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Las protestas a pesar de la cuarentena

Escrito por Juan Carlos Guerrero
Protestas en cuarentena

Juan Carlos GuerreroLa pandemia acabó de sofocar el paro nacional, pero reaparecieron las protestas callejeras de distintos grupos y por distintas razones. Este es el panorama.

Juan Carlos Guerrero*

Un lánguido 25 de marzo

El gobierno nacional quizá guardaba la esperanza de que las movilizaciones se aplacaran cuando empezó a tomar medidas ante la inminente llegada del coronavirus —entre ellas la de prohibir los eventos de más de 500 personas—.

Y en efecto, tan solo un día después de declararse la emergencia sanitaria, el célebre —pero hoy casi olvidado— Comité Nacional del Paro decidió reemplazar las marchas que estaban programadas para el 25 de marzo (25M) por un “gran cacerolazo nacional”.

El evento consistiría en golpear cacerolas desde las casas cada dos horas durante todo el día, así como manifestarse en redes sociales utilizando el hashtag #ParoNacional25M.

Aunque en un “acto de responsabilidad social” los líderes del paro se abstuvieron de convocar manifestaciones callejeras, esperaban que la jornada del 25M mantuviera el poco aliento que le quedaba a la ola de protestas que comenzó en noviembre.

Pero del 25M no quedó mucho rastro en las redes sociales ni en los medios convencionales. El acontecimiento pasó desapercibido en virtud de la pandemia y del “aislamiento preventivo obligatorio” que decretó el gobierno nacional.

Protestas por una “cuarentena sin hambre”

Y sin embargo la tregua fue muy corta.

Los protagonistas cambiaron y, al menos por ahora, el Comité Nacional del Paro perdió fuerza. Pero surgieron con velocidad otras protestas. De hecho, las protestas comenzaron antes de que entrara en vigor la cuarentena nacional.

En realidad, no se sabe cuántas protestas de personas en situación de vulnerabilidad —que reivindican una “cuarentena sin hambre”— se han llevado a cabo durante este primer mes de confinamiento. Esa dramática realidad sigue siendo opacada en los medios por el avance del virus y sus víctimas fatales. Además, la pandemia plantea dificultades singulares al trabajo de campo de los periodistas, haciendo aún más difícil la cobertura de las protestas.

Aun así es claro que las protestas se han repetido a lo largo de la crisis, y tanto en varios barrios populares o marginales de Bogotá, como en otras ciudades importantes–Medellín o Cali–, en centros urbanos de menor tamaño e incluso en zonas rurales.

Cuarentena sin comida

Foto: Conexión Capital
Muchas personas no pueden sostener una cuarentena si no tienen provisiones y comida.

De los trapos rojos a los retenes y los saqueos

La mayoría de las personas que salen a la calle a protestar lo hacen porque enfrentan un problema de supervivencia, no por falta de conciencia sobre el riesgo de contagio.

En un comienzo, más que protestar, la gente envió gritos de auxilio, poniendo trapos rojos en sus casas, como una señal paciente, pero angustiosa, de su situación. Con el pasar de los días a muchos se les acabó la paciencia, sobre todo por la demora en la llegada de ayudas, que siguen siendo limitadas en su cobertura y en su dimensión.

Por eso, en muchas localidades varios grupos descolgaron el trapo rojo de sus casas y lo sacaron a las calles, golpeando cacerolas en actos de protesta más desafiantes. En algunos casos, los manifestantes han bloqueado las vías de ingreso a sus localidades, o han instaurado retenes ilegales en los que se cobra el paso bien sea en efectivo o en especie. Recientemente también se han presentado saqueos de almacenes y de camiones con ayuda humanitaria. Es más, hace unos días personas que protestaban atacaron y ocasionaron daños a una estación del Metrocable en Medellín.

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La reacción de las autoridades

Puede que detrás de algunas de esas protestas haya “politiqueros” (concejales, ediles o incluso líderes barriales), como lo han sostenido los mandatarios locales de Bogotá y Medellín. Al fin y al cabo, las protestas siempre son actos políticos organizados y movidos por alguien.

Pero eso no significa que quienes han protestado sean meros instrumentos de “politiqueros” o agitadores con otros intereses políticos. Tampoco significa que no existan problemas reales detrás de las protestas. Así que los mandatarios locales deberían tener sumo cuidado al descalificarlas o deslegitimarlas de manera indiscriminada.

La Policía (y sobre todo el ESMAD) debe poner mucha atención a los protocolos de manejo de la protesta, porque un mal uso o un uso desproporcionado de la fuerza podría desatar una ira social de mayores proporciones. De hecho, ya existe una ONG que observa y documenta la violencia policial injustificada durante la cuarentena.

Las cárceles y los profesionales de la salud

Otras manifestaciones de inconformidad colectiva han sido las revueltas de la población carcelaria y las quejas de los profesionales de la salud. Ambas remiten a problemas de vieja data que se han ido agravando sin que políticos y ciudadanos les presten mayor atención.

– El problema de las cárceles es bien conocido: índices muy altos de hacinamiento y muchos presos que viven en condiciones miserables, sin servicios efectivos de salud (en especial aquellos que no eran parte de grandes organizaciones criminales o de grupos armados ilegales).

protestas por las ayudas covid19

Foto: Youtube Conexión Capital
Ya ha habido protestas porque las personas alegan que no les han llegado las ayudas.

Avivado por la pandemia, el problema dio pie a un amotinamiento aparentemente sin precedentes en la cárcel Modelo de Bogotá y podría desatar otras revueltas similares. Ahora que aumenta el riesgo sanitario para todos, tal vez la situación no nos sea tan indiferente.

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– El otro drama viejo son las precarias condiciones laborales de los trabajadores de la salud, que hoy empeoran por el riesgo de contaminación y por hechos de discriminación o maltrato de médicos y enfermeras que se ven como posibles portadores del virus.

Por ahora, las inconformidades de estos profesionales no han llevado a la parálisis de los centros de salud —un evento por supuesto desastroso en medio de una pandemia—. Seguramente eso no sucederá, pues su sentido del deber siempre ha estado por encima de la expresión firme de reclamos justos.

Pero es muy probable que, pasada la pandemia y ponderados los sacrificios que ella les exigió, los profesionales de la salud no vayan a contentarse con palmadas en el hombro y con el honroso título de héroes.

La Covid-19 ha sacado a flote las flaquezas de nuestra sociedad. Lejos de entrar en cuarentena, las protestas sociales seguirán muy probablemente brotando durante y después de la pandemia.

*Director del Observatorio de Redes y Acción Colectiva (ORAC), Ph.D en Sociología y M.A. en Estudios Políticos con énfasis en Relaciones Internacionales, profesor asociado e investigador de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario. Twitter: @Juan_K_Guerrero.

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