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Lo que dejó la Copa América 2015

Escrito por David Quitián
La Selección Chilena en la Copa América 2015.

La Selección Chilena en la Copa América 2015.

David QuitianAnálisis de las incidencias deportivas, sociales y políticas del torneo futbolístico más importante del continente. ¿Qué significó una final entre los dos países del Cono Sur? ¿Cómo le fue a Colombia? ¿Se valen todas las triquiñuelas en nombre del triunfo?

David Quitián*

Una copa llena de historia

La Copa América cumplió 99 años. Es la organización internacional más antigua de Sudamérica y el torneo de selecciones de fútbol más longevo del mundo. En la edición de este año, que será recordada por el “dedo de Dios” (el gesto obsceno del chileno Gonzalo Jara al uruguayo Edinson Cavani), nos recordó una vez más que el fútbol es más que un deporte y que consigue lo que pocos: la integración a partir de la diferencia.

Solo siendo singulares (siendo argentinos, brasileños, colombianos, uruguayos…) se puede aspirar a ser parte de la comunidad inter-nacional. La Copa América, como los mundiales de la FIFA, desafía el anacronismo de lo nacional, que parecía superado con los clubes de fútbol que son comunidades locales, pero formadas por jugadores de muchas nacionalidades.

Esto nos hace pensar que este torneo es uno de los últimos reductos de la patria y quizá el único espacio donde esta puede reinventarse con cierta potencia.

Los once de la Copa

Selección Colombia durante el mundial de Fútbol de Brasil 2014..
Selección Colombia durante el mundial de Fútbol de Brasil 2014..
Foto: Wikimedia Commons

Decir que la Copa América es un lugar privilegiado de la nación es, para decirlo en términos futboleros, un “centro al área” lleno de provocaciones. Aquí propongo once conclusiones (para no salirme del número mágico de los que juegan en un equipo) que nos dejó esta Copa América.

  1. El Rio de La Plata es la patria grande del fútbol sudamericano: entre Argentina y Uruguay han ganado 29 títulos. Allí nació la Copa (la primera se hizo en 1916 en Buenos Aires) y en estos dos países el torneo se ha realizado 16 veces. Las dos márgenes de este río legendario son laderas fértiles de estilos de juego y títulos: la garra charrúa y la picardía argentina son escuelas de exportación que suman trofeos de todos los órdenes.
  2. Argentina ostenta otras dos dignidades: son los maestros del juego y, en los últimos tiempos, los grandes villanos de la región. El fútbol albiceleste es la principal escuela futbolística de América del Sur. Esto se demuestra con el hecho de que siete de los doce directores técnicos participantes en el torneo eran argentinos, y cuatro de ellos clasificaron a semifinales. El duelo del partido definitivo estuvo comandado desde el banco por un rosarino (Gerardo “Tata” Martino) y un casildense (Jorge Sampaoli), ambos de la provincia de Santa Fe.
  3. Los argentinos han ganado repetidas veces el papel de villanos del fútbol. El papel del héroe, del bueno, siempre lo tuvo Brasil, aunque debemos admitir que desde el pasado Mundial, realizado en su suelo, ese pedestal empezó a resquebrajarse. Esa dicotomía entre “mucha miel” y “vinagreta” se encarnó en las figuras de Pelé y Maradona. La mala fama de arrogantes que tienen los porteños contribuyó a erigirlos como “el otro” en ese juego de identidades y alteridades escenificadas en la cancha. Para muchos, Argentina es el otro al que se le debe ganar para afirmar la propia singularidad.
  4. Por eso la final entre Chile y Argentina resultó tan especial, y por eso las celebraciones en Plaza Italia, en el centro de Santiago y en las calles céntricas de las poblaciones de todo ese país hicieron recordar los festejos por el triunfo del NO en el plebiscito que haría retornar la democracia a Chile en 1988.

Semejante toma popular de las calles fue posible porque se derrotaba al rival elegido como “el otro”, como la alteridad chilena. Se vencía en campo y con la pimienta del alargue y los penaltis al adversario por antonomasia, al vecino fronterizo con el que siempre se compara, contrasta y diferencia. Se derrotaba a la nación de Pepe “Ché” Cortisona, que no por casualidad es el contrincante del personaje de tira cómica más conocido de Chile: Condorito. Argentina era un rival con el que siempre se perdía, al que se le temía por la calidad indiscutible de sus jugadores y al cual por fin pudo dársele el adiós con el cobro exquisito de Alexis Sánchez, propio de la desfachatez de un ídolo popular.

