Las mujeres se cansaron de callar: el legado de Roy Moore - Razón Pública
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Las mujeres se cansaron de callar: el legado de Roy Moore

Escrito por Sandra Sánchez López y Carlos Cortissoz
Protestas de Mujeres

Protestas de Mujeres

Sandra SanchezCarlos CortissozEn la cadena de escándalos que sacuden a Estados Unidos, el caso de este político cristiano acusado de acoso de menores vuelve a mostrar cómo la política crea las relaciones de género y cómo estas  relaciones determinan la política. Un debate que urge en Colombia. 

Sandra Sánchez López* – Carlos Cortissoz**

Relaciones de género y política

“La política construye relaciones de género y las relaciones de género construyen la política”

Esta frase que la historiadora Joan W. Scott escribió en 1986  resume la manera compleja y enmarañada como una forma de organización social determina las relaciones de género y a su vez las relaciones de género determinan el tipo de sociedad que queremos.

Su resumen sigue siendo muy vigente.

Roy Moore, candidato republicano al Senado de Estados Unidos por el estado de Alabama y cuyo triunfo o derrota en las elecciones del próximo 12 de diciembre  pueden cambiar el rumbo de la política en ese país, ha sido blanco de varias acusaciones de conducta sexual inapropiada con menores de edad.

Siendo un alto funcionario de Alabama, cuando tenía algo más de 30 años de edad, el  candidato habría iniciado un encuentro sexual con Leigh Corfman, en ese momento de 14 años, y también habría perseguido relaciones con niñas de 16 y 17 años.

Moore lleva 32 años casado con Kayla Moore, a quien –como él mismo reconoce en sus memorias Que Dios me ayude: los Diez Mandamientos, la tiranía judicial y la batalla por la libertad religiosa (2005)– vio por primera vez cuando ella tenía 15 años y participaba en un recital de danza. Aunque en ese momento él supo que “ella sería alguien muy especial en su vida”, no la desposaría sino 8 años más tarde, tan solo un año después de haberla encontrado nuevamente y comenzar a salir con ella.

Moore niega las acusaciones, pero hasta el momento han surgido nueve denuncias distintas y  decenas de testigos. Y en todo caso su matrimonio atestigua su preferencia, por lo menos de esa época, por mujeres mucho más jóvenes que él.

Un legado sexista y religioso

Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. 
Foto: Embajada de los Estados Unidos en Colombia

El escándalo se enmarca en la oleada de denuncias que se produjo y fracasó con el entonces candidato Donald Trump (quien fue acusado por 16 mujeres), rebrotó con el escándalo del conocido cómico Bill Cosby, y en las últimas semanas ha puesto fin a la carrera de personajes tan influyentes como el productor de cine Harvey Weinstein, el actor Kevin Spacey, el director ejecutivo de Amazon, Roy Price, el comediante Louis C.K, o el periodista Charlie Rose.

Pero el caso Roy Moore es diferente y especial.

Mientras los otros acusados (con la excepción obvia y penosa de Donald Trump) han sido objeto del rechazo unánime o casi unánime de la opinión, Moore ha tenido defensores y detractores de muy variada estirpe:

  • Muchos concuerdan con Scott Taylor, representante republicano por el estado de Virginia quien declaró que si se hubiera tratado de una de sus hijas, él “le rompería la cara (a Moore), los dedos y, probablemente, le haría algo mucho peor”.  Y por su parte el Alabama Media Group, una cadena periodística que hace 50 años instaba a detener la lucha por los derechos civiles, hoy decide estar “en el lado correcto de la historia” y retirarle el apoyo. En estos sectores hay un rechazo rotundo.
  • Pero el auditor del estado de Alabama Jim Ziegler  declaró que “la virgen María era menor de edad cuando concibió a Jesús” y que “esto no tiene nada de inmoral ni de ilegal; tal vez un poco de inusual”. Y el pastor Flip Benham cree que Moore perseguía relaciones con menores a causa de la “pureza” de estas niñas. Una opinión que parecen compartir muchos de los votantes, como la mujer que dijo en una emisora local de Alabama, que “la dama con quien ahora está casado, Ms. Kayla, era una mujer muy joven. Él hizo eso porque hay algo en la pureza de una mujer joven, hay algo que es bueno, que es verdadero, que es directo y él buscaba eso”.

Para Benham, y seguramente para el mismo Moore, buscar una esposa entre jóvenes adolescentes permite realizar un ideal: el del esposo-padre cuyo papel, lejos de ser el de amante y compañero de una persona madura e igual, es el de darle forma a una gema en bruto, cuyas asperezas hay que pulir cuando aún mantiene intacta su pureza.

