El gobierno está empeñado en apoyar al sector por su importancia indudable para nuestra economía. Pero la situación ha mejorado y la mejor manera de avanzar es invertir más en bienes públicos y menos en los subsidios que piden los cafeteros.
Juan José Perfetti del Corral*
Todavía un país cafetero
En estos días han surgido nuevos reclamos por parte de los cafeteros colombianos.
Un grupo de productores se queja de que el precio nacional de compra está por debajo de los costos de producción, de modo que le pide al gobierno: (1) poner en práctica el Programa de Ingreso Cafetero (PIC), y (2) revivir el fondo de estabilización de precios.
Pese a que el precio internacional no tiene hoy los niveles que se registraron el año pasado, es indudable que – en comparación con las dificultades que el sector vivió durante mucho tiempo – el escenario económico actual para el café luce más prometedor.
La Misión de Estudios para la Competitividad de la Caficultura en Colombia señala en su informe que el café es el “producto en que (sic) residen nuestras ventajas comparativas por excelencia”. Igualmente destaca cómo la creciente demanda mundial por el grano y el nivel de sofisticación de los cafés especiales ofrecen nuevas posibilidades para un país cafetero como Colombia.
Más producción, mas productividad, mejores precios
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Según la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), después de que la producción cayó a 7,8 millones de sacos debido a los problemas fitosanitarios y climáticos de principios de esta década, los diversos programas ejecutados durante los últimos años (especialmente el de renovación de cafetales) han permitido la recuperación del sector. Así,
- Entre mayo de 2014 y abril de 2015, la producción alcanzó los 12,4 millones de sacos, lo cual implica un aumento del 10 por ciento sobre el período mayo de 2013- abril de 2014.
- Adicionalmente, cuando se compara la producción de café en 2013 y 2014 con su respectivo promedio en 2001-2014 se encuentra que esta creció muy por encima de su promedio histórico (2,6 por ciento).
- De otra parte, entre mayo de 2014 y abril de 2015, las exportaciones del grano fueron de 11,1 millones de sacos es decir, se dio un aumento del cinco por ciento con respecto al período comprendido entre mayo de 2013 y abril de 2014.
Los ingresos de los productores cafeteros han mejorado tanto por los mayores niveles de producción y productividad como por los mejores precios nacionales de compra del grano.
El PIB de la agricultura también ha crecido gracias a la mayor producción de café. Según el DANE,
- En 2013 el PIB sectorial creció un 6,7 por ciento, impulsado especialmente por la producción del grano (36,0 por ciento).
- En 2014, el crecimiento del PIB agrícola fue de 2,3 por ciento, y de nuevo fue el cultivo del café, con un crecimiento del 10,0 por ciento, el principal motor del crecimiento.
- En el primer trimestre de 2015 la agricultura creció 2,3 por ciento; nuevamente, el café, con un crecimiento de 5,5 por ciento, fue decisivo para este buen resultado.
Los mayores niveles de producción cafetera no se deben solo a los aumentos en las áreas sembradas y renovadas sino que, según la Federación, la productividad promedio del sector ha aumentado en un 50 por ciento: pasó de 10,2 sacos de café verde por hectárea en 2009 a 15,3 sacos en abril de 2015.
Al tiempo que han aumentado la producción y la productividad cafeteras, se han dado mejoras en el precio internacional del grano y, especialmente, en la tasa de cambio.
- En promedio, entre 2010 y 2014, los precios internacionales del café colombiano estuvieron ligeramente por encima de 2 dólares la libra. Mientras que en 2011 se alcanzaron precios superiores a los 3 dólares por libra, en 2013 estos estuvieron alrededor de 1,40 dólares.
- Durante 2014 el precio se ubicó, en promedio, cerca de los 2 dólares la libra, y en lo corrido de 2015 se ha movido alrededor de 1,50 dólares. Esto se ha dado en medio de una considerable devaluación del peso colombiano que ubicado la tasa de cambio en niveles superiores a los 2.500 pesos.
