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La vida se transforma

Escrito por Eduardo Díaz Amado

Los últimos días del año nos invitan a reflexionar sobre lo vivido y lo que se vivirá. Esta es una invitación para abordar el próximo año con otra mirada.

Eduardo Díaz Amado*

Últimos días

Al entrar a los últimos días del 2022 muchos se preguntan qué les deja el año que termina. Como en la famosa canción El año viejo de Crescencio Salcedo, escuchada a lo largo y ancho de toda Colombia, que nos dice “me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”.

Los personajes del estribillo o los del pesebre, otra representación de moda en estos días, son metáforas que enfocan nuestra mirada a lo esencial para celebrar la vida, el esfuerzo y el amor como fuerzas creadoras del universo. A diferencia de quedarse en lo accidental que se concentra en lo superficial y artificial.

Justamente, los verdaderos tesoros apuntan a la vida, frágil y hermosa, y no a metales fríos y duros. Lo que vale la pena generalmente es lo que solo se puede ver con el corazón, aunque suene cursi. Es decir, los lazos que nos unen a todos los seres vivos que habitan en el planeta.

Sin embargo, aún no terminamos de atravesar una pandemia que afectó la salud y, por ende, la vida. Es innegable que la pandemia cambió la existencia del ser humano. Ahora entendemos que la explotación de la naturaleza y la expoliación de la tierra enferma. Y quedó claro que es necesario replantear el acceso real y justo a la atención en salud y a los avances de la ciencia.

La pandemia demostró la fragilidad humana, un descontrol en un mundo que constantemente deseamos controlar. Estamos en un mundo que se caracteriza por el control sobre la vida, sobre los cuerpos, sobre los animales, sobre la naturaleza. Sin embargo, la experiencia nos demuestra constantemente la imposibilidad e insignificancia humana.

Por eso para cambiar lo históricamente aprehendido, han aparecido necesidades y deseos que transforman la visión del mundo. Nuevas apuestas éticas y políticas que dinamizan la vida social. Ahora, los Derechos Humanos son el horizonte sobre el cual se orientan las políticas y se regulan los aspectos de la vida, así como los derechos de los seres sobre el planeta.

Bioética

Vivimos en los tiempos de la bioética, es decir, en los que hay reflexionar sobre los impactos éticos, políticos, jurídicos, religiosos, culturales y económicos de las nuevas tecnologías y del poder sobre la vida.

La pandemia demostró la fragilidad humana, un descontrol en un mundo que constantemente deseamos controlar. Estamos en un mundo que se caracteriza por el control sobre la vida, sobre los cuerpos, sobre los animales, sobre la naturaleza. Sin embargo, la experiencia nos demuestra constantemente la imposibilidad e insignificancia humana.

Una vieja cuestión que plantea la bioética, y que sigue vigente, es ¿todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable? También surgen las preguntas sobre ¿cuál es el orden de las prioridades?, ¿hay que privilegiar el desarrollo de la ciencia y la tecnología a toda costa, o existen imperativos éticos que no se deben soslayar?

En 2022 se conmemora el 50° aniversario del cierre del estudio Tuskegee en Estados Unidos. Un estudio que, en nombre del progreso de la medicina y con dineros públicos, investigó la historia natural de la sífilis, una enfermedad venérea que no tenía tratamiento para 1932, cuando el estudio inició.

Unos años después, cuando apareció la cura, la penicilina, los encargados del estudio decidieron no ofrecer tratamiento a los sujetos enfermos que participaban en él; miembros de una comunidad pobre y vulnerable de afroamericanos.

Por eso, después de la violación de los derechos humanos en Tuskegee se propusieron unos principios éticos básicos para guiar la investigación biomédica. Hoy esos principios orientan la práctica médica en general y la prestación de los servicios de salud: respeto por la autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.

En Colombia algunos temas de bioética han ocupado titulares en los últimos años. En 2022, por ejemplo, con la sentencia T-275 de 2022, la Corte Constitucional abordó la maternidad subrogada. En ella se le pide al congreso que regule la materia, petición a la cual se unieron otras voces.

En otras oportunidades la corte hizo lo mismo sin mucho éxito. En 1997, cuando despenalizó el homicidio por piedad, también se exhortó al congreso para que legislara sobre las condiciones para acceder a la eutanasia.

Han pasado 25 años de esa decisión y se han presentado, sin éxito, 13 proyectos de ley. A la propia corte le tocó solicitar al Ministerio de Salud y Protección Social que regulara con soluciones el asunto.

