El acuerdo con las FARC disminuyó la violencia en el Cauca, pero la situación se está agravando más y más. Qué es lo que está pasando y cuál es la pregunta para la Paz Total.
Juan Manuel Torres Erazo*
Un nuevo ciclo de violencia
El Cauca es una región llena de contradicciones: la lucha por la paz en medio de ciclos de violencia, la rebeldía contra las injusticias junto con las promesas de un futuro mejor y un buen vivir, que chocan con las sombras de una desigualdad abrumadora, cuyas causas se entrelazan en una trama que abarca su historia desde tiempos coloniales hasta las luchas recientes por la tierra.
La historia del Cauca es parte y arte de la historia de Colombia, desde su época de esplendor colonial, el control de minas de oro en las montañas y la esclavitud en los valles del río Cauca, hasta su decadencia y los desafíos contemporáneos.
Pero este territorio diverso y estratégico también es escenario de conflictos que exigen un análisis profundo. Conviene recordar que el Cauca se compone de múltiples regiones y poblaciones, cada una con su propia identidad y desafíos: comunidades indígenas, población negra, afrodescendiente, raizal, palenquera (NARP), campesinos cafeteros y campesinos cocaleros.
La falta de un enfoque claro en la seguridad y la desatención a los acuerdos de paz permitieron el resurgimiento de grupos armados, un aumento de los reclutamientos a menores de edad, ataques a líderes sociales, desplazamientos masivos y actos terroristas.
Conocer la organización local y micro territorial es clave para entender la situación de las comunidades que han sufrido los embates de la guerra.

La mala gestión de Duque
Durante los últimos seis años, el departamento del Cauca ha sido testigo de una grave crisis de inseguridad. Este período de turbulencia comenzó a raíz del incumplimiento del Acuerdo de Paz con las FARC: fue una oportunidad perdida, que propició el resurgimiento de los indicadores de violencia y la pérdida del control por parte del Estado.
La crisis vuelve ahora a amenazar la vida de los líderes sociales y la estabilidad de la próxima mesa entre el Estado Mayor Central (EMC) y el gobierno Petro.

Al comparar la tasa de homicidios por cien mil habitantes del departamento del Cauca con el total nacional en el periodo 2010 a 2022, se nota que la negociación y el Acuerdo de Paz marcaron un hito para el Cauca en la reducción de los homicidios en los años 2016 y 2017.
Pero la situación empeoró bajo el gobierno Duque. La Fuerza Pública no logró brindar protección efectiva a las comunidades del Cauca. La falta de un enfoque claro en la seguridad y la desatención a los acuerdos de paz permitieron el resurgimiento de grupos armados, un aumento de los reclutamientos a menores de edad, ataques a líderes sociales, desplazamientos masivos y actos terroristas. Se incubó un nuevo ciclo de violencia que se pudo haber evitado.

La lista de incumplimientos incluye la escasa ejecución de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), el robo de los recursos del OCAD PAZ, el olvido del Plan Nacional de Sustitución (PNIS) y la falta de avance en la sustitución de los cultivos de coca, que se duplicaron después de la firma del Acuerdo de Paz.
Tampoco se enfrentó el problema de la tierra, no se avanzó en la reforma agraria y no se brindaron las garantías suficientes para defender los derechos de participación política o para frenar la violencia de cara a las elecciones locales.
El auge de los grupos armados
Varios grupos armados han cobrado fuerza en los últimos años. El ELN, que siempre resurge y que hoy disputa los territorios, la Segunda Marquetalia y el grupo más poderoso que son las disidencias del Bloque Occidental del EMC, dentro del cual se destacan tres frentes:
- El Frente Dagoberto Ramos. Se ha expandido desde el norte del Cauca por la zona indígena de la cordillera central en municipios como Toribío, Caloto, Corinto, Miranda, Caldono, Jambaló, Inzá y Totoró. El municipio más disputado actualmente es Caldono, donde se presentan enfrentamientos continuos con el ELN desde hace varios meses.
Los insurgentes han cometido decenas de asesinatos de autoridades indígenas, de sabedoras y sabedores ancestrales y han atacado a la guardia indígena. En Toribío y Corinto, se han enfrentado recientemente con la policía y el ejército.
- El Frente Jaime Martínez. Es uno de los más poderosos de la región y ha influido en la creación de nuevos grupos en departamentos vecinos como el Valle, Nariño y la Costa Pacífica caucana. Tienen control en las zonas cocaleras del río Cauca en los municipios de Cajibío, Morales, Suárez, Buenos Aires en el Cauca y Jamundí, Buenaventura, Dagua y Restrepo en el Valle.
Su capacidad militar y para reclutar han desencadenado una ola de violencia contra comunidades negras, campesinas y la Fuerza Pública, como los recientes atentados con explosivos en Suárez, Buenos Aires y Jamundí. Se enfrenta a la Segunda Marquetalia en Buenos Aires y en Buenaventura, así como el ELN en el Naya.
- El Frente Carlos Patiño. Es el frente más reciente y el que más ha crecido. Se ha expandido por todo el sur del Cauca, con núcleos en Patía, Balboa y en especial en el Cañón del Micay donde ha consolidado el control territorial en los municipios de Argelia y el Tambo.
Después de ganarle espacio al ELN, ha sostenido una disputa feroz con la Segunda Marquetalia como con el Frente Diómer Cortez y con el Ejército Nacional. En este momento avanza una operación militar de gran magnitud: la “Operación Trueno” que adelantan grupos especiales del ejército y las fuerzas aéreas espaciales cuya meta es “recuperar estas zonas” y reemplazar las economías ilícitas.

