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Latinoamérica: Mujeres de izquierda en el poder

Escrito por Sandra Borda
Sandra Borrero

Sandra BorreroEn las carreras políticas de las tres presidentas de izquierda – las de Argentina, Brasil y Chile- hay coincidencias que dicen mucho sobre la izquierda y sobre las imágenes de género en América Latina.

Sandra Borda Guzmán*

De la derecha a la izquierda

Durante la década de los años 80 la Primera Ministra británica Margaret Thatcher, conocida como la "Dama de Hierro", se convirtió en el ejemplo más citado de las ventajas y desventajas que acompañaban la llegada de una mujer al poder.

Varios sugirieron que poco importaba que se tratase de una mujer en la medida en que "gobernaba como un hombre" pues, decían, era inflexible, autoritaria, de derecha, poco preocupada por los temas de género, tan proclive como un hombre al uso de la fuerza en el exterior y tan poco preocupada por los efectos sociales de sus estrictas políticas económicas.

Hoy en América Latina estamos frente a un fenómeno distinto pero igualmente interesante, con la llegada al poder de mujeres que, tradicionalmente, han pertenecido a la izquierda. Las presidentas Michelle Bachelet, en Chile, y Cristina Fernández de Kirchner, en Argentina,  y en breve Dilma Rousseff, en Brasil, han estado  afiliadas a los movimientos de izquierda y se han encontrado, o se encontrarán muy pronto en la posición de poder más importante de una nación.

Por supuesto, el fenómeno no es, ni mucho menos, generalizable. Ha habido también una proliferación de mujeres en la vida pública cuyas agendas se caracterizan por un alto grado de conservadurismo. En Estados Unidos, los casos de Sarah Palin y Michelle Buckman sobresalen, al igual que en Alemania la Primera Ministra, Angela Merkel. En América Latina las mandatarias Laura Chinchilla, actual presidenta de Costa Rica, y Violeta Chamorro, en Nicaragua en la década pasada, también se ubicaron en la centro derecha del espectro político.

Víctimas de dictaduras

Pero, ¿qué significa la llegada de estas ‘mujeres de izquierda' al poder? ¿Qué nos enseñan sus experiencias sobre nuestros propios sistemas políticos y sobre cómo ha evolucionado el tema de género en América Latina? 

Para empezar, es preciso decir que la experiencia política de estas mujeres si bien es similar en algunos aspectos, también guarda grandes diferencias. Todas ellas fueron afectadas, en mayor o menor medida, por la opresión de regímenes militares, aunque reaccionaron de forma distinta:

  • Rousseff y Bachelet fueron víctimas de detenciones arbitrarias y torturas por parte de las dictaduras militares en Brasil y Chile, respectivamente. Después de esta experiencia, Bachelet tuvo la posibilidad de exiliarse, pero Rousseff continuó su militancia e inclusive se radicalizó  hasta llegar a hacer parte de un movimiento que utilizó la fuerza contra la dictadura en su país.
  • Fernández de Kirchner, por su parte, inició su militancia en las juventudes del peronista Partido Justicialista en los años 70 y con su marido, Néstor Kirchner, decidió retirarse de la actividad política durante la última dictadura militar de la Argentina.

Sus carreras políticas también han sido distintas y es justamente aquí donde, en el caso de Rousseff y Fernández de Kirchner, cabe decir, parafaseando una conocida frase, que hoy también "detrás de toda gran mujer, hay un gran hombre":

  • El record en materia de gestión de Rousseff se construyó en buena medida durante la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. De hecho, Rousseff nunca había sido elegida por voto popular. Lula la escogió como su candidata para sucederle al mejor estilo del viejo dedazo, que practicó por décadas el PRI (Partido Revolucionario Institucional) de México.
  • Fernández de Kirchner fue elegida primero representante al Senado y su llegada a la presidencia estuvo precedida por el mandato de su propio marido, mientras que Bachelet tiene su propia historia.

La mujer como tema electoral

Es justamente ella, Michelle Bachelet, la única que hizo del tema de la mujer y de los asuntos de género un aspecto central en su campaña y en el ejercicio de la presidencia, tanto que su gestión le valió, tras dejar el cargo, que se le designara como jefa de ONU-Mujeres, una nueva entidad que aboga por y  busca la igualdad de género.

La gestión en esta área por parte de Fernández de Kirchner es menos sobresaliente, mientras que Dilma Rousseff no hizo de este un tema relevante en su campaña a la presidencia. 

Izquierda moderada

Las tres adecuaron sus posiciones políticas a nuevos tiempos, convirtiéndolas en defensoras de una izquierda mucho más moderada de la que ellas mismas pregonaron años atrás, un proceso que  ha tenido casi toda la izquierda latinoamericana.

Ello no es algo que sólo hayan experimentado las mujeres que hacen política en la región. Así, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en alianza con la Iglesia Católica en su país, decidió prohibir el aborto después de haberlo apoyado en los años 80, mientras que Lula y la misma Rousseff constantemente han enviado señales sobre sus posiciones moderadas en asuntos económicos a los inversores y a la banca extranjera. Y muchos mandatarios latinoamericanos han acompañado su beligerante retórica "anti-yankee" con acercamientos comerciales y políticos (claro, privados) hacia Estados Unidos.

La sombra del machismo

Pero la explicación de la moderación en asuntos de género en las plataformas políticas de estas mujeres-o la ausencia de una posición clara-yace en otro lugar.  En todas las campañas políticas que ellas han adelantado, la oposición ha tendido a construir sus críticas no sobre la base de su programa de gobierno, sino en el carácter individual de estas mujeres.  

  • A Rousseff  la criticaron constantemente por la dureza de su personalidad, su intransigencia y autoritarismo;
  • A Fernández de Kirchner la cuestionan constantemente por su obsesión con la moda, las cirugías plásticas, y por los efectos que sobre su gestión pudiera tener el supuesto trastorno bipolar del que sufre, y
  • A Bachelet le sugirieron alguna vez que su vocero cumplía las veces de un gladiador porque "las mujeres son más débiles y necesitan de alguien que las defienda".
  • Se trata de una trampa sin salida que impone una cultura política todavía en mora de resolver serios problemas de discriminación sexual. La contundencia y firmeza en las mujeres es siempre confundida con el autoritarismo y la intransigencia y el resto, es simplemente un signo de la supuesta debilidad típicamente femenina. 

    Esto, junto con la necesidad de moderar un discurso de izquierda que, según varios estudios, a las mujeres latinoamericanas no les gusta mucho, obligó a estas líderes a moverse cada vez más hacia el centro político y a bajarle el tono a sus reclamaciones de género, para no sonar resentidas e intransigentes. 

    Así las cosas, para hacerse al poder, ellas, en mayor o menor medida, parecen estar intentando la peor de todas las fórmulas: fusionarse con el ejercicio tradicional de la política y convertirse en ‘más de lo mismo', en vez de constituirse en verdaderas alternativas innovadoras y, fundamentalmente, diferentes.

    * Profesora Asociada, Departamento de Ciencia Política, Universidad de Los Andes

     

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