Siete de los doce directores técnicos participantes en el torneo eran argentinos, y cuatro de ellos clasificaron a semifinales. 
  1. La fiesta popular eclipsó los excesos en nombre del fútbol. La victoria chilena desactivó cualquier debate que se hubiese encendido si el resultado hubiera sido la derrota. Para la muestra un botón: la excepcionalidad judicial de facto que hubo en el accidente automovilístico –por exceso de alcohol y velocidad- de Arturo Vidal fue perdonado por el director técnico chileno y después del título seguramente el jugador será dispensado del delito a bordo de su Ferrari.
  2. El caso del “Rey” Arturo, como se le conoce a este jugador en la prensa chilena, nos remite a uno de los grandes dilemas alrededor del deporte de alto rendimiento: ¿qué es más importante: un valor social general representado en la ley, o una victoria deportiva a nombre de todos? El pueblo chileno se hizo esta pregunta en la fase inicial de la Copa, y la propia presidenta Bachelet eludió responderla, pero no pudo evitar que organizaciones sociales, como la Fundación Emilia, luchara por que brille la justicia.  Finalmente, los intereses deportivos, que fueron equiparados con los “del país”, hicieron que se decidiera a favor del volante del Juventus de Italia. Este episodio nos recordó varios casos de la vida deportiva colombiana.
La selección uruguaya en la Copa América de 1917.
La selección uruguaya en la Copa América de 1917.
Foto: Wikimedia Commons
  1. Otro debate que circuló fue el propiciado por la falta del chileno Jara contra el uruguayo Cavani. ¿Todo vale para ganar? No se puede responder esta pregunta sin comprender el contexto donde se producen estos hechos: el fútbol no se reduce a las habilidades de los atletas y al despliegue de tácticas y estrategias. Este deporte entraña formas, modos y disposiciones aprendidas. En otras palabras: el balompié escenifica idiosincrasias y la de los uruguayos, paraguayos y argentinos siempre fue jugar al límite del reglamento.

A eso le llamamos en español “marrulla” y en portugués “catimba”. El dedo dentro del ano del rival y el manoseo de sus partes íntimas son parte de un repertorio de gestos para frenar y provocar al rival, y eso lo admiten decenas de jugadores que por estos días han desfilado por los medios de comunicación.

El equipo de Pékerman no logró repetir la armonía y eficacia del Mundial.
  1. La expectativa en torno a esta edición de la Copa América fue plenamente satisfecha: se presentaron de nuevo varias de las selecciones protagonistas de la Copa de Brasil 2014, lo cual permitió reeditar duelos como el Brasil-Colombia, así como la oportunidad para Argentina de repetir una final con igual saldo negativo. Con esta nueva derrota albiceleste se prolonga la cobranza sobre el mejor jugador del mundo: Lionel Messi, que no consigue repetir con la Selección lo alcanzado en su club Barcelona, y se suma a la lista de ilustres, entre ellos Pelé y Maradona, que jamás levantaron el trofeo de América.  
  2. La efervescencia que dejó el pasado Mundial hizo posible que una gran cantidad de hinchas llegara a territorio austral para acompañar a sus equipos. Según cifras oficiales, el escalafón de hinchas fue encabezado por Argentina, seguida por Perú, Brasil y Colombia. Pero las demás hinchadas –entre la cuales destaca la mexicana- también hicieron presencia y repitieron tres prácticas ya ensayadas en la pasada Copa Mundo:
    • Fervor por disfrazarse de acuerdo con las simbologías nacionales,
    • Exaltación patriótica en el canto de los himnos, y
    • Popularización de las selfies como modo de legitimar la presencia in situ.
  3.  Dos prácticas más pueden inventariarse en el saldo de esta Copa:
    1. La reformulación del cántico “Brasil decime qué se siente”, que los argentinos lanzaron contra los chilenos (mencionando el maremoto y a Pinochet), así como la respuesta chilena después del triunfo. Una versión colombiana también se usó en el previo del juego ante Brasil.
    2. La popularización del grito “¡puto!”, que las tribunas entonan ante el saque de meta de los arqueros. Esta segunda práctica la introdujeron con bastante éxito los mexicanos.
  4. ¿Y Colombia? La Selección colombiana repitió algunos elementos vistos en el Mundial, como el contingente de seguidores (clase media e hinchas de barras organizadas) que viajó a Chile, especialmente para el partido ante Brasil (donde los colombianos coparon el 80 por ciento del estadio).

En lo deportivo De hecho, se clasificó como peor tercera selección y apenas hizo un gol, con su debutante Jeisson Murillo. El pico más alto del certamen fue la justa victoria ante los brasileros, que permitió una venganza futbolera del partido de cuartos en el Mundial de 2014. En lo individual se destacó el estupendo desempeño del portero David Ospina.

Se vienen las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018, que mostraran una competencia donde las diferencias se han reducido. Son los efectos del futbol globalizado. Y antes del Mundial, si no encarcelan antes a todos los dirigentes, tendremos la Copa América del Centenario en 2016 en Estados Unidos. La pelota sigue rodando.   

 

* Sociólogo y magíster en Antropología de la Universidad Nacional radicado en Rio de Janeiro, donde hace un doctorado en antropología en la Universidad Federal Fluminense, profesor de la UNAD de Colombia y miembro fundador de la Asociación Colombiana de Investigación y Estudios Sociales del Deporte (ASCIENDE). ​

Twitter@quitiman

 

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