Legalización de la marihuana: ¿hechos o ficciones?
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Legalización de la marihuana: ¿hechos o ficciones?

Se han presentado muchos argumentos para legalizar la marihuana en Colombia, pero la ciencia muestra que están equivocados. Estos son los argumentos y estos son sus errores.

Augusto Pérez-Gómez*-Juliana Mejía-Trujillo** y Alejandra Villamil-Sánchez***

El último debate

El proyecto para legalizar la marihuana recreativa en Colombia se hundió en la noche del 20 de junio.

Después de su aprobación para usos medicinales en 2021, la iniciativa de legalizar el “uso adulto recreativo” dio lugar a un ardiente debate en el Congreso, en donde defensores y enemigos de la idea incluso se insultaron de manera soez.

Durante la discusión se esgrimieron argumentos de la más diversa índole, no necesariamente científicos o técnicos: se habló de la necesidad de “modernizar los criterios”, de “pagar la deuda con productores”, de las grandes ganancias para el Estado, de acabar con el narcotráfico, de disminuir el número o los costos de las judicializaciones.

Historias de prohibición y legalización

La marihuana medicinal ha existido desde hace más de cinco mil años en las farmacopeas china, india, griega, romana, árabe y europea moderna, y por supuesto en la de Estados Unidos hasta comienzos del siglo XX.

Con la oleada puritana que prohibió el alcohol en 1919, se le atribuyeron a la marihuana efectos casi demoníacos y asociados, sin la menor prueba, con criminalidad y violencia. Pero siempre existieron personas que defendían ciertos efectos positivos del cannabis.

la evidencia anecdótica y casuística identificada a través de la historia fue interpretada de manera apresurada como verdad científica.

Foto: Pxfuel - Los datos demuestran que el consumo de marihuana comienza antes de los 18 años en un porcentaje importante de personas. Además, el uso de vapeadores disminuye el olor de la marihuana, por lo cual se hace más difícil evitar que los menores de edad consuman.

Por ejemplo, se argumentaba que era un buen analgésico y que disminuía la inflamación ocular en el glaucoma. Poco a poco se empezaron a descubrir un sinnúmero de efectos prometedores que, en un movimiento pendular, llevaron a pensar que el supuesto demonio era en realidad una especie de panacea universal. Y por supuesto, la industria farmacéutica no podía permanecer sorda: ahí se veían millones de dólares crecer en las ramas del arbusto.

Paralelamente, y por caminos completamente distintos, Portugal en 2001, Uruguay en 2013 y México en 2021 admitieron con restricciones la producción y el consumo de cannabis con propósitos puramente recreativos.

A estas medidas se sumó una oleada de propuestas para la legalización en otras partes del mundo: en Estados Unidos se inició un proceso que hasta el momento ha resultado en la aprobación en 21 de los 50 estados. En 2018 Canadá siguió el mismo camino.

El fracaso de una industria

Una de las motivaciones más fuertes son los impuestos: millones de consumidores producirían grandes ingresos para las arcas del Estado. Ese argumento también se usa en Colombia y se añaden otros tres:

  • las libertades individuales;
  • el favorecimiento a la salud pública, pues se afirma que la marihuana es mucho menos dañina que el alcohol o el tabaco,
  • la demostrada utilidad médica del Cannabis.

Pero estos argumentos tienen muchas debilidades. En primer lugar, la industria del cannabis es menos rentable de lo que se esperaba. Así lo explicó Miguel Samper, jefe de la asociación de cultivadores legales en Colombia, a la BBC Mundo en febrero de 2023: los mercados internacionales no se han abierto a nuestra producción.

Esto ya ha tenido consecuencias directas en Colombia. Las clínicas que abrieron sus puertas considerando que ya estaba seguro el respaldo y que podrían formular derivados de cannabis a sus pacientes, se encontraron con que las EPS—entidades encargadas de manejar la salud en el país— no tienen la menor intención de reembolsarlos, debido a la falta de evidencia científica.

Algunas de ellas ya han iniciado procesos de cierre. En algunos casos, los pacientes están dispuestos a pagar los medicamentos la primera vez, pero claramente no la segunda. La explicación de este comportamiento es sencilla: probablemente no vieron los resultados que les habían prometido.

¿Daños o beneficios para la salud?

En cuanto a que el tabaco y el alcohol son más dañinos que la marihuana, todo es cuestión de dosis: una botella de aguardiente es más dañina que un porro, pero no un trago; y una cajetilla de cigarrillos es peor que un porro, pero no que un cigarrillo: el porro tiene mucho más alquitrán y 50% más sustancias cancerígenas que un cigarrillo.

Y en todo caso los daños de la marihuana sobre el cerebro de los menores de edad no necesitan nuevas demostraciones.

Es más: nuevos estudios han demostrado que algunos de los efectos positivos de la marihuana publicados por la Academia de Ciencias de Estados Unidos en 2017 no son correctos.

