Los rumores sobre la salud de Petro abren una conversación sobre cómo son tratadas las discapacidades en la política y en los medios— y sobre cuáles son las consecuencias de ese tratamiento—.
Natalia Acevedo*
La discapacidad como instrumento político
La condición médica del presidente ha sido materia de debate en las últimas semanas. Tras las declaraciones de la excandidata Ingrid Betancourt y del hermano del presidente, los titulares de los principales medios del país han alertado sobre una posible depresión y un diagnóstico de “Asperger”.
Como lo han dicho otros medios, atacar la gestión política de un funcionario usando la discapacidad o diversidad funcional es muy peligroso porque reproduce el estigma que ya enfrentan las personas con discapacidad intelectual y psicosocial en Colombia.
Además, como lo advirtió recientemente la Junta Médica Nacional, el abordaje mediático y por parte de algunos profesionales de la salud que se han pronunciado sobre el tema ha faltado a la ética y a la confidencialidad médica.
Por lo demás, el uso de la discapacidad en la confrontación política no es algo nuevo. Ya en el pasado hemos visto el uso de expresiones como “autismo” para denotar la “incapacidad” de los gobernantes de conectar con el pueblo. El término “ciego” se ha usado para expresar la imposibilidad de los políticos de comprender las necesidades sociales. Y cómo olvidar la expresión “caballo discapacitado” que en su momento usó el expresidente Uribe para referirse al entonces candidato Antanas Mockus.
Qué es el capacitismo y cuáles son sus orígenes
El discurso de la discapacidad para atacar el carácter o descalificar a otra persona está enmarcado en un contexto capacitista.
atacar la gestión política de un funcionario usando la discapacidad o diversidad funcional es muy peligroso porque reproduce el estigma que ya enfrentan las personas con discapacidad intelectual y psicosocial en Colombia.
El capacitismo es una “ideología” basada en la noción de que la discapacidad trae intrínseca e inevitablemente desventajas que afectan la calidad de vida de quien la tiene. En vez de poner en duda las barreras sociales que impiden el acceso pleno de las personas con discapacidad, la ideología capacitista entiende la diversidad funcional como una tragedia, algo que debería ser evitado y que traerá desventaja.
Para la Relatoría de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el capacitismo “considera que determinadas características típicas del cuerpo y la mente son fundamentales para vivir una vida que merezca la pena ser vivida.” Así, cuando las personas no reúnen esas características, reciben mensajes cotidianos y permanentes que niegan su valor, cuestionan su dignidad y rechazan su existencia.
Esta percepción está enmarcada en una historia de la ciencia donde los prejuicios sociales han sido medicalizados, al ser considerados como un signo de “debilidad” o “deficiencia”. Estábamos ante el movimiento eugenésico, ejecutado en diferentes países a través de políticas de esterilización e institucionalización de aquellas personas que no cumplían los parámetros de “normalidad” en la primera mitad del siglo XX.
Por ejemplo, el concepto de inteligencia se construyó alrededor de la definición de “debilidad mental” mediada por ansiedades políticas, sociales, morales y económicas en el contexto de la crisis económica de 1930. A través de métodos científicos como la craneometría y la escala de Binet (que después se transformó en el coeficiente intelectual), se asignó un valor a individuos y grupos midiendo la inteligencia como cualidad “única, innata, heredable y medible”.
En este contexto, las categorías médicas de “idiotas” o “imbéciles” se tradujeron después en categorías legales para determinar el acceso a ciertos derechos. Como resultado, las personas catalogadas como con “menos inteligencia”, que eran en su mayoría pobres, mujeres y pertenecientes a minorías étnicas, terminaron segregadas de los espacios educativos y condenadas a un apartheid institucional.
Discriminación que persiste
Actualmente, la obsesión por la normalidad y el rechazo por lo divergente se refleja en el trato desigual que sufren las personas con discapacidad. Ejemplos concretos hay muchos.
