¿Cómo les fue a los medios en elecciones? | Razón Pública
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¿Cómo les fue a los medios en estas elecciones?

Escrito por Omar Rincón
Medios en elecciones presideciales

Los medios perdieron estas elecciones, pero ganó Semana con escándalos hechizos, ganó Becassino como traductor, ganaron los influencers con el odio y la risa del jodido, y ganó Duque porque se fue de vacaciones y nadie volvió a verlo.

Omar Rincón*

La fiesta de la recocha

El periodismo es el narrador de la democracia, y si el narrador anda en decadencia y habita los espectáculos del yopitalismo, andamos muy mal como sociedad y especie humana.

En estas elecciones los medios habitaron la anécdota, la gritería y el escándalo: puro ruido y emoción en modo de relato futbolero. Poco de profundidad y todo de levedad de titular. Los problemas apenas se enunciaron, nada se investigó ni se ahondó: los medios se quedaron en el espectáculo y en la filtración-chisme.

La realidad: no es fácil hacer periodismo de rigor (ese de documentos, contextos, fuentes y criterio) con estos personajes. Uribe derrotó al periodismo; nunca le pudieron sacar una verdad. Y en la misma vaina, Rodolfo y Petro derrotan a los periodistas porque hacen lo que se les da la gana con ellos. Por eso habría que encontrar el modo narrativo y las agendas adecuadas para exponer y develar a estos personajes, no seguirles el juego porque ahí el periodismo pierde.

Lo raro es que los periodistas y analistas piden debates de ideas, programas y argumentos, pero cuando hubo debates en la primera vuelta, informaron sobre quién se puso de mal genio, quién dijo una mala frase, quién emocionó, y nada sobre las ideas. Se piden ideas y se informa circo, ¿quién los entiende?

El lugar común de los periodistas es que las elecciones son “la fiesta de la democracia”. Pero hacen poco de democracia y mucho de recocha que es lo que informan. Narran un voto como si fuera un gol, una metida de pata del candidato como si fuera un faul, una salida de tono como un off-side futbolero, y los comentarios son alevosos y sin criterio. Puro periodismo deportivo de las elecciones, por eso hasta Vélez, el de fútbol, vocifera sus odios en sus sermones patrocinados por Postobón. Así, según los medios, una elección es una carrera entre encuestas de cada semana y se narra como si fueran dos caballos en competencia.

Y de la democracia apenas nos queda el voto. El voto es su esencia porque decide, pero la democracia es mucho más que eso, es un sistema de sociedad y un ethos de vida, la separación de los poderes, el respeto a la ley y el ampliar los derechos. Y eso cada vez importa menos. El periodismo debería garantizar la democracia, no quedarse en la búsqueda del voto (el clic) a toda costa y la defensa de los negocios de los dueños de los medios. No hubo periodismo de oficio, ese de brindar contexto, criterio y diversidad de voces.

Esta fue una campaña del yornalismo (o periodismo del yo dije, yo soy, yo periodista) y del yopitalismo (plata para yo) donde importaban más los escándalos que la democracia. La analista de marketing político Angie González dice que fue “como la vida de las Kardashian pero en versión Petro y Rodolfo”. Y como Rodolfo hablaba solo, no quiso debatir, entonces, todo fue contra Petro. Y Petro pasó de ser el cambio a representar el establecimiento, de ser el rebelde a encarnar al conservador, de estar en control de la campaña a parecer perdido en su laberinto.

¿Qué hicieron los medios?

Los medios se comportaron como barras bravas más que como periodistas. Y la cancha del espectáculo fue Twitter, donde políticos y periodistas se dieron en la jeta hasta doler.

Catalina Uribe, profesora de opinión, describió así el panorama de los medios en elecciones: “Cecilia Orozco dijo que hay que investigar a Rodolfo Hernández, pero nadie le paró bolas. A Rodolfo le siguieron el juego: él ponía la agenda y ‘todos contra Petro’. Se destacó la coalición Vorágine-Espectador-Cambio con investigaciones al estilo centro esperanza: correctas y tibias”.

Pero no todos los medios fueron iguales.

Cambio intentó hacer esos informes que antes molestaban al poder, pero con poca referencia a los modos como se mueven las emociones políticas en estos tiempos; por lo tanto, un periodismo que no interpelaba a la sociedad actual y un exceso de columnistas cuyas opiniones poco importan.

‘La W’ intentó poner cuerpo a lo que pasaba, indignada con los exabruptos de la campaña, intentando que algo tuviese incidencia, pero nada al final del día: espectaculares JES.

