Los afrodescendientes: incluidos en el deporte pero excluidos de la política - Razón Pública
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Los afrodescendientes: incluidos en el deporte pero excluidos de la política

Escrito por Pastor Murillo

A pesar de las buenas intenciones de los gobiernos, y de su abrumadora presencia en el deporte, los afrodescendientes siguen siendo los más grandes excluidos de la política de Colombia y de toda América Latina.

Pastor Murillo*

Excluidos en toda América

El 15 de junio, cuando la Selección ecuatoriana de fútbol hizo su aparición en la cancha para enfrentar a Suiza en el Mundial Brasil 2014, un amigo me escribió desde Europa para expresarme su sorpresa: “no sabía que en el Ecuador había tanta gente negra”, me dijo tras observar que diez de los once ecuatorianos eran afrodescendientes.

Para él, las selecciones de fútbol, con sus matices, son una ventana de expresión de la composición étnica de cada país.

Si bien es cierto que la gente negra tradicionalmente se ha destacado en el fútbol, no es menos cierto que la invisibilidad de los afrodescendientes en otras esferas de la vida nacional obedece al racismo y la discriminación racial estructural que los afecta, y que en el caso de América Latina, donde se estima hay 200 millones de personas afrodescendientes, ha estado oculta bajo el mito de la “democracia racial”.

De los 102 Senadores que se posesionarán el próximo 20 de julio tan solo uno es afrodescendiente.

En efecto, en Ecuador, donde la población afrodescendiente es alrededor del 10 por ciento del total nacional, no hay un solo negro en el gabinete ministerial. Más dramática es la situación en Brasil, donde son el 51 por ciento de los habitantes y apenas cuentan con uno de 34 ministerios: la secretaría de Igualdad Racial, uno de 81 senadores y un magistrado de los 9 que integran la Corte Suprema de Justicia.

En el presente año, y por primera vez en la historia de Brasil, un afrodescendiente es el vocero del Partido de Gobierno en el Congreso (PT – Cámara Baja).Otra selección de fútbol que cuenta con una participación mayoritariamente afrodescendiente es la de Honduras. Sin embargo, el nuevo gobierno, además de dejar por fuera del gabinete a los afrodescendientes, eliminó la Secretaría de Pueblos Indígenas y Afrohondureños.

Costa Rica tampoco escapa a la invisibilidad de los afrodescendientes, lo que contrasta con la foto de “la selección de Pinto” y a pesar de que Epsy Cambell, destacada líder de la causa afro en América y asambleísta nacional, es una de las principales figuras del Partido Acción Ciudadana que lidera el presidente Luis Guillermo Solís.


La selección ecuatoriana de fútbol.
Foto: Agencia de Noticias ANDES

La situación en Colombia

En Colombia, donde la población afrodescendiente supera los 10 millones de habitantes, de los 23 integrantes de la Selección Nacional de Fútbol, la mayoría son afrodescendientes. Sin embargo, la invisibilidad en las altas esferas del Estado ha sido una constante histórica.

De los 75 magistrados de las cuatro Altas Cortes ninguno es afrocolombiano. El más reciente integrante negro de una Corte en el país fue el profesor Jaco Pérez Escobar, quien hizo parte de la Corte Suprema de Justicia antes de la Constitución de 1991, de la que, a la postre, sería su notario, en calidad de secretario general de la Asamblea Nacional Constituyente.

De los 102 Senadores que se posesionarán el próximo 20 de julio tan solo uno es afrodescendiente.

Los afrodescendientes, el deporte y la política

En América Latina, como en cualquier parte del mundo, los vínculos entre la política y el deporte son una realidad, y las figuras deportivas afrodescendientes no han estado al margen, aunque no como una expresión política étnica.

En Bolivia, por ejemplo, los líderes políticos históricos han sido los futbolistas que han sobresalido en la Selección de futbol. Recientemente, los afrobolivianos han llenado de contenido político la cultura, de allí que hoy la figura mas visible sea el folclorista Jorge Medina, quien ocupa una curul por circunscripción especial étnica en la Asamblea Nacional.

En el Perú, la representación política afrodescendiente descansa en tres congresistas, exintegrantes de la selección peruana femenina de voleibol, subcampeona en los Juegos Olímpicos de 1988. En el Ecuador, de los ocho congresistas afro, tres son glorias de la Selección ecuatoriana de futbol y le sumarían un importante caudal electoral.

