
Ahora que la Superintendencia aprobó un plan para regularlas, es fundamental entender cómo funcionan las criptomonedas y cuáles son sus principales ventajas y desventajas.
Wilson Rodríguez*
El plan piloto de la Superintendencia
El pasado lunes la Superintendencia Financiera aprobó un plan piloto para vigilar el uso de criptomonedas en Colombia durante un año.
Para analizar esta noticia es fundamental entender cuatro conceptos fundamentales:
- El dinero fiat es el dinero que usamos en nuestro día a día. El valor de dichos activos está basado en la confianza que tenemos, especialmente con respecto al emisor. El dólar, el euro, el yen y el peso son ejemplos de dinero fiat.
- La “arena” es un espacio donde se ponen a prueba regulaciones que aún no aplican de manera general.
- Los exchanges son plataformas de intercambio de criptomonedas.
- La minería de criptoactivos es la resolución de un problema matemático mediante el uso de equipos informáticos que lleva a conseguir algunas unidades del criptoactivo.
Debido al auge de las criptomonedas en Colombia, el Comité Evaluador y de Seguimiento del proyecto piloto estableció nueve alianzas que harán pruebas en la Arenera de la Superintendencia. Estas alianzas están conformadas por establecimientos de crédito, sociedades especializadas en depósitos electrónicos (Sedpes) y exchanges de alto prestigio.
El plan piloto permitirá realizar operaciones de depósitos y retiro de recursos en productos financieros a nombre de plataformas exchanges. En otras palabras, los bancos funcionarán como un intermediario u operador de pago que les permitirá comprar y vender criptoactivos a una cantidad limitada de clientes.
Este plan pretende evaluar el funcionamiento de la identidad digital y el flujo de información con el fin de mitigar riesgos y avanzar en una regulación general de las criptomonedas.

Ventajas y desventajas
Aunque este tipo de proyectos facilita el acceso regulado al mercado de las criptomonedas, no debemos olvidar los riesgos que recaen sobre el inversionista.
El año pasado, el gobierno de Estados Unidos y su Banco Central se vieron obligado a expandir la política fiscal y monetaria para mitigar los efectos económicos de la pandemia. En consecuencia, los mercados presentaron valorizaciones importantes en la mayoría de sus activos.
Los criptoactivos no fueron ajenos al boom de los mercados financieros: este año el Bitcoin superó los 50.000 dólares y el Dogecoin—que nació como una burla a la fiebre por las criptomonedas—ha tenido valorizaciones de más del 50%.
Como dije más arriba, el valor del dinero fiat depende de la confianza. Muchos ven las emisiones de dinero por parte de los bancos centrales como una amenaza directa al valor de sus ahorros.
Para explicar esta percepción, podemos usar el dólar, la moneda que durante años se ha considerado el activo refugio y reserva de valor por excelencia. Cuando la Reserva Federal, es decir, el banco central de Estados Unidos inyecta miles de millones de dólares a la economía, se presenta un aumento descomunal de la oferta de moneda que la puede llevar a perder valor.
En estos momentos, varios bancos estadounidenses se niegan a recibir depósitos porque tienen mucho dinero y no pueden cumplir los requisitos que les exige la ley. Esto puede conducir a que nos enfrentemos a tasas de captación negativas es decir a que depositar nuestros ahorros en el banco nos costaría perder una parte de dichos recursos. Pero dejarlos “bajo el colchón”, también podría significar menos poder adquisitivo debido a la inflación.
Venezuela es un ejemplo de esta situación: su dinero ha perdido valor porque lo han impreso en exceso. Ahora, usan bolívares para fabricar bolsos y los regalan en el transporte público. Aunque es muy poco probable que esto suceda con el dólar, el caso de los bolívares nos da una idea del problema.
A diferencia del dinero tradicional, las criptomonedas no están centralizadas ni tienen un emisor único que decida aumentar o disminuir la oferta de dicho activo. Como su valor no disminuye por las mismas razones que el dinero fiat, son muy atractivas para los inversionistas que han perdido confianza en el dinero tradicional.
Sin embargo, como no tienen un banco central que los respalde, los criptoactivos no cuentan con tanta confianza como el dinero fiat, y su inflación depende del aumento gradual (aunque limitado) en la oferta.
Además, su precio es sumamente volátil y depende de una demanda creciente impulsada principalmente por la especulación, lo cual representa un alto riesgo para el inversionista.
Los criptoactivos no cuentan con tanta confianza como el dinero fiat, y su inflación depende del aumento gradual (aunque limitado) en la oferta.
En mi opinión, estos criptoactivos no cuentan con fundamentos claros que justifiquen el aumento de su valor actual. Además, no pueden ser considerados divisas porque no cuentan con un Estado emisor y aún no son aceptados como moneda en varios países, lo cual impide que cumplan con una de las principales funciones del dinero: ser medio de pago. En ese sentido, es más adecuado llamarlos criptoactivos que criptomonedas.
Los más vulnerables
A pesar de estas limitaciones, los criptoactivos llegaron para quedarse. Por eso aplaudo que las autoridades competentes quieran regularlos.
Sin embargo, como señalé en otro artículo en Razón Pública, es peligroso democratizar el acceso a los mercados financieros si no se toman las medidas para impedir que las personas que no tienen conocimiento sobre los riesgos inherentes a dichos mercados enfrenten grandes pérdidas.
En el plan piloto de la Superintendencia, el banco es intermediario del pago, pero no ofrece ningún respaldo al cliente, como es lógico, sobre el riesgo de mercado. Ni el Banco Central, ni la Superfinanciera, ni el Ministerio de Hacienda controlan la emisión de criptoactivos ni ofrecen ningún tipo de respaldo.
El plan piloto de la Superintendencia no ofrece ningún respaldo al cliente
En conclusión, quienes decidan transar con criptoactivos corren el riesgo de que los cambios del mercado perjudiquen sus finanzas. Aunque los inversionistas siempre han corrido riesgos, las criptomonedas han seducido a muchas personas del común que desconocen las complejidades de los mercados. Si vuelve a presentarse una crisis financiera como la de 2008, lo más probable es que los ciudadanos de a pie sean los más perjudicados.