Ante el asombro de todos, Donald Trump y Bernie Sanders llegaron a remover los dos grandes partidos. Lo que hace unos meses empezó como una anécdota divertida, se ha convertido en una preocupación muy seria para los líderes tradicionales.
Luis Mejía*
Elecciones globales
Las elecciones de Estados Unidos tienen importancia para el resto del mundo -y en especial para América Latina- porque al final del día el poder de este país (especialmente su poder externo) descansa en las manos del presidente como jefe del Ejecutivo y comandante de las Fuerzas Armadas.
La autoridad interna del presidente de Estados Unidos está limitada por el Congreso y las Cortes, por la autonomía de los gobiernos estatales y por la sociedad civil. Su autoridad externa parece aún más fuerte, pese a los contrapesos que ejercen las otras ramas del poder público, los grupos de presión, las agencias de espionaje, la opinión pública nacional e internacional y por supuesto las otras potencias internacionales.
Generalmente los presidentes norteamericanos empiezan sus mandatos enfocados en los problemas nacionales, pero eventualmente dedican más tiempo a las relaciones internacionales.
Además la campaña presidencial de este año ha adquirido un interés especial -dentro y fuera del país- por el talante de los contendientes.
El presidente de Estados Unidos es escogido en un proceso escalonado: las elecciones primarias escogen delegados de cada estado a la convención nacional de cada partido. Esta escoge el candidato que representará al partido en la elección presidencial.
Las primarias no son representativas de las preferencias nacionales porque los votantes tienden a ser los miembros más comprometidos con las posiciones extremas de los partidos. Sin embargo, las votaciones de febrero redujeron el número de candidatos en campaña. De los 11 republicanos iniciales, quedan cuatro, y de los tres demócratas quedan dos.
El martes 1 de marzo hubo elecciones primarias en doce estados. Aunque a partir de ellas no se hacen predicciones confiables, estas muestran la intención de voto y anticipan lo que puede suceder en las próximas fechas.
Resultados republicanos
![]() Debate de los candidatos republicanos, Ted Cruz y Donald Drumpf. Foto: Disney | ABC Television Group |
La primera elección primaria puso a Donald Trump a la cabeza del Partido Republicano. Esto produjo sorpresa en la opinión y en los líderes del partido, pero se consideró como una aberración momentánea de los votantes que sería corregida en las primarias subsiguientes.
La diferencia de votos entre Clinton y Sanders no es muy grande.
Sin embargo para fines de febrero Trump había ganado 82 delegados contra 51 de sus rivales y punteaba en casi todas las encuestas. El 1 de marzo consolidó su control sobre más de una cuarta parte de los delegados que se necesitan para tomar decisiones en la convención nacional y demostró tener una sólida base de respaldo entre los activistas del partido, con 600.000 votos de ventaja sobre el candidato que le sigue y mayorías en 10 estados.
Resultados de las primarias en el Partido Republicano (Marzo 3, 2016)
Candidato |
Delegados (Estimado)* |
Voto popular |
Estados donde tuvo mayoría |
Donald Trump |
338 /1.237 (27,3 %) |
3’366.208 (34,21 %) |
10 |
Ted Cruz |
236 / 1.237 (19,1%) |
2’764.072 (28,09 %) |
4 |
Marco Rubio |
112 / 1.237 (9,1%) |
2’133.028 (21,68 %) |
1 |
John Kasich |
27 / 1.237 (2,2 %) |
650.933 (6,62 %) |
|
Otros |
15 / 1.237 (1,3 %) |
868.701 (8,84%) |
|
Fuente: Wikipedia – Democratic Party presidential primaries, 2016
*A la convención nacional republicana asisten 2.472 delegados; 1.237 de los cuales forman una mayoría decisoria.
Resultados demócratas
Las primarias del Partido Demócrata no han permitido el surgimiento de un líder indisputable, y la diferencia de votos entre Clinton y Sanders no es muy grande. Sin embargo las reglas de la Convención Nacional han dado a la primera una ventaja casi abrumadora en términos de delegados.
Hay dos tipos de delegados a la Convención Nacional:
- Los elegidos en representación de los estados, que van comprometidos a favor de un candidato (cuando menos en la primera votación o vuelta).
- Los llamados “súper delegados”, altos funcionarios del partido, senadores y representantes del Congreso federal y gobernadores de estados y territorios. No están comprometidos y, aun si ofrecen su respaldo a alguien, son libres de cambiar de opinión en la Convención.
En las primeras cuatro elecciones primarias Clinton obtuvo el 58 por ciento de los delegados y Sanders, el 42 por ciento, una diferencia que podría disminuir o no sostenerse en el curso de la campaña. Los resultados combinados de las primarias hasta el momento mantienen una diferencia de 60-40 en la distribución de delegados elegidos, que todavía no es indicativa de una tendencia a favor de Clinton.
Es el respaldo de los súper delegados lo que ha dado a Clinton una representación en la convención que ya alcanza el 45 por ciento de los votos necesarios para asegurar su nominación.
