¿Por qué sucedió el rearme, qué diferencia a esta disidencia de las demás y cómo actuará el gobierno para combatirla?
Álvaro Villarraga Sarmiento*
La ruptura de Iván Márquez y otros comandantes
El rearme de excombatientes de las FARC no es nuevo. Los grupos disidentes empezaron a emerger incluso antes de la firma del Acuerdo Final de Paz. Pero el nuevo grupo liderado por «Iván Márquez» y cuyo surgimiento fue anunciado el pasado 29 de agosto tiene una mayor relevancia e impacto político por tres razones:
- Involucra a varios de los comandantes más reconocidos.
- Tiene el propósito de reconfigurar un nuevo proyecto insurgente con impacto nacional.
- Pretende cooptar o asociarse al conjunto de las disidencias que podrían apoyar ese proyecto.
El surgimiento de este nuevo grupo disidente resonó fuertemente en los medios de comunicación nacionales e internacionales. El rechazo desde sectores políticos, sociales, institucionales y de opinión ha sido generalizado.
En las discusiones se han reconocido las demoras, incumplimientos y parcialidades e incluso detrimentos en la aplicación del acuerdo de paz, contexto que incrementó las posibilidades de que esto sucediera. Sin embargo, también se han resaltado los importantes avances registrados, por lo que no es posible justificar el retorno de los comandantes a las armas esgrimiendo las deficiencias del acuerdo, calificándolas de traición general del Estado a la paz.
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Además, resulta incoherente poner el acento allí cuando en realidad el problema partió de dificultades particulares que afectaron a algunos de los principales excomandantes comprometidos con esta disidencia. Por ejemplo, hubo inconsecuencia con las garantías jurídicas y de seguridad en el caso del “entrampamiento” de la DEA y del Fiscal Néstor Humberto Martínez contra «Santrich» que llevaron a su captura en 2018.
También hubo señalamientos contra “Iván Márquez” y denuncias sobre algunos operativos de persecución contra excomandantes de FARC acogidos a los acuerdos, incluso en sus zonas veredales. Fue en este contexto que ocho de ellos pasaron desde ese año a la clandestinidad.
Pero estas situaciones no justifican un nuevo alzamiento armado. Más bien hay que decir que el grupo disidente surgió desde dificultades del orden judicial y sus debidas garantías para determinadas personas implicadas en supuestos ilícitos.
El propósito esgrimido por este nuevo grupo como se ha reconocido, se resume así:
- “Su principal objetivo militar será la oligarquía”;
- “Se financiarán de extorsiones y economías ilegales, no acudirán al secuestro”;
- “Tendrán una nueva forma de operar que insinúa la guerra urbana”;
- “Buscarán una alianza con el ELN”, y:
- “Sus enemigos no son los policías y soldados rasos, sino las élites opresoras”.
Además, “no buscan tomar el poder por la fuerza, sino logar otro acuerdo de paz con constituyente abierta o con la rebelión del pueblo”.
Es importante recordar que una amplia mayoría de excomandantes y excombatientes se mantienen en el acuerdo de paz, mientras que una muy reducida minoría ha retornado a las armas. Y dado el alto posicionamiento de los derechos de las víctimas en el acuerdo, se argumenta que romper con él es faltar a los compromisos para con ellas.
Por su parte, Rodrigo Londoño, principal dirigente del partido FARC, calificó a “Iván Márquez” de ser “desertor de la paz”, describió su decisión como “errática” y advirtió a los excombatientes que pretender retornar a la guerra propiciaría un ambiente que podría convertir al partido en “blanco de la ultraderecha”.
¿Y las demás disidencias?
En 2016, antes de terminar la negociación de paz en La Habana, parte importante del Frente 1 entró en disidencia bajo el mando del reconocido comandante «Gentil Duarte», quien rompió con el proceso de paz desde antes de producirse la concentración de las tropas guerrilleras a inicios de 2017, agrupando disidentes de los frentes 1 y 7.
No es posible justificar el retorno de los comandantes a las armas esgrimiendo las deficiencias del acuerdo.