En América Latina, como en cualquier parte del mundo, los vínculos entre la política y el deporte son una realidad, y las figuras deportivas afrodescendientes no han estado al margen, aunque no como una expresión política étnica.​

Colombia tampoco se ha quedado atrás, a la hora de “sacarle partido” a las figuras deportivas afrodescendientes. Francisco Maturana fue capitalizado por el M 19 para jalonar votantes para su lista a la Asamblea Nacional Constituyente que formuló la Constitución de 1991, aunque nunca ejerció como constituyente.

Maturana era el Pekerman del momento tras haber llevado a Colombia por segunda vez a un campeonato mundial de fútbol, luego de una larga ausencia. María Isabel Urrutia, primera medallista olímpica de Colombia, y el emblemático futbolista colombiano Willington Ortiz también son referentes de la simbiosis entre política y deporte.


El Ministro de Justicia Alfonso Gómez Méndez.
Foto: Gobernación del Tolima

La “selección” de Santos II

En su discurso de proclamación, el presidente Juan Manuel Santos hizo el siguiente anuncio: Por nuestros hijos y por las nuevas generaciones de colombianos, ¡vamos a conformar una selección nacional de gobierno para seguir construyendo un país más justo e igualitario”.

Las palabras del presidente estuvieron antecedidas de un merecido elogio a la Selección colombiana de futbol, que justo el día anterior había ganado su primer partido del Mundial tras vencer a Grecia con un contundente tres a cero.

Sin duda, Santos corrió con mejor suerte que la presidenta de Brasil, Dilma Ruseff, cuya reelección se encuentra comprometida tras el fracaso de su selección.

La analogía despertó gran expectativa entre la población afrocolombiana que, gobierno, tras gobierno, espera verse reflejada en el gabinete ministerial. No obstante, hay razones para dudar.

En efecto, en el Distrito de Agua Blanca en Cali, en el marco de la campaña presidencial para las elecciones de 2010, Santos pronunció un discurso titulado “Mi compromiso con la población afrocolombiana”, donde afirmó que fortalecería su participación en el gobierno.

Para la época, del gabinete ministerial hacían parte Paula Marcela Moreno, quien oficiaba como ministra de Cultura de Álvaro Uribe, cargo al que, al igual que Andrés Palacios, viceministro de Relaciones Laborales, había llegado en el marco de una labor de influencia actores afrocolombianos liderada por Luis Gilberto Murillo Urrutia, desde Washington, ante la Bancada de Congresistas Afroamericanos.

No obstante, los afros quedaron por fuera de la “Selección Colombia de gobierno 2010”.

En septiembre de 2013, en el acto de instalación de la Tercera Cumbre Mundial de Alcaldes y Mandatarios Africanos y Afrodescendientes, Santos anunció el ingreso dos ministros afrodescendientes al gabinete.

Todas las miradas de los asistentes se posaron sobre Óscar Gamboa, director del Programa Presidencial Afrocolombiano, el cargo más visible de un negro en el gobierno Santos, pero en cuestión de segundos los rostros de expectativa y de alegría se transformaron en desconcierto y desilusión cuando el presidente anunció que se trataba de Alfonso Gómez Méndez en la cartera de Justicia y de Amilkar Acosta en la de Energía.

No era para menos. Si bien Gómez y Acosta han sido dos destacados dirigentes del Partido Liberal Colombiano que han gozado de un enorme prestigio nacional, al punto que ambos son considerados presidenciables, nadie los identifica como referentes de la población afrocolombiana.

Entre los sorprendidos estuvo el propio Gómez Méndez, quien tras la controversia le salió al paso al anuncio del presidente Santos y expresó: “Señor presidente, presento mi renuncia en la condición de afroministro que usted me confirió. De tal manera que no tengo nada qué ver con la negritud. Entonces, quedo siendo ministro de Justicia de Colombia, y punto”. Y no es que Gómez Méndez no sea afrodescendiente. De hecho, su padre, un humilde sastre de quien él se siente muy orgulloso, era un hombre negro.

Por su parte, Amilkar Acosta, al decir de algunos de sus amigos de universidad, siempre se ha autoreconocido como tal.

Si bien existe un consenso generalizado en torno a que la condición de afrodescendiente trasciende al color de la piel, cuando se trata de decisiones que inciden sobre la representatividad y la legitimidad de un grupo social tradicionalmente excluido es necesario tomar en cuenta otros factores.

En efecto, aún es materia de controversia jurídica, social y política la reciente elección de María del Socorro Bustamante Ibarra y Moisés Orozco Vicuña a la Cámara de Representantes por Circunscripción Especial de Comunidades Negras.

En el centro de la polémica está la pregunta de si Bustamante y Orozco son afrodescendientes o “afroconvenientes”. Salvo para el Consejo Nacional Electoral para todo el país la respuesta es obvia.

 

* Experto independiente, miembro del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD)

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