El Espectador, decente, calmado, pero sobrepasado, sin vuelo, intentando portarse bien, con columnistas sin lectores y periodistas con mucha opinión y poca reportería.

El Tiempo fue como higiénico, como que no quería comprometerse, como que jugó a no decir para no implicarse.

‘RCN’ radio y televisión en modo barra brava, pero sin fans.

La Silla Vacía intentando analizar, ser serios y persiguiendo la interacción, pero suavecitos con Rodolfo.

Medios en elecciones presideciales
Foto: Facebook: Registraduría - Nacional Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible.

Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible. ¿Peor que el gobierno Duque? Imposible, quiero creer.

‘Caracol Televisión’ intentando hacer informes pausados y reflexivos, explorando la opinión argumentada, y al final perdido entre tanto escándalo.

El País de España parecía colombiano y le dedicó un cubrimiento respetuoso a las elecciones, siguió los chismes, intentó perfiles y de investigación pocón.

Semana, la ganadora

La estrella fue Semana quien ha hecho del decir impune su método y sigue haciendo lo correcto para los negocios de sus dueños y la obediencia a sus amos políticos. Lo correcto es denunciar los modos de Petro y sus amigues, los ‘royvideos’ revelan lo que hacen todos: escándalo de doble moral, bueno cuando lo hace Uribe contra la paz y mal cuando lo hace Petro.

Lo bueno de Semana es que no esconde nada: apostó todo contra Petro y fue consistente. Quería circo y lo armaba, como cuando entrevistó a la señora madre y Vicky fue como la nuera simpática. Quería clic y lo lograba, como al hacer noticia del regaño de la esposa a Petro por no usar guasá.

Semana lo hizo muy bien para emputar a los bien pensantes y maravillosamente para expresar a la gente de bien. Semana es la ganadora de estas elecciones: acabó con el periodismo, pero ganó en las escenas del morbo y el escándalo.

Influencers, ganadores

Las columnas de opinión de periódico escrito y digital no sirven para nada en estos tiempos porque hablan de una sociedad y unas ideas que no atraen ni convocan: eso de la modernidad, el respeto por la diversidad de argumentos, los derechos humanos, la democracia, la inclusión y la justicia social. Y además cada columnista cree tener una autoridad moral que los lectores no les reconocen. Por eso, la opinión se fue a los influencers y los memes.

Las audiencias acabaron informándose por WhatsApp, Tik Tok y fake news. La profesora de los Andes, Catalina Uribe, afirma que “sí hubo cambio discursivo en las audiencias (y se reflejó en algunos medios)” y que ‘los tibios’, ese centro indeciso, adquirieron una actitud pesimista: pasaron del ‘ni Petro ni Uribe’ al ‘ni con Rodolfo ni con Petro’.

Lo cierto es que hubo influencers de lado y lado, con sueldo o con ironías, y mucha capacidad para provocar y molestar. Y como esta era una campaña de barras bravas, muchos influencers incitaron los odios, provocaron los hurrasss y chiflidos, y el matoneo y demás prácticas de belleza digital. Pero también hubo influencers, sobre todo en Tik Tok, que siguieron las agendas y preguntas que tocaba, que intentaron seducir al público para que escoja a su candidato haciendo buenos productos.

Y entre los youtubers, los ganadores fueron los que hacen humor metiéndole política, memes y guarachas. El periodista Alejandro Gómez dice que “las redes le quitaron más votos a Rodolfo que todos los medios juntos”. Y pueden ser las redes hípsters, pero creo que en Facebook y Whatsapp, Rodolfo dominó. Y en Tik Tok se dieron duro y parejo con igual éxito. Ambos tenían buenos equipos digitales. Cada candidato en redes tenía sus barras-influencers.

Y Twitter sigue siendo el engaña bobos, ya que ahí únicamente habitan los periodistas, los políticos y los wanabe opinadores, el club de la pelea entre sus egos; discusiones de las cuales los ciudadanos poco se enteran.

Los medios digitales, esos pequeñitos, fueron como un oasis para informarse y comprender, ya que lo hacen bien, cuentan mejor, intentan otras agendas y miradas, pero llegan a pocos, cada uno en su iglesia y cada iglesia en su fe. Estos medios parecen más clubes de autoayuda que escenarios públicos de la opinión. Y así es muy difícil construir democracia.

Becassino, el ganador

Rodolfo no fue a debates por voluntad propia, porque ni bobo que fuera. Pero sí tuvo entrevistas personalísimas en todos los medios donde podía decir estupideces; escogió los periodistas, los medios y hasta las preguntas. Y los periodistas se reían y aplaudían porque llegaba el clic. Y ante las estupideces estaba Becassino, el traductor de Rodolfo, para convertirlo en estadista. ¡A mí me daban ganas de votar por Becassino!, lo que él decía me convencía, y decía él lo que Rodolfo decía.

