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Las mentes rectas: el discurso prohibicionista sobre las drogas psicoactivas

Escrito por Francisco Thoumi
Extasis

Extasis

Francisco Thoumi

Los argumentos de los prohibicionistas tienden a caer en simplificaciones sobre el problema de las drogas y con frecuencia sus convicciones resultan ser un obstáculo en la búsqueda de acuerdos que conduzcan a políticas efectivas.

​Francisco Thoumi*

Las mentes rectas y la incomprensión del otro

En mi artículo de la edición anterior de Razón Pública argumenté cómo las "mentes rectas" influencian los discursos del campesinado y los indígenas sobre la coca y la cocaína. En esta ocasión quiero presentar el otro lado de la moneda.

Repasando los argumentos, reitero que los discursos sobre las drogas son típicos de las mentes rectas. La psicología moderna ha demostrado mediante estudios empíricos y estadísticamente verificables que cuando se trata de temas relacionados con valores personales importantes como la política, el sexo, la religión, el patriotismo o las drogas, los humanos creemos que nuestras posiciones están basadas en la razón, pero en realidad resultan de características biológicas de las personas y de sus vivencias, emociones y valores culturalmente transmitidos [1]

Las ciencias sociales reconocen que la adicción a muchas drogas es una tragedia familiar o personal que acarrea costos para el resto de la sociedad. El problema de la política es como lograr que estos costos sean bajos. 

Todo esto da origen a intuiciones que la gente utiliza para llegar a la verdad,  y la razón simplemente valida dichas intuiciones, salvo en algunos casos. En consecuencia, mucha gente con mente recta acaba totalmente convencida de que la evidencia empírica sustenta  sus creencias y no tiene dudas sobre sus propias “verdades”.

Es cierto que muchas veces hay intereses económicos que utilizan argumentos que apelan a las emociones de la gente para camuflar sus propios fines. Sin embargo, en los debates sobre drogas psicoactivas la mayoría de los actores tiende a ser personas de mente recta. Ojalá los intereses económicos predominaran en estos debates, porque la solución sería negociable. Sin embargo, cuando se trata de mentes rectas, convencidas de la importancia y validez de sus “verdades”, no hay negociación posible.


Foto: INL Bureau
Ex embajador de Estado Unidos en Colombia,
William Brownfield.

Defensores de la prohibición

En el caso de las políticas de drogas psicoactivas, tanto los más ardorosos defensores de la prohibición como los de la flexibilización del consumo recreativo son personas inteligentes, honestas, educadas y comprometidas con mejorar la sociedad; pero cuando se enfrentan a la misma evidencia empírica llegan a posiciones opuestas a las de sus contradictores.

Como ambas partes están seguras de su verdad, sus mentes rectas no les permiten entender los argumentos opuestos y solamente presentan argumentos desde su propia perspectiva, despreciando las posiciones de los demás. Esto lleva a enfrentamientos sin solución lógica donde el más poderoso tiende a imponer su “verdad”.

Hay dos argumentos de quienes apoyan la prohibición del uso recreativo que son muy debatibles.

  1. Los médicos deben decidir. Entre quienes han tenido experiencias intensas con el uso de drogas o con el tratamiento de adictos, muchos consideran "que los médicos deben decidir qué drogas pueden auto recetarse, cuáles deben requerir receta médica y cuáles prohibirse". La creencia en esta "verdad" ha llevado a la prohibición del consumo recreativo, ceremonial o social de muchas drogas.

Lamentablemente, cuando un médico recomienda o decide sobre una política pública no está actuando como médico sino como científico social, aunque no sea un experto en la materia. Las ciencias sociales reconocen que la adicción a muchas drogas es una tragedia familiar o personal que acarrea costos para el resto de la sociedad. El problema de la política es como lograr que estos costos sean bajos.

El éxito de cualquier medida de control de drogas depende de la capacidad del Estado para hacer cumplir sus leyes, es decir del grado de gobernabilidad que exista en la sociedad.  

Si la única meta de la política fuera eliminar totalmente el costo social, habría que eliminar el consumo no médico o científico de las drogas. Por eso, quienes proponen esta política deberían diseñar una hoja de ruta para lograr obtener los resultados que buscan. Sin embargo, sus mentes rectas simplemente creen que eliminar la adicción es un imperativo moral que está por encima de esas consideraciones y que por tanto el Estado debe imponerla.

El hecho que muchos Estados simplemente no tienen la organización o la capacidad para llevar a cabo exitosamente la política prohibicionista,  es un problema de los Estados, no de ellos.

