Palabras duras sobre la droga y sobre Venezuela, Duque muy a la derecha, pocas cosas concretas, y una carrera entre Trump el excéntrico y un Congreso que no tiene tanto afán de maltratar a Colombia.
Adam Isacson*
Mr. Duque y Mr. Trump
Siete semanas después de posesionarse como presidente, Iván Duque tuvo su primera oportunidad de reunirse con el extravagante e impredecible presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las reuniones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York.
Allí hablaron con periodistas un buen y raro rato y, hay que decirlo, la escena fue algo pintoresca. Mientras Duque limitó sus comentarios a temas de política, Trump le hizo saber que, si no reduce la oferta de cocaína, él sería “solo otro presidente de Colombia”. Se burló del Ejército venezolano por huir después de que una bomba montada sobre un dron explotara cerca al presidente Nicolas Maduro en agosto.
Después de contestar preguntas sobre Corea del Norte e Irán, Trump recurrió a Duque y le recordó que Colombia no es una gran potencia: “usted puede preocuparse por las drogas y hacerlo bien, pero no tiene que preocuparse por Irán y otros lugares”.
Sabemos que los dos presidentes hablaron extensamente sobre la política de drogas y sobre la crisis en la vecina Venezuela. Ambos líderes, de derecha, sin duda estuvieron de acuerdo sobre principios básicos. Sin embargo, al parecer no tienen claridad sobre los próximos pasos para lidiar con la coca o con Venezuela.
Otros temas recibieron poca atención, incluido el que encabezó la agenda de Colombia hasta hace poco tiempo: la paz.
Duro contra la coca
![]() Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Foto: Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género |
En febrero, cuando Santos todavía estaba en el Palacio de Nariño, Trump expresó su opinión verdadera sobre países como Colombia, que producen drogas ilícitas para consumo de ciudadanos estadounidenses:
“Estos países no son nuestros amigos. Ya sabes, creemos que son nuestros amigos y les enviamos ayuda masiva. Y no mencionaré nombres en este momento, pero miro estos países, miro los montos que les enviamos, les enviamos ayuda masiva y están inyectando drogas en nuestro país y se están riendo de nosotros. Entonces no creo en eso. Quiero detener la ayuda”.
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De hecho, la Casa Blanca ha tratado de recortar la ayuda a Colombia en aproximadamente un 35 por ciento durante cada uno de los últimos dos años. Esto ha fracasado ya que el Congreso, de mayoría republicana, se ha negado a aceptar los recortes. Por ahora, Trump parece pensar que el nuevo presidente de Colombia podría ser distinto.
La Casa Blanca ha tratado de recortar la ayuda a Colombia en aproximadamente un 35 por ciento durante cada uno de los últimos dos años.
La Casa Blanca acaba de emitir un memorándum sobre los principales países productores de drogas que, a diferencia del reporte del año pasado, no amenazó con “descertificar” a Colombia, a pesar de que las estimaciones de Estados Unidos registran un aumento del 11 por ciento en los cultivos de coca en 2017, hasta llegar a las 209.000 hectáreas.
No sabemos qué le dijo Duque a Trump sobre lo que haría para reducir los cultivos de coca en Colombia. El presidente colombiano normalmente dice que se inclina por una combinación de estrategias, entre ellas la fumigación aérea con herbicidas de drones o aviones. Duque probablemente le dijo a Trump que tiene la intención de intensificar la erradicación forzada, y quizás reiniciar el uso del glifosato, dentro de las restricciones establecidas por la Corte Constitucional.
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Los próximos pasos, sin embargo, no están claros. Funcionarios estadounidenses dijeron al Wall Street Journal en agosto que siete u ocho de los aviones fumigadores que operaban antes de la suspensión del programa en 2015 permanecen en Colombia y podrían ponerse en funcionamiento “en unos pocos meses”. Pero en un momento cuando se está reduciendo la asistencia, tal vez se espere que Colombia pague la mayor parte del costo del programa.
En su apogeo, a mediados de la década del 2000, el programa de fumigación le costó al gobierno estadounidense 200 millones de dólares por año, lo cual representaba un tercio del total de la asistencia militar y policial en ese momento. Hoy, toda la ayuda a Colombia —militar o económica— suma 450 millones de dólares, y Trump quiere cortarla.
Bogotá probablemente tendría que encontrar dinero para pagar un nuevo programa de fumigación aérea. Tampoco está claro cómo Colombia podría enfrentar la probable ola de confrontaciones violentas que podrían acompañar un aumento de la erradicación manual.
Esto fue lo único que quedo en claro: el presidente Duque aprovechó su momento con Trump para mostrar sus credenciales como un guerrerista antidrogas de línea dura. Elogió una “declaración asombrosa” sobre los principios de la política de drogas que el gobierno de Estados Unidos trajo consigo a las sesiones de la Asamblea General. Duque también promocionó “algo muy importante, señor presidente”: su decreto de la semana anterior que prohíbe la posesión de una “dosis personal” de drogas –un decreto que revierte los avances que en dirección contraria había logrado el gobierno Santos-
Palabras contra Venezuela
Trump sin duda había sido aconsejado en el sentido de evitar alusiones a una eventual intervención militar en Venezuela por parte de Estados Unidos o de cualquier país de la región. Pero hace un año Trump había causado revuelo al decir que no “descartaría una opción militar” para resolver la crisis política, humanitaria y de derechos humanos de ese país.