Becassino, el candidato, afirmaba que “si hay un eje estratégico claro es la verdad, jugar con la verdad, trabajar con la verdad y apoyarnos en la verdad”. Entonces, Rodolfo decía verdades como que “yo recibo a la Virgen Santísima y todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”, “me limpio el culo con las leyes”, “los jueces son una parranda de zánganos, que llegan a las 10 a tomar tinto y comer papas chorreadas”, “todos los funcionarios son unos corruptos, vagos”, “se debe empezar a trabajar a las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde, con solo media hora de almuerzo”, “imagínese un pobre hombrecito pagándome intereses durante 15 años: eso es una delicia”, no saber qué es el Acuerdo de Escazú, confundir a Einstein con Hitler y a la OEA con la ONU…

El ganador total de esta campaña es Becassino y se ha divertido.

Mucha verdad en Rodolfo. Señoras y señores, según Becassino, Rodolfo decía la verdad, entonces Rodolfo es un ignorante en democracia y política. Pero a esas ignorancias, Becassino las arreglaba con la metodología del “control de daños”: Él nos traducía y explicaba esas verdades de Rodolfo y nos contaba lo que él quería decir.

Finalmente, Becassino, el asesor, decía que Rodolfo ganaba porque promete “alegría y eso es lo que quiere la gente” y que “la gente se pone contenta cuando ve a Rodolfo y lo siente cercano”. ¿Y la democracia? ¿Y la sociedad de los comunes? ¿Y el bienestar colectivo? ¡Ah! Eso no importa. Importa es ganar y ya.

El ganador total de esta campaña es Becassino y se ha divertido. ¡Yo votaría por él!

Esto de los asesores y estrategas de campaña política es raro: hacen todo con tal de ganar, sin asumir responsabilidad democrática o ideológica. Raro eso.

¿Sirve para algo el periodismo?

El periodismo era ese oficio de hablar de lo que no interesa a los lectores y hacerlos poner cuidado, como dijo Caparrós, y de eso de joder al poder y obligarlo a hacer algo. En eso ese periodismo llamado investigativo demostró que no sirve para nada. Y es que hemos llegado a que periodismo de investigación es periodismo de filtración, únicamente.

Se intentó decir, pero se quedaba en los titulares, en el llamado de atención sobre los problemas; no se entraba en los asuntos. Mucha filtración como sinónimo de investigar. Faltó reportería, diversidad de fuentes, ángulos, contextos y miradas. Digamos que Cambio, El Tiempo y El País español lo intentaron sin mucho éxito.

Duque, Zapateiro y el Fiscal fueron acusados de intervención en política… y nada. Se denunció el modo de ser de Rodolfo con filtración de llamadas, videos, conversaciones, investigaciones…y a nadie le importó. Se acusó a Petro, Roy y a la banda…y cero pollitos. Nada tiene efecto; es más, las denuncias hacen visibles y atractivos a los villanos.

Y como nada servía, todos hicieron perfiles diciendo lo mismo. Claramente, ya el periodismo de investigación no asusta ni a Duque ni al director de la DIAN, ni a Rodolfo, ni a Petro. El periodismo tendrá que volverse más creativo en sus miradas y en lo que investiga.

Lo claro es que el que gane se la va a montar a los medios: son el rival más bobo y débil para golpear y dar ganancias populares.

Los periodistas deberían comprender que a estos políticos irascibles y yocéntricos más que investigarlos hay que interpretarlos y narrarlos en otros modos.

¿Cómo les fue a los medios?

Bien en pauta (les entró mucho billete), escándalo (había pelea diaria) y odios públicos (la idea era joder al otro medio, periodista, político).

Mal en cuanto dejaron de hacer periodismo y se la pasaron peleando entre ellos.

Terrible cuando únicamente hubo un modo de narrar: contra Petro.

Patético cuando celebraron las burradas de Rodolfo, que hacían reír y ya.

Los medios siguen en modo Duque, o sea, en la bobada, la indolencia y el cinismo expandido.

Al final, Rodolfo fue la estrella, Petro se vio perdido y descolocado ante la fogosidad histérica del amado por los medios, y los periodistas no supieron qué hacer. Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible. ¿Peor que el gobierno Duque? Imposible, quiero creer.

[Esto fue escrito antes de saber los resultados del domingo 19 de junio]

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