Desde su epicentro en Guaviare se expandió a otros departamentos del oriente y se ha coordinado con disidencias más pequeñas surgidas en otras regiones. Mantiene la estructura militar y control territorial más restringido que la anterior presencia de las FARC, busca el apoyo local y controla recursos del narcotráfico. Hay denuncias de que sus efectivos rechazan el programa de sustitución de cultivos de uso ilícito (PNIS), previsto en el acuerdo.
![]() Foto: Presidencia de la República |
También han surgido en los dos años recientes otros grupos armados en disidencia al acuerdo:
- En Cauca, la Columna Dagoberto Ramos y el Frente Jaime Martínez, al mando de alias Mayimbú, señalados de crímenes contra indígenas, quienes les expresan resistencia desde la movilización. También actúa la disidencia llamada Frente Carlos Patiño del frente 30 en el sur del departamento.
- En Nariño, disidencias de excombatientes de los Frentes 29 y Oliver Sinisterra, las Guerrillas Unidas del Pacífico y otras de carácter urbano alrededor de Tumaco con base en anteriores redes de apoyo miliciano, vinculadas con redes de narcotráfico.
- En Antioquia, algunos rearmes de los frentes 18 y 36, producto del ataque contra los reincorporados de las FARC realizados por grupos narco-paramilitares, que ya les ha ocasionado algunas muertes.
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Otras disidencias menores son las surgidas en Arauca con exintegrantes del Frente 10; en Putumayo con excombatientes del Frente 48; en Norte de Santander con exintegrantes del Frente 33 y entre Casanare y Boyacá el grupo disidente de ‘Antonio Medina’, que proclamó una campaña de “limpieza” con asesinato de delincuentes en la región.
Para marzo de 2019, el Ministerio de Defensa reconoció que habría 14 agrupaciones disidentes del acuerdo con las FARC, con un estimado de 2.296 efectivos y actuación en 57 municipios.
La FIP publicó un informe que revela información sobre varias de las posibles causas de la participación de excombatientes en fracciones disidentes. Entre las más destacadas están:
- Divergencias políticas con el acuerdo;
- Pervivencia de propósitos militares insurgentes;
- Intereses económicos;
- Malestar por tardanzas e incumplimientos oficiales;
- Presión de grupos armados ilegales; y
- Sectores de ex milicianos que posiblemente no fueron reconocidos e integrados a la dejación de armas.
Esto es importante porque, especialmente desde medios oficiales, se tiende a desestimar la complejidad de factores que propician las disidencias. En realidad, sus orígenes y causas son diversos y con frecuencia concurrentes, de manera que, aunque sea un factor importante, no se pueden simplificar a la vinculación a economías ilegales.
Versiones de prensa apoyadas en fuentes de inteligencia militar afirman que Iván Márquez y su grupo tendrían pronto una reunión tipo “primera conferencia”, en busca de unificar grupos y definir estatutos. De hecho, el grupo de Iván Márquez busca reagrupar las demás disidencias a través de comandantes con experiencia y pretende reorganizar una nueva guerrilla en torno a los nuevos lineamientos.
Sin embargo, no será tarea fácil y encuentra resistencias pues “Gentil es muy crítico con su exjefe por haber firmado el Acuerdo Final, por haber dejado las armas y por participar en la fundación del partido político de la rosa”.
El Gobierno nacional frente a la disidencia de “Iván Márquez”
Ante el surgimiento de la disidencia armada de Márquez, el presidente Iván Duque reaccionó en correspondencia con el acuerdo y la legislación vigente afirmando que hay que:
- Mantener el cumplimiento de las garantías;
- Proteger a la población participante en el proceso de paz; y
- Excluir de beneficios y aplicar la investigación y sanción contra quienes estén comprometidos con actos ilícitos.
Por otro lado, Duque redujo el asunto a una expresión delincuencial y terrorista, consideración cuestionable pues desconoce que se trata de un intento de retoma de un proyecto insurgente y que podría o no llegar a ser una guerrilla.