Sanders sin embargo ha jugado un papel importante al forzar a Clinton a adoptar un discurso más incluyente y donde ella reconoce los peligros que implican la creciente concentración de riqueza, los desbalances económicos anexos a los tratados de libre comercio, la inseguridad en el empleo y los salarios y la inestabilidad internacional.
Resultados de las primarias en el Partido Demócrata (Marzo 3, 2016)
Candidato |
Número de delegados* (Estimado) |
Totales |
Número de estados donde tuvo mayoría |
||
Elegidos |
Superdelegados |
Total delegados |
Necesarios para la nominación |
||
Hillary Clinton |
609 / 4.051 (15 %) |
457 / 714 (64 %) |
1.066 / 4.765 (22 %) |
1.065 / 2.383 (45 %) |
11 |
Bernie Sanders |
412 / 4.051 (10 %) |
22 / 714 (3 %) |
434 / 4.765 (9 %) |
434 / 2.383 (18 %) |
5 |
Fuente: Wikipedia – Democratic Party presidential primaries, 2016
*A la convención nacional demócrata asisten 4.765 delegados entre elegidos y súper delegados; 2.383 forman una mayoría decisoria.
La rebelión de la clase media
![]() Debate de los candidatos presidenciales demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton. Foto: Disney|ABC Television Group |
El respetado politólogo Ralph Buultjens ha propuesto la hipótesis de que la clase media estadounidense ha comenzado a rebelarse contra gobiernos y políticos que no la representan. Su rebelión no es de tipo ideológico ni se enmarca en un partido político, sino que se ha manifestado a través de fenómenos como el Tea Party, inclinado a la derecha, y Occupy Wall Street, inclinado a la izquierda, vehículos de protesta que no se convirtieron en movimientos de masas.
La hipótesis del Bultjens podría explicar el papel que Sanders y Trump han jugado en estas elecciones, ambos recién llegados a sus partidos.
- Trump, un millonario, contribuyó financieramente a las campañas de políticos de todos los partidos y matices pero nunca fue un republicano activo.
- Sanders hizo su carrera de político profesional como un independiente, aunque en el Congreso se alineó regularmente con las filas demócratas y solo se afilió formalmente al partido al declarar su candidatura presidencial.
Los líderes tradicionales de sus partidos rechazaron a Trump y a Sanders desde un comienzo. De hecho son los líderes establecidos del Partido Republicano quienes han coordinado la campaña para descarrilar el avance electoral de Trump y son los líderes del Partido Demócrata quienes han dado a Clinton el respaldo que la tiene cerca de consolidar la mayoría decisoria en la convención nacional.
Trump cuenta con el respaldo del Tea Party y de grupos supremacistas blancos.
Durante la última semana, jefes republicanos como el senador John McCain y el excandidato presidencial Mitch Romney han descalificado a Trump como representante del partido. También ciento cuarenta expertos en asuntos internacionales firmaron una carta denunciándolo como un peligro para la paz.
Pero tanto Sanders como Trump han hecho un uso tan hábil de los medios electrónicos de comunicación que han superado a sus rivales por la nominación.
Sanders se ha posicionado como vocero de las ideas que inspiraron el movimiento Occupy Wall Street y Trump cuenta con el respaldo del Tea Party y de grupos supremacistas blancos. Por lo mismo, ambos son libres de cortejar a la gente más inclinada a votar en las primarias, distanciarse de la ortodoxia de sus partidos, elaborar un discurso heterogéneo en sus componentes ideológicos y hacer propuestas tan irreales como las de sus rivales sin que ello los perjudique en las encuestas de intención de voto.
Política violenta
Pero ha habido una gran diferencia en el diálogo intra-partidista. Las clases dominantes estadounidenses mantienen un equilibrio de fuerzas y comparten una idea básica sobre el tipo de sociedad y de economía que quieren, y el surgimiento de candidatos que amenazan ese consenso produce grandes tensiones institucionales y personales.
Hasta el momento los candidatos demócratas han manejado sus diferencias en un ambiente de respeto mutuo, urbanidad y gentileza. Los debates televisados y la propaganda electoral se centran en gran medida en planes de gobierno, programas de acción y promesas de cambio. Aunque se sabe que gran parte de esto es retórica electoral que evita el insulto personal y los argumentos ad-hominem.
Los republicanos por su parte han roto todos los protocolos de cortesía con respecto a rivales y seguidores. Sus debates televisados, por ejemplo, son ejemplos de extrema rudeza en el trato personal. Pero su público parece participar con entusiasmo de la euforia de un pugilato verbal sin guantes y sin reglas.
Aunque el futuro del país y del mundo no está en juego en estas elecciones presidenciales, pues un presidente está sujeto a muchas restricciones institucionales y fácticas y no está en sus manos crear una crisis global o cambiar el país, sí puede tomar pequeñas decisiones aquí y allá que afecten para bien o para mal la vida de individuos, sociedades y países.
* Abogado, economista e investigador social, residente en Nueva York.