Los resultados del próximo domingo serán consecuencia de lo que ha sucedido en estos cuatro años.
Hernando Gómez Buendía*
Las elecciones de este año no han sido más que una carrera entre Gustavo Petro y el no a Gustavo Petro.
La carrera comenzó el 27 de mayo de 2018, cuando Petro recibió 256.153 más votos que Fajardo y por eso fue el rival de Duque en la segunda vuelta del 17 de junio. Igual que Belisario Betancur y Andrés Pastrana, el candidato que queda de segundas es el mejor posicionado para ganar las elecciones subsiguientes: arranca con ventaja.
Betancur y Pastrana fueron elegidos porque los presidentes que los habían derrotado – Turbay y Samper– hicieron pésimos gobiernos y fueron muy impopulares. ¿Acaso suena parecido a otro gobierno inepto y muy impopular?
El caso es que, en medio de la pandemia, las protestas sociales y el ajedrez político, Petro logró mantenerse como líder visible de la oposición y tuvo un par de años para tejer alianzas y montar su campaña. Aprendió la lección del 2018 y esta vez trajo políticos mañosos –como Barreras o como Benedetti– que saben mucho de mermeladas y de maquinarias; tuvo cenas discretas con grandes empresarios donde las cosas se dicen sin decirlas; trajo también asesores extranjeros que le enseñaron a vestirse, a sonreír y a parecer menos huraño.
La consulta del 13 de marzo pasado fue un primer balance de los logros de Petro. Su “Pacto Histórico” atrajo el 47,4% de los votos, muy por encima del 36,1% que había tenido su “Colombia Humana” en el 2018. Y el espectro de aliados se había ampliado de un personaje con 0,5 millones de votos de Santa Marta en el 2018, a cuatro compañeros que esta vez sumaron 1,2 millones de afros, indígenas, nariñenses y cristianos.
La otra mitad de la historia es la del medio centenar de personajes que a lo largo de dos años se han disputado el honor de no ser Gustavo Petro. Por cuenta de su propia vanidad, de firmas recogidas o compradas, de avales de partidos que no suman, de cálculos y alianzas y rupturas, y de eliminatorias que llamaron “consultas”, llegamos a los seis personajes que el próximo domingo se medirán con Petro.
Hace cuatro años el anti-Petro fue Duque y ganó cómodamente (2,2 millones de votos de ventaja). Pero esta vez hay varias diferencias:
-Que Duque/Uribe era la oposición a Santos y ahora Petro es la oposición a Duque;
-Que tuvimos pandemia y la crisis social más grave de la historia y paro nacional e inflación desbocada y represión policial y un gobierno desastroso;
-Que Uribe pasó a la historia, y
-Que ni Fico, ni el ingeniero, ni Fajardo ni los tres vanidosos restantes tienen o parecen tener el perrenque, el carisma o el arrastre suficiente para volver a sacar de sus casas a todas las personas que no voten por Petro el próximo domingo, y añadir los votantes de segunda vuelta suficientes para llegar a la mitad más uno de los votos. Hagan sus apuestas.
Y mientras tanto les invito a leer la segunda edición de Entre la Independencia y la Pandemia, Colombia 2010-2020, que espero les ayude a entender por qué estamos dónde estamos.