El Observatorio Europeo de Drogas y un grupo de investigadores chilenos de la Fundación Epistemonikos, trabajando de manera completamente independiente, obtuvieron resultados idénticos: los estudios de más alta calidad muestran resultados negativos o contradictorios, mientras que los estudios de baja calidad tienden a dar resultados positivos.

En la gran mayoría de los casos se considera que la evidencia es pobre o no conclusiva. Los mejores resultados fueron para dolor crónico, glaucoma y epilepsia infantil, casi siempre combinadas con otros medicamentos. La mayoría de los estudios adolecen de tres fallas: muy pocos sujetos, gran deserción y utilización desfasada de controles.

En resumen, la supuesta evidencia científica está muy lejos de ser conclusiva.

Aquí puede encontrarse un error muy común en el campo de la salud: la evidencia anecdótica y casuística identificada a través de la historia fue interpretada de manera apresurada como verdad científica.

El cannabis puede tener efectos positivos en algunas personas, pero incluso las explicaciones de esos efectos pueden ser muy variadas. Tal como ocurre con los medicamentos “alternativos” o con la homeopatía que en pruebas científicas dan resultados nulos, pero que a algunas personas les funcionan bien, ya sea por su fe en quien las administra o por sus convicciones personales. Montar un sistema de salud sobre bases tan frágiles sería un despropósito.

Ficciones sobre la legalización

Pero si esto es válido en el campo de la medicina, en el campo recreacional las noticias que empiezan a aparecer tampoco son buenas.

En julio pasado la prestigiosa revista Journal of Studies on Alcohol and Drugs publicó un artículo llamado “Cambios en las cifras de accidentes de tráfico después de la legalización de la marihuana”. El artículo compara cinco estados de Estados Unidos donde la marihuana recreativa es legal, con otros cinco en los cuales todavía es ilegal. Se observó que el efecto combinado de la legalización y la venta al por menor fue un aumento de 5,8 % en accidentes con heridos y de 4,1 % en accidentes fatales, que varían de un estado a otro entre 10% y 4%.

Hay quienes aseguran que la legalización de la marihuana no aumenta su consumo. Sin embargo, los datos oficiales de Uruguay contradicen ese punto de vista: entre 2014 y 2018 (año del último estudio epidemiológico nacional) la prevalencia anual pasó de 9,3 % a 14,6 %: eso es un incremento real del 57 %.

De la misma manera, en el documento oficial Monitoring the Future en los Estados Unidos el año 2021 se presentó el pico más alto de consumo de esta sustancia desde que se inició este estudio en 1988: 43%, cuando en 2016 era 34%.

Para rematar, un artículo publicado en marzo en la revista Drug and Alcohol Dependence muestra que en Ontario (Canadá), entre 2001 y 2019 el uso de Cannabis pasó de 11% a 26%, el uso diario pasó de 1% a 6%, y los problemas asociados al uso de la sustancia aumentó de 6% a 14%. No es necesario ser experto en estadística para concluir que allí hay un problema serio.

La idea de que la legalización acabará con el narcotráfico es totalmente ilusoria. En Uruguay, ya con diez años de experiencia, más del 50% del consumo de marihuana está asociado con ventas ilegales. La gente elude el registro gubernamental por desconfianza, y el mercado negro es más accesible y ofrece mayor variedad.

En Colombia la regulación implicaría “topes” de contenido de THC, por lo que mucha gente buscaría marihuana ilegal, con mayor contenido y más barata.

La idea de que se está legalizando un consumo para adultos es un mal chiste: nunca hemos podido controlar el consumo de alcohol en menores de edad, y todos los datos muestran que el consumo de marihuana comienza antes de los 18 años en un porcentaje importante de personas.

La idea de que la legalización acabará con el narcotráfico es totalmente ilusoria. En Uruguay, ya con diez años de experiencia, más del 50% del consumo de marihuana está asociado con ventas ilegales.

El estudio nacional sobre adolescentes de 2016 mostró que el 8% de los menores consume marihuana con alguna frecuencia, y eso significa más de 250.000 jóvenes. El uso de vapeadores, que disminuyen el olor de la marihuana por no hacer combustión, no facilitará las cosas.

Curarse en salud

Las leyes relacionadas con la salud deben hacerse sobre la base de la ciencia, no de simples opiniones, ni de banderas políticas, ni de creencias basadas en anécdotas, ni de los gustos de quienes tienen la responsabilidad de elaborarlas.

La ciencia necesita espacio para producir resultados, y no debe olvidarse que durante mucho tiempo la investigación sobre el cannabis estuvo prohibida.

Todo lo que hemos presentado nos lleva a creer que las decisiones se están tomando de manera apresurada, siguiendo una “moda”, con poca deliberación y sin consultar a las personas que se han dedicado a estudiar el tema.

El resultado tendrá todas las consecuencias viciadas que hemos visto tantas veces en nuestra legislación. El hundimiento del proyecto dará un tiempo más para reflexionar.

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