Aunque la educación inclusiva ya se ha instaurado en Colombia, muchas familias de personas con discapacidad intelectual siguen luchando para que sus hijos sean recibidos en los colegios en igualdad de condiciones que los demás. Como resultado de la falta de oportunidades, las personas con discapacidad, en especial aquellas con discapacidad intelectual y psicosocial tienen menos opciones laborales. La tasa global de participación en el mercado laboral es del 25,2 %, frente al 66,5 % de la participación de la población sin discapacidad.

las personas con discapacidad enfrentan graves barreras para acceder a servicios de salud y se sigue presumiendo su “incapacidad” para tomar decisiones.
Muchas personas están internadas en pabellones psiquiátricos, en instituciones de caridad o en lugares del sistema de protección por el solo hecho de tener una discapacidad. El Estado colombiano sigue excluyendo a las personas con discapacidad bajo el paradigma del “peligrosismo” o la “necesidad médica” y se les niega su derecho a vivir en la comunidad.
Sesgos peligrosos
Las presunciones y sesgos asociados con la discapacidad siguen teniendo graves consecuencias en la política y en el contexto médico. Aunque el Derecho Internacional de los Derechos Humanos prohíbe expresamente la esterilización sin consentimiento de personas con discapacidad, este fenómeno persiste bajo la lógica de que hay que evitar que “ciertas personas” se reproduzcan o bajo el paradigma de la “protección”.
En Colombia el Ministerio de Salud por mandato de la Corte Constitucional expidió la Resolución 1904 de 2017 que prohibió cualquier procedimiento de salud reproductiva no consentido en personas con discapacidad. No obstante, las personas con discapacidad enfrentan graves barreras para acceder a servicios de salud y se sigue presumiendo su “incapacidad” para tomar decisiones.
Durante la pandemia, varios países dieron prioridad a algunas personas sin discapacidades para recibir recursos médicos como respiradores o para ser ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos. Allí persistió la idea de que las personas con discapacidad eran “menos merecedoras” de vivir, suponiendo que ya tenían “mala calidad de vida” o que aportaban “menos” a la sociedad.
Como reconoció hace poco la Corte Constitucional, durante la pandemia se usaron criterios para hacer “triajes éticos” que pudieron implicar discriminación contra de las personas con discapacidad, tales como “la posibilidad de supervivencia con enfermedad o discapacidad” y la posibilidad de “requerimientos prolongados de soporte o apoyo”.
Los titulares que trajeron de nuevo al debate público palabras como el autismo, la depresión o el Asperger nos recuerdan la desigualdad histórica que enfrenta la población con discapacidad en Colombia. Esto confirma que el capacitismo sigue permeando los medios de comunicación tradicionales, que se niegan a renovar su lenguaje.
La falta de curiosidad por otras realidades y formas de relacionarse con el mundo sigue siendo tan peligrosa como cuando los defensores de la eugenesia promovían la idea de que había personas “menos aptas” y causantes de la falta de desarrollo en las sociedades.
Que sea esta la oportunidad para reforzar la responsabilidad que tiene el actual gobierno para promover mejores condiciones de vida para las personas con discapacidad.


9 Comentarios
Es imposible no relacionar la concepción errada de la “incapacidad” expuesta en este artículo con el contexto social fundamentado en la forma de organizarse económicamente en la cual se sitúan las sociedades moderna. En es sentido el modelo actual funciona con la perversa suposición de que el valor de una persona se mide en torno a la capacidad productiva, en los términos fijados sesgadamente por el capitalismo; este concepto de capacidad productiva está íntimamente relacionado con la capacidad de trabajar bajo las condiciones industriales modernas. La principal crítica que se le puede hacer a esta mal concepción es que las personas que no encajan en este esquema son completamente relegadas a la categoría de desechos de la sociedad, traduciéndose en sufrimiento humano y social.
Es por ende que se vuelve clave desarrollar nuevas formas de entendernos entorno a la organización social y económica de tal manera que cada ser humano sea valorado simplemente por hecho de ser y existir sin ningún condicionante discriminatorio por fuera de esta esencia. Si somos capaces de transformarnos de tan profunda manera, no tengo duda que seremos capaces de resolver en gran medida los problemas expuestos en este artículo relacionados con el capacitismo.
