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Leer a Juan Rulfo hoy

Escrito por Darío Rodríguez
Juan Rulfo en este 2022

El mundo descrito por Juan Rulfo persiste. Por eso es imprescindible leer al escritor mexicano para entender el tiempo presente.

Darío Rodríguez*

El efecto Rulfo

La necesidad de los encuentros presenciales entorno a la literatura y los debates que concita resurgió con el fin de la pandemia. Por eso revivimos un club de lectura presencial en Duitama, Boyacá, donde leímos el cuento de Juan Rulfo Diles que no me maten. En el relato Juvencio Nava quiere evitar ser fusilado y le pide ayuda a su hijo.

Sucedió lo esperado: sus personajes y hechos impulsaron discusiones estimulantes sobre los delgados límites entre la justicia y la venganza, la compasión hacia el enemigo, el temor ante la muerte y las disputas eternas por la posesión de la tierra. Sin lugar a dudas, los textos del escritor mexicano invitan al lector a meditar sobre su propia realidad y sobre la condición humana.

La narración tocó fibras sensibles en los presentes. Fue inevitable pensar en Colombia y recordar las torpes acciones militares del gobierno más errático de la historia, las cuales son presentadas como éxitos estratégicos sin importar si acarrearon el asesinato de niños o civiles desarmados; o recordar la entrega que hizo ese mismo gobierno del territorio a las compañías mineras dedicadas al terrorismo ambiental.

Son pocas las narraciones, los poemas o dramas, en veinticinco siglos de literatura occidental, que desacomodan a sus lectores hasta hacerles ver la esencia de lo humano. Juan Rulfo lo logra y por eso es un clásico inobjetable; comparable únicamente con escritores como William Shakespeare, Emily Dickinson o Miguel de Cervantes.

Juan Rulfo en este 2022
Foto: Wikimedia Commons - Han pasado treinta y cinco años desde su muerte y Juan Rulfo sigue siendo leído con devoción y asombro en distintos idiomas.

Un tímido y modesto escritor

Han pasado treinta y cinco años desde su muerte y Juan Rulfo sigue siendo leído con devoción y asombro en distintos idiomas. Los estudios sobre los dos libros canónicos que publicó desbordan anaqueles universitarios, librerías y páginas web.

Este caso es extraordinario, pues Rulfo dejó de publicar durante los años cincuenta del siglo XX, después de publicar El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo, y de escribir El gallo de oro.

Rulfo era callado y tímido al extremo, y dedicó buena parte de su vida a trabajos poco vinculados a la literatura. Aunque fue reconocido mundialmente en vida y obtuvo galardones prestigiosos como el Príncipe de Asturias, mantuvo hasta el final de sus días un enigmático mutismo literario que amplió su leyenda. Esto y el indiscutible poder de su obra lo mantienen vigente.

Un relato cualquiera de El llano en llamas o el recorrido por Pedro Páramo le abren las puertas al lector hacia el misterio de sus propias incongruencias y le ayudan a entender por qué los lazos de la humanidad con la tierra son más intensos de lo que se cree.

Por su vigencia, Rulfo sigue siendo una fuente de debates y polémicas. La escritora mexicana Cristina Rivera Garza publicó en 2016 el texto Había mucha neblina o humo o no sé qué.

Garza emprende en su investigación la búsqueda del Juan Rulfo oriundo del sur de Jalisco, del padre de familia y del funcionario público o de corporaciones privadas. La escritora además viaja a las tierras que lo inspiraron y habla con sus habitantes. El resultado era previsible.

Además de pisar algunos callos, desacralizando la figura de Rulfo, Garza se topa con una realidad aún más injusta que la reflejada por el autor en los años cincuenta, y la muestra sin maquillar el oprobio y la crueldad de la actualidad mexicana.

El rechazo y la censura no tardaron. La mayor sociedad rulfiana de México calificó al volumen de embustero y descalificó a Cristina Rivera Garza por presentar la cara desagradable de la nación.

Esta investigación es una suerte de espejo para Colombia, donde se violan los derechos fundamentales, muchas veces por políticas estatales. Y aquí también han sido enjuiciados artistas como Fernando Vallejo o Víctor Gaviria por exponer los problemas del país.

Con todo, el libro le hace justicia a Juan Rulfo en vez de opacarlo e incluso intenta explicar la grandeza del autor en alguno de sus apartes:

“¿Cómo pudo un hombre de provincias, de poco menos de cuarenta años, casado y con hijos, que había desempeñado, además, oficios tan variados como el de oficial de inmigración y agente de viajes para una compañía de neumáticos, componer un universo de escritura y lectura tan lejano a la tradición imperante?”

“Acaso la respuesta a este interrogante se encuentre en la pregunta misma: únicamente un hombre nacido lejos de la Ciudad de México, sólo de manera tangencial vinculado con los círculos literarios de la época, habituado a leer con avidez tanto dentro como fuera de los cánones establecidos, y con una rica y muy privada vida personal, pudo haber transgredido, sin afán principista alguno, los gestos automáticos de la literatura circundante y haber puesto de manifiesto una versión resumida e íntima de las enseñanzas de la vanguardia. Porque si Rulfo es, en efecto, nuestro gran escritor experimental, habrá que decir que lo es tanto dentro del texto como fuera de él. Con él no solo se inauguran o se develan rutas inéditas en el mapa literario mexicano sino que también surgen maneras singulares y alejadas del ejercicio del poder cultural, de vivir esos procesos de escritura.”

Al libro se unió el lanzamiento del documental televisivo Cien años con Juan Rulfo, dirigido por Juan Carlos Rulfo, hijo del escritor. En él se explora durante siete capítulos la vida de Rulfo y las claves de su trabajo literario.

Y al igual que en el libro de Garza, se devela una estrecha relación con problemas actuales de México como la posesión de las tierras o la inequidad social. El documental es también un homenaje al hombre de familia, viajero, fotógrafo, acucioso empleado y desinteresado en el frívolo mundillo literario de la época que fue Juan Rulfo.

Quien desee conocer en profundidad el contexto de las obras de Rulfo o quien desee adentrarse en este universo narrativo, encontrará en el libro de Cistina Rivera Garza y en el documental de Juan Carlos Rulfo la mejor guía.

El cotejo de estos recientes trabajos de documentación muestra la pervivencia del estilo y de los temas de Rulfo. Leer sus textos es ser testigo del momento actual. Y ya se sabe que la literatura resulta muy útil para interpretar el tiempo presente. Virtudes de un genio que seguirá siendo leído por siempre.

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