De esta forma, y dadas las fluctuaciones propias de los mercados agrícolas, es indudable que los ingresos de los productores cafeteros han mejorado tanto por los mayores niveles de producción y productividad como por los mejores precios nacionales de compra del grano.
El apoyo del gobierno
![]() Hacienda cafetera en Chinchiná, Caldas. Foto: Martha Rivero |
Las mejoras evidentes que ha tenido la industria cafetera no implican que los problemas estructurales hayan desaparecido. Tampoco implica que no existan retos en el proceso de consolidar una caficultura que, dada la dotación natural del país, tiene un gran potencial productivo.
Para paliar las dificultades del pasado, el gobierno puso en marcha un conjunto de apoyos y subsidios a los cafeteros. Sumando apoyos distintos del PIC, el sector recibió un total de 1,5 billones de pesos. Según la Misión Cafetera, el monto de esta ayuda fue muy alto (“en 2013 el Gobierno desembolsó 1,3 billones de pesos en el Programa de Ingreso Cafetero (PIC)”) y su distribución muy inequitativa (“el 10 por ciento de los cafeteros se apropió del 60 por ciento de ese subsidio”).
Los beneficios sociales resultantes de la inversión en bienes públicos son mucho mayores, resultan más equitativos y se mantienen durante más tiempo.
Ahora el gobierno busca sustituir los subsidios y los apoyos agrícolas con una más alta inversión en bienes públicos, según se dice en el Plan Nacional de Desarrollo. Esto es sin duda acertado, pues los beneficios sociales resultantes de la inversión en bienes públicos son mucho mayores, resultan más equitativos y se mantienen durante más tiempo.
A mejorar la productividad
La Misión Cafetera plantea el gran desafío para el sector en los términos siguientes: “¿Cómo lograr que Colombia gane nuevamente la participación que tuvo en los mercados internacionales en el pasado, produciendo estos volúmenes en forma rentable aun en períodos de bajos precios internacionales, con primas importantes por producir café de alta calidad, y de manera sostenible, ambiental y financieramente?”
El desafío implicaría “producir hoy unos 25 millones de sacos anuales (nuestra participación en los mercados mundiales fue de 17,4 % entre 1990 y 1994), con precios internacionales que podrían estar incluso por debajo de un dólar la libra”.
El principal reto para el sector cafetero es pues garantizar sus capacidades productiva y competitiva, pues en ellas radica la posibilidad de hacer sostenible el desarrollo sectorial y, por ende, los ingresos y el bienestar de las familias cafeteras.
La Misión puso en evidencia la baja productividad de nuestra caficultura al afirmar que la incapacidad de Colombia para mantener su supremacía en los mercados internacionales se debía “al rezago en la producción por hectárea en relación con los países competidores, lo cual llevó a reducciones de costos reales menores que en dichos países”.
Según las cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el país con la mayor productividad en café es Vietnam, seguido de Brasil. Colombia ocupa el octavo puesto en esta ordenación.
Al comparar las diferencias de productividad frente al líder mundial se encuentra que la brecha tecnológica es el factor decisivo. Así, mientras la productividad de Brasil corresponde al 68 por ciento de la de Vietnam, en el caso de Colombia dicho guarismo es de 28 por ciento, lo cual significa que la brecha tecnológica es muy grande.
Estas cifras muestran el rezago productivo del sector y las dificultades competitivas del cultivo más emblemático de nuestra agricultura. Un atraso semejante no se resuelve con subsidios, como se ha demostrado en estudios del Banco Interamericano de Desarrollo.
Según enseña la experiencia internacional, la solución al problema de productividad y competitividad del sector cafetero colombiano consiste en producir y aplicar conocimiento a través de la investigación, la transferencia de tecnología y la asistencia técnica. En otras palabras, para asegurar el futuro del café se necesitan más bienes públicos y menos subsidios.
* Economista agrícola, con estudios de maestría en economía y desarrollo económico y con varias publicaciones especializadas en los temas agropecuarios, consultor privado e investigador asociado de Fedesarrollo.