También, en 2022, mediante la sentencia C-055 de 2022, la corte dispuso, yendo más allá de las tres causales establecidas en 2006 para acceder al aborto, según la sentencia C-355/06, que en Colombia se pueda acceder de manera libre a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) hasta la semana 24 de gestación. Después de este límite se mantienen las tres causales establecidas.

Foto: Alcaldía de Bucaramanga - En la sentencia T-275 de 2022 la Corte Constitucional abordó la maternidad subrogada y solicitó al Congreso regularla.

Ley y vida

Los análisis y comentarios sobre estas decisiones se refieren por lo general a los argumentos a favor o en contra de cada una de las posibilidades que se abren con dichas sentencias: que las personas puedan decidir cuándo y cómo desean morir; que las mujeres accedan libremente a una IVE segura y legal; y que se pueda acudir legalmente a la maternidad subrogada.

Estas decisiones tienen que ver con dos elementos que se han tornado esenciales para la vida social en los últimos años, la autonomía personal y los derechos humanos.

Evidentemente se requieren nuevas normas o regulaciones en estos temas. Pero tal regulación debe darse a la par con un análisis juicioso de cómo tales temas reflejan una transformación en la forma como las personas se conciben a sí mismas.

Regular la vida social por vía legal implica contemplar varias posibilidades: tal vez no siempre sea necesario, existen límites y se debe, sobre todo, interpretar adecuadamente los cambios culturales que están a la base.

Por supuesto que la garantía de los derechos individuales se quedará en el aire si no se acompaña del poder vinculante y coercitivo de la ley. Pero la regulación no cancela el desacuerdo. Prueba de ello son los años que llevamos discutiendo sobre la eutanasia y el aborto. Este es un asunto complejo y por eso muchos prefieren evitar lo que llaman el debate ideológico y el debate ético.

Aquí quisiera subrayar lo siguiente: crecimos como sociedad no por tener más temas regulados en el campo biomédico, por ejemplo, sino porque dicha sociedad está constituida por individuos responsables y participativos que no dejan todo en manos de jueces y congresistas, sino que, al contrario, les dicen con argumentos qué esperan de ellos y les exigen cumplir con su labor.

Nunca habíamos vivido una época, en particular en nuestro país, que tiene una fuerte tradición paternalista y conservadora, en la que las personas tuvieran la posibilidad de decidir, legalmente, sobre tantas cuestiones profundas para sus vidas.

Reflexionar sobre la vida

Junto a las peticiones de regulación, debemos asumir más la responsabilidad. Los ciudadanos no pueden solo celebrar o refunfuñar alrededor de las decisiones de la Corte. Es una invitación a pensar y decidir sobre cómo vivir y en qué consiste morir con dignidad. Si acaso no hay circunstancias que nos invitan a comprender más y condenar menos cuando se trata del aborto.

Aquí quisiera subrayar lo siguiente: crecimos como sociedad no por tener más temas regulados en el campo biomédico, por ejemplo, sino porque dicha sociedad está constituida por individuos responsables y participativos que no dejan todo en manos de jueces y congresistas, sino que, al contrario, les dicen con argumentos qué esperan de ellos y les exigen cumplir con su labor.

De considerar lo que nos lleva a decidir no tener hijos o a querer tenerlos a toda costa. Y también lo que justifica que debamos seguir luchando por proteger a los animales. En 2022 también se ha avanzado en un proyecto de ley que busca ampliar el reconocimiento de los derechos de los animales y cerrar el paso a ese tipo de entretenimiento que implica crueldad con ellos.

En este tiempo de balances y nuevos planes para el año que viene, vale la pena reflexionar en la vida vivida, en la que tenemos por vivir, en la propia muerte, en el sufrimiento, y en la vulnerabilidad de todos los seres vivos frente a la acción irresponsable del ser humano.

Hay que garantizar la autonomía individual, sí, pero ¿cuáles deben ser sus límites? Y hay que defender la vida, no solo humana, sino la de todos los demás seres vivientes.

Asumamos la metáfora de lo que nos deja el año viejo, “una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”, en clave de bioética, es decir, asumir el año que viene con más tranquilidad y seriedad en cualquier tipo de tema.

Ojalá que el brillo de los adornos del árbol de navidad y toda la estrategia comercial que se disfraza de historias de pastorcitos y sonrisas de Papá Noel no nos hagan olvidar lo esencial: la vida.

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