En todo caso, aunque el gobierno Duque ha sido resistente e incluso opositor frente a varias de las medidas del acuerdo de paz, es importante en esta coyuntura su posición de apoyo a la población reincorporada, lo cual ha sido de buen recibo y lo aproxima a las vertientes políticas, sociales y de opinión partidarias de la paz.
Hasta el momento, esta posición contrasta con las del expresidente Álvaro Uribe y algunos integrantes de su partido, el Centro Democrático, que ha quedado aislado con el llamado a partir del surgimiento de esta nueva disidencia, a que se revoquen legalmente el conjunto de las medidas acuerdo de paz.
La Agencia Colombiana para la Reintegración (ANR) ha informado que, según una encuesta, de 13.000 excombatientes 11.500 están activos en las acciones de la reintegración, y solo se desconoce el paradero del 9 por ciento de excombatientes registrados.
Iván Márquez su grupo estaría preparando una «primera conferencia» para definir cómo operará la nueva guerrilla.
Sobre el combate al nuevo grupo disidente, Duque y el ministro de defensa Botero anunciaron la creación de una unidad élite, el fortalecimiento de las labores de inteligencia, el pago de recompensas por información y el reinicio de operativos militares contra esos grupos, de forma que en días recientes ya habrían sido dados de baja 12 supuestos integrantes, incluido su comandante conocido como “Gilberto Cucho”, según reportes oficiales.
![]() Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica |
Corresponde al Consejo Nacional de Seguridad catalogar si esta disidencia configura un Grupo Armado Organizado (GAO) o un Grupo de Delincuencia Organizada (GDO) según la Directiva Permanente 015 del Ministerio de Defensa. De ello depende el tipo de actuación institucional para enfrentar sus amenazas.
El grupo de Márquez, al igual que otras disidencias, se ha definido como un GAO residual del acuerdo con las FARC EP. Sin embargo, el ánimo criminalizante desde el alto mando militar lleva a declaraciones confusas al respecto: aunque se definen como GAO, a los cuales por estar en contextos de hostilidades militares se puede atacar con este tipo de operativos que incluyen acciones como bombardear, se hace énfasis solo en sus características delincuenciales ligadas a actividades ilegales, como si fueran GDO.
Hay que precisar que las agrupaciones disidentes al acuerdo de paz con las FARC EP son diversas, de forma que los intereses varían desde reorganizar estructuras guerrilleras insurgentes hasta otras que son o han derivado en agrupaciones delincuenciales, incluso ligadas a redes mafiosas y a grupos narco-paramilitares.
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¿Y ahora?
Es difícil que el grupo de Iván Márquez consiga agrupar las diversas disidencias, que operan en contextos regionales donde predominan los contextos de ilegalidad. Más improbable es que consiga reconformar una nueva guerrilla insurgente, ahora con un presupuesto aislado de las dinámicas sociales, poblacionales y políticas progresistas, que de manera generalizada le apuestan a la paz.
Las FARC nunca tuvo un proyecto guerrillero urbano exitoso y todas las disidencias existentes son rurales y aferradas a territorios y aredes de economías ilegales. Acciones de impacto urbano sin sintonía social y en condiciones de aislamiento podrán derivarían en sabotajes indiscriminados y terrorismo.
También es difícil e improbable la alianza con la guerrilla de ELN, que recibe el aliento y la exigencia desde la sociedad civil y la comunidad internacional para que se mantenga en disposición a la solución política del conflicto. A la vez, el ELN tiene disputas armadas con otros grupos armados ilegales en los territorios, incluidas las propias disidencias de las FARC.
Finalmente, resulta muy negativo que este proyecto de rearme hacia la insurgencia se nutra de la tensión con Venezuela, buscando convertirla en retaguardia internacional del conflicto bélico interno. Necesitamos recuperar a Venezuela como facilitador y garante de paz, lo que pasa exige enfocarse en consolidar la paz interna y adoptar una política internacional coherente con la recuperación de las relaciones diplomáticas y con los propósitos de la paz internacional y en las fronteras.
* Integrante de la Fundación Cultura Democrática, catedrático.