En qué consiste la seguridad humana que adoptaría el nuevo gobierno. Cuáles son sus alcances, sus exigencias, sus dificultades y sus límites. Qué aprendimos de Petro como alcalde y qué aprender de la experiencia internacional.
Carolina Ortega Contreras*
Hacia la seguridad humana
El nuevo gobierno anuncia un cambio en el enfoque de seguridad tradicional: del enfoque de seguridad ciudadana, que está a cargo de múltiples actores y se ha consolidado desde la década del 90, Colombia pasaría hacia otro enfoque centrado en la seguridad humana.
El enfoque de seguridad humana incidiría en la seguridad nacional. Esta está a cargo de las Fuerzas Militares y se concentra en la defensa de la integridad y la soberanía del territorio nacional.
No se sabe todavía cuál será el desarrollo conceptual de la seguridad humana bajo el nuevo gobierno, menos aún cómo se plasmará este enfoque en medidas concretas de muy distinta índole. A título inicial, se ha anunciado que:
- El gobierno se concentrará en proteger más la vida, para que las personas vivan tranquilas y sin miedo;
- Se eliminará la doctrina del “enemigo interno”, heredada de la Guerra Fría (en armonía con las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad);
- Se hará más énfasis en la prevención que en la represión del delito y
- Se modernizará la Fuerza Pública entre otras medidas anunciadas.
Un proyecto ambicioso
Por lo visto, el gobierno comprende la seguridad humana como un instrumento de protección integral que impulsará la llegada del Estado a los territorios excluidos.
De esta manera la “seguridad humana” orientaría los varios aspectos o elementos pertinente del Plan Nacional de Desarrollo, el rediseño institucional y el modelo de gestión de la seguridad ciudadana, en el plano nacional y en el subnacional.
Por lo tanto, tendrán que definirse los nuevos responsables, funciones y competencias; cambiarían los mecanismos de coordinación, habría que actualizar el marco normativo, la gestión de la información y otros muchos elementos.
Cambiarían las políticas y, lo más importante, se espera que lo anterior ocasione efectos positivos para las personas.
No es tema nuevo ni es partidista
La versión más conocida de la “seguridad humana· proviene del Informe de Desarrollo Humano que publicó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1994.
Este enfoque se contrapone a la visión tradicional de seguridad estado-céntrica. Engloba las preocupaciones de la gente del común y afirma que seguridad es proteger contra todo tipo de amenazas —la violencia, el delito, el hambre, el desempleo, la represión, los riesgos ambientales…—. La sensación de inseguridad —entonces— resulta más de preocupaciones de la vida que del peligro de nuevas guerras.
De acuerdo con el PNUD, este nuevo enfoque incluye los siguientes elementos:
- La seguridad humana es una preocupación universal, puesto que existen amenazas comunes (y en aumento) contra las personas —como el desempleo y la contaminación—.
- La seguridad humana tiene siete componentes interdependientes
- seguridad alimentaria,
- seguridad económica
- seguridad de salud,
- seguridad personal,
- seguridad ambiental,
- seguridad de la comunidad,
- seguridad política.
- La prevención temprana es más eficaz y menos costosa que la intervención posterior para velar por la seguridad humana.
- La seguridad humana pone a las personas en el centro de las políticas. Se preocupa por la forma de vivir de la gente, la libertad para avanzar en su proyecto de vida, el grado de acceso al mercado y a las oportunidades sociales, la vida en conflicto o en paz.
Paralelo a esta conceptualización, han existido diversos debates académicos y evolución teórica alrededor de las teorías del desarrollo (desarrollo humano), los estudios de paz y conflicto y la seguridad humana, ampliando aún más el concepto (Thomas, 1987; Buzan, 1991; Tickner, 1992; Baldwin, 1997; De La Lama, 1998; Hurrell, 1998; Kornblith, 2002, etc.).
Así mismo, Hay varios diagnósticos sobre seguridad humana en Latinoamérica; los emiten organismos internacionales como la CEPAL, la OIT, la OEA o la OPS. Incluso los abordan como parte del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Seguridad humana, seguridad limitada
El enfoque de seguridad humana es prometedor; pero, lamentablemente, no hay en Latinoamérica ni en Colombia suficientes experiencias sobre cómo aplicarlo en sus siete componentes y como política de Estado.
