Pasó desapercibida, y sin embargo es una carga de profundidad. ¿Por qué piden las FARC que la Comisión de la Verdad sea creada antes de noviembre?, ¿Cuál es la verdad que buscan, para qué la buscan – y cuál es la verdad que necesita Colombia-?
William Duica*
Un comunicado más
Esta semana las FARC instaron públicamente a la delegación del gobierno para “dar cierre a la configuración de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición”.
Curiosamente, la declaración no recibió ni ataques ni felicitaciones. Pero en este comunicado de tan solo seis párrafos y sobre algo que aparentemente no merece discusión, hay elementos realmente novedosos, sobre los cuales importa, cuando menos, aventurar una interpretación.
De aquí a noviembre
Lo primero que llama la atención es la urgencia. Según el comunicado de las FARC, “tendremos que hacer todo lo necesario para echar a andar (la Comisión) antes de que culmine noviembre”.
¿Qué hay detrás de tanto afán? De aquí a noviembre serían cuatro meses. Pero meses que corren bajo el signo del cese al fuego unilateral que las FARC comenzaron el 20 de julio, y de lo que el gobierno ha llamado el “des-escalonamiento del conflicto”. Es decir, son cuatro meses durante los cuales estará en curso de hecho el experimento de desmontar la guerra.
Si la evaluación del cese al fuego y des-escalonamiento del conflicto es positiva, en noviembre tendríamos un escenario de credibilidad de los compromisos asumidos por cada una de las partes. Y en este punto para las FARC sería muy importante contar con una Comisión de la Verdad conformada y lista para empezar a funcionar.
Será justamente el esclarecimiento de la verdad lo que garantizará que la sociedad colombiana comprenda qué es lo justo y cuáles pueden ser los parámetros de justicia que han de aplicarse a los excombatientes
Por otro lado hay que tener en cuenta que estos son los mismos cuatro meses que el presidente fijó como plazo para evaluar los avances en la negociación de los tres puntos pendientes en la agenda de La Habana – los de justicia transicional, víctimas, y cese bilateral definitivo del conflicto-. Porque, según dijo Santos, “si no hay avances no habrá paz, ya llegó el momento de las definiciones, llegó el momento de las determinaciones, llegó el momento de ese compromiso: o sí o no”.
De esta manera, lo que las FARC parecen entender es que en noviembre estaríamos ante la inminente suscripción del Acuerdo final y ante el experimento avanzado de finalización de las acciones armadas. ¿Por qué contar con la Comisión de la Verdad en este escenario?
Entre justicia y política
![]() El Presidente Santos reunido con la delegación de paz y el gabinete ministerial. Foto: Presidencia de la República |
El escenario abre dos procesos del post-acuerdo que son cruciales para la paz:
- El cumplimiento por parte de las FARC de los compromisos con la justicia transicional, y
- El cumplimiento por parte del gobierno de los compromisos sobre las garantías para la participación política de las FARC desarmadas.
Ante este panorama, la urgencia de la verdad tiene que ver con dos cosas: definir los parámetros de justicia que se aplicarán a los ex guerrilleros, y crear las condiciones para su participación política. Para sostener esta interpretación contamos con un par de puntos que se señalan en el comunicado.
Víctimas-verdad-justicia
El primer argumento de las FARC para pedir que la Comisión de la Verdad comience a funcionar pronto consiste en que “hay que tomar en cuenta que si el bien jurídico tutelado en este proceso es la paz como derecho síntesis y las víctimas, la participación real de éstas debe darse desde ya, tomando la verdad como base para la construcción de cualquier sistema de justicia”.
Con este argumento las FARC están creando un nexo entre la participación de las víctimas, la verdad y la justicia. Y este es un giro sorprendente porque hasta ahora el país entero había venido pensando el nexo entre justicia y verdad como una pura relación de transacción. Es decir, todo el análisis se reducía a plantear que puede haber rebaja de penas a cambio de contar la verdad.
Desde la perspectiva de las FARC, una Comisión de la Verdad debería alistar el camino de su participación política revelando que las motivaciones de la insurgencia han sido fundamentalmente políticas
Pero las FARC están yendo más allá de la estrecha concepción según la cual “decir la verdad” es “confesar los pecados”. Por eso, más que proponer un trueque de indulgencias penales por confesión de verdades, lo que están proponiendo es supeditar la justicia a la verdad. “Para hablar de justicia, habrá que hablar primero de la VERDAD” -dice el comunicado -. Y al poner la verdad en mayúsculas parece que están dejando en claro cuán grande es su apuesta por la verdad y por el trabajo de la Comisión que se encargue de esclarecerla.
