La propuesta cambiaría la representación política y le daría más peso a las regiones donde las FARC creen tener más fuerza. Pero no es obvio que reduzca el clientelismo.
Felipe Botero
Segundo punto de la agenda
Tras haber avanzado en el primer punto de las negociaciones en La Habana -considerado el más álgido y complejo- las FARC hicieron públicas sus propuestas sobre “participación política” en el documento titulado “Once propuestas mínimas para la reestructuración democrática del Estado y la reforma política”.
Los temas son amplios y variados: ocho de ellos incluyen la palabra participación (seguida de reestructuración democrática del Estado; límites a la concentración del poder político; creación del poder popular; rediseño de mecanismos para hacerla efectiva; procesos de descentralización; orden jurídico y económico; reconversión de las fuerzas militares; reforma de la justicia), uno está relacionado con los mecanismos de control y otros dos con el sistema electoral.
Las FARC proponen una modificación sustancial de la Cámara de Representantes y este cambio modificaría drásticamente la naturaleza de la representación política en Colombia.
Las FARC proponen una modificación sustancial de la Cámara de Representantes y este cambio modificaría drásticamente la naturaleza de la representación política en Colombia.
En relación con lo que denominan “Reforma política democrática y electoral” (punto 10) proponen un nuevo diseño institucional, el cual incluye la reforma a la composición de la Cámara de Representantes. La propuesta resulta interesante en sí misma y sugiere que la guerrilla está planeando su incorporación a la vida civil como un partido político. Vale la pena analizar y considerar lo que piden.
Los temas que tocan sirven de trasfondo para una reflexión sobre la pobreza de la representación política de los partidos colombianos.
Así sería la nueva Cámara
![]() La circunscripción especial de paz asignaría curules a las Farc y a los movimientos sociales que surjan después del proceso de paz. Foto: Ministerio de Hacienda |
Las FARC proponen una modificación sustancial de la Cámara de Representantes y este cambio modificaría drásticamente la naturaleza de la representación política en Colombia.
Actualmente la Cámara se integra sobre la base de criterios demográficos: se eligen dos representantes por cada circunscripción territorial (los departamentos y Bogotá) y uno más por cada 365.000 habitantes o fracción mayor de 182. 500 que tengan en exceso sobre los primeros 365 000 (artículo 176 de la Constitución).
La nueva Cámara estaría conformada de la siguiente forma:
• Cuatro representantes para cada una de las circunscripciones territoriales (los departamentos y Bogotá).
• Veinte curules adicionales de acuerdo con el tamaño de la población.
• Cinco representantes para cada una de las circunscripciones especiales (campesinas, indígenas, afrocolombianos),
• Dos representantes para los colombianos en el exterior.
• Una circunscripción de paz cuyo número de curules estaría por definirse.
Esta propuesta reduce significativamente el número de curules de los departamentos más poblados y aumenta de forma importante los escaños en aquellos con menos habitantes, lo cual podría beneficiar a las FARC dado que en teoría cuentan con más apoyo político en regiones con baja densidad poblacional.
Esto, sumado a las curules de la circunscripción de la paz, podría darle un número importante de representantes al partido que resulte de la desmovilización.
Las FARC aducen que la modificación de la base territorial de la Cámara se justifica porque ayuda a eliminar las prácticas clientelistas que predominan en la representación territorial en el país.
El problema de la representación
Al hablar de representación política, las FARC tocan uno de los aspectos más complejos de la precaria democracia colombiana. Sin embargo, no es claro como una modificación tan drástica ayudaría a corregirlo.
El sistema actual tiene como sustento una relación fija entre el número de habitantes y el de representantes, lo cual, en teoría, garantiza que los ciudadanos cuenten con adecuados –y abundantes– canales para tramitar sus intereses.
Así, la Cámara se concibe como un espacio cuya sustancia es la representación territorial, a diferencia del Senado, que está pensando como un espacio de representación nacional.
Reducir el número de representantes en lugares poblados y aumentarlo en los despoblados podría incluso intensificar el clientelismo. En regiones pobladas habría mayor competencia por las pocas curules disponibles y en las regiones despobladas se premiaría a quienes tengan capacidad de movilizar a esos electores –bien sea partidos nuevos o barones electorales curtidos.
La política territorial de los partidos
![]() Municipio de Jericó en Antioquia. Foto: Patton |
Las propuestas y las críticas de las FARC han producido reacciones diversas.
En sus declaraciones a El Espectador el representante Hernán Penagos –presidente de la Cámara- reaccionó a las críticas contra los congresistas y manifestó su oposición a la “actitud reiterada de las FARC de estar descalificando la labor democrática adelantada por dirigentes políticos del país.”
Esta es, sin duda, una afirmación que habría de verificarse sobre la base de hechos concretos. La debilidad de los partidos y su falta de disciplina no parecen darle la razón a Penagos: una cosa son los partidos al nivel nacional y otra muy distinta en las regiones.
La dirigencia nacional de los partidos se mantiene alejada de las regiones, de modo que la política local se hace sin apoyo ni orientación de las organizaciones centrales de los partidos. Por más de que los líderes más prominentes quieran presentarse a sí mismos y a sus partidos como adalides de la democracia, el clientelismo y la politiquería son los medios de articulación entre los partidos y la ciudadanía.
El desbalance territorial y político de la representación es la norma, más que la excepción.
El sistema electoral como herramienta para la paz
La propuesta de reforma electoral de las FARC tiene, a mi juicio, dos dimensiones de suma relevancia.
• Por una parte, empieza a tomar forma el plan que tendría esta guerrilla para hacer su tránsito hacia la vida civil. Las modificaciones propuestas señalan una voluntad concreta de participar en el juego democrático a través de un partido, luchando por los votos de los ciudadanos y buscando gestionar sus intereses en las instituciones representativas.
Reducir el número de representantes en lugares poblados y aumentarlo en los despoblados podría incluso intensificar el clientelismo.
Es una buena apuesta. Por supuesto, es importante revisar la propuesta y negociar cuál es la forma que adoptaría el Congreso después de los diálogos. De igual forma, qué concesiones se le darían a la guerrilla para que pueda competir con unas condiciones mínimas que le permitan desarrollar su proyecto político dentro de la legitimidad y la legalidad.
• Por otra parte, la propuesta de reforma electoral invita a hacer una reflexión profunda sobre la representación política, uno de los pilares de la democracia. Las discusiones sobre las reglas electorales –circunscripciones, umbrales, etcétera- han producido mucho ruido y han sido recibidas con reservas por sectores importantes de la clase política.
Es natural que haya resistencia a los cambios en las reglas de parte de quienes se han beneficiado de estas. Sin embargo, vale la pena evaluar a los partidos respecto de la forma como han cumplido con el papel de representantes y cómo las nuevas reglas podrían ser un incentivo para fortalecerlos, en particular en la forma en la que se relacionan con sus representados.
Está por verse hasta donde avanzarán las negociaciones, cuanto están dispuestos a ceder el gobierno y las FARC y hasta donde está dispuesta la sociedad colombiana a concederle a la guerrilla en su tránsito a la vida civil.
Por lo pronto, al finalizar el ciclo 12 de las negociaciones ambos anunciaron que estaba muy cerca del primer acuerdo en materia de participación política.
* Profesor asociado y director del Doctorado y la Maestría de Ciencia Política de la Universidad de los Andes.
@fboteroj