Ese ideal es el de una relación asimétrica aunque consentida y querida por la muejr misma. De hecho Kyla Moore es una de las más acérrimas defensoras del candidato acusado, junto con otras mujeres que lo respaldan.

Este orden de género desigual, ambivalente pero profundamente arraigado, engendra visiones políticas que, cuando se externalizan al ámbito social, dan lugar a las más variadas expresiones de poder:

  • Productores de Hollywood liberales que asedian actrices principiantes (o incluso consagradas),
  • Directores ejecutivos de grandes empresas que acosan empleadas o socias de negocios,
  • Comediantes o periodistas que consideran cierto tipo de propuesta sexual una elección y no un auténtico dilema para las mujeres,
  • Congresistas que compran el silencio de sus víctimas con dinero de los contribuyentes, 
  • Presidentes que “agarran mujeres por la ‘cuca’

Entre más alto sea el nivel jerárquico del hombre, menores son el estatus y el salario de las mujeres. Y entre mayor sea esta diferencia, menos compatibles son la vida afectiva y sexual de la mujer con su vida profesional y laboral.

Las relaciones de género construyen política, y es fundamental preguntarse qué tipo de sociedad estamos formando cuando vivimos y participamos en ellas: una que naturaliza desigualdades o las ignora patentemente, trivializándolas en el ámbito público. Por eso no es gratuito que Trump haya zanjado esta discución diciendo simplemente que “No necesitamos a un liberal allá [en Alabama]”.

La doble moral y los proyectos políticos

Harvey Weinstein.
Harvey Weinstein.  
Foto: Wikimedia Commons

El caso Moore revela también la otra cara de la relación entre género y política.

A solo tres semanas de las elecciones, la contienda entre Moore y el candidato demócrata Doug Jones ocupa un lugar preponderante en la agenda mediática estadounidense.

Jones, hasta hace unos días seguro perdedor, está ahora cerca o incluso por encima de Moore en las encuestas (aunque nadie confía en estas mediciones). Si logra movilizar masivamente a los demócratas (y si  muchos republicanos se abstienen de votar), el partido de Trump perdería la silla que da por segura en un congreso que tendrá que aprobar, entre otras cosas, el proyecto de ley para reducir los impuestos—un proyecto que, según el economista Nouriel Roubini, es “un plan contra el 99 por ciento de los estadounidenses”-.

Jones es conocido por haber enjuiciado a unos hombres del Ku Klux Klan 40 años después de que asesinaran a cuatro niñas afroamericanas y, en tiempos de Trump, por estar a favor de políticas como la reforma del sistema penitenciario, el aumento del salario mínimo, la legalidad del aborto  o la preservación del sistema de salud Obamacare. También es conocido por defender la participación de personas transgénero en la milicia y su libertad de elegir qué baños desean utilizar.

Para Moore, por supuesto, los transgénero “no tienen derechos porque la Corte Suprema no se los ha reconocido”. Además- añade Moore- admitir estos derechos sería restarles prominencia a los derechos de las mujeres, que pasarían a un segundo plano y serían opacados por los de otras minorías “anti-naturales” -desde su punto de vista religioso-.  

Moore siente en sus entrañas que el candidato demócrata encarna una visión de mundo donde  las mujeres no podrían seguir siendo lo que él quiere que sean, donde no hay tal cosa como una adolescente pura a quien un viejo impuro pueda proteger o, más bien, donde no hay tal cosa como una mujer impura, y donde él, y otros como él, no podrían conseguir cierto tipo de esposa y tener cierto tipo de relación con ella.

Un proyecto político construye relaciones de género y es fundamental preguntarse qué relaciones de género estamos promoviendo cuando elegimos un candidato: si estamos naturalizando desigualdades, ignorándolas o trivializándolas.

Si Moore es culpable importa sobre todo por sus víctimas; y si no importa es debido al orden político del cual proviene y que nos lega. Usualmente, los asuntos de género se relegan a la esfera privada, pero aun si sus implicaciones se limitaran al desprestigio de algunos individuos, es necesario entender que ellos en realidad reflejan un orden social con incidencia decisiva  sobre la vida de todos, incluso de quienes nunca han interactuado con acosadores ni abusadores.

*Historiadora y analista de medios, profesora del Centro de Estudios en Periodismo  (Ceper) de la Universidad de los Andes, especialista en las relaciones entre los medios de comunicación, el periodismo y algunas categorías de poder, especialmente género y clase, desde una perspectiva histórica. 

*Filósofo, profesor del Departamento de Humanidades de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, especialista en filosofía antigua, ética y argumentación. 

 

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