Si bien en este artículo se tratan temas históricos sobre la desigualdad que ha venido abundando hacia las personas con discapacidad, es importante, también, comprender que en cierta medida si estas personas fueron diagnosticadas con discapacidades es porque las tienen y son reales, las discapacidades son reales. Aunque es de suma importancia trabajar como sociedad para mejorar el trato y el manejo que le damos como individuos a estas personas y a estos trastornos, para evitar la discriminación y fomentar la empata, no obstante, también es de suma importancia dejar de «romantizar» este tipo de condiciones y tratar de normalizarlas e ignorarlas con el pretexto de buscar una inclusión. Sí, es importante que como individuos trabajemos y respetemos las condiciones de cada ciudadano, pero también es importante reconocer que si poseen una discapacidad es porque la portan y esto ya los saca de compararlos o medirlos a todos como a un individuo que no la tiene. Biológicamente estas discapacidades existen y afectan parte de los organismos, ya sea a nivel mental o físico, y por ende estas personas ya merecen un trato especializado y el derecho de poder realizar actividades que se adapten a su condición y excusarse en que por la inclusión estas personas deben estar en igualdad de condición como ciudadanos para realizar ciertos trabajos. Tampoco hay que normalizar el hecho de que muchas de estas discapacidades sí representan un peligro para los ciudadanos si no se mantiene en un estado pasivo y controlado al ciudadano que la padece, tampoco podemos ignorar la realidad fomentando una inclusión si no se tienen bases científicas y se reconoce que si las discapacidades están es porque existen y sí representan un cambio en la capacidad mental o física del que la padece.
Gracias Natalia, Excelente artículo para hacer pedagogía frente a los imaginarios que se tienen en la comunidad sobre la discapacidad. Hoy que Colombia elimina la interdicción y establece mecanimos de apoyo para la toma de desiciones, debemos pasar del dicho al hecho y reconcer este colectivo como sujetos de derechos y de deberes. Toda la comunidad tiene un papel determinante, incluídos los medios de comunicación quienes deben evitar discursos capacitistas y un lenguaje que mantiene creencias erróneas y discriminatorias.
La discriminación capacitista es un problema fuerte y real que hoy en día sigue estando bastante presente; como se puede ver en los recientes cuestionamientos hechos al presidente Gustavo Petro por su condición médica, el capacitismo ya no solo está siendo usado como forma de exclusión social, sino también como forma de exclusión política. Este hecho es preocupante, y debe ser usado, aprovechando la coyuntura, para que el gobierno lleve a cabo una concientización del respeto que merecemos todos y cada uno de los ciudadanos colombianos.
Si bien el tema de la salud del presidente es un asunto que debe preocuparnos a todos, es importante destacar que no podemos realizar comentarios ni especulaciones infundadas sobre su capacidad para gobernar Colombia hasta que se conozca con certeza cuál es su condición de salud. Además, algunas declaraciones de personas cercanas al presidente en ocasiones no le benefician, lo que brinda a la oposición la oportunidad de argumentar que no es apto para el cargo. Esto es incorrecto y constituye una estigmatización injusta hacia él. Lo verdaderamente peligroso es la percepción de que el presidente no está mentalmente capacitado para gobernar, cuando en realidad no tenemos información verificable al respecto. El artículo analiza estos matices de manera detallada y realiza una crítica fundamentada en estos aspectos.
la discriminación aunque entra a problematizar por un tema social de que tanto puede hacer, también viene de nuestra crianza y la forma en que vemos a los demás socialmente, desde el punto del colegio ya se puede evidenciar el rechazo social y como eso permea nuestra vida, una vida con mas inclusión puede hacer la diferencia de realmente como vemos de distinto a los demás
El capacitismo es una problemática recurrente en la sociedad, y es importante abordarla de manera adecuada, el tratar de degradar, ignorar o sobre estigmatizar las enfermedades y trastornos mentales es completamente innecesario, tanto el resaltar o no que una persona ha sido diagnosticada con cualquier trastorno mental ya sea depresión, autismo u otro no es más que simple amarillismo, claro que es importante darle visibilidad a estos temas, también es fundamental tratarlos con respeto y precisión. Está bien estructurado el contexto historico del capacitismo, pero también es necesario el buen uso de las palabras, por ejemplo, el mal uso de términos como «asperger» únicamente incitan a la desinformación, en este caso sobre estos temas, no se puede negar que las personas con dichos trastornos necesiten dependiendo de su estado algún trato especial, pero tampoco es de dejar de lado que son principalmente seres humanos.