Durante la aparición de Trump con Duque, los periodistas intentaron incitarlo a decir algo similar. Pero él no mordió el anzuelo: “No quiero decir eso. No me gusta hablar de lo militar. ¿Por qué debería hablarte de lo militar?”. Sin embargo, Trump apoyó la idea de un golpe militar dentro de Venezuela. “Es un régimen que, francamente, podría ser derrocado rápidamente por sus militares si los militares deciden hacerlo”.
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En Estados Unidos y en otros lugares se ha venido expresando un apoyo creciente a la idea de actores externos que ayuden a la oposición venezolana a derrocar al régimen de Maduro. Pero no hay consenso sobre cómo hacerlo con éxito, y cómo evitar que las cosas empeoren – aún si se tiene éxito-. Duque se sentó silenciosamente mientras que Trump y su jefe de gabinete, John Kelly, comparaban desfavorablemente a los militares venezolanos con los marines estadounidenses.
El presidente colombiano parece preferir la ruta del aislamiento diplomático y el estímulo de los elementos de la oposición en Venezuela. Ha liderado el esfuerzo por denunciar a Maduro ante la Corte Penal Internacional. Pero cuando un periodista preguntó acerca de la denuncia de seis países ante la Corte, emitida esta semana, Trump no tenía idea de qué se trataba la pregunta.
Trump dijo que Estados Unidos ayudaría a defender a Colombia contra cualquier posible agresión de Venezuela. Esto parece ser una garantía de seguridad genuina. Palabras similares fueron pronunciadas por el vicepresidente Mike Pence y, en una entrevista en El Tiempo de la semana pasada, por el embajador Kevin Whitaker.
Faltó la paz
![]() Erradicación forzosa de cultivos de coca. Foto: Policía Nacional de Colombia |
Un periodista preguntó a los presidentes: “¿Van a hablar sobre las FARC, el ELN y el proceso de paz?”. Trump, sorprendido, respondió: “¿Me estás haciendo esa pregunta? Vamos a hablar de todo”. Pero no dijo nada más sobre un tema de importancia central para la gobernabilidad y la seguridad en Colombia. Por su parte, Duque repitió sus condiciones para reiniciar las conversaciones con el ELN.
Ninguno de los dos presidentes expresó ni una palabra de preocupación sobre la ola de asesinatos de líderes sociales en Colombia, en una semana en la que la organización Somos Defensores emitió un informe que constata un aumento del 34 por ciento de dichos homicidios durante los primeros seis meses de 2018.
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Y ahora ¿qué?
Trump y Duque volverán a reunirse a fines de noviembre; el presidente estadounidense tiene programado pasar un día entero en Colombia rumbo a la cumbre del G-20 en Argentina. A menos que ocurra algo imprevisto en Venezuela, podemos esperar más declaraciones coloridas, falta de claridad sobre los próximos pasos, y un mayor respaldo a las políticas de línea dura.
Duque aprovechó su momento con Trump para mostrar sus credenciales como un guerrerista antidrogas de línea dura.
Hay que tener en cuenta una cosa durante estas reuniones: Donald Trump es el jefe de Estado, pero Iván Duque está hablando solo con una parte del gobierno de Estados Unidos. Además, Duque está hablando con el presidente estadounidense más débil del que tengamos memoria.
- Si Trump se saliera con la suya, la ayuda estadounidense a Colombia sería reducida. Pero los congresistas lo han impedido hasta el momento.
- Si Trump se saliera con la suya, Colombia ya no sería un “amigo” porque produce drogas y “se ríe de nosotros”. Pero diplomáticos y oficiales estadounidenses han mantenido la relación prácticamente sin cambios.
- Si Trump se saliera con la suya, Estados Unidos derrocaría al gobierno de Maduro, incluso sin un plan para lo que ocurra el próximo día. Pero las cabezas más frías del gobierno han parado esta posibilidad.
En muchas cuestiones de política es como si la Casa Blanca fuera una ONG de extrema derecha que presionara al resto del gobierno para llevar a cabo su agenda. A menudo falla, porque gran parte de lo que propone está manifiestamente en contra del interés nacional de Estados Unidos. Y si esa ONG puede actuar de manera autónoma, puede causar mucho daño y sufrimiento humano, como descubrieron 3.000 familias de migrantes centroamericanos hace unos meses.
Pero los controles están funcionando. Y es muy probable que estos sean más fuertes si, como lo predicen las encuestas, la oposición del Partido Demócrata gane la mayoría de al menos una cámara del Congreso en las elecciones del 6 de noviembre.
*Director para Veeduría de Defensa, Oficina de Washington para América Latina WOLA.