Más aún, la definición de seguridad humana es problemática, imprecisa y demasiado amplia, de modo que este enfoque tendría que redimensionarse para poder aplicarlo. Además, es difícil y riesgoso llevarlo a la realidad.
En el informe de 2022 sobre las amenazas a la seguridad humana, el PNUD señala que las categorías de seguridad humana deberían enriquecerse: las amenazas a las personas han cambiado —por ejemplo, por la pandemia de COVID‑19 o la violencia basada en género—; además, los esfuerzos para hacer realidad la seguridad humana son fragmentarios y no sistemáticos.
Lecciones de Bogotá
Cuando fue alcalde de Bogotá, el presidente Petro adoptó el enfoque de seguridad humana en su Plan Integral de Convivencia y Seguridad Ciudadana.
Según este documento, la seguridad ciudadana es un componente de la seguridad humana. Sobre esta base se diseñaron acciones de carácter preventivo y en consonancia con las circunstancias de desigualdad, conflictos sociales, violencias y delitos. El modelo de articulación interinstitucional propuesto para estas zonas fue positivo.
El esfuerzo implicó mejor coordinación entre las instituciones del Distrito. Pero para prevenir o reducir la inseguridad humana, habría que involucrar a múltiples sectores de la administración local y nacional: salud, cultura, educación, ambiente, trabajo, integración social, hábitat, planeación, gobierno, etc.
Lo anterior supone una capacidad de convocatoria y planeación conjunta que Petro no logró como alcalde de la Capital. Es el caso de instancias de coordinación como el Consejo de Seguridad: dada su naturaleza, fue difícil abordar problemas de seguridad humana.
Igualmente, no se adoptó a tiempo un modelo de ejecución del Plan Integral de Convivencia y Seguridad Ciudadana. Esto impidió asignar los recursos necesarios, que ya estaban comprometidos en otros procesos.
Por otro lado, la administración distrital y la Policía Metropolitana tuvieron problemas de comunicación. Esto impidió el trabajo conjunto y obstaculizó el logro de los objetivos de seguridad.
Algunas consideraciones
De los muchos intentos o procesos de adopción del enfoque de seguridad humana en países o ciudades del mundo es posible derivar al menos ciertas lecciones generales que sin embargo son muy importantes.
- No basta con la buena voluntad de las entidades del orden nacional o local para armonizar los siete componentes de la seguridad humana. Para esto habría que actualizar las normas y expedir actos administrativos que hagan real el compromiso de los múltiples actores. También habría que reorientar el modelo de gestión territorial desde la seguridad ciudadana hacia la seguridad humana.
- No caer en imprecisiones conceptuales al definir las políticas. El enfoque de seguridad humana puede ser compatible con el de seguridad ciudadana, pero no necesariamente lo será con el enfoque de seguridad nacional: la seguridad ciudadana protege la vida, los bienes, los derechos y las libertades de las personas con la ayuda de otros actores adicionales a la Policía Nacional; la seguridad nacional está exclusivamente en manos de las Fuerzas Militares, que tienen a su cargo la defensa de la nación.
Dejar en manos de las Fuerzas Militares la ejecución de un modelo de seguridad humana y de sus siete componentes confundiría más las funciones de la Fuerza Pública, confusión que tantos autores critican por sus efectos.
- Considerar los avances que se observan en la ejecución y maduración del enfoque de seguridad ciudadana. Aunque tiene limitaciones, desde la década de los noventa se trabaja para fortalecerlo. Gracias a esto se han definido autoridades de policía con atribuciones específicas, espacios de coordinación, instrumentos de planificación, fuentes de información y financiamiento.
Tanto ha sido el avance que ahora existe el Consejo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana (CONSEC), con participación de diez actores “no tradicionales” en el servicio de seguridad ciudadana, incluyendo por ejemplo al ICBF, al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y al Ministerio de Salud y Protección Social.