Está bien estructurado el contexto historico del capacitismo, pero también es necesario el buen uso de las palabras, por ejemplo, el mal uso de términos como «asperger» únicamente incitan a la desinformación, en este caso sobre estos temas, no se puede negar que las personas con dichos trastornos necesiten dependiendo de su estado algún trato especial, pero tampoco es de dejar de lado que son principalmente seres humanos.
El capacitismo es profundamente injusto y perjudicial, ya que perpetúa estereotipos negativos, exclusiones y desigualdades para aquellos que viven con discapacidades.
Es importante abogar por la conciencia y la inclusión, y trabajar hacia la eliminación del capacitismo en la sociedad. Esto implica cambiar actitudes, políticas y prácticas que discriminan a las personas con discapacidades y promover un mundo más inclusivo y accesible para todos. La diversidad en todas sus formas, incluyendo la diversidad de capacidades, enriquece nuestra sociedad y debe ser valorada y respetada.
La capacidad del presidente no debe evaluarse únicamente en función de su salud mental o condiciones como el Asperger. Lo más importante es su capacidad para liderar, tomar decisiones informadas, y representar los intereses de su país de manera efectiva. Si un presidente diagnosticado con depresión y Asperger puede cumplir con estas responsabilidades de manera competente, entonces su condición no debería ser un obstáculo. Sin embargo, es crucial que reciba el apoyo necesario, incluyendo atención médica y asesoramiento, para garantizar un desempeño óptimo en su cargo.
Es importante tener en cuenta que, a pesar de que la salud de Pedro es un asunto personal y individual, también puede verse influenciada por factores sistémicos y estructurales. cabe también tener en cuenta que el discurso de la discapacidad para atacar el carácter o descalificar a otra persona está enmarcado en un contexto capacitista. El acceso a recursos de salud, como servicios médicos de calidad y seguro médico, puede verse limitado para algunas personas debido a desigualdades sociales y económicas.
Es fundamental reconocer y abordar los peligros del capacitismo en nuestra sociedad. El capacitismo no solo perpetúa estigmas y prejuicios hacia las personas con discapacidad, sino que también limita sus oportunidades y derechos fundamentales. Esto puede manifestarse en la falta de accesibilidad en espacios públicos y servicios, la negación de empleo o educación adecuada, y la falta de apoyo y reconocimiento en general.
Es necesario tener una mirada crítica hacia estos problemas y trabajar para construir una sociedad inclusiva que promueva la equidad y garantice que todas las personas, independientemente de su capacidad, tengan acceso a una buena salud y calidad de vida. Es fundamental combatir el capacitismo, al igual que cualquier otra forma de discriminación, para promover una sociedad inclusiva y equitativa. Esto implica reconocer y valorar la diversidad y las capacidades de todas las personas, independientemente de si tienen una discapacidad o no. Creo que una manera de combatir este capacistimo que se vive en el país, seria que dieran mas oportunidades laborales para esta personas con discapacidad en la política y medios de comunicación que pudiéramos tener un congresista y periodista con autismo ,invidente o síndrome de asperger entre otras muchas discapacidades. por ultimo cabe recalca que a todas la personas con o si discapacidad se deben garantizar servicios de salud y apoyo adecuados, de manera que puedan tener una buena calidad de vida y acceder a oportunidades de desarrollo y bienestar. Muchas gracias Natalia Acevedo por este articulo me pareció muy interesante y que contribuye a mi formación como profesional.