  1. La idea de causalidad mecánica y directa. Las mentes rectas tienden a creer en relaciones de causalidad directas y muchas veces sencillas: "como la adicción es una tragedia, la solución es eliminarla". Como bien afirmaba con frecuencia el embajador Brownfield: "nosotros los americanos somos gentes simples y nos gustan las soluciones sencillas". El problema radica en que todo problema complejo siempre tiene "soluciones" sencillas, que sin embargo, no resuelven el problema.

En el mundo hay muchos fenómenos que pueden calificar como tragedias sociales: la corrupción; la violencia; la exclusión y la gran desigualdad social; el crimen organizado; las guerras; la subversión; el uso de la violencia para resolver conflictos personales; el desamparo de la niñez; el madre-solterismo adolescente; la desnutrición, para citar apenas unos pocos. Si un grupo preocupado por una de todas las tragedias humanas pretende eliminarla a cualquier costo, para hacerlo debe negar otras realidades: las tragedias no son variables independientes las una de las otras y al tratar de eliminar una totalmente, tienden a fortalecerse algunas otras.

Los fracasos de las políticas de drogas y los costos asociados con ellas tienden a concentrarse en países y regiones donde la gobernabilidad del Estado es más baja. 

Muchas de las relaciones entre estas variables tienden a ser circulares. Por ejemplo, la corrupción y el crimen organizado contribuyen a que surja la industria de drogas ilegales, pero al atacar las drogas aumentan las posibilidades de corrupción, aunque algunas organizaciones criminales se debiliten. La represión genera incentivos para que los grupos reprimidos busquen otras actividades ilegales, mientras que los aumentos de precios de las drogas debidos a la represión aumentan los incentivos para que otros grupos remplacen a los debilitados. Por esto el éxito de cualquier medida de control de drogas depende de la capacidad del Estado para hacer cumplir sus leyes, es decir del grado de gobernabilidad que exista en la sociedad. 

MDMA
Foto: St. Albert Drogas recreacionales, 
​“Red Star microdots” y MDMA.

Un corolario de lo anterior es que los fracasos de las políticas de drogas y los costos asociados con ellas tienden a concentrarse en países y regiones donde la gobernabilidad del Estado es más baja. En los guetos de las grandes ciudades de Estados Unidos y de Europa, en las favelas de Brasil; en las zonas de menor presencia del Estado en Colombia, y así sucesivamente.

Es de notar que los costos asociados con las políticas, como la violencia, pueden ser bajos cuando el Estado no enfrenta al narcotráfico o cuando surgen sistemas de gobernabilidad mafiosa no asociadas con el Estado. Esto sucede en algunos países tribales del centro de Asia y aconteció con la "donbernabilidad" en Medellín, cuando Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”, tenía una gran influencia en la vida de la ciudad, al extremo de atribuirle el manejo de zonas de conflicto y de permitir ciertos equilibrios.

La complejidad vs la mente recta

Un problema de las mentes rectas es su dificultad para analizar problemas sociales complejos. Como las decisiones de las mentes rectas se basan en las intuiciones generadas por la personalidad y las vivencias, la toma de posiciones con relación a las políticas difícilmente espera a que la razón estudie y analice el problema y al hacerlo rechace las "verdades" intuidas.

La mentalidad recta es posiblemente el mayor obstáculo epistemológico para tener un diálogo fructífero sobre políticas de drogas y sobre temas más importantes como las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las guerrillas.

Este artículo y el de la edición anterior ilustran la gran dificultad para avanzar en cualquier negociación sobre los temas mencionados al inicio, que involucran las creencias que generan la identidad de las personas. El hecho es que si se acepta que es cierto que las  posiciones de los individuos dependen de sus intuiciones, y al ser yo un individuo, debo aceptar que mis posiciones también dependen de mis intuiciones. El desafío entonces es neutralizar las intuiciones, pero para muchas personas esto implica dejar de ser lo que son y aceptar que deben cambiar, que las "verdades" que han tenido en la vida, no lo son.

La mentalidad recta es posiblemente el mayor obstáculo epistemológico para tener un diálogo fructífero sobre políticas de drogas y sobre temas más importantes como las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las guerrillas.

Al final, ¿será que G. W. Bush y O. Bin Laden tenían más en común de lo que creían tener?

* Cofundador de Razón Pública; para ver el perfil del autor haga click en este enlace.


[1]Avi Tuschman, 2013, Our Political Nature. The evolutionary origins of what divides us, Amherst, N.Y.: Prometheus Books.

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