Es como si previeran que será justamente el esclarecimiento de la verdad lo que garantizará que la sociedad colombiana comprenda qué es lo justo y cuáles pueden ser los parámetros de justicia que han de aplicarse a los excombatientes, una vez finalizado el conflicto definitivamente. Las FARC le están apostando a que la VERDAD le mostrará a la sociedad colombiana que las penas alternativas que están dispuestos a cumplir no constituirán impunidad alguna.
Dicho con una fórmula un poco abstracta, será la verdad la que establezca “el máximo de justicia que permita la paz”; sólo que esta vez la fórmula que el presidente Santos propuso formalmente el pasado 13 de julio está planteada desde la perspectiva de las FARC.
Víctimas-verdad-persuasión
La segunda razón para explicar la urgencia de crear la Comisión me parece que queda expresada en el comunicado cuando dice: “Si la verdad pura y limpia es la mejor manera de persuadir, comencemos a conocerla desde ya, por boca de los actores del conflicto y de las víctimas, como un gesto enorme de desescalamiento”.
En esta parte del comunicado se está planteando una segunda relación. Esta vez entre la verdad, la persuasión y la participación de las víctimas. Lo que es sorprendente en este caso es que las FARC estén anticipando la necesidad de persuadir (que es lo opuesto a coaccionar con las armas).
Pero es obvio que la persuasión basada en la verdad tendrá un valor muy importante en el escenario del post-conflicto donde las FARC saldrán a la arena política. En un país que lleva décadas oyendo el discurso sobre “la banda narco-terrorista de la far” ¿a qué otra cosa apostar, si no a que la verdad histórica cumpla su papel de persuadir a la población acerca de la naturaleza política del conflicto?
En este caso parecería que las FARC están contando con que el esclarecimiento de la “VERDAD” tendrá el efecto de revelar su motivación ideológica y los fundamentos políticos de sus acciones. Así, desde la perspectiva de las FARC, una Comisión de la Verdad que haga bien su trabajo debería alistar el camino de su participación política revelando que las motivaciones de la insurgencia han sido fundamentalmente políticas.
Una apuesta de fondo
![]() Asistentes al Encuentro Nacional de Paz, en Bogotá. Foto: Centro de Memoria Paz y Reconciliación |
¿Deberíamos calificar todo esto como un plan para utilizar a su favor a la Comisión de la Verdad? ¿Es un perverso cálculo estratégico de las FARC? Me parece que la respuesta a la primera pregunta es afirmativa. Sí, se quiere usar el trabajo de esclarecimiento de la verdad que haga la Comisión en favor de definir los estándares de justicia y de mostrar la naturaleza política de la insurgencia.
Pero eso no necesariamente quiere decir que esa utilización de la verdad sea amañada. De manera que, para saber que no estamos ante un cálculo perverso, tenemos que exigir que el compromiso sea con “la verdad pura y limpia” como la llaman en su comunicado.
Lo malo no es querer usar la VERDAD para cumplir con la justicia y poder hacer política. Lo malo es tratar de ocultar la verdad para escapar a la justicia y poder hacer política (aquel “voten por mí mientras no estén en la cárcel”, que el presidente Uribe hizo famoso en su tiempo).
La verdad limpia y pura
¿Qué es la verdad pura y limpia? Y ¿cuál es esa verdad? Estas son preguntas profundamente filosóficas y, para el caso de la historia del conflicto, es un craso error pensar que son preguntas que no tienen respuesta. Y es otro error pensar que sus respuestas pueden darse desde una sola disciplina. Estas preguntas se pueden y se deben responder desde una aproximación multidisciplinaria.
Las relaciones entre verdad, justicia e inclusión política son complejas y merecen un análisis profundo, pero para terminar quisiera proponerle al lector un ejercicio:
Dado que las FARC están proponiéndose usar la verdad pura y limpia para cumplir con la justicia y para hacer política, podríamos hacer el ejercicio de usar esa misma verdad como un termómetro y preguntarnos: ¿cuánta verdad soportarían los partidos políticos colombianos para cumplir con la justicia y para hacer política?
Partido Conservador, Partido Liberal, Partido de la U, Cambio Radical, Polo Democrático Alternativo, Centro Democrático… Si la Comisión de la Verdad hace bien su trabajo, quizá resulte que a la hora de señalar crímenes asociados con intereses políticos los únicos señalados no sean las FARC.
Si el compromiso es con la verdad limpia y pura, la estrategia de las FARC no sólo no es reprochable sino que, pensándolo bien, sería deseable que se convierta en una regla del juego. Que a la hora de exigir justicia y participar en política haya que hablar primero de la verdad.
* Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia en el Departamento de Filosofía. Investigador en el grupo Relativismo y Racionalidad.