia. Y es además una posible proyección del poder de la familia Char. La publicación fue cancelada gracias a Luis Carlos Vélez, director de la FM y esposo de Siad Char, quien fungió como puente entre la familia y la editorial.
Pero la decisión de la editorial Rey Naranjo de publicar la investigación sobre el clan Char fue un triunfo del periodismo colombiano y de las industrias culturales emergentes. Ahora es un deber de los colombianos leer el libro y exigir explicaciones sobre sus denuncias.
Los Char en Odebrecht
El pacto tácito entre las élites centrales y regionales es cada vez más palpable a través de negocios del Estado que se entregan o contratan para beneficiar a un sector de estas élites.
Un ejemplo fue la adjudicación de la Ruta del Sol a Odebrecht y Corficolombiana en 2009.
También, en 2011, el consorcio Navelena fue adjudicado a la sociedad entre Odebrecht y Valorcon, empresa de los Gerlein. En algún momento se barajó la posibilidad de que esta concesión fuera compartida con los Daes, los Nule y los Char, además de la participación mayoritaria de los gigantes brasileños. Hoy se sabe que hubo, por lo menos, un acuerdo de entendimiento.
Otra cuestión que se mantiene en la penumbra es el papel de los hermanos Daes en el modelo de gobernanza corrupta, que ni siquiera Aida Merlano ha señalado de manera directa.
Alex Char, hijo de Fuad Char, comenzó la carrera de contratista con los cuñados Nule en la vía Bogotá-Girardot. Cuando fue alcalde de Barranquilla le concedió el contrato del Transmetro a los Nule, a pesar del desfalco a las arcas de Bogotá con la alianza corrupta que tuvieron con los hermanos Moreno.
Los Nule fueron muy consentidos por las élites. Hoy son los Char quienes disfrutan de sus relaciones cercanas con el uribismo, el vargasllerismo y el santismo.
Además de los negocios antedichos, los Char se benefician del control que tienen sobre la capital del Atlántico y los recursos públicos de la región. Estas maniobras han logrado que los Char sean uno de los diez grupos económicos más poderosos de Colombia.
Los Char quieren recuperar el control político que los encaminaba hacia la toma de la presidencia de la República con la candidatura de Alex a la alcaldía de Barranquilla y el poder repetir como alcalde.
Orden de captura a Arturo Char
Arturo Char había dicho que viajó a Estados Unidos en febrero porque adoptó la ciudadanía estadounidense una vez que renunció al Congreso. Pero en la indagatoria que rindió ante la Corte Suprema en junio, se acogió al derecho de guardar silencio para no incriminarse.
Esto se da dos meses después de la llegada de Aida Merlano a Colombia, fruto de los puentes tendidos entre Maduro y Petro, que ha prometido revelar información sobre la compra de votos en Barranquilla y el Atlántico.
Merlano ha implicado a varios políticos, incluidos Julio Gerlein, Alex Char, Fuad Char, Héctor Amaris, Lilibeth Llinás y Faisal Cure. Los políticos y megacontratistas han negado las acusaciones, pero sus fortunas se han controvertido por presuntos vínculos con el narcotráfico, el paramilitarismo, la corrupción y el clientelismo.
Arturo no quería ser político. Su vocación es la música. Pero en estos modelos corruptos tan propios de la realidad colombiana, las relaciones filiales son fundamentales para que la confianza fluya como lubricante de las lealtades necesarias.
Lo que seguramente no hará Arturo es incriminar a su papá y a su hermano. Sabe que llegado el caso le tocará caer solo
Sin embargo, estos actos son crímenes que merecen la cárcel. Arturo se vio obligado a heredar la curul de su padre Fuad y encabezar la bancada charista en el Congreso para preparar el terreno en la carrera de su hermano Alex a la presidencia.
Arturo, hoy recluido en la cárcel La Picota, deberá demostrar que las pruebas que ha presentado Aida Merlano no son suficientes y que la Corte concluya que no es culpable de corrupción al sufragante y concierto para delinquir.
Arturo muy seguramente jugará a manipular el sistema para ser liberado sin que se evalúe con rigor la responsabilidad, ya que tiene como abogado a Iván Cancino, el maestro de los vencimientos de términos, quien ya ha servido a otros corruptos como Carlos Mattos o Richard Aguilar.
Lo que seguramente no hará Arturo es incriminar a su papá y a su hermano. Sabe que llegado el caso le tocará caer solo, pues cuando Aida cayó y declaró contra ellos, no dudaron en mover los recursos posibles para asesinarla.
Lo que sigue
Fuad puede entonces confiar en el silencio de su hijo. Ahora el desafío son las elecciones de octubre y utilizar esas posiciones para volver al proyecto de 2018: hacer presidente a Vargas Lleras en 2026, basados en una oposición virulenta al gobierno de Petro.
Para el 2030, Aida será algo del pasado, así como hoy lo son el paramilitarismo de David Char o la corrupción de los cuñados Nule. Alex podrá proyectarse como la opción viable para que los costeños les quiten la presidencia a los cachacos.
1 Comentario
Realmente es esencial que la sociedad colombiana exija una mayor transparencia, integridad y responsabilidad de sus líderes políticos. La influencia y el poder acumulado por la familia Char plantean graves preocupaciones sobre la salud de la democracia en Colombia. Su historial de escándalos, vínculos cuestionables y corrupción son un recordatorio alarmante de cómo ciertas élites pueden manipular el sistema político y económico en su beneficio, a menudo en detrimento del bienestar de la población. Además, la censura del libro y los esfuerzos para silenciar a quienes critican a la familia Char son ejemplos preocupantes de cómo se utiliza el poder para evitar la transparencia y la rendición de cuentas. Las acusaciones de compra de votos y otros actos ilícitos deben ser investigadas con seriedad y sin interferencia política. Que tristeza de verdad que Colombia este tan infestada de elites que usan la sangre de los ciudadanos para enriquecerse, ¡No se supone que somos un estado de derecho? Es imperdonable que se aparte la vista ante actos subversivos que nos afectan a todos.