Todos los grupos armados han estado involucrados en disputas territoriales y han atacado a la población civil.
De nuevo, se confirman los años 2016 y 2017 como el momento en el que se respiró algo de tranquilidad. Pero muy pronto la paz se escurrió de entre las manos de los caucanos. De nuevo, el municipio de Argelia resalta entre el resto y concentra la mayor cantidad de víctimas de los últimos años.
El desafío para la Paz Total
El gobierno Petro anunció la política de “Paz Total» para abordar estos desafíos y consolidar la paz en el país. Esta estrategia quiere resolver los conflictos violentos que han plagado a Colombia durante décadas, incluyendo las violencias partidistas, políticas y las relacionadas con el narcotráfico. Pero este planteamiento generalizado ha dado pie a debate y críticas que plantean la pregunta sobre qué significa realmente la paz en este contexto tan desafiante.
la Paz Total es un propósito noble y necesario. Pero su logro exige un esfuerzo continuo y el compromiso de todos los involucrados.
No hay que perder de vista los costos de la guerra y el sacrificio de policías y militares que caen heridos y asesinados en medios de confrontaciones y ataques. Las cifras al respecto son contundentes. Los vientos de un nuevo ciclo de violencias se pagan con la integridad y la vida de quienes empuñan las armas del Estado.

La pregunta clave es si se debe negociar con grupos que han adoptado la vía criminal en lugar de una vía política. Esta controversia refleja el laberinto del Cauca y la necesidad de encontrar un equilibrio entre una medida sustancial de justicia transicional y el reconocimiento político de grupos criminalizados. La ejecución de nuevas políticas de drogas, la consolidación de grupos armados y el reconocimiento político de estas organizaciones son algunos de los retos que deben superarse.
En ese sentido, la Paz Total es un propósito noble y necesario. Pero su logro exige un esfuerzo continuo y el compromiso de todos los involucrados. La crispación del ambiente político y el desgaste del gobierno compiten con las acciones violentas y algunos gestos de paz que avanzan en las negociaciones. La opinión es incrédula y la Ley de Paz Total está demandada ante la Corte Constitucional, mientras que las comunidades más afectadas como el Cauca reclaman poder vivir en dignidad.
La situación en el Cauca es un recordatorio de la fragilidad de la paz y la importancia de abordar las raíces profundas de la violencia en Colombia. Pese a los desafíos, la sociedad civil sigue presionando para encontrar soluciones pacíficas. Pero el camino hacia la paz total implica la negociación con grupos que carecen del mismo bagaje político que la antigua guerrilla de las FARC. La paz en esta región es escurridiza, pero no imposible de alcanzar. La crisis acumulada es una llamada a la acción, no solo para el gobierno sino para toda la sociedad colombiana.
3 Comentarios
Tras visitar el municipio de Morales en el Cauca y presenciar de cerca los enormes cultivos de coca, mi perspectiva sobre la complejidad de la situación en esta región se ha profundizado. El Cauca es un lugar de fuertes contrastes, con una historia marcada por ciclos de violencia y luchas por la justicia. La diversidad de poblaciones, cada una con sus propios desafíos, subraya la necesidad de enfoques específicos.
La falta de seguridad y el incumplimiento de acuerdos de paz han dado lugar a un resurgimiento de grupos armados, amenazando la vida de líderes sociales y la estabilidad de la región. Es evidente que se requieren acciones inmediatas para abordar esta situación, pero también es esencial abordar las causas subyacentes, como la desigualdad y la falta de oportunidades económicas. La complejidad de la situación del Cauca exige una respuesta integral y a largo plazo para lograr la paz y el bienestar en esta región.
La violencia que ha tenido que vivir el cauca debido a la disputa de grupos armados ilícitos con el gobierno, ha afectado a toda la población que allí habita, quienes han tenido que vivir una constante guerra que ha venido acompaña por el narcotráfico, la toma de territorios, el miedo, la incertidumbre y principalmente la poca atención que ha puesto el gobierno en este territorio; a pesar del acuerdo de paz que impactó positivamente, donde en especial hizo frente al narcotráfico y a los asesinatos a líderes sociales, sin embargo, como respuesta al descuido del gobierno frente al cumplimiento de las garantías propuestas en el acuerdo de paz, se dispararon las cifras que evidencian la violencia vivida en el cauca. Todo esta violencia puede ser evitada al momento en que el gobierno se comprometa con los acuerdos que se dispongan para el cuidado y protección del territorio y sus habitantes.
La propuesta de «Paz Total» del gobierno Petro es noble, pero su éxito requiere un esfuerzo sostenido y el compromiso de todos los involucrados. La situación en el Cauca destaca la necesidad urgente de abordar las causas fundamentales de la violencia en Colombia y de encontrar un equilibrio entre la justicia transicional y el reconocimiento político de grupos criminales. La paz en esta región es escurridiza, pero no imposible, y debe ser un llamado a la acción para toda la sociedad colombiana, no solo el gobierno.
A pesar de breves momentos de tranquilidad en 2016 y 2017, la región ha vuelto a sumirse en la violencia debido al incumplimiento de acuerdos de